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   Es real la preocupación social por la  convivencia dentro del ámbito de la escuela, la presencia de conductas  violentas que dañan el clima escolar o, incluso la formación de grupos o  «tribus urbanas» violentas cuyas conductas deben ser entendidas y tratadas  según sus peculiares características. Aunque la alarma social que generan  algunos casos de violencia extrema, ejercida por menores, no se corresponde con  la realidad de los hechos conflictivos ocurridos en el ámbito escolar, es  razonable estar preocupados porque la educación sólo es posible en un marco de  convivencia en el que se desarrollen positivamente las relaciones entre alumnos  y entre profesores y alumnos. Para ello, es preciso que las agresiones no  resulten moralmente admisibles, ya que la dignidad de las personas se encuentra  por encima de cualquier otro valor. ¿Cómo actuar? ¿Qué posibilidades de  intervención para con los violentos? Instituciones y profesionales, desde  distintos puntos de vista, ayudan y acompañan una reflexión que no quiere  perder de vista las posibilidades y cauces de intervención ante los distintos  tipos de violencia escolar y grupal. 
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