La presunta reconciliación de la cantante barbadense Rihanna con su ex novio Chris Brown ha despertado la alarma en los colectivos femeninos que desconfían de las segundas vueltas en relaciones donde hubo violencia de alto grado como el caso que nos ocupa.
Si un golpeador pega una vez, es probable que pegue dos o tres más. ¿Pero qué fascinación enfermiza ejerce en algunas mujeres la personalidad del victimario como para olvidarse prontamente de sus castigos y regresar a su vera como si nada hubiera pasado?
Dice el escritor peruano Fernando Iwasaki que las mujeres solemos enamorarnos de un proyecto de hombre que sólo nosotros vemos en nuestra imaginación. Nos gusta, dice, esa persona que será cuando se vista con la ropa que le elijamos, adopte las costumbres que le impongamos y finalmente funcione de acuerdo a nuestras íntimas fantasías.
Pero no es la literatura la única fuente de entendimiento en la dinámica que establecen las víctimas y victimarios.
Según la psicología, a la hora de establecer el perfil de la persona maltratada, se habla de alguien que “tiene un concepto del amor que la lleva al sacrificio y a la dependencia absoluta de su pareja”.
“En las relaciones amorosas la víctima lo da todo por el otro miembro, es altruista y está dispuesta a sacrificarlo todo por el otro, comportamientos que conducen a la dependencia exclusiva de su pareja”.
Se suma a esta situación la idea íntima y permanente en la mujer de que es inferior al hombre, una percepción que viene de su infancia, de sus creencias más tempranas.
El caso de Rihanna y Chris Brown, de 24 y 21 años, respectivamente, es reflejo de un hecho sintomático en la sociedad moderna: la violencia de género aumenta entre los jóvenes, por lo que el tema es lo suficientemente serio como para que no se quede en la simple data de farándula.
Fuente: planetaellas.com
cantabrialiberal
22 febrero, 2012
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