Artículos de Prensa / Matrimonio
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Futura ley impondría a las parejas dos años de terapia antes de conceder divorcio

 

 

01-04-2013

 

La semana pasada se presentó una ley en EEUU que obligaría a las parejas a acudir durante dos años a terapia antes de permitirles divorciarse.

En Carolina del Norte, EEUU, las parejas que desean romper su matrimonio y divorciarse muy pronto podrían tenerlo bastante difícil, debido a una ley que ha sido presentada la pasada semana, la Healthy Marriage Act, la Ley de Matrimonios Saludables, que impondría a las parejas someterse a asesoramiento profesional y terapia durante dos años antes de que se pudiese consumar su divorcio. Este proyecto de ley obligaría además a las parejas con hijos a recibir un asesoramiento adicional.

La iniciativa de dichas medidas, según Hinterland Gazette, procede de los legisladores republicanos Austin Allran y Warren Daniel y la consecuencia sería que las parejas, en vez de tener que haber estado separadas durante un año como ocurre ahora, tendrían que mantenerse juntas por más tiempo acudiendo a terapia y a talleres para mejorar sus habilidades comunicativas y de resolución de conflicto. Si tuviesen hijos, además tendrían que participar en un curso de mínimo cuatro horas acerca del impacto del divorcio sobre los menores.

 

Fuente: feriadeldivorcio.com

 

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El divorcio libre, "sin culpa", cumple 40 años: Reagan se arrepintió de firmarlo

El diputado que lo implantó estaba tramitando su divorcio; dejó en la ruina a su ex y sus hijos

Pablo J. Ginés
Forum Libertas
09/09/2009

 

En 1926, cuando muchos miraban con temor la Rusia bolchevique, el inglés G. K. Chesterton profetizó: "la próxima gran herejía será simplemente un ataque contra la moralidad, especialmente la sexual. La locura de mañana no está en Moscú, sino mucho más en Manhattan".

Chesterton se equivocó poco: el primer ataque fue inglés, cuando en 1930 la Iglesia Anglicana aceptaba por primera vez la anticoncepción, un punto de ruptura, sin duda. Pero aunque la Rusia comunista permitía el divorcio sin causa alguna, no fue su modelo el que se extendió. Para muchos analistas, la crisis familiar llegó hace 40 años, cuando el entonces gobernador Ronald Reagan firmó en 1969 en California la primera ley de "divorcio sin culpa", es decir, sin causa.

Iowa, gobernada también por los republicanos, adoptó la misma ley en seis meses. Para 1971 había divorcio libre en Colorado, Florida, Michigan y Oregón. Quince años después, se aplicaba en casi todo Estados Unidos y se exportaba por todo Occidente. España adoptó el divorcio libre como una de las primeras aportaciones del presidente Zapatero en 2005, logrando que, con el llamado "divorcio exprés" las rupturas respecto a 2004 creciesen un 10% (y los divorcios, un 75%).

Reagan se arrepintió

El hijo mayor de Ronald Reagan, Michael, cuenta en su libro "Twice adopted", que su padre le confesó años después que firmar la ley del divorcio libre fue uno de los peores errores que hizo en su vida política.

Reagan era cristiano y conservador. Él mismo había sufrido un divorcio contra su voluntad por parte de su primera esposa, la actriz Jane Wyman. Se consideraba un hombre de familia. Pero su firma fue la que extendió el divorcio y la "cultura del 68" por Occidente. ¿Cómo es posible?

Lo explica Judy Parejko, autora de "Stolen Vows: The Illusion of No-Fault Divorce and the Rise of the American Divorce Industry"  (ver www.stolenvows.com),  en un artículo de CatholicExchange.com. Reagan fue presionado por el principal promotor de la ley, el diputado James A. Hayes, un hombre que tenía un interés muy particular en el asunto: su esposa le había presentado el divorcio con acusaciones de "crueldad". Tenía mucho que perder, y mucho que salvar. Y una ley de "divorcio sin culpa" era lo que necesitaba.

La prensa de esos días no explicó nada del interés personal de Hayes en lograr esta ley, no habló de su proceso de divorcio. Si lo hubiera hecho, quizá la historia de la familia en Occidente sería distinta.  

¿Todos a favor?

Hayes inventó (él mismo lo afirma) el concepto "diferencias irreconciliables", que hoy usan los psicólogos y el lenguaje popular. Declaró que no le gustaba el término "ruptura" porque sonaba demasiado negativo. Incluso en Ohio, que aún hoy no acepta el "divorcio libre", se puede invocar la "diferencia irreconciliable" como coladero para divorciarse.

Durante un encuentro de una hora con Reagan, Hayes usó todo tipo de argumentos para convencer a un gobernador remiso a que firmase la ley. Reagan quería vetarla, pero Hayes le empezó a enumerar cargos y nombres que la apoyaban. ¡Parecía que todo el mundo estuviera a favor! Incluso aseguró que había representantes de la Iglesia Católica y de la Arquidiócesis de Sacramento especialmente favorables.

Reagan firmó el 5 de septiembre de 1969, entró en vigor el 1 de enero de 1970 y Hayes logró así un divorcio favorable en el que dejó sin nada a su esposa y sus cuatro hijos. La prensa recogió un tiempo después como su ex-familia tenía que acudir a los bonos de ayuda alimenticia que ofrecía el Estado.

Seis meses después, Robert Ray, gobernador republicano de Iowa, aprobaba una ley similar. Y se extendió por Estados Unidos.

Judy Parejko se pregunta si los políticos sabían lo que firmaban. "Muchas informaciones lo presentaban como una medida de consenso mutuo, cuando en realidad no lo era. Una sola de las partes interesadas ya podía iniciar el divorcio sabiendo que el Estado le aseguraría el éxito", afirma esta autora.

También se pregunta por qué la Iglesia no planteó más dificultades, en concreto respecto al concepto de "jurisdicción". ¿Por qué admitió el poder del Estado para romper una institución libremente contraída ante la Iglesia por miembros de la Iglesia?

Y, cuarenta años después, Parejko se pregunta si la Iglesia ha sabido responder al reto del divorcio libre. Después del divorcio, la Iglesia te dice con gran claridad lo que no puedes hacer: puesto que canónicamente sigues casado, no puedes acostarte con alguien que no sea tu marido canónico, y si lo haces, no puedes comulgar. Está claro. Pero... ¿qué ofrece la Iglesia antes del divorcio, cuando la crisis aún no se ha consumado judicialmente, cómo lucha la Iglesia por ayudar a los esposos a proteger su relación? ¿Por qué escasean las instancias eclesiales a dónde acudir cuando hay crisis? ¿Y el resto de la sociedad?  

Desde España, podríamos plantearnos qué quedará de la familia en 2045, si se cumplen 40 años de divorcio libre como en Estados Unidos, y su efecto combinado con la expansión de la cohabitación, el vaciado de significado del matrimonio, las uniones homosexuales y con la poligamia y uniones "poliamorosas" llamando a la puerta y reclamando "derechos". 

 


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