El gobierno propone un  "contrato de responsabilidad parental" para implicar a las familias 
                                Recuperada la calma en las  "banlieues", el gobierno francés ha ideado un conjunto de medidas  para atacar las raíces de la revuelta. Como los disturbios tuvieron lugar en  barrios deprimidos donde se concentra la población de origen inmigrante, y el  fracaso escolar y el paro juvenil son muy superiores a la media el objetivo es  mejorar la educación y la entrada en el mercado laboral. Estas son las  principales propuestas presentadas el 1 de diciembre por el primer ministro,  Dominique de Villepin: 
                                Contrato con los padres. Cuando un chico problemático deje los estudios antes de los 16 años o  perturbe la convivencia en la escuela, se propondrá a los padres un  "contrato de responsabilidad parental". Se encargará de prepararlo un  asistente social, que hablará tanto con la familia como con la dirección del  centro educativo. El contrato podrá imponer a los padres unas metas de  asistencia a clase y de calificaciones del hijo. A cambio, se les ofrecerá  ayuda, por ejemplo para encontrar empleo o aprender francés si son inmigrantes.  Los que no alcancen las metas podrán ser castigados con la retención de los  subsidios familiares hasta que cumplan lo prometido. 
                                Asistencia en lectura y  escritura. Para prevenir el fracaso escolar, se vigilará  el nivel de lectura y escritura desde la enseñanza primaria. Según dijo el  primer ministro, el 10% de los alumnos franceses pasan a la enseñanza media (a  los 11 años) sin dominar esas materias; la proporción sube hasta el 30% en las  llamadas zonas de educación prioritaria que en gran parte coinciden con las  "banlieues" problemáticas. Según la propuesta de Villepin, durante el  primer curso de colegio elemental (7 años) se evaluará a todos los niños en  lectura y escritura; los que no alcancen el nivel mínimo recibirán clases de  apoyo individuales o en grupos con menos de diez alumnos. 
                                Nuevos itinerarios educativos. Se aumentará la diversidad de opciones con una nueva formación  profesional "junior" a partir de los 14 años, dos antes de terminar  la enseñanza obligatoria. Se reforzará también otra modalidad de formación  profesional, la que cualifica para el diploma de técnico superior (BTS), que  requiere el título de bachiller. 
                                Orientación académica. Un nuevo servicio público ayudará a los alumnos a escoger entre las  distintas posibilidades de estudios al empezar el liceo (16 años) y la  enseñanza superior (18 años). Ahora, cuatro de cada diez estudiantes que  comienzan una carrera salen sin obtener el título. 
                                Más medios para las ZEP. Se mejorará la formación, el salario y las posibilidades de promoción  para los profesores de los 8.300 centros de las ZEP. Se triplicarán las becas  para los buenos estudiantes de esas zonas. 
                                Ayuda para la inserción laboral. Se extenderán los contratos "Jóvenes en Empresas", con bonificaciones  fiscales, creados hace dos años para favorecer el acceso al empleo de los  jóvenes menores de 23 años. 
                                Nuevas medidas contra la  discriminación. Se legalizará el llamado  "testing", método para poner a prueba a una empresa. Consiste en  enviar, en respuesta a una oferta de empleo, "curricula vitae"  inventados, para ver si se descartan injustificadamente los correspondientes,  por ejemplo, a magrebíes. La empresa sorprendida en falta podrá ser castigada  con multa de hasta 25.000 euros. Por otra parte, las empresas públicas deberán  experimentar la selección de personal con C.V. anónimos, y se estudiarán  fórmulas para aumentar la diversidad del funcionariado. 
                                                                  De estas propuestas, la primera es  la más discutida. La sanción por incumplimiento del contrato de responsabilidad  parental no plantea problemas si es por absentismo escolar, pues en ese caso la  ley vigente ya castiga a los padres con la suspensión del subsidio e incluso  multa. Lo que no convence es que se aplique la pena por mal comportamiento. Juristas  y directores de colegios objetan que, a diferencia del absentismo, la mala  conducta no se puede definir con precisión; añaden que la medida otorgaría a  las escuelas una función cuasi-judicial y contraria a su misión educativa. El  gobierno se defiende aclarando que el contrato será siempre voluntario, ya que  no hay forma legal de imponerlo a una familia, y que la retención del subsidio  será el último recurso, si fracasa la intervención del asistente social (cfr.  "Le Monde", 7-12-2005). 
                                                                  Fuente: Aceprensa                                
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