Firmado por: Observatorio para la mujer de América Latina y el Caribe, A.C.
En el presente informe se realiza un análisis sobre la realidad del aborto y sus implicaciones para el bienestar de la mujer y de la sociedad en general, específicamente para su aplicación en el caso de México y Latinoamérica. El objetivo es aportar evidencias sobre una serie de consideraciones que comúnmente no se analizan a fondo al abordar el tema del aborto. Se busca fortalecer los criterios e implicaciones que tiene su despenalización tratando de establecer con mayor claridad el impacto del aborto sobre la vida de la mujer y la convivencia social; al revisar evidencias que vayan más allá de las consideraciones comunes y que se han revisado en la experiencia de otros países como España, Estados Unidos e Inglaterra.
En este documento se reúne el análisis de argumentos constantemente relacionados al tema de aborto, como su relación con la mortalidad materna; ya que a pesar de los esfuerzos para lograr su disminución, cada año siguen muriendo alrededor de 536,000 mujeres en todo el mundo, manteniéndose estancado desde 1990 el índice de mortalidad en 400 por cien mil nacidos vivos. Éste fracaso en la política pública global puede deberse a que en lugar de promover o mejorar los servicios de salud de las mujeres, se favorecen los “servicios de salud sexual y reproductiva”, en los cuales el aborto juega un papel central.
Es por esto que el tema de mortalidad materna ha sido manipulado como estrategia de promoción del aborto haciendo necesaria una reflexión propia que plantee un nuevo enfoque alternativo al manejo ideológico que proponen los promotores del aborto. Respecto a esto, se tienen evidencias claras de que al favorecer la atención de la salud de las mujeres embarazadas se reduce la mortalidad materna, lo cual se relaciona directamente con la disminución del índice de mortalidad materna, no así la despenalización del aborto.
Con respecto a número de abortos, tras la despenalización, frecuentemente, las tasas de aborto tienen un aumento sostenido por algunos años para luego estabilizarse o continuar en aumento, es decir, no necesariamente decrecen como postulan sus promotores. Ante esta evidencia, en algunos países europeos como Alemania, Francia, Bélgica, entre otros, se ha considerado un periodo de consejería y espera obligatorias, de hasta dos semanas, antes de realizar un procedimiento abortivo con el objetivo de reducir los índices debidos a una toma de decisiones precipitada, o incluso alentada por la pareja o por la familia.
En aquellos casos en los que el aborto es despenalizado, comienzan otros problemas, como el incremento de las cifras de mujeres que abortan más de una vez, ejemplo de esto los casos español e inglés. La repetición de la experiencia de aborto se ha asociado a factores determinantes como la edad y el haber realizado previamente un aborto. Regularmente, países con altos índices de abortos tienen también una alta incidencia de repeticiones de los mismos. Esto puede estar relacionado con la fertilidad de la mujer y la violencia o abuso sexual, así como también, con el conocimiento repetido del proceso que se debe seguir para llevar a cabo el aborto.
El que se repita la experiencia abortiva deja en claro que el aborto no resuelve el problema que hay de fondo en la relación de pareja o familiar, ni soluciona la situación en la que se encuentra la mujer.
Otros factores relacionados con dicha repetición son: haber dado a luz una o más veces, ser joven, fumar y no asistir a las revisiones médicas posteriores al aborto; también resulta fundamental haber recibido algún tipo de información al respecto.
Al abortar dejan de atacarse las causas del problema
Con respecto al tema de aborto por violación, investigadores del tema han encontrado que en donde existen estadísticas sobre aborto realizados posteriores a una violación, esta condición o causa de aborto difícilmente llega al 1% de los casos. Asimismo, algunos estudios han encontrado que las mismas víctimas embarazadas a raíz de la violación hacen énfasis en la necesidad de hacer frente a los sentimientos que el embarazo les suscitaba, a tal grado que la mayoría de mujeres que decidieron seguir adelante con el embarazo, mejoraban su actitud hacia el niño a lo largo del proceso, los sentimientos de rechazo no se vieron aumentados. Por el contrario, en las mujeres que abortaron, se vio inhibida la capacidad de recuperación de las víctimas y se reforzó el arraigo de actitudes negativas; el aborto fue considerado también como otro acto de violencia (sumado al de la violación que habían sufrido). Se ha corroborado que, generalmente, la principal dificultad es en realidad la presión (de la familia y/o los amigos) para ”resolver” la situación, no el embarazo en sí. La vasta mayoría de las mujeres que han participado en este tipo de estudios (y sus hijos) manifestaron su apreciación de que el aborto no es una buena solución a los embarazos por violación. Por el contrario, el aborto puede conducir a más trauma físico y emocional para la mujer.
No se pueden perder de vista los riesgos y las complicaciones fisiológicas y anatómicas del aborto, desde hemorragias pre y postaborto, que pueden llevar a la mujer a sufrir una histerectomía2 además de procesos infecciosos de diferente magnitud; hasta lesiones en el cérvix, que van desde los desgarres hasta la incontinencia y las perforaciones uterinas, de vejiga e intestinos. En embarazos ulteriores puede favorecer la implantación anormal de la placenta, la implantación extrauterina de otros embarazos, aumenta la posibilidad de que se presenten partos pre término e incluso se ha estudiado la predisposición a sufrir cáncer, como el de seno.
Estos riesgos se suman a la posibilidad de sufrir alteraciones psicológicas o emocionales después de haberse practicado un aborto, como la depresión, los sentimientos de soledad y de culpa que generan un malestar emocional que predispone a padecer ansiedad, algún tipo de adicción, conflictos y rompimientos de pareja, dificultad para volver a relacionarse con otra pareja y con quienes le rodean, además de riesgos de caer en conductas de maltrato infantil y, en casos severos, pueden conducir a la ideación y el riesgo suicida.
Finalmente, se ha prestado poca atención al hecho de que realizar un aborto permite reforzar los roles femeninos y masculinos de acuerdo a los valores culturales y normativos de cada sociedad siendo a su vez revelador de las desigualdades.
Asimismo, la responsabilidad de la decisión de realizar un aborto no recae solamente en la pareja, es importante hablar del gran peso que juega la familia en la decisión de la mujer, para sugerir, presionar o decidir en relación al aborto, sobretodo cuando se trata de adolescentes. Puede haber infinidad de “justificaciones” personales o familiares tales como evitar suspender los estudios escolares, la edad, el aparentemente no estar preparada para asumir la maternidad o no estar casada, la soledad, etcétera, que provocan que la mujer, la pareja o la propia familia experimenten cierta presión en forma de recriminación social por continuar con un embarazo que es aparentemente “no deseado”. Sin embargo, comúnmente toda presión suele recaer únicamente en la mujer que toma una decisión en circunstancias poco favorables.
Considerando la suma de estos y otros argumentos, se hace evidente que el avance en el estudio del proceso del aborto podrá, no sólo desmitificar algunos elementos que se han dado por sentados, sino también, nos permitirá incidir directamente en su práctica generando una serie de estrategias efectivas en la resolución de la problemática real que existe detrás de la experiencia del aborto.
En la Conferencia Internacional sobre la Población y la Vivienda celebrada en El Cairo (Egipto) en 1994, con relación a la sexualidad y la reproducción, se planteó que existe la necesidad de involucrar a los varones en la toma de decisiones para la formación de la familia, en la práctica de una sexualidad responsable y sobretodo, en el papel de la reproducción, dado que hasta ahora la respuesta de los varones con respecto al embarazo depende fundamentalmente de lo ocasional o formal de la relación. Desgraciadamente, hasta ahora el varón se ha mantenido al margen cuando en realidad son parte fundamental del proceso de embarazo y aborto.
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