Wendy Wright
Traducción: Luciana María Palazzo de Castellano
Los principales organismos de la ONU están promoviendo activamente dos causas fundamentales del desequilibrio masivo de género en Asia, según adujo una especialista en políticas de población esta semana, en el transcurso de una conferencia de la ONU sobre la mujer.
Al disertar en un panel durante la sesión anual de la comisión de la ONU sobre la condición de la mujer, la dra. Susan Yoshihara identificó tres razones del fenómeno de la «falta de niñas» en China e India, que se está extendiendo a otras naciones. Las causas fundamentales de los asesinatos masivos, dijo, son el acceso a tecnologías que facilitan el aborto, la preferencia por los hijos varones y el deseo de los padres o de los gobiernos de tener familias pequeñas.
Entre 33 y 160 millones de niñas no están vivas hoy debido al aborto o al infanticidio. «Se mata a las niñas porque son niñas. Difícilmente esto sea signo del progreso de la mujer», dijo la dra. Yoshihara. No obstante, organismos de la ONU encargados de promover los derechos humanos, la salud, la niñez y las mujeres impulsan enérgicamente dos de las tres razones del aborto selectivo en función del sexo: las familias de tamaño reducido y el aborto.
En la declaración conjunta «Previniendo la selección sexual por motivos de género», la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Unicef, el Fondo de Población, la Organización Mundial de la Salud y ONU Mujeres afirman con falsedad que los países están obligados a hacer frente a los abortos selectivos sin negar el acceso al aborto y afirman que eso sería «una violación ulterior de sus derechos a la vida y a la salud, conforme se encuentran garantizados en tratados de derechos humanos, y comprometidos en acuerdos de desarrollo internacional».
El problema es serio. En su conjunto, China tiene 120 niños por cada 100 niñas. En algunas partes del país, esa cifra es de 150 niños por cada 100 niñas que nacen. En India, el «interés por las niñas disminuye con cada hijo» y los padres son capaces de «hacer cosas extraordinarias para asegurarse de que su segundo hijo sea varón», dijo Yoshihara.
Décadas atrás, los defensores del control demográfico financiados por fundaciones occidentales acaudaladas implementaron programas a gran escala en países concretos como China y Japón. Según Yoshihara, ellos invirtieron en métodos de selección en función al sexo porque reconocían los efectos multiplicadores del hecho de deshacerse de niñas en una población. El aborto se convirtió en el método preferido para reducir las poblaciones, ya que los operarios podían identificar una mujer embarazada con mayor facilidad que una que estuviera pensando en quedar embarazada.
Las repercusiones de los programas de control demográfico tienen altos costos sociales y de seguridad internacional. Al haber menos mujeres en las sociedades, se avivan los secuestros, los casos de novias compartidas y el tráfico de personas. El veloz descenso de la fertilidad implica que habrá menos personas para mantener la creciente población anciana. Al reconocer la falta inminente de jóvenes para ocupar rangos militares, los líderes gubernamentales podrían actuar agresivamente hacia otras naciones mientras puedan.
En China se suicidan 500 mujeres por día, informó Tessa Dale de All Girls Allowed en el panel patrocinado por REAL Women of Canada. Tessa describió casos de abortos tardíos forzosos que ponen fin a la vida tanto de la madre como del hijo, y el de una madre a quien se exigió elegir entre entregar a una de sus dos hijas o ser esterilizada. Como quería un hijo varón, no pudo decidirse. Entonces, los oficiales de gobierno llevaron a su hija menor.
Se rapta a las niñas a los 2 o 3 años, cuando son demasiado pequeñas como para saber cómo llegar a sus hogares.
All Girls Allowed brinda apoyo a las familias chinas que reciben con agrado a sus hijas, trabajando concretamente en villas que presentan desequilibrios de género de hasta 170 niños por cada 100 niñas.
Los líderes de la ONU ofrecen opciones falsas a las naciones en desarrollo, observó la dra. Yoshihara. Los países deben decidir entre el desarrollo y los niños, entre promover los derechos humanos (definidos en términos que incluyen el aborto) y tener familias. «Es una decisión mortal», afirmó.
20.III.2012
conoZe.com
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CEDAW y eliminación de niñas
Por Bosco Aguirre
La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (conocida por sus siglas en inglés CEDAW) se enfrenta con enormes problemas aplicativos en diversos lugares del mundo. Dos problemas especialmente delicados son el aborto selectivo de embriones y fetos “femeninos”, y el infanticidio de niñas recién nacidas en familias o culturas que dan excesiva importancia al nacimiento de varones.
El problema es particularmente intenso en los dos países más poblados del mundo: China y la India. La política del “hijo único” impuesta por el gobierno chino ha llevado a muchas familias a privilegiar el nacimiento de varones. Para ello, resulta sumamente fácil recurrir al aborto cuando el diagnóstico prenatal determina que el primer concebido es niña y no niño.
Los resultados de una injusticia tan grave contra la condición femenina son cada vez más evidentes. En algunas zonas de China hay entre 120 y 130 varones por cada 100 mujeres, cuando lo normal sería una proporción de 95/97 varones por cada 100 mujeres. El mismo gobierno chino, según se indicaba en la prensa mundial en julio de 2004, estaba decidiendo poner fuertes límites legales al aborto cometido sobre embriones y fetos femeninos.
La situación es parecida en la India. A nivel nacional, según el censo de 2001, se percibe una clara disminución de niñas entre los 0 y 6 años. Si en 1991 la proporción era de 945 niñas por cada 1000 niños, en 2001 el número descendió a 927 niñas por cada 1000 niños. En algunas zonas geográficas de la India la proporción es mucho más baja: en Punjab 793 niñas por cada 1000 niños, en Delhi 865, y en Gujarat 878.
Trabajar en favor de la eliminación del aborto selectivo por razones de sexo implica un importante paso hacia el respeto a la mujer. No puede ser justa una sociedad en la que los embriones femeninos corran un enorme riesgo de ser eliminados simplemente por eso: porque alguno piense que es mejor tener un niño y no una niña.
Pero tampoco sería justo condenar sólo los abortos que eliminan embriones y fetos femeninos, o los infanticidios contra las niñas recién nacidas, y guardar silencio cuando el aborto o el infanticidio se realiza para impedir el nacimiento de varones. Las dos injusticias merecen ser condenadas enérgicamente. Nadie puede ser suprimido por tener un sexo no deseado por sus padres.
Podríamos incluso dar un paso más adelante: nadie puede ser suprimido simplemente porque sus padres u otras personas no quieren admitir a algunas categorías de seres humanos en el mundo de los vivos.
Reconocer esto supondrá un mayor compromiso internacional para que disminuya el aborto y el infanticidio en el mundo. Para que ningún hijo, por su sexo, su raza, sus características genéticas, sus posibles enfermedades (a todos nos llegan tarde o temprano), o su condición socio-económica, sea suprimido, sea eliminado, antes o después de su nacimiento.
La vida es el primer derecho humano. Vale para las mujeres, y vale para los hombres. Defender este derecho será la mejor manera de luchar para eliminar discriminaciones contra las mujeres, contra los hombres, contra cualquier ser humano. Todos estamos dotados de la misma dignidad. Reconocerlo y sacar las consecuencias será la mejor manera de aplicar lo mucho positivo que proponen acuerdos internacionales como el que busca suprimir cualquier discriminación contra la mujer
17-12-2004
Colaborador de Mujer Nueva
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