Gracias al libro de Pilar Urbano La Reina muy de cerca hemos sabido lo que doña Sofía piensa sobre algunas materias controvertidas; y gracias a las reacciones indignadas de algunos sectores hemos comprobado el valor real de sus habituales proclamas de tolerancia.
Muchas veces se ha dicho que los Reyes deben estar cercanos al pueblo, y no en un limbo aséptico y solemne. Pues bien, una entrevista como la de este libro contribuye precisamente a descubrir ese lado humano de la Reina, más desconocido, y a saber sus opiniones sobre temas también discutidos entre los españoles.
Un libro de estas características solo tiene sentido e interés si la Reina ejerce su derecho a opinar; para los discursos protocolarios y las palabras huecas ya está la burocracia de la Casa del Rey. En el libro doña Sofía manifiesta sus opiniones a título personal, de entrevistada a periodista, sin hacer valoraciones políticas, con respeto para todos, y nadie le puede negar su derecho a decir lo que piensa.
Hay quien dice que la Reina ha roto el principio de neutralidad en el que la Corona debe mantenerse. Pero, a juzgar por quién lo dice, lo que se descalifica no es que opine, sino que su opinión se salga del redil de lo políticamente correcto en el que ellos quieren encerrar a la opinión pública. Lo que les molesta no es que opine de las parejas gays, sino que diga que “a eso no le llamen matrimonio porque no lo es”; no les indigna que hable del aborto, sino que diga que “hay que respetar a toda criatura que ha empezado a vivir”; no les parece fuera de lugar que se pronuncie sobre la muerte digna, sino que diga que eso no tiene nada que ver con la eutanasia.
Si sobre estos temas opinara justo lo contrario, los mismos que la critican por decir lo que piensa, la habrían aplaudido sin reservas. Entonces no les preocuparía el principio de neutralidad. Pero como no es así, pretenden meterla en el armario de la Zarzuela.
Así, para la Federación de Gays y Lesbianas las opiniones de la Reina sobre el matrimonio homosexual son “una salida de tono intolerable”, lo cual tiene especial valor viniendo como viene de los campeones del pluralismo y de la tolerancia. Salvador Pániker, presidente de la Asociación por el Derecho a Morir Dignamente, que continuamente pide abrir el debate de la eutanasia, quiere retirar a la Reina su derecho a hablar: “Los Reyes callan sobre tantas cosas y precisamente este es un ejemplo de algo sobre lo que se podrían haber callado”. Ya se sabe: o está conmigo, o mejor se calla.
En el fondo, las reacciones escandalizadas de estos grupos responden a su deseo de retirar los temas del debate público cuando han impuesto su postura. Lo que les preocupa es que otros muchos españoles, que en estos temas opinan como doña Sofía, rompan la costra conformista y se atrevan a manifestar públicamente sus posturas.
De ahí esa reacción censora ante la libertad de expresión de la Reina. Les queda una solución: pueden organizar una quema del libro, igual que los independentistas catalanes queman fotos de los Reyes.
Ed. Planeta |