Artículos de Prensa / Matrimonio
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La economía del amor

 

 

Fuente: The American Spectator
6-V-2013

 

Ben Stein escribe un reciente y ameno artículo en The American Spectator en el que habla sobre “la economía del amor”; ciencia que aplica a un caso práctico. Recuerda cómo un viejo profesor de economía le explicó que “la economía trata sobre la asignación de los bienes escasos”. Esta definición perfecta se puede aplicar sobre el más escaso y más preciado de todos los bienes: el amor.
 
Un pariente muy cercano de Stein, T, casado hace cuatro años con una joven y hermosa mujer, fue a su casa para ver el torneo americano de la Super Bowl. Al entrar, Stein observó que T estaba agitado y muy molesto por un contratiempo que había tenido esa mañana con su esposa. Según él, ella le había respondido muy mal cuando él le preguntó por qué estaba tomando una ducha por la mañana en vez de por la noche.
 
Stein intentó tranquilizar a su amigo y le dijo que se trataría de una broma, pero T no lo creía así y continuaba histérico. Sin embargo, el fútbol lo tranquilizó temporalmente. Para Stein, el mayor programa de promoción de la salud mental en el país, tal vez en el mundo, es la difusión televisiva de eventos deportivos de primer nivel.
 
T volvió a la carga diciendo que quería que su mujer le pidiera disculpas. Stein, con más experiencia, le ofreció varias reflexiones: “Discusiones entre maridos y esposas, especialmente jóvenes, son solo una parte del paisaje. Son inevitables. Cuando las parejas casadas son jóvenes, aún no han aprendido que el activo real en su vida no es su ego o el orgullo individual. La gran ventaja es el matrimonio mismo”.
 
El joven pariente insistía en que quería que ella se disculpase. Stein le hizo ver que, de vez en cuando, “ella se exaspera y estalla, pero su amor por ti es abrumador… ¿Qué harías si ella te dejara?” Sin dudarlo un momento, T dijo: “me mataría”.
 
“Eso es lo que pensé que ibas a decir”, respondió Stein, que continuó con su argumentación: “En ese caso, ¿por qué quedarte enfadado con ella y propiciar el más mínimo riesgo de que pudiera hacer eso? ¿Por qué no haces un esfuerzo por mantener la calma y dar tiempo para sanar la situación, a la vez que usas palabras amables? (…) El más raro de los tesoros es el amor de una buena mujer o un hombre. Es el más escaso de los bienes en este planeta. No hagas nada que pueda, incluso remotamente, exponerte a perder el amor de tu mujer”.
 
Stein veía que su tratamiento iba haciendo efecto y prosiguió: “¿Por qué no le envías ahora un texto que diga: sé que no soy el mejor marido. Sé que te lo he hecho pasar mal una y otra vez. Pero sé que eres la mejor esposa que existe. Estoy en estado de asombro perpetuo por tenerte como mi mujer. Pero aún así, lo que me dijiste esta mañana me dolió profundamente. No es nada comparado con todo lo que compartimos. Por lo tanto, vamos a dejarlo atrás y seguir adelante… Y, por supuesto, te quiero más cada día y solo quiero que nos mantengamos unidos, más que nada en el mundo”.
 
El economista del amor explicaba a su joven amigo: “El matrimonio y el amor no tratan acerca de quién tiene razón y quién está equivocado (…) El amor y el matrimonio tratan sobre quién está a tu lado. Lo clave para ti es formar una de las parejas que todavía están juntos cuando llevan 50 años en el camino (…) Invierte en la paz de la mente; no en el pillaje y el saqueo de la autoestima de tu mujer. La paz es hermosa y los dividendos que paga la paz en el matrimonio son inmensos (…) El único activo que realmente significa la vida o la muerte para vosotros es estar juntos. La inversión en la paz en tu propia vida es la mejor inversión que puede hacer (…) El valor del bien a adquirir, solo por unas pocas palabras amorosas, es simplemente incalculable”.
 
Stein citó a su amigo Jesse Jackson, quien tenía una gran frase que utilizaba cuando se encontraba en una pelea con alguien: “Pasemos del terreno de batalla a un terreno común, a tierras más altas”. “El terreno común, cuando estás tranquilo, es saber que el amor de tu esposa es tu activo más valioso, el que más felicidad te produce”.

 

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«Es más fácil divorciarse que dar de baja el teléfono móvil»

 

Jaime V. Echagüe.
larazon.es
15-IX-2009.

 

MADRID- Un operador de telefonía móvil puede exigir un compromiso de 12 o 18 meses para mantener la línea antes de darse de baja. Sin embargo, con la ley del «divorcio exprés», aprobada en 2005, una pareja puede poner fin a su relación en tres meses. Ésta es una de las conclusiones del estudio «El matrimonio: ¿contrato basura o bien social?», presentado ayer por «The family watch», nuevo observatorio internacional de la familia impulsado por la International Federation for Family Development. Este organismo tiene carácter consultivo en Naciones Unidas. «El título se refiere al matrimonio tal como se vive en España», comenta Carlos Martínez de Aguirre, catedrático de Derecho Civil y presidente del observatorio.

«Entender el matrimonio como contrato, que se puede rescindir en cualquier momento, es el equivalente al contrato basura en el mercado laboral», añade. La génesis del trabajo se encuentra en una reunión celebrada hace dos años, en la que cerca de cuarenta juristas constataron que «el debilitamiento del matrimonio facilitado por la legislación no beneficia ni a la pareja ni a los hijos ni al conjunto de la sociedad», comentó Ignacio Socías, director general de «The family watch».

Los juristas creen que, desde el «divorcio exprés», la institución matrimonial «es más frágil y se rompe más». «El legislador parece más interesado en provocar el fracaso que evitarlo», añade Martínez de Aguirre, que en este sentido se refirió a la escasez de políticas familiares, como la conciliación entre vida familiar y laboral. «No existen medidas preventivas», sentencia. Aparte, considera que «se ha tratado de hacer justicia con todas las situaciones igualándolas ¿por abajo?. Como si se llamara propiedad a cualquier uso de una casa: compra, alquiler o donación», dijo Socías.

Por su parte, el catedrático se refirió a los nuevos modelos de familia, como el matrimonio gay aprobado por el Ejecutivo. «Que cada modelo tenga su traje, su regulación jurídica propia. No el mismo traje para todos». Y es que, afirmó, «hay modelos que funcionan mejor que otros». No pasaron por alto «los costes altísimos que tiene todo divorcio, con una gran incidencia social y económica. En Inglaterra, los costes sanitarios acarreados por los divorcios provocaron que se estudiara cómo evitar las consecuencias».

Como alternativas al divorcio, el catedrático citó el ejemplo de Estados Unidos. «En algunos estados, las parejas tienen dos opciones: elegir entre un matrimonio libremente disoluble o uno que no lo es. En éste, sólo cabe el divorcio por causas muy concretas, como el adulterio. Y antes de consumar la separación, deben acudir a un asesor matrimonial».

 

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Censo

 

Paco Sánchez
15-XII-2013.
lavozdegalicia.es

 

 

Ninguno se atreve a decir que buena parte de las familias monoparentales y no pocos de los que viven solos son restos de matrimonios destruidos o de esas formas modernísimas de convivencia bajas en compromiso que acabaron disueltas

La publicación del último censo muestra con detalle y nitidez datos demográficos muy preocupantes, cuyos trazos gruesos ya conocíamos, y que apuntan a un futuro peor que difícil: imposible. Apuntan a un no futuro, como reconocen los analistas. Sin embargo, a la hora de definir las causas −que son esencialmente culturales− muchos de esos analistas se echan atrás y parpadean, perplejos, para limitarse a chapotear en los confines de lo políticamente correcto.

Así, celebran la creciente modernización y diversidad de las formas de convivencia, al tiempo que lamentan el aumento de las personas que viven solas, algo que según reconocen, «indica que el acogimiento por la familia de los mayores que necesitan cuidado ya no es norma». Deploran también que el número de familias monoparentales se haya disparado, porque se trata, dicen, de «un grupo muy vulnerable, con gran riesgo de pobreza». Y por supuesto, ahora se duelen del envejecimiento de la población debido al fuerte descenso en el número de hijos.

Ninguno se atreve a decir que buena parte de las familias monoparentales y no pocos de los que viven solos son restos de matrimonios destruidos o de esas formas modernísimas de convivencia bajas en compromiso que acabaron disueltas. Algunos relacionan los nacimientos con la estabilidad de la relación. Francisco definió esta crisis: «El matrimonio tiende a ser visto como una mera forma de gratificación afectiva que puede constituirse de cualquier manera y modificarse de acuerdo con la sensibilidad de cada uno. Pero el aporte indispensable del matrimonio a la sociedad supera el nivel de la emotividad y de las necesidades circunstanciales de la pareja». El censo le da la razón.


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