Resumen 
                                En los últimos años  estamos asistiendo a una creciente sensación de acoso escolar donde los  protagonistas son los propios alumnos. Lo cierto es que en ámbitos escolares  los episodios de maltrato suceden casi con asiduidad diaria en más del  cincuenta por ciento de los Centros y ha pasado a ser, entre los alumnos, una  forma de comportamiento generalizada (Informe del Defensor del Pueblo, 2007).  ¿No será una forma de interacción aceptable y común?, ¿No estaremos dando una  dimensión sensacionalista a algo cotidiano?. Quizá nos ayude a tomar conciencia  de la dimensión del problema si pensamos que las situaciones de violencia entre  los escolares van mas allá de los episodios concretos de agresión y  victimización, que afectarán su desarrollo posterior como individuo. La víctima  somatizando los episodios de maltrato sufrido y el agresor generalizando su  conducta cuyas consecuencias provocan la exclusión social y favorecen la  predelincuencia. El trabajo que presento trata de llevar una aproximación  explicativa al fenómeno de la agresión entre escolares, –conocido  internacionalmente como fenómeno bullying–, conocer las características  sociales y personales de los sujetos implicados, a través del análisis de la  situación en las aulas españolas, reflexionar sobre las consecuencias para los  jóvenes.  
                                Palabras Clave: Abuso entre  escolares; Bullying; Factores de riesgo; Efectos del bullying. 
                                Introducción 
                                “Un padre denuncia  al Colegio Suizo de Madrid tras hacerse con un vídeo del acoso a su hijo. En la  grabación se observa a dos alumnos de 10 años pegarle 21 golpes, mientras una  niña grita: Atácalo. Las agresiones tuvieron lugar durante dos años. Le daban  collejas y le rompían la mochila”. 
                                Noticias como la  anterior son recogidas con frecuencia cotidiana por los medios de nuestro país.  El acoso entre escolares, no es un fenómeno nuevo pero si alcanza proporciones  que llegan a preocupar no solamente a los padres, sino a las administraciones,  prueba de ello es la creación reciente del Observatorio Estatal para la Convivencia Escolar  y la adopción de medidas similares en el conjunto de las regiones de España. 
                                Los episodios de  maltrato entre escolares han dejado de ser esporádicos y se suceden con  asiduidad casi diaria, como recoge el reciente Informe del Defensor del Pueblo  (AA.VV., 2007). Nos planteamos cómo explicar porqué los niños entran en ese  tipo de dinámicas, qué puede provocar y hacer posible que en los contextos  infantiles y juveniles los comportamiento violentos sean formas habituales de  interacción. 
    
                                  El manual para el  diagnóstico de los trastornos psicológicos DSM, plantea los siguientes  supuestos para hablar de conducta agresiva en los jóvenes: 
                                - Causa daño  físico/amenazas. 
                                  - Destrucción de la  propiedad. 
                                  - Comportamientos  fraudulentos y robos. 
                                  - Violaciones  graves de las normas. 
                                Numerosos estudios  tratan de explicar por qué el joven utiliza estas formas de relación y podemos  agrupar los “motivos del comportamiento violento” en dos grandes categorías:  
                                  Por un lado, como  expresión primaria, por deseo de conseguir algo (desde comida a caprichos...),  se trata de los que llamamos “Agresividad Instrumental”.  
                                Mas tarde  encontramos conductas mas elaboradas que persiguen hacer daño, que persiguen  herir, conforman lo que llamamos “Agresividad hostil”. Este tipo de conductas  están mas elaboradas e implican un desarrollo cognitivo mayor.  
                                Pero seguimos sin  dar respuesta al interrogante inicial, quizá sería conveniente recordar los  acuerdos de la reunión de la Asociación   Médica para la   Evitación de la   Guerra, celebrada en Londres en 1966, donde los ponentes  sobre el tema de “La agresión en la infancia” coincidieron en señalar que el  niño agresivo cree que el mundo está contra él, y se encuentra lleno de miedo y  por tanto, considera que el ataque es la mejor forma de defensa, y emplea la  única forma que conoce, la vituperación y la violencia física, consiguiendo así  cuando menos, cierta sensación de éxito. 
                                Esta forma  específica de maltrato, el que se da entre escolares, chavales de corta edad  que coinciden en un mismo espacio, se conoce internacionalmente como bullying.  El objetivo de este trabajo es dar a conocer las características del bullying,  cuales son los factores de riesgo para la víctima y para el agresor desde el  análisis de la situación en las escuelas españolas, y cuales son los efectos a  medio y largo plazo para las víctimas. 
                                El Fenómeno Bullying 
                                En los ambientes  escolares son frecuentes las peleas, los insultos y las muestras de fuerza  entre los propios escolares. Pero en ocasiones estas muestras agresivas se  presentan como un claro abuso de poder donde alguien se convierte en el blanco  asiduo de los ataques. Este tipo de agresividad social entre escolares, fue  abordada por primera vez en Escandinavia en 1969, a raíz del suicidio  de un estudiante motivado por el acoso a que era sometido por algunos de sus  propios compañeros de escuela. El fenómeno se conoce internacionalmente como  bullying (Olweus, 1996). 
                                Definimos el  bullying como una forma de maltrato, intencionado y perjudicial de un  estudiante, o grupo de estudiantes, hacia otro compañero, generalmente más  débil, al que convierten en su víctima habitual; es persistente, puede durar  semanas, meses e incluso años y la víctima está indefensa. La mayoría de los  agresores actúan de esa forma, sin provocación aparente sino movidos por un  abuso de poder y un deseo de intimidar y dominar e incluso por “diversión”. El  fenómeno se presenta en el contexto escolar, donde tanto el agresor como la  víctima coinciden, como un emergente de las malas relaciones que se generan en  el interior del grupo. 
                                Entre las  características específicas de esta forma de maltrato cabe destacar que: 
                                - Se trata de una  conducta agresiva con intención de hacer daño. 
                                  - Es persistente y  repetida en el tiempo, de manera que, cuando un alumno o grupo de alumnos ha  establecido una relación de intimidación con otro alumno o grupo de alumnos se  genera una trama que refuerza su capacidad de generar miedo. 
                                  - Se establece una  relación de fuerzas muy desigual, donde en ningún caso la víctima puede  responder a las agresiones ni encuentra vías de escape. 
                                  El bullying puede  adoptar diversas formas: 
                                  - Físico: atacar  físicamente a los demás y robar o dañar sus pertenencias. 
                                  - Verbal: poner  motes, insultar, contestar al profesor y hacer comentarios racistas. 
                                  - Indirecto o  social: propagar rumores sucios; excluir a alguien del grupo social. 
                                  - Recientemente  estamos asistiendo a una forma específica que emplea los medios de las nuevas  tecnologías, se trata del “ciberbullying”, donde los agresores se sirven del  teléfono móvil o de Internet para humillar a sus víctimas de forma anónima y  hacer partícipes de sus bravuconadas al grupo de iguales. 
                                Las consecuencias  afectan a todos los niveles, pero especialmente al agredido. Los alumnos  intimidados sufren sus efectos en diferentes esferas de su vida no solo  escolar, sino afectiva y personal, se sienten infelices, inseguros e incluso llegan  a somatizar el alto nivel de ansiedad en el que viven. En ocasiones, llegan a  intentar agredir a otros que a su vez consideran en inferioridad de  condiciones, pasando a ser lo que se conoce cono víctima-provocador. El  agresor, por su parte, afianza su conducta de acoso y desadaptación y con frecuencia  establece contacto con otros sujetos que están en situaciones similares, se  inicia en la predelincuencia, absentismo escolar y consumo de drogas. 
                                Podemos avanzar un  perfil psicológico de los agresores o bullies: son chicos algo mayores a la  media del grupo al que están adscritos y fuertes físicamente, que mantienen con  frecuencia conductas agresivas, generalmente violentas, con aquellos que  consideran débiles y cobardes. Se perciben líderes y sinceros. Muestran una  considerable autoestima, y un nivel medio-alto de psicoticismo, neuroticismo y  extraversión, y una actitud positiva hacia la agresividad. Ejercen escaso  autocontrol en sus relaciones sociales. Perciben su ambiente familiar con  cierto grado de conflicto. Su actitud hacia la escuela es negativa por lo que  con frecuencia exhiben conductas desafiantes y provocadoras. El rendimiento escolar  es bajo. 
                                En cuanto al perfil  psicológico característico de los sujetos víctimas de bullying responde a las  siguientes pautas: la mayoría son chicos algo menores que los bullies, débiles  física o psicológicamente, que suelen ser el blanco de las agresiones de  aquéllos. Se consideran tímidos, retraídos, de escasa ascendencia social, con  baja autoestima y alta tendencia al disimulo. Se aprecia un nivel considerable  de neuroticismo e introversión. Muestran escaso autocontrol en sus relaciones sociales.  Perciben el ambiente familiar sobreprotector, suelen pasar bastante tiempo en  casa y el contacto con sus padres es considerable. Su actitud hacia la escuela  es pasiva aunque pueden tener un historial académico bueno. Son considerados  débiles y cobardes por sus compañeros. Algunas investigaciones sugieren que la  habilidad intelectual no es un factor discriminante ni tampoco el estatus socio-económico. 
                                Factores de riesgo 
                                Los factores que  facilitan el desarrollo de las conductas bullying tienen procedencias diversas,  desde aspectos personales (biológicos, cognitivos, de personalidad),  ambientales (familiares y escolares), así como la influencia de los Medios, las  formas de ocio y algunos planteamientos legales, como la escasa cobertura de  ayuda a la víctima. 
                                  Teniendo en cuenta  que estamos ante un problema de doble sentido: agresión versus victimización,  podemos establecer comparaciones entre los elementos que facilitan uno u otro  comportamiento Amodo de esquema- resumen presentamos la Tabla I. 
                                  
                                Análisis de situaciones 
                                
                                  El problema puede  ser considerado generalizado en todos los países industrializados, donde la  escolarización es una necesidad social y abarca desde los primeros años de la  infancia hasta la adolescencia (Cerezo y Ato, 2005). Diversos autores han  estudiado este fenómeno poniendo de manifiesto las tasas de incidencia. Por  término medio, apuntan que entre el 10 y el 15 por ciento de los escolares está  implicado. 
                                En España, el  Instituto de la Juventud  realizó un análisis (Díaz-Aguado, Martínez y Martín, 2004) que reveló que un  porcentaje muy superior estaba implicado de alguna manera. El informe refleja  tasas de los tipos más frecuentes de violencia sufrida y especifica los  siguientes: 
                                - Exclusión: hablar  mal de alguien o ignorar (45-43%). 
                                  - Violencia verbal:  insultar, ridiculizar (37-30%). 
                                  - Acciones contra  la propiedad: esconder, romper, robar (34-11%). 
                                  - Agresiones  físicas: pegar (7%). 
                                El último Informe  del Defensor del Pueblo, concluye que, la agresividad está jalonada de  episodios que suceden casi con asiduidad diaria en más del 50 por ciento de los  centros escolares y, más de la mitad de los alumnos confiesa ser testigo de  diferentes formas de maltrato (Fig. 1). Entre ellas, la agresión verbal destaca  como la forma más frecuente, en el 55,8% de los casos se produce con motes,  insultos, etc., las amenazas el 22,7% y la exclusión el 22,5%. Pero también se  dan otras formas de agresión, aunque con una frecuencia menor, diferentes  formas de agresión directa representan el 14,2%, las agresiones físicas  indirectas como el robo supone el 10,5% de los casos, y el acoso sexual el 1,3%  (AA.VV. 2007). 
                                  
                                Nuestros estudios  apuntan que las tasas de incidencia están alcanzando niveles relativamente  estables en torno al 22-26% y se extiende desde la Educación Primaria.  Los análisis realizados sobre muestras aleatorias de estudiantes de educación  primaria y de educación secundaria señalan que en ocasiones se acerca al 50%  del alumnado, dependiendo de las circunstancias peculiares del grupo y etapa educativa  y que aparece de forma significativa a partir de 3∫ de Educación Primaria (Fig.  2). 
                                
                                      
                                En cuanto a la  incidencia por sexos, aunque la mayor parte de los alumnos implicados son  chicos, la proporción de chicas en los últimos años se ha duplicado. Los datos  confirman que en torno al 30% de los alumnos varones participan como agresores  o bullies (16% en Primaria y 14% en Secundaria), y el 17% del alumnado femenino  (12% en Primaria y 5% en Secundaria). En cuanto al índice de victimización, que  en los primeros estudios reflejaban un predominio de los alumnos varones, en la  actualidad su incidencia global entre los chicos representa el 27% (12% en  Primaria y 15% en Secundaria), y entre las chicas el 19% (11% en Primaria y 8%  en Secundaria). Por el contrario, entre los alumnos que participan de ambos  roles, es decir, los llamados víctimas provocadores, se aprecia un número mayor  de chicas (9%), que de chicos (7%). En este caso, se puede entender la conducta  como una agresión reactiva. (Fig. 3) 
                              
                                      
                                Los análisis  reflejan que los grupos de edad más implicados se sitúan en torno a las 10 años  en Primaria y en los 14 en Secundaria. Del mismo modo, los datos van  confirmando una “ampliación hacia los extremos”, lo que evidencia que el  fenómeno se va generalizando a todas las edades escolares. Quizá una  explicación a esta prevalencia se deba a que en general, al igual que para los  adultos, para un sector bastante amplio del grupo-aula, estas situaciones tienen  poca importancia o pasan desapercibidas.  
                                En resumen, los  estudios realizados con muestras aleatorias de centros públicos y privados del  territorio español (Cerezo, en prensa), con alumnos de Educación Primaria y de  Educación Secundaria, nos permiten concluir que: 
                                - La problemática  bullying se da en todos los centros escolares estudiados. 
                                  - El fenómeno  bullying está presente en todos los niveles analizados, siendo los últimos  cursos de Educación Primaria y los primeros de la Secundaria Obligatoria  los que registran mayor incidencia. 
                                  - El índice de  prevalencia se sitúa en torno al 26-22%. Con una incidencia similar en agresores  y víctimas. 
                                  - Los agresores  suelen actuar en grupo y las víctimas están aisladas. 
                                  - Los rangos de  edad más significativos se sitúan en los 10 años en Primaria y en los 14 en  Secundaria. 
                                  - Las formas de  maltrato más habituales son los insultos y amenazas, seguidos de la exclusión  social y la violencia física. 
                                  - Los lugares donde  ocurren con mayor frecuencia difieren según la etapa educativa, así, en  Educación Secundaria, el lugar mas destacado son los espacios-aulas, seguidos  del patio de recreo y los lugares de acceso al centro; mientras que en  Educación Primaria, señalan el patio de recreo en primer lugar, seguido del  aula y otros espacios del centro. 
                                  - Algunos elementos  de la interacción dinámica de los sujetos que conforman el grupo-aula,  contribuyen a reforzar los roles del agresor y de la víctima, aislando al  víctima y otorgando características de líder, aunque solo sea por un pequeño  grupo al bully, poniendo de manifiesto el carácter grupal del fenómeno. 
                                Efectos del bullying 
                                Los efectos a medio  y largo plazo son de diversa índole y afectan tanto anímica como físicamente.  Las consecuencias de la victimización escolar se presentan en un continuo que  va desde la pérdida de la capacidad de establecer relaciones de amistad  estables, de la confianza en los demás y en uno mismo hasta altos grados de  depresión que, en ocasiones le lleva a desear “desaparecer”, en otras  acrecienta un el deseo de “venganza” como fórmula de escape ante la violencia  sufrida. 
                                Algunos estudios  como los realizados con estudiantes universitarios europeos por Mechthild  Schäfer, et. al. (2004), ponen de relieve algunos de los efectos que puede  provocar el haber sido objeto de bullying. El estudio parte de la aplicación de  un cuestionario retrospectivo donde se indaga sobre experiencias de  victimización en la escuela, cómo fueron resueltas y hasta qué punto continúa  en la actualidad e el lugar de trabajo o estudio. Los resultados arrojaron que  el 28% había sido victimizado en la escuela, y las consecuencias se recogen en  diversas manifestaciones: 
                                En cuanto a  seguridad personal y psicopatologías: 
                                - El 5% reconoció  tener ideas recurrentes sobre las agresiones, produciendo trastornos de sueño,  pérdida de apetito y ansiedad. 
                                  - La idea de  suicidio fue recurrente: 9% “Si, una vez”; 13% si, mas de una vez. 
                                  - El 23% se siente  victimizado en la actualidad en su lugar de estudio o trabajo 
                                  - En general  mostraron un autoconcepto bajo y mas vulnerables a la depresión 
                                  Los efectos sobre  la vida de relaciones apuntan lo siguiente: 
                                  - En las relaciones  sociales se muestran aislados y con alto nivel de ansiedad. 
                                  - Tienen mas  dificultades para mantener amistades. 
                                  - Presentan  problemas para confiar en los otros. 
                                Las consecuencias  para el agresor están en relación directa con su proceso de desadaptacíon  escolar que se ve reforzado por la aprobación de un grupo de incondicionales, extendiendo  su conducta antisocial a otras esferas de relación: familia y profesores.  Además aglutina a otros sujetos que se encuentran en condiciones semejantes de desadaptación  escolar, propiciando la actuación predelictiva y la adicción a las drogas.  Estudios retrospectivos ponen de manifiesto que en la vida adulta son  frecuentes las conductas delictivas, el consumo de drogas y en general el  comportamiento problemático. 
                                Amodo de reflexión  final, podríamos plantearnos quienes son en realidad las víctimas del bullying.  Sería conveniente considerar que el bullying, lejos de ser una forma pasajera e  intrascendente de comportamiento en grupo, tiene amplias repercusiones para la  vida adulta y tomar conciencia del grave riesgo que supone para ambos  implicados: el agresor y la víctima. 
                                Bibliografía 
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                                Boletín Pediátrico 2008; 48 
                                  F. Cerezo Ramírez 
                                  Profesora Titular  de Psicología de la   Educación de la Universidad de Murcia. Departamento de Psicología  Evolutiva y de la   Educación. 
                                  Facultad de  Psicología. Murcia.                                 
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