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¿Cuotas? ¿Qué cuotas?

Nuria Chinchilla

En España, primero el Código de Buen Gobierno de la CNMV en 2006 y después la ley de Igualdad de 2007, ya intentaron que al menos el 20% de los miembros del Consejo de Administración de las empresas cotizadas fueran mujeres para el 2015. Finalmente, no se asoció a la norma ninguna sanción. Muchos decían que era un brindis al sol, pero se habló de ello en los medios de comunicación y en las empresas y el tema fue calando. Si ampliamos el periodo de estudio, en el año 2002 sólo eran un 2% los sillones ocupados por mujeres en los Consejos de Administración de las empresas cotizadas. En el 2012 ya son un 12%, lo cual significa un crecimiento del 600% en 10 años.

En Europa está pasando algo similar. La Comisaria Europea de Derechos Humanos e Igualdad de Género Viviane Reding ha conseguido que la Comisión Europea adoptara el pasado 14 de noviembre de 2012 una proposición de Directiva para mejorar la paridad de género entre los cargos no ejecutivos de los Consejos de las empresas que cotizan en Bolsa. Uno de sus objetivos es lograr el 40% de mujeres en los Consejos de Administración en el año 2020. Aquí tenéis el texto.

Esta propuesta debe ser votada ahora en el Consejo Europeo y ya hay al menos 9 Estados liderados por Gran Bretaña que han manifestado su oposición. No obstante el objetivo fijado, si se llega a aprobar la Directiva, los Estados Miembros tienen amplio margen para escoger las políticas o medios para que se llegue al 40%, lo cual facilita que se tenga en cuenta la situación económica y cultural de cada país, algo mucho más acertado que el “café para todos”.

Desde la European Business School Women on Boards Initiative (comité consultor creado por la Comisaria con la presencia de las principales escuelas de negocio europeas y otros expertos entre los que me encuentro), se dice haber conseguido lo que se buscaba: las cuotas. Yo propuse siempre el objetivo-tendencia, al igual que lo hice en 2007, frente al sistema rígido de cuotas, ya que anticipaba las consecuencias no tan positivas de empezar por arriba en lugar de ir a las causas por las que las mujeres difícilmente llegan a los Comités de dirección. La Directiva, finalmente, hace hincapié en mejorar los procesos (por ejemplo, el de selección) para llegar al objetivo. Y deja abierto a los Estados qué decidir sancionar y cómo.

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Si vamos a la causa del problema, las mujeres muchas veces no llegan ni si quiera al comité de dirección por falta de prácticas empresariales de flexibilidad que faciliten la conciliación, como las recogidas en nuestros estudios IFREI. Las cuotas impuestas nos apartan del verdadero argumento por el que necesitamos mujeres en los puestos de poder. No es por la posible sanción, sino por la mayor eficacia y más amplia visión de la realidad que nos da la diversidad por lo que deberíamos querer todos más mujeres en los puestos de poder. No necesitamos revoluciones, sí evoluciones. Recordemos el incremento del 600% de los sillones ocupados por mujeres en los últimos 10 años. La complementariedad del liderazgo masculino y femenino lleva consigo una visión más completa, eficaz y sostenible de la realidad. Mujeres empresarias como las que tuvimos ocasión de conocer en las Jornadas IWEC 2012 en el IESE el pasado mes de octubre en Barcelona son las que están cambiando los números en todo el mundo, y no al revés.

 

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La brecha educativa a favor de las mujeres se ensancha

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Si los hombres gozan de mejores salarios en el mercado laboral español no es por sus logros académicos. Esta es la conclusión a la que se puede llegar fácilmente al analizar los datos referidos al comportamiento de uno y otro sexo en el sistema educativo (véase el informe elaborado por el Ministerio de Cultura, Educación y Deporte: Datos y cifras 2011). Desde que se comenzó a realizar la prueba PISA (año 2000), cada edición ha ido corroborando la supremacía de las mujeres en la educación, tanto en términos de calidad como de cantidad.

En cuanto se termina la etapa de escolarización obligatoria, el porcentaje de mujeres escolarizadas va abriendo más distancia con respecto al de varones: a los 18 años el 68,1% de las mujeres está escolarizado en algún tipo de programa, frente al 57,4% de los hombres; a los 20 años la brecha llega al máximo: 13,5 puntos porcentuales. Además, las calificaciones también son mejores para ellas que para ellos, aunque con algunas excepciones (las materias científicas).

De ahí que, en el año 2010, siete de cada diez mujeres entre 25 y 34 años habían obtenido al menos un título de educación secundaria superior (un 44,4% obtuvo además un título universitario o equivalente). Solo un 58% de los hombres se tituló en secundaria superior, y un 34,3% en educación universitaria o similar.

Esta tendencia no se circunscribe únicamente a España. En el último informe PISA, en los 65 países analizados las mujeres obtenían puntuaciones superiores en la prueba de lectura, un indicador clave para el desempeño educativo en general. En España, la diferencia fue de 39 puntos, lo que equivale a casi un curso.

En cuanto a la participación en los distintos programas educativos, se puede observar cómo la proporción de mujeres aumenta a medida que sube el nivel de dificultad de la etapa educativa. Así, en Primaria y Educación Secundaria Obligatoria (ESO) los chicos (51,5% y 51,2% respectivamente) son aún mayoría, pero en los últimos cursos de la ESO la diferencia tiende a anularse. Sin embargo, ya en Bachillerato, las mujeres constituyen el 54,5% del alumnado.

En los módulos de Formación Profesional ocurre algo parecido: los hombres son mayoría en los de grado medio pero las mujeres son más en los de nivel superior. Entre los módulos con más mujeres que hombres están los de Administración, Comercio y Marketing, Sanidad, Química.

Otro dato significativo es que hay más hombres que mujeres en los programas para personas con necesidades educativas especiales (62,2%) y también entre los alumnos que cursan alguno de los Programas de Capacitación Profesional Inicial, a los que suelen acudir los estudiantes que no progresan adecuadamente en la ESO.

Las mujeres son mayoría en todos los regímenes educativos especializados: Danza (92,3%), Artes plásticas y diseño (62,5%), Música (53,4%), Arte dramático (61,2%) y en la Escuela Oficial de Idiomas (66,3%).

Los datos de aprobados por opción de bachillerato en el último examen de selectividad también demuestran el dominio de las mujeres en todos los campos excepto en el científico-tecnológico: eran mujeres un 72,5% de los que aprobaron selectividad procedentes del bachillerato de Humanidades, un 69,6% de los del bachillerato artístico, un 62,9% de los de Ciencias Sociales y un 66,3% de los del bachillerato biosanitario. En cambio, ellas solo fueron el 30,1% de los aprobados provenientes de la rama científico-tecnológica (59,9%), a pesar de que eran mujeres el 38,6% de los que cursaban este tipo de bachillerato. En total, el 57,7% de los que aprobaron selectividad el pasado junio fueron mujeres.

Este panorama favorable a las mujeres (según el INE, también salen mejor paradas en cuanto al abandono prematuro de las aulas, aunque con una tasa que casi dobla a la media europea) tiene su corolario lógico en la mayor presencia de mujeres entre el profesorado: el 69,3%. Los únicos sectores en que no son mayoría aplastante son la Formación Profesional (39% de profesoras) y la universidad (36,6%).

Si, como señalan algunos estudios, la brecha educativa entre hombres y mujeres aumenta según estas se incorporan más al mercado laboral, entonces parece que hay superioridad femenina para rato.

blog.iese.edu/nuriachinchilla
21-XI-2012