  
                                    ISBN:  9788483066362 
                                      Año:  2005 
                                      Edición:  1ª 
                                      240  páginas 
                                    Hay  que tener una sensibilidad especial para entender lo que pasa por el corazón de  una mujer maltratada. Hay que tener una sensibilidad especial para entender lo  que pasa por el corazón de una mujer maltratada. Éste es el caso de Raimunda de  Peñafort, magistrada-juez que está demostrando -con un compromiso diario con la  verdad y la justicia- su deseo de combatir esta verdadera lacra social. No se  puede ocultar que la violencia contra la mujer es un grave problema.  
                                    El  maltrato psicológico diario, las palizas, los insultos, las amenazas y el  asesinato se están convirtiendo, pese a las medidas adoptadas por las  diferentes administraciones, en una atroz costumbre que nos asalta casi  diariamente desde la prensa y los informativos de televisión. La cuestión atañe  a todos: jueces y magistrados, gobierno, medios de comunicación y ciudadanos.  Frente a esta atávica forma de opresión masculina, frente a esta versión  extrema de «machismo», una mujer valiente, juez titular del Juzgado de  Violencia sobre la Mujer nº 1 de Madrid, ha decidido aportar su amplia  experiencia y levantar la voz para explicar, pensando en todos los lectores,  las razones que nos han llevado a esta situación, aconsejar a las víctimas  sobre las dificultades legales, cómo presentar denuncias, qué se puede esperar  de la Justicia, orientar acerca del papel y las competencias de los jueces y  proclamar, con determinación, que este drama social tiene solución.  
                                    Contando  con testimonios de primera mano, doce historias reales de mujeres que le han  abierto su alma, Raimunda de Peñafort logra en este libro su objetivo de  denunciar y ayudar, trazando al mismo tiempo un paisaje donde, pese al dolor,  brilla una luz de esperanza al final del túnel.                                    |