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La otra cara de la moneda. Entrevista con Dña. Mercedes Patón

Guillermo Daniel Olmo

En los últimos años la sociedad ha tomado conciencia del grave problema que la violencia doméstica, ejercida por el hombre sobre la mujer, constituye. Año tras año, estadísticas terribles, con decenas de mujeres muertas a manos de sus parejas, sacuden a la opinión pública y centran en el debate en esta lacra, que desde los gobiernos Zapatero se ha intentado atajar a través de la creación de un departamento ministerial específico, el Ministerio de Igualdad que dirige Bibiana Aído, y una ambiciosa Ley Integral contra la Violencia de Género.

Pese a todos los esfuerzos, el fenómeno persiste y es tal su presencia mediática que silencia otro que, por inoportuno, pasa desapercibido: el de los hombres maltratados, varones que son objeto de denuncias falsas de malos tratos o que reciben de ellas maltrato psicológico o incluso físico. La abogada Mercedes Patón está acostumbrada a tratar con esta problemática, cuya existencia reconocen otros juristas que tienen su día a día profesional en los Juzgados de Violencia contra la Mujer. Patón dice que "la ley sólo protege a la mujer, al hombre se le tiene desamparado" y denuncia que "los jueces en estos temas se la cogen con papel de fumar por temor a que la opinión pública se vuelva en su contra y dictan medidas provisionales siempre excesivas.

La ley auspiciada por el Gobierno socialista buscaba terminar con la sangría de los crímenes machistas, pero está teniendo efectos secundarios perniciosos. Patón, que dirige un despacho de abogados especializado en la defensa de hombres maltratados, afirma que "la ley es buena, pero se está haciendo un uso abusivo de ella". Efectivamente, parece que en esta materia se está implantando una cierta mentalidad inquisitorial. Belén, mujer separada, nos cuenta que fue a la Comisaría a denunciar que su ex pareja le había enviado unos mensajes al móvil insultándola. "El policía que me tomó la denuncia me recomendó que cargara más las tintas, que ahora existía un clima muy propicio a este tipo de denuncias. Yo le dije que sólo quería que constara lo que realmente había ocurrido".

«Si la mujer dice que empezó él, el que va detenido es el hombre» pero hay quien sucumbe a la tentación de presentar una denuncia que, por lo general, suele llevar asociadas unas medidas provisionales muy ventajosas. Fuentes jurídicas explican que en un proceso de separación el juez puede tardar en pronunciarse y no siempre está claro en qué sentido. Si media denuncia por malos tratos, lo normal es que llegue la orden de alejamiento y eso implica necesariamente que el varón abandone el domicilio familiar. La abogada Patón se lamenta de que muchos de sus compañeros de profesión son conscientes de estos mecanismos y no dudan en recurrir a ellos. Con todo, al parecer esta no es una tendencia exclusiva de los letrados. "Los abogados y los jueces tenemos mucha culpa de lo que está pasando".

Sin embargo, no son las denuncias falsas la única forma de maltratar a un hombre. "Muchos sufren maltrato psicológico o incluso arañazos y golpes, pero les da vergüenza que se sepa que su mujer les pega. Además, si se animan a ir a la Policía, allí les dicen que se lo piensen bien antes de denunciar porque si la mujer dice que empezó él, el que va detenido es el hombre".

No eran pocos los juristas que dudaron cuando se aprobó la Ley Integral de Medidas para la Protección Contra la Violencia de Género de su viabilidad y constitucionalidad, cuestión esta sobre la que ya se pronunció favorablemente el Tribunal Constitucional. Ahora que el Gobierno ha anunciado su intención de reformarla, de nuevo se han alzado voces críticas, como la del juez de Familia sevillano Fernando Serrano, que vaticina nada menos que "un holocausto" si se endurece la norma.

El debate está servido. ¿Cómo proteger a las mujeres y castigar a los maltratadores sin llevarse por delante todo los derechos de aquellos a quienes aún ampara la presunción de inocencia?

26 de Noviembre de 2009
Fuente: hombresmaltratados.es

 

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Legislación y jurisprudencia [España]

¿Es compatible esta Ley [Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género (2004)] con el Estado de derecho?

Colaboración de Rafael Rodrigo Navarro

Modus operandi de los tribunales de violencia contra la mujer:

Relato basado en un hecho real, acaecido el 12 de julio de 2006 a T.S.M. en el juzgado especial de violencia contra la mujer de Valencia. El día anterior, ante la negativa de la madre a dejar los hijos al padre en cumplimiento del convenio, habían discutido. En ningún momento hubo agresión física entre ninguno de los dos miembros de la pareja.

Secuencia de los hechos:

1. Tu ex mujer denuncia la “agresión”: la policía judicial te detiene a altas horas de la madrugada y te incomunica; quedas totalmente a su merced.
2. Te preguntan si quieres que llamen a tu abogado. Generalmente, no tienes abogado en ese momento y, de todos modos, a las cuatro de la madrugada es imposible conseguir uno.
3. Si tienes abogado y está localizable, no hablas tú con él, sino la policía judicial, que te transmite lo que él dice (conculcan tu derecho a hablar directamente con él y tergiversan los mensajes.)
4. Si tu abogado dice que va a ir, te presionan ante la rapidez del juicio para que eches mano del abogado de oficio que está allí.
5. Una vez que caes en sus manos, el abogado de oficio adjunto al tribunal te dice que no te metas en líos y firmes la culpabilidad, que al fin y al cabo te van a poner un trabajo de servicio a la sociedad sin más importancia, y así se acaba todo.
6. Si insistes en que no eres culpable y que es una falsa denuncia, el abogado te dice que, si no firmas, tus hijos van a sufrir mucho, pues les van a hacer venir a declarar, y que aparecerás ante ellos como un delincuente.
7. Incomunicado, sin tu abogado particular y a punto de entrar a juicio, haces lo que te dice el abogado de oficio y eres condenado como maltratador.
8. La estadística del juzgado de violencia contra la mujer tiene una falsa denuncia menos y una condena más. La ley “funciona”: ¡cada vez son más los “maltratadores” identificados!
9. Al día siguiente, en libertad provisional, el padre separado va de un abogado a otro buscando a alguien que le saque de su situación. Todos le dicen: no hay nada que hacer, no debías haber firmado.
10. El hombre comprende que, con el tiempo, los hijos sabrán que su padre fue condenado por maltratador. Le vienen a la cabeza pensamientos de suicidio. Si puede pagarse un psiquiatra o psicólogo, quizás no lo haga. Si no encuentra apoyo, posiblemente sí.

Fuente: cronicas.org

 

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La presunción de inocencia

Todos hemos oído hablar del derecho a la tutela judicial efectiva, el derecho a la presunción de inocencia, que está amparado en nuestra Constitución [Española] por el artículo 24.

Es un derecho fundamental, que en los tiempos que corren, y con la vergonzosa politización del sufrimiento de las mujeres maltratadas, es pisoteado y da pie a que miles de hombres sean detenidos, acusados, separados de sus hijos y enjuiciados por un delito, con su dignidad, intimidad y libertad profundamente dañadas.

Esta penosa situación, que muchos quieren acallar, pero que vemos día a día los abogados, hace que no se refleje una realidad, la otra realidad. El drama de muchos padres a los que les pongo nombre: Felipe, Antonio, José María, Francisco, Pedro, Raúl, Francisco José... y muchos otros a los que he acompañado en el calvario que injustificadamente les ha hecho soportar la acusación de un delito de maltrato, el único de nuestro Código Penal que está vergonzosamente politizado.

A ellos, y a todos los que después de haber sido absueltos nadie les ha pedido perdón, les hago llegar mi consideración y apoyo. A los que no se les ha cancelado de manera automática sus antecedentes policiales, una vez terminado el procedimiento, a los que no se les ha requerido en un día para devolverles la fianza que injustamente se les pidió, a los que no se han encontrado con un fiscal que pida ni una sola vez en el trámite de conclusiones del juicio, que se abran diligencias por denuncia falsa contra la denunciante. A todos ellos que a sus abogados les dan muestras cada día de una fortaleza que desconocía que tenía el ser humano.

Y esto lo digo porque he vivido al igual que mis compañeros que están en el campo de batalla, lejos de los despachos, chiringuitos y estadísticas absolutamente tergiversadas, que estos hombres, miles cada día, después de ser detenidos indiscriminadamente, separados de sus hijos sin miramientos, con órdenes de alejamientos iguales para todos; después de haber sido sometidos a un procedimiento con la presunción de que son maltratadores, el peor estigma social que hay hoy en día, hayan sido absueltos y nadie les ha pedido perdón.

Esta realidad es la que vemos todos los días en los juzgados. Y vemos todos los días que cuando se trata de una acusación por delito de maltrato o cuando se mantiene una conversación sobre esta otra realidad la mayoría, juez, funcionario u operador jurídico, incluso compañeros me hayan dicho: «No podemos hablar».

Es muy difícil trabajar en esta situación, ante el continuo desprecio ante un drama en el que la mayoría mira para otro lado y ello conlleva que se cometan injusticias continuamente, que no se cometen con la misma asiduidad con las personas que se enfrentan a una acusación por otro delito. Me refiero a los hombres, que pasan a ser «agresores» cuando son detenidos.

Y ello no es más que porque cuando se trata un procedimiento que se inicia por una denuncia de maltrato y se denuncia a un hombre, a un padre, desgraciadamente y en la mayoría de las ocasiones nos encontramos con una Justicia que se visualiza demasiado politizada y ello es preocupante y doloroso, porque la Justicia, como bien analiza el Académico de la Real Jurisprudencia y Legislación «la Justicia es el último valladar para proteger al ciudadano y al conjunto social respecto a aquellos que infringen la ley. Y entre todos hemos de evitar que la Justicia que ha de servir como remedio para los males de convivencia se presente desconcertada sin esperanza».

Y se presenta desconcertada, sin esperanza cuando se producen detenciones indiscriminadas, autos de alejamiento indiscriminados y acusaciones que no se mantienen. Y se presenta desconcertada cuando no se puede hablar de esta realidad, cuando se recurre ante la falta de argumentos de una ley injusta y que no soluciona el problema a la pregunta indecente de si estás de acuerdo con el maltrato. Se presenta desconcertada cuando un juez y una jueza, uno el juez Serrano, y otra, la jueza María Sanahuja, levantan la voz y se les somete a procesos públicos de descrédito e incluso se dirigen procesos judiciales contra ellos para cuestionarlos y convertirlos en delincuentes. Solo porque dicen la verdad, solo porque hablan de esas otras víctimas de la injusticia del maltrato. Esas víctimas que son maltratadas institucionalmente, cada día.

Ante ello y no tratando de ser valiente, sino de denunciar una realidad indecentemente acallada, contaminada con criterios ideológicos, que vulneran derechos fundamentales, me quedo con una frase del académico Luis Martí Mingarro. No demos marcha atrás. No den marcha atrás: ni los abogados, ni los jueces ni las víctimas en denunciar el maltrato a esas otras víctimas a las que hoy quiero darles mi apoyo y comprensión

06 de Octubre de 2011
Fuente: hombresmaltratados.es