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                                    No todos los  trabajadores que dicen sentirse acosados lo están, ya que es cada vez más  frecuente encontrar denuncias de mobbing, que en realidad es impostura o falso  mobbing. 
                                    La divulgación de  estos temas en los medios de comunicación, y una sociedad cada vez más adicta a  consignas y tópicos, ha conllevado el crecimiento del falso mobbing o  simuladores a su amparo. Está pasando desapercibido que con frecuencia se puede  simular para obtener beneficios y privilegios inmerecidos o para sustraerse de  las obligaciones en el ámbito laboral. De hecho, este diagnóstico se podría  encuadrar en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales  (DSM-IV-TR) como Simulación y en la Clasificación   Internacional de las Enfermedades (CIE-10) como Enfermos  fingidos (Simuladores conscientes), cuya característica es la producción  intencionada de síntomas físicos o psicológicos desproporcionados o falsos,  motivados por incentivos externos. 
                                                                          Es conveniente  diferenciar entre el simulador que es consciente del engaño que pretende, y que  suele estar motivado por la obtención de un beneficio, de la neurosis de renta  o rentista que reivindica un derecho que entiende como legítimo, ya que se  considera con limitaciones en sus capacidades y estima que debe ser compensado  por ello.  
                                                                          Aunque dentro del  concepto de simulación es conveniente distinguir varios aspectos: simulación  (afirmar que tiene una enfermedad que no existe), sobresimulación (exagerar los  síntomas y la discapacidad de una enfermedad que realmente padece) e  imputaciones falsas (atribuir falsamente el origen de una enfermedad real a un  acontecimiento determinado) (Resnick, 1995). Además, también se podría  distinguir entre el simulador puro, que pretende aparentar de manera clara y  consciente un padecimiento que no sufre en realidad y el simulador relativo que  exagera, complica o adorna un trastorno que en realidad padece y que lo  atribuye a una causa distinta de la real (López García y González de Rivera,  2007). 
                                                                          De manera que en  ocasiones, se puede ser testigo de la impostura, de falsas acusaciones, es  decir, de falso mobbing. Para descubrirlo, es conveniente estar alerta tanto en  las entrevistas como en la observación de las relaciones interpersonales, ya  que la figura del falso mobbing, es un acosador encubierto que no se percibe a  sí mismo como tal y que consciente o inconscientemente  se presenta como víctima de acoso. 
                                                                          Los indicadores que  nos pueden permitir distinguir un falso acosado o falso mobbing o simulador  laboral o rentista de una victima de mobbing son (véase Cuadro 5.2): 
                                                                          a. El falso acosado  utilizará la comunicación paradójica, el engaño y la manipulación. 
                                                                          b. El falso acosado  suele presentar un trastorno mental como la paranoia o una personalidad  paranoide (Parés Soliva, 2005) o un trastorno querulante de la personalidad o  un trastorno disocial de la personalidad.  
                                                                          c. El falso acosado  se siente seguro y convencido, no le preocupa la resolución del conflicto, no  buscará el acuerdo y denunciará precozmente. En cambio, el que sufre un  verdadero mobbing se siente inseguro, procurará llegar a acuerdos y desea la  rápida resolución del conflicto (González Rodríguez y González Correales,  2004).  
                                                                          d. El falso acosado  suele tener malos informes de sus   antecedentes laborales por parte de sus compañeros y superiores. 
                                                                          e. El falso acosado  trata de disimular su pobre capacidad y recursos personales para el trabajo.  
                                                                          f. El falso acosado  hará intentos de denunciar de mobbing de forma anónima. 
                                                                          g. El falso acosado  utiliza como mecanismos de defensa la proyección (atribuye sus fracasos a los  demás) y la racionalización (busca argumentos que justifiquen su conducta  disruptiva). 
                                      
                                    También hay que  señalar que la resonancia que el fenómeno del mobbing tiene en los medios de  comunicación ha potenciado que algunos trabajadores denuncien como mobbing lo  que en realidad corresponde a una percepción subjetiva de acoso laboral. Esta  percepción subjetiva de acoso suele darse en trabajadores con bajo nivel  recursos personales y profesionales para hacer frente al trabajo, con escaso  rendimiento laboral, con marcada predisposición a culpar a los demás de su  comportamiento y con tendencia a la teatralidad y a expresar exageradamente sus  emociones. Otros, quizá lo definen como trabajadores tóxicos, provocadores de  conflictos en el medio laboral, holgazanes, incompetentes, mentirosos (acusa a  otros compañeros de cosas que no hecho), derrochadores de tiempo en el trabajo  (charla en exceso con los compañeros, absentismo voluntario: coge bajas  frecuentemente injustificadas,) arrogantes y desacreditadores  (tratan de desprestigiar al superior y  manchar su imagen con el fin de obtener determinados beneficios) y amenazadores  del jefe. 
                                                                          Además Resnick  (2001) señala que la presencia de las siguientes conductas debe hacer sospechar  la  posibilidad de simulación de una  alteración psíquica después de un traumatismo físico, lo que podemos extrapolar  a situaciones en las que el trauma esté referido en términos psicológicos: 
                                    •El simulador  tiene un incentivo perverso, usualmente  económico. 
                                    •El simulador suele  presentar un cuadro que no encaja en la psicopatología habitual. 
                                    •El simulador  afirma o muestra su incapacidad para trabajar, mientras mantiene su capacidad  para el ocio. 
                                    •El simulador  intenta evitar el examen médico a menos que éste sea fundamental para obtener  el beneficio pretendido. 
                                    •Se manifiestan  disparidades importantes entre las distintas pruebas psicotécnicas, tanto entre  sí mismas como con la sintomatología que alude.  
                                    •El simulador puede  parecer evasivo a la hora de la entrevista o declinar su cooperación en  procedimientos diagnósticos o en tratamientos prescritos, incluyendo los  psicoterapéuticos. 
                                    •El simulador suele  negar su consentimiento a ser entrevistado bajo hipnosis, relajación o  narcohipnosis. 
                                    •El simulador  presenta frecuentemente rasgos de escasa honradez y codicia. 
                                    •El simulador es  tenaz en la consecución de los fines que persigue, contrastando con el estado  incapacitante alegado. 
                                    •El simulador suele  presentar cuadros que ya han sido experimentados por el simulador. 
                                    •El simulador ante  las entrevistar se suele mostrar molesto, intranquilo, malhumorado, resentido,  susceptible, poco colaborador. 
                                    •Hay  inconsistencias en la sintomatología, como por ejemplo, la conducta no está  asociada con los delirios, y tiene un comienzo y un final abrupto; las  alucinaciones no están asociadas a los  delirios; la demencia de un individuo joven sin causa orgánica que la  justifique; la amnesia inclasificable. 
                                                                          También se ha  señalado que los simuladores siguen dos estrategias a la hora de simular: la  asunción indiscriminada de síntomas y una severidad extrema que la literatura no  ha asociado a la simulación (Rogers y Mitchell, 1991; Arce, Fariña y Suárez,  2006). 
                                    Expansión y Empleo,  2007 
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