Esta obra, que obtuvo el premio Espasa Ensayo 1995, figura actualmente  entre los libros más vendidos en España. Lo que puede demostrar dos cosas. La  primera, que el tema de la violencia interesa. La segunda que, junto al  indudable prestigio profesional del autor, el apoyo de los medios de  comunicación resulta imprescindible si se quiere llegar al gran público no  especializado. 
                                    Luis Rojas Marcos ha dirigido el Departamento de Salud Mental de la  ciudad de Nueva York y lleva más de 20 años trabajando en el campo de la salud  pública de dicha ciudad. Esta experiencia, según él mismo declara, no le ha  hecho caer ni en la indiferencia ni en el cinismo. Y quizá sea su mensaje de  esperanza el que más certeramente conecte con el lector. Otra virtud indudable  del libro es su lenguaje claro, lejos de análisis simbólicos que tantas veces  utilizan los expertos y que desvían el problema de la violencia sin aportar  soluciones. 
                                    Las semillas de la violencia es un libro fácil y cercano,  fundamentalmente descriptivo de la violencia en los países occidentales y en  concreto en los grandes núcleos urbanos. El autor presta una especial atención  a la familia, tanto en lo que respecta a la violencia doméstica como por su  indudable protagonismo en las estrategias de prevención que Rojas Marcos dibuja  en un tono bastante genérico. También es destacable el análisis dedicado a la  "fascinación por las atrocidades" en los medios de comunicación. El  suicidio, la pena de muerte y la violación son otros aspectos que el autor  trata con acierto. Resulta interesante su visión sobre la droga y las  enfermedades mentales en relación con la violencia. El libro es, pese al tema,  fundamentalmente optimista y bienintencionado. Sin embargo, algunas de sus  apreciaciones sobre las raíces culturales de la violencia son inexactas o, al  menos, matizables, y existen omisiones serias. Así, es chocante que -de pasada-  preste crédito a peregrinas teorías que consideran la devoción a la Pasión de Jesucristo como  un "ejemplo paradigmático de la profunda atracción por las imágenes de  violencia", cuando es justo lo contrario. De igual modo, Rojas Marcos se  resiste a considerar que la inestabilidad familiar dificulta notablemente la  creación de esos hogares que él propone como educadores en la paz, la compasión  y la comprensión. También su insistencia, por lo demás valiente y justa, en la  mejora de la posición social tanto de los niños como de las mujeres en  Occidente, se fundamenta a veces en una visión unívoca e idílica sobre los  beneficios de la planificación familiar y la liberación sexual. Resulta  sorprendente no sólo su opinión sobre la pornografía, sino sobre todo la total  omisión de una de las manifestaciones de violencia más graves de nuestra  sociedad actual: el aborto. 
                                    Espasa Calpe. Círculo de Lectores. 1996. 222 p.  
                                    Aceprensa 
                                    Aurora Pimentel                                      |