Introducción 
                                Desde hace unos  años se viene detectando en nuestras aulas un problema que preocupa a la  sociedad en general y al sistema educativo en particular, la violencia escolar,  y que perjudica notablemente el proceso de enseñanza-aprendizaje en las aulas,  además de las relaciones entre compañeros y entre profesores y alumnos. 
                                Las modalidades de  agresión y violencia más habituales en las aulas en Educación Secundaria  abarcan: disrupción en las aulas; problemas de disciplina; agresiones físicas,  es decir, peleas, agresión directa o vandalismo, maltrato entre iguales o  bullying, abusos físicos inflingidos a los adolescentes; acoso e intimidación  sexual. 
                                Los comportamientos  violentos pueden ir dirigidos hacia objetos o material escolar, como rotura de  sillas, mesas, pintadas en paredes…, o bien hacia compañeros y/o profesores en  forma de agresiones verbales y físicas, pudiendo llegar incluso al acoso entre  iguales o bullying, con graves consecuencias para quienes lo padecen. 
                                Dan Olweus,  psicólogo noruego, fue el primero que acuñó el término bullying definiéndolo  como una conducta de persecución física o psicológica que realiza un alumn@  hacia otr@, al que elige como víctima de repetidos ataques. (Además, establece  tres criterios para identificarlo, que son: debe haber un comportamiento  agresivo con intención de hacer daño, la conducta ha de ser reiterativa, es  decir, debe llevarse a cabo repetidamente en el tiempo, y debe existir un  desequilibrio de poder o fuerza en la relación interpersonal. (http://www.acosomoral.org). 
                                Existen distintas  formas o tipos de bullying: 
                                1. Verbal, como  insultar, burlarse, poner motes, ridiculizar, humillar… 
                                  2. Físico, como  propinar empujones, codazos, golpes, patadas, palizas… 
                                  3. Emocional,  haciendo chantaje o extorsión para conseguir algo como por ejemplo, dinero. 
                                  4. Sexual, aunque  es la menos frecuente, hace referencia a comportamientos que implican  tocamientos a la víctima sin su consentimiento, realización de gestos obscenos,  llegando a demandas de favores sexuales. 
                                  En el bullying  participan los agresores o “bullies”, las víctimas y los espectadores.  
                                  En el bullying, el  agresor pretende infligir daño o miedo a la víctima, atacándola o intimidándola  mediante agresiones verbales, físicas o psicológicas, agresiones que se  producen de forma repetitiva en el tiempo; la víctima no provoca el  comportamiento agresivo del agresor y se encuentra indefensa e impotente para  salir de esa situación por sí misma. El agresor, que se siente más fuerte y  poderoso que la víctima consigue el efecto que desea con las agresiones y suele  además contar con el apoyo de un grupo. En todos los casos de bullying existe  una relación jerárquica de dominación-sumisión entre el agresor y la víctima. 
                                Los acosadores,  agresores o bullies suelen ser chicos, aunque también hay chicas (menos  frecuentemente), más fuertes físicamente y de edad superior no sólo a sus  víctimas sino también a la media de la clase, con rendimiento escolar bajo pero  con cierta popularidad entre los compañeros. Suelen presentar actitudes hostiles  o desafiantes hacia los profesores y también hacia los padres, con quienes  manifiestan mantener conflictos. Suelen tener elevados niveles de impulsividad,  no aceptan las normas sociales, toleran mal las frustraciones, tienen una  autoestima media-alta y sienten la necesidad de dominar a otros. Aunque no sean  muy populares entre sus compañeros, sí lo son más que las víctimas y además  suelen contar con un reducido número de amigos que les apoyan. 
                                En cuanto a las  víctimas, se distinguen dos tipos en función de su forma de reaccionar frente  al acoso. Las víctimas pasivas o sumisas, no muy atractivas físicamente o con  algún defecto o tara, tímidas, inseguras, con bajo nivel de autoestima e  hiperprotegidos por los padres. Su rendimiento académico suele ser bueno, no  superior a la media de la clase pero sí al de los bullies, no son demasiado  populares entre los compañer@s de clase, tienen dificultades para relacionarse  y hacerse oír, siendo a veces ignorados o rechazados por ést@s. Y las víctimas  provocativas o agresivas, que son aquellas que por sus características de  comportamiento impulsivo, hiperactivo, molesto a veces, con déficits en  habilidades sociales y con cierto rechazo por parte de sus compañeros de clase,  pueden desarrollar actitudes negativas hacia sus iguales y reaccionar con  agresividad hacia sus agresores. 
                                En cualquier caso,  las consecuencias del bullying para las víctimas son siempre negativas y van  desde problemas escolares, como trastornos en la atención y el aprendizaje,  falta de comunicación y relación con los compañer@s y grupo de iguales,  molestias físicas, como dolores de cabeza, de estómago, trastornos del sueño,…  y problemas psicológicos, como sentimientos de culpabilidad, de soledad, de  rechazo de los demás, insatisfacción general y depresión, pudiendo llegar en  casos extremos al suicidio.  
                                En la escuela, el  bullying puede ocurrir en cualquier lugar de la misma, aunque lógicamente se  buscan los lugares y horas de menor tránsito y menos vigilados o supervisados  por los adultos y profesor@s, como son pasillos, recreos y entradas y salidas  del centro. 
                                Y respecto a los  espectadores o testigos, también los hay de dos tipos. 
    
                                  Los que no  intervienen, no hacen nada, bien porque no les importa lo que ocurre  (indiferentes), o porque tienen miedo del agresor aunque se sienten culpables  por no hacer nada (culpabilizados), o porque justifican el poder que tiene el  agresor sobre la víctima (amorales).  
                                Y los que sí  intervienen, bien apoyando al agresor, animándole y jaleándole en la agresión,  o bien apoyando y ayudando a la víctima, interviniendo para tratar de parar la  agresión con riesgo incluso de su propia seguridad. 
                                Posibles situaciones de bullying o acoso escolar 
                                Existen una serie  de signos y síntomas que pueden ayudarnos a detectar posibles situaciones de  bullying, lo que nos ayudará a prevenir y en su caso erradicar dichas  situaciones, tratando de hacer de las escuelas espacios seguros. 
                                Estos signos y  síntomas pueden ir desde que la víctima presente moraduras, rasguños o pequeñas  heridas que no puede o quiere explicar, o que le desaparezcan frecuente e  inexplicablemente determinados objetos o material escolar de uso personal; que  muestre cambios de humor, tristeza, accesos de rabia inexplicables, se queje de  molestias estomacales o dolores de cabeza, incluso trastornos del sueño o  enuresis de forma absolutamente inusual; que tenga un claro descenso en el  rendimiento escolar, no quiera asistir a la escuela y, en caso de hacerlo,  busque rutas alternativas tanto para ir como para volver a casa…; todo ello sin  justificación alguna y de forma inexplicable. 
                                Si presumimos que  existe una situación de bullying, ¿cómo podemos trabajar desde la escuela con  quienes participan en ella?  
                                En cuanto al  agresor o acosador, hay que hacerle entender que no debería hacer ni decir nada  a otra persona que a él no le gustaría que le hicieran o dijeran, que intente  conocer mejor a sus compañeros, no prejuzgando por la apariencia, raza, religión  u opinión, que participe y trate de hacer participar a los demás sin excluir a nadie,  o que no se burle de nadie ni difunda rumores o mentiras sobre personas de las que  es consciente que les va a causar un daño. 
                                Respecto a la  víctima, hay que hacerle ver que él/ella no es culpable de esa situación, que  no ha hecho nada para que se produzca. Si su apariencia física, raza, religión,  etc., es diferente a la media de la clase, no pasa nada, que no todos tenemos por  qué ser iguales ni tratar de justificarnos por ello y que ningún igual puede  obligarle a hacer nada que no quiera hacer porque sea más fuerte y porque  cuente con un grupo de apoyo. Hay que insistirle en que por contar este tipo de  situación no es un chivato, pero que si no se atreve a hablarlo directamente,  que lo haga o escriba una carta a alguna persona de su confianza: padres, profesor@  o amig@. 
                                Y a los potenciales  espectadores hay que concienciarles de que no hacer nada no es la mejor  solución. Si no se atreven a intervenir ayudando a la víctima por miedo o por  no verse implicados, bajo ningún concepto deben animar o jalear al agresor; por  el contrario sí deben avisar a un profesor@ o adulto del centro sin temor a que  los tilden de chivatos. Hay que romper el silencio, esa situación que le está sucediendo  a un compañer@, le puede ocurrir en otro momento a él/ella y a nadie nos gustaría  ser víctimas de este tipo de situaciones. 
                                Programas de intervención y prevención de la violencia  escolar 
                                  Desde las escuelas  no podemos cerrar los ojos a la realidad, hay que tratar de establecer reglas  para evitar el bullying, prestar más atención y reforzar la vigilancia en zonas  y horarios de mayor riesgo como son los pasillos o los recreos, estar abiertos  y expectantes a las quejas y sugerencias, profundizar y conocer más a fondo el  tema a través de cursos, conferencias, trabajarlo en las tutorías, introducir y  mantener asignaturas de educación en valores, e intervenir de una forma rápida,  directa y contundente en el caso de haya alguna sospecha de acoso escolar. En  el centro escolar, los profesores debemos colaborar no sólo en la  identificación de posibles casos, sino también estableciendo con nuestros  alumn@s unas normas de no agresión. 
                                Los programas de  intervención deben englobar los tres tipos de prevención:  
                                -primaria,  interviniendo para que la conducta violenta no aparezca en la escuela; 
                                  -secundaria,  intentando, cuando se ha producido la conducta violenta, limitar la duración de  la misma; y  
                                  -terciaria,  evitando la recurrencia de esa conducta violenta. 
                                A nivel general, se  puede y debe intervenir desde el centro escolar, en el que, como en cualquier  otro sistema de convivencia, hay que tratar de fomentar las relaciones  positivas e impedir las negativas, implicando a los miembros de la comunidad  educativa junto con las familias. Hay que rechazar la violencia en cualquiera  de sus manifestaciones y romper ese “código de silencio” que suele darse en  torno a la violencia escolar. También hay que trabajar de manera conjunta con  los padres para unificar criterios de educación, mediante reuniones informales  donde se puedan exponer y debatir los problemas, propuestas y sugerencias. 
                                También se puede  intervenir como profesor@s, recibiendo la formación adecuada a través de  cursos. Es claro y evidente que los profesor@s, junto con los padres, son un referente  en la vida de los alumn@s, por lo que es importante que conozcan los factores de  riesgo y cómo prevenir, tratar y actuar en casos de violencia escolar. 
                                Asimismo se pueden  llevar a cabo intervenciones de aula para prevenir el desarrollo de problemas  de conducta entre alumn@s, utilizando el diálogo, favoreciendo el desarrollo de  la autoconfianza, autoafirmación y autorregulación, fomentando la empatía,  estableciendo normas y pautas de actuación, y promoviendo conductas no violentas  y soluciones ante casos de violencia. 
                                En suma, utilizar  como instrumento didáctico el aprendizaje cooperativo que favorezca la toma de  decisiones entre los miembros del aula. Algunas de las propuestas a aplicar en  el aula serían: realizar reuniones del grupo, creando un clima donde se pueda  hablar de temas de normas de conducta, relaciones y convivencia en la escuela;  realizar actividades donde todos los alumn@s tengan la oportunidad de trabajar  con diferentes compañeros para facilitar su conocimiento y realizar actividades  lúdicas que favorezcan del mismo modo las relaciones y el conocimiento mutuo. 
                                En nuestra  Comunidad contamos con el Plan PREVI o Plan de Prevención de la Violencia y Promoción de  la Convivencia  en los centros escolares de la Comunidad Valenciana, con medidas de prevención  dirigidas tanto al sistema educativo, como a la población de riesgo y a toda la  sociedad. Y aunque no vamos a hacer aquí un resumen del mismo ya que está a  disposición de todos los centros escolares de la Comunidad Valenciana,  cabe comentar que el Plan comprende toda una serie de acciones concretas que  permiten contribuir a crear un clima escolar positivo en el que se comprometan  de manera activa todos los miembros de la comunidad escolar y de la sociedad en  general. El Plan PREVI se centra tanto en la prevención o actuación previa,  abordando el conflicto antes de que degenere en episodios de violencia indeseable,  como en las intervenciones que garanticen la seguridad de los alumn@s, en las  respuestas de los centros y en la atención de las familias. Y para lograr estos  objetivos, recoge toda una serie de actuaciones en las que prima la prevención  e intervención ante conductas problemáticas, y el fomento de la convivencia  para proporcionar seguridad y respeto a todos los miembros de la comunidad  escolar. El período de aplicación de estas actuaciones se inició en el curso  2005-06 con la intención de prolongarse a lo largo de los cursos siguientes. 
                                También existen  otros programas de intervención en la escuela como The Olweus Bullying  Prevention Program, uno de los pioneros y que parece ser uno de los más investigados,  según el cual se puede reducir el acoso hasta en un 70 %. Se trata de reducir la  conducta antisocial, vandalismo, peleas, robos,… y mejorar el ambiente social y  la satisfacción de los estudiantes con la vida escolar. O el Programa Sevilla  Anti Violencia Escolar SAVE, cuyo propósito, como en el caso anterior, es  mejorar el clima de la convivencia escolar. Es un programa preventivo y de  intervención directa con escolares con problemas de victimización como víctimas  o como agresores. Y el Programa de Educación para la Tolerancia, de prevención  de conductas agresivas y violentas en el aula, creado por Latorre y Muñoz en 2001  como propuesta de intervención de ayuda a las víctimas de agresión en el segundo  ciclo de Educación Secundaria, que se desarrolla en sesiones participativas en distintos  módulos. 
                                Recomendaciones 
                                -Formación del  profesorado y apoyo a los centros. 
                                  -Difusión y  aplicación de protocolos de actuación. 
                                  -Rechazo radical a  cualquier forma de agresión. 
                                  -Promoción de la  implicación del alumnado en elaboración de normas y en resolución de  conflictos. 
                                  -Trabajo en  habilidades sociales en tutorías individuales y colectivas. 
                                  -Observación y  supervisión de tiempos y espacios no lectivos. 
                                  -Información y  formación a las familias y refuerzo de la colaboración. 
                                  -Garantía de apoyo  y seguridad de la víctima. 
                                  -Estudios que  permitan realizar seguimiento periódico de la evolución de esta realidad. 
                                  -Estudios de  evaluación sobre los programas de intervención. 
                                Ciberbullying 
                                Por último,  comentar la existencia de una nueva modalidad de acoso a través de las nuevas  tecnologías de la comunicación (Internet y teléfonos móviles), conocida como ciberacoso  o ciberbullying, que se puede definir como un acto agresivo llevado a cabo de  forma repetida y constante en el tiempo por un individuo o grupo de individuos  contra una víctima que no puede defenderse fácilmente, utilizando para ello  formas de contacto electrónicas. 
                                El ciberacoso o  acoso online, supone el uso de información electrónica y medios de comunicación  tales como e-mails, mensajes de texto, blogs, teléfonos móviles … para acosar a  un individuo o grupo, mediante ataques personales u otros medios. Implica un  daño recurrente y repetitivo que pretende causar daño, angustia y malestar  emocional. Puede ser algo tan sencillo como continuar mandando e-mails a una  persona que no quiere seguir recibiéndolos ni permanecer en contacto con el  remitente, o puede incluir amenazas, etiquetas peyorativas, connotaciones  sexuales…. En la escuela, un ejemplo sencillo puede ser colgar el video de un  compañer@ en Internet que suponga una situación comprometida para esa persona,  o personas que salgan en el video, o simplemente que no quiera que sea visto de  forma masiva por los internautas. Las diferencias de este tipo de acoso frente  al acoso tradicional son por un lado la amplitud de audiencia, ya que puede  alcanzar audiencias enormes comparado con el número de personas a quienes  afecta el acoso tradicional, la imposibilidad de huir y el anonimato o  invisibilidad del/de los acosador/es. Las consecuencias, sobre todo a nivel  psicológico pueden ser tan importantes como en el caso del acoso tradicional. 
                                Referencias bibliográficas 
                                -Avilés Martínez,  JM. (2006): Bullying: el maltrato entre iguales. Agresiones, víctimas y  testigos en la escuela. Salamanca, Editorial Amarú. 
                                  -Buelga Vazquez,  S.; Musitu Ochoa, G.; Murgui Pérez, S. (2009): “Relaciones entre la reputación  social y la agresión relacional en la adolescencia”, en Internacional Journal  of Clinical and Health Psichology, 9 (1) pp. 127-141 
                                  -Castro Santander,  A. (2006): “El Ciber Acoso Escolar”, en Revista Iberoamericana de Educación, 38  (6) 
                                  -Defensor Del  Pueblo (2007): Violencia escolar: El maltrato entre iguales en la Educación Secundaria  Obligatoria 1999-2006. Madrid, Publicaciones de la Oficina del Defensor del  Pueblo. 
                                  -Díaz-Aguado, M.J.  (2005): “La violencia entre iguales en la adolescencia y su prevención desde la  escuela”, en Psicotema, 17 (4) pp. 549-559  
                                  -Díaz-Aguado, M.J.  (2005): “Por qué se produce la violencia escolar y como prevenirla”, en Revista  Iberoamericana de Educación, 37 pp. 17-47 
                                  -Estévez López, E.  Violencia y victimización escolar. Prentice-Hall. En prensa Alicia Martín 5 RFP  N.4 (2009) | ISSN 1887-6250 
                                  -Estévez López, E.  (2005): Violencia, victimización y rechazo escolar en la adolescencia. Tesis  doctoral. Valencia, Universidad de Valencia. 
                                  -Estévez López, E.;  Martínez Ferrer, B.; Musitu Ochoa, G. (2006): “La autoestima en adolescentes  agresores y víctimas en la escuela: la perspectiva multidimensional”, en  Intervención Psicosocial, 15 (2) pp. 223-233 
                                  -Gómez, A.; Gala,  Fj.; Lupiani, M.; Bernalte, A.; Miret, Mt.; Lupiani, S.; Barreto, MC. (2007):  “El bullying y otras formas de violencia adolescente”, en Cuadernos de Medicina  Forense, 13 (48-49) pp. 165-177 
                                  -Plan PREVI. Orden  de 31 de marzo de 2006, de la   Conselleria de Cultura, Educación y Deporte, por la que se  regula el plan de convivencia de los centros docentes. (DOGV 10 de mayo de  2006) 
                                  -Teruel Romero, J.  (2007): Estrategias para prevenir el bullying en las aulas. Madrid, Pirámide. http://es.wikipedia.org/wiki/Ciber-acoso  (consulta 19/02/2009) http://www.acosomoral.org/pdf/Olweus.pdf (consulta  17/02/2009) 
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                                    Revista de Formacio del Professorat Nº 4. 
                                  IFP Superior núm.  27 de Valencia                                  |