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Simulación de acoso laboral o falso mobbing
Por: Fernando Mansilla Izquierdo

No todos los trabajadores que dicen sentirse acosados lo están, ya que es cada vez más frecuente encontrar denuncias de mobbing, que en realidad es impostura o falso mobbing.

La divulgación de estos temas en los medios de comunicación, y una sociedad cada vez más adicta a consignas y tópicos, ha conllevado el crecimiento del falso mobbing o simuladores a su amparo. Está pasando desapercibido que con frecuencia se puede simular para obtener beneficios y privilegios inmerecidos o para sustraerse de las obligaciones en el ámbito laboral. De hecho, este diagnóstico se podría encuadrar en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV-TR) como Simulación y en la Clasificación Internacional de las Enfermedades (CIE-10) como Enfermos fingidos (Simuladores conscientes), cuya característica es la producción intencionada de síntomas físicos o psicológicos desproporcionados o falsos, motivados por incentivos externos.

Es conveniente diferenciar entre el simulador que es consciente del engaño que pretende, y que suele estar motivado por la obtención de un beneficio, de la neurosis de renta o rentista que reivindica un derecho que entiende como legítimo, ya que se considera con limitaciones en sus capacidades y estima que debe ser compensado por ello.

Aunque dentro del concepto de simulación es conveniente distinguir varios aspectos: simulación (afirmar que tiene una enfermedad que no existe), sobresimulación (exagerar los síntomas y la discapacidad de una enfermedad que realmente padece) e imputaciones falsas (atribuir falsamente el origen de una enfermedad real a un acontecimiento determinado) (Resnick, 1995). Además, también se podría distinguir entre el simulador puro, que pretende aparentar de manera clara y consciente un padecimiento que no sufre en realidad y el simulador relativo que exagera, complica o adorna un trastorno que en realidad padece y que lo atribuye a una causa distinta de la real (López García y González de Rivera, 2007).

De manera que en ocasiones, se puede ser testigo de la impostura, de falsas acusaciones, es decir, de falso mobbing. Para descubrirlo, es conveniente estar alerta tanto en las entrevistas como en la observación de las relaciones interpersonales, ya que la figura del falso mobbing, es un acosador encubierto que no se percibe a sí mismo como tal y que consciente o inconscientemente  se presenta como víctima de acoso.

Los indicadores que nos pueden permitir distinguir un falso acosado o falso mobbing o simulador laboral o rentista de una victima de mobbing son (véase Cuadro 5.2):

a. El falso acosado utilizará la comunicación paradójica, el engaño y la manipulación.

b. El falso acosado suele presentar un trastorno mental como la paranoia o una personalidad paranoide (Parés Soliva, 2005) o un trastorno querulante de la personalidad o un trastorno disocial de la personalidad.

c. El falso acosado se siente seguro y convencido, no le preocupa la resolución del conflicto, no buscará el acuerdo y denunciará precozmente. En cambio, el que sufre un verdadero mobbing se siente inseguro, procurará llegar a acuerdos y desea la rápida resolución del conflicto (González Rodríguez y González Correales, 2004).

d. El falso acosado suele tener malos informes de sus  antecedentes laborales por parte de sus compañeros y superiores.

e. El falso acosado trata de disimular su pobre capacidad y recursos personales para el trabajo.

f. El falso acosado hará intentos de denunciar de mobbing de forma anónima.

g. El falso acosado utiliza como mecanismos de defensa la proyección (atribuye sus fracasos a los demás) y la racionalización (busca argumentos que justifiquen su conducta disruptiva).

También hay que señalar que la resonancia que el fenómeno del mobbing tiene en los medios de comunicación ha potenciado que algunos trabajadores denuncien como mobbing lo que en realidad corresponde a una percepción subjetiva de acoso laboral. Esta percepción subjetiva de acoso suele darse en trabajadores con bajo nivel recursos personales y profesionales para hacer frente al trabajo, con escaso rendimiento laboral, con marcada predisposición a culpar a los demás de su comportamiento y con tendencia a la teatralidad y a expresar exageradamente sus emociones. Otros, quizá lo definen como trabajadores tóxicos, provocadores de conflictos en el medio laboral, holgazanes, incompetentes, mentirosos (acusa a otros compañeros de cosas que no hecho), derrochadores de tiempo en el trabajo (charla en exceso con los compañeros, absentismo voluntario: coge bajas frecuentemente injustificadas,) arrogantes y desacreditadores  (tratan de desprestigiar al superior y manchar su imagen con el fin de obtener determinados beneficios) y amenazadores del jefe.

Además Resnick (2001) señala que la presencia de las siguientes conductas debe hacer sospechar la  posibilidad de simulación de una alteración psíquica después de un traumatismo físico, lo que podemos extrapolar a situaciones en las que el trauma esté referido en términos psicológicos:

•El simulador  tiene un incentivo perverso, usualmente económico.

•El simulador suele presentar un cuadro que no encaja en la psicopatología habitual.

•El simulador afirma o muestra su incapacidad para trabajar, mientras mantiene su capacidad para el ocio.

•El simulador intenta evitar el examen médico a menos que éste sea fundamental para obtener el beneficio pretendido.

•Se manifiestan disparidades importantes entre las distintas pruebas psicotécnicas, tanto entre sí mismas como con la sintomatología que alude.

•El simulador puede parecer evasivo a la hora de la entrevista o declinar su cooperación en procedimientos diagnósticos o en tratamientos prescritos, incluyendo los psicoterapéuticos.

•El simulador suele negar su consentimiento a ser entrevistado bajo hipnosis, relajación o narcohipnosis.

•El simulador presenta frecuentemente rasgos de escasa honradez y codicia.

•El simulador es tenaz en la consecución de los fines que persigue, contrastando con el estado incapacitante alegado.

•El simulador suele presentar cuadros que ya han sido experimentados por el simulador.

•El simulador ante las entrevistar se suele mostrar molesto, intranquilo, malhumorado, resentido, susceptible, poco colaborador.

•Hay inconsistencias en la sintomatología, como por ejemplo, la conducta no está asociada con los delirios, y tiene un comienzo y un final abrupto; las  alucinaciones no están asociadas a los delirios; la demencia de un individuo joven sin causa orgánica que la justifique; la amnesia inclasificable.

También se ha señalado que los simuladores siguen dos estrategias a la hora de simular: la asunción indiscriminada de síntomas y una severidad extrema que la literatura no ha asociado a la simulación (Rogers y Mitchell, 1991; Arce, Fariña y Suárez, 2006).

Expansión y Empleo, 2007