Resumen 
                                Al inicio de cada nuevo  curso escolar, la violencia comienza un incesante camino que va dejando manifestaciones  alarmantes en alumnos, profesores o cualquier otro miembro de la comunidad  educativa. Como cada año, nos proponemos buscar soluciones, pero el problema es  tan acuciante y las medidas educativas tan globalizadoras, que una vez más se  convierte en una declaración de intenciones. En este trabajo resaltamos una  nueva forma de bullying, o acoso escolar entre alumnos, que está emergiendo  gracias a las posibilidades que las Nuevas Tecnologías abren a los agresores:  el Ciberbullying. Analizamos dicho concepto, sus características, efectos y las  distintas modalidades que puede adoptar. Finalmente, exponemos una breve  conclusión reflexionando sobre el enfoque con el que consideramos que deben  abordarse las propuestas pedagógicas. 
                                Palabras clave: bullying,  tecnologías de la información y la comunicación, cyberbullying, acoso escolar. 
                                La rapidez extrema  con la que acontecen los cambios en la sociedad está afectando a los estilos de  vida, desquebrajando las convicciones y tradiciones fuertemente enraizadas y  sumiéndonos en una constante relatividad y caducidad de las cosas, de las  relaciones personales y de los sucesos. Lo que hoy se considera una noticia impactante  y propensa a despertar ciertos sentimientos de compasión, de rechazo, de  malestar, focaliza una atención rápida y prioritaria, pero paradójicamente pronto  cae en el olvido. Esta forma de vivir plantea viejas y nuevas situaciones problemáticas,  entre ellas el surgimiento de una violencia gratuita que afecta directamente a  la convivencia y para la que la sociedad todavía no ha encontrado respuestas  adecuadas. 
                                Desde que Olweus  introdujo en 1970 la violencia entre iguales como campo de estudio sistemático,  mundialmente conocido con la expresión bullying, se ha despertado la  sensibilidad social hacia la violencia escolar, considerándolo uno de los principales  males a los que se exponen los adolescentes. Generalmente coincidiendo con el  inicio escolar, es frecuente que los medios de comunicación nos bombardeen con  noticias sobre violencia escolar, contribuyendo a generar cierto malestar en todos  los que componen la comunidad escolar (padres, profesores, alumnos, políticos educativos…).  Realmente, ¿son los centros educativos tan violentos? ¿se encuentran los niños  desprotegidos e indefensos en las escuelas? 
                                Los centros  escolares entendidos como espacios de socialización y centros de vida, no están  exentos de conflictividad. El sistema escolar ha sido y es, por su naturaleza, un  entorno de conflictividad y genera un elevado nivel de presión, imposición y violencia  simbólica sobre la población escolar: “escolarización y asistencia obligatoria,  cumplimiento de tareas y normas, convivencia forzada con compañeros no elegidos  por uno, aceptación obligada de condiciones de funcionamiento, etc. La mayoría de  las veces, los conflictos son gestionados adecuadamente a través del diálogo,  la asertividad, la mediación de terceros, solicitando ayuda; y en menor medida  son gestionados inadecuadamente, desencadenando respuestas violentas o por  medio de mecanismos de huida o evitación” (Iguaz, 2002). 
                                Los conflictos son  más numerosos y de menor gravedad que las situaciones de violencia. En  ocasiones, se tienden a confundir ambos términos como si de sinónimos se  tratasen, pues las situaciones de violencia entre escolares parten de  situaciones conflictivas previas y desencadenan nuevos conflictos. Pero también  existe el conflicto sin violencia, el cual suele pasar desapercibido, ya que no  constituye una verdadera problemática educativa. 
                                El mal  comportamiento de los alumnos en clase no es algo nuevo, por el contrario ha  preocupado a los profesores desde siempre (problemas de atención, de  aprendizaje, niños hiperactivos, indisciplinados, problemas de conducta, etc.).  Sin embargo, actualmente el acento no está en estas cuestiones más o menos  controladas, o al menos conocidas, sino en las alarmantes situaciones de  violencia y falta de respeto cada vez más continuadas. Además, el conflicto es  inherente, inevitable, y a priori no puede ser definido como algo negativo o  maligno; mientras que la violencia es aprendida, evitable y social y moralmente  dañina para el ejecutor y la víctima. 
                                El acoso escolar es  una realidad presente en nuestros centros escolares que contamina la  convivencia, produciendo efectos negativos no sólo en aquellos implicados  directamente, sino en la totalidad del alumnado y profesorado. El clima escolar  se deteriora gravemente, hasta el punto, que para muchos acudir, diariamente,  al centro supone una tortura. Todo esto, unido al papel sensacionalista que los  medios de comunicación conceden a esta problemática, contribuye a desatar la  angustia general en los padres, quienes hasta hace poco consideraban las  escuelas como lugares de paz, seguridad y bienestar para el desarrollo  madurativo de sus hijos. 
                                Sin embargo, este  tipo de comportamientos violentos, evidentemente, no sólo se producen dentro de  los centros escolares. La violencia, al igual que muchos de los comportamientos  que manifiestan las personas, son el reflejo de su personalidad, de aquello en  lo que creen, valoran y defienden. Por lo tanto, los niños agresores, no lo son  exclusivamente en un lugar, en un aquí y ahora, sino que son niños que manifiestan  este tipo de comportamientos en diversos lugares y momentos de su vida (en el  hogar, en el barrio, en su grupo de iguales, en la red, ante la televisión, por  el teléfono móvil, etc.). Se da por supuesto, y así lo creemos, que la  educación que los alumnos reciben en los centros escolares es un buen medio  para contribuir al proyecto de una sociedad pacífica, pero no es el único. “La  violencia gratuita y desmesurada en la que nos encontramos envueltos  socialmente, pone de manifiesto que uno de los valores a ensalzar en las  familias y escuelas es el de la convivencia, enfatizando el nosotros, el bien  común, más que en la individualidad y el materialismo actual” (Hernández; Díaz,  2006). 
                                ¿Qué es el acoso escolar? 
                                A finales de los  años 70, el noruego Olweus, se inició en el estudio de la violencia entre  escolares, mundialmente conocido con la expresión bullying. Esta expresión anglosajona,  de difícil traducción al castellano, ha dado lugar a una diversidad de términos  que son utilizados indistintamente para referirnos a esta realidad: violencia  escolar, agresión-victimización entre escolares, maltrato entre iguales, indisciplina  escolar, conductas antisociales en la escuela, conflictividad escolar, etc. promoviendo  errores conceptuales de gran envergadura. El bullying es un concepto específico  y claramente definido, que comparte características de la violencia escolar, pero  a la vez, presenta rasgos propios. Para Hernández Prados (2004) el bullying o  maltrato entre escolares es un tipo concreto de violencia escolar, siendo este último  término mucho más genérico y amplio, ya que incluye también: la violencia física  y psicológica que los maestros aplican a sus alumnos en forma de amenazas, sanciones  y castigos, todo ello con la finalidad de restablecer el orden en el aula; o la  violencia en forma de vandalismo que supone atentar contra la infraestructura del  centro (robo, pintadas, destrozos de material, etc.); a la violencia de los  alumnos hacia los profesores; violencia no premeditada entre escolares; etc. Ya  no se habla de violencia en la escuela, sino de violencia entre niños,  culpabilizando y patologizando a los alumnos por manifestar un comportamiento  que deben prevenir y corregir (Etxeberría; Esteve; Jordán, 2001). 
                                El maltrato entre  iguales es una conducta persecutoria de violencia física y psíquica de un  alumno o grupo de alumnos que atormenta, hostiga y/o molesta a otra persona que  se convierte en su víctima de forma repetida y durante un período de tiempo más  o menos largo: meses o incluso años (Olweus, 1998). Se trata de un fenómeno  mundial, ya que en todos los países que ha sido estudiado de forma sistemática,  se han registrado casos, aunque los índices de frecuencia varían, sustanciosamente,  de unos países a otros, incluso de unas comunidades a otras. Algunos se atreven  a afirmar que la violencia ha aumentado considerablemente en los últimos años,  y que aparece, cada vez, a edades más tempranas (Cerezo, 2001; Ortega, 2000).  Otros (Escámez et al, 2001) consideran que las escuelas son islotes de paz en  una sociedad plagada de violencia, y lo más novedoso, de violencia gratuita, donde  el énfasis se pone en el placer que produce al agresor o grupo de agresores llevar  a cabo la agresión. 
                                A pesar de que en  España, el número de conflictos, faltas de respeto e indisciplina, es mucho más  elevado que el de casos de auténtica violencia escolar (agresiones entre  alumnos o de alumnos a profesores), el punto de mira se centra en estos últimos  (Defensor del Pueblo, 2000). Insultos, intimidaciones, apelativos crueles, bromas  pesadas, acusaciones injustas, rechazo, lanzar rumores, robos, amenazas, convertir  a alguien en objeto de burlas, ridiculizar y humillar, pegar… son algunas de  las formas comportamentales en las que los escolares manifiestan el bullying. 
                                Respecto a los  motivos que pueden impulsar a los escolares a agredir a otro, no existe una  única explicación, sino que por el contrario son múltiples las causas que pueden  estar incidiendo en la génesis del conflicto: factores sociales, escolares, familiares,  el grupo de amigos, los medios de comunicación, variables personales, enfermedades  psicológicas, etc. (Hernández Prados, 2005). Desconocemos el valor que cada  factor adquiere en la determinación de la conducta bullying, haciéndose necesario  un análisis pormenorizado de cada caso en cuestión. No obstante, suelen estar  implicados más de un factor. 
                                Otro de los rasgos  definitorios del bullying es la asignación de roles, siendo necesario como  mínimo la figura de un agresor y de una víctima, aunque generalmente las  dinámicas pueden ser múltiples y mucho más complejas, englobando a un mayor número  de personas. Son varios los roles que pueden adquirir los protagonistas del bullying:  respecto al agresor, puede existir uno o varios agresores, que pueden actuar de  forma sectorial o al unísono; respecto a la víctima existe la víctima típica  que sirve de foco de humillaciones, acoso, hostigamiento, vejaciones y palizas  del agresor/es; la víctima provocadora es aquella que tiene dificultades para  relacionarse con los demás, es objeto de acoso por parte de sus compañeros,  pero como solución a sus problemas busca el enfrentamiento la provocación; la  víctima agresora es aquella que tiene a agresores que le intimidan y acosan,  pero a su vez es agresor de otros que considera más débiles o menores. Por  último, los testigos no se encuentran implicados directamente en la  agresión-victimización, pero pueden contribuir a prevenir, detener o paralizar  la agresión; dar la espalda y no implicarse; o por el contrario, animar a que  se cometa la agresión. 
                                Este tipo de  dinámicas tienen consecuencias negativas tanto para el agresor como para la  víctima. En el primero de los casos, se produce una sobrevaloración de la  violencia como mecanismo para conseguir sus objetivos, distanciamiento de las normas,  abuso de poder, generalización a conductas pre-delictivas…Más numerosas y  devastadoras son, si cabe, las consecuencias o daños que se produce en la  víctima, entre las que nos gustaría citar: dificultades de aprendizaje,  desinterés o incluso fobia escolar, bajo rendimiento, gran absentismo, estrés,  trastornos psicológicos, depresión, angustia y rabia reprimida, ansiedad… El  efecto más drástico es, sin lugar a dudas, el suicidio. 
                                El resto de  compañeros de aula o centro escolar que son testigos de este tipo de situaciones  de maltrato entre iguales, se sienten inseguros, atemorizados, indefensos, impotentes,  apenados,…en el caso de que denuncien este tipo de conductas, si por el  contrario, se trata de testigos, que en principio apoyan al agresor y que posteriormente  pueden alistarse en su banda, encuentran este tipo de situaciones divertidas y  atractivas, siendo muy probable que intervengan activamente en alguna ocasión. 
                                En la mayoría de  estudios sobre violencia escolar, las TIC’s aparecen como factor interviniente  en el origen de las situaciones violentas (Berkowitz, 1996; Ortega, 2000;  Cerezo, 2001; Hernández Prados, 2004; etc.), quedándonos en una visión parcial  de esta realidad, ya que éstas pueden ser, además, el medio, lugar o escenario de  las distintas formas de acoso u hostigamiento entre iguales. En este trabajo  nos centraremos en el Cyberbullying como una forma de acoso escolar emergente,  pero antes consideramos oportuno conocer la realidad social de los adolescentes  como población en la que tienen lugar este tipo de conductas. 
                                Nuevas formas de acoso escolar. Ciberbullying 
                                La violencia no es  algo nuevo, ha existido desde siempre, aunque las formas de materialización de  la misma han ido evolucionando con el tiempo, ideando nuevas formas de llevarla  a cabo y sirviéndose de las posibilidades o los mecanismos que los avances  tecnológicos les brinda. Además la violencia penetra en todos los ámbitos  sociales, tradicionales (escuela, familia, iglesia, política,…) y emergentes, como  es el caso de la sociedad virtual promovida por las TIC’s. “La violencia en la red  es extensión nada virtual del sentido violento que la vida ha impuesto, el orden  monetario y el altar crematístico en el que estamos siendo inmolados” (Solarte  Lindo, 2002). La virtualidad como utopía de una comunidad libre, está empezando  a verse sometida a control, supervisión o gestión, no tanto por razones éticas  sino económicas, promoviendo una nueva forma de violencia simbólica en red. Una  forma clara de violencia simbólica que ejercen las TIC’s en las personas es la  necesidad de tener que adaptarse continuamente y cada vez más rápido a los  cambios que ésta introduce en los estilos de vida. Vivimos en una sociedad  ultrarrápida, en la que los cambios acontecen vertiginosamente.  
                                Por otra parte,  actualmente percibimos Internet como ese espacio que recoge cantidades  innumerables de información y a la que podemos tener acceso desde cualquier  lugar y en cualquier momento tan sólo con un clic. Resulta fácil expresarlo así,  pero la realidad es que es necesario disponer de conocimientos para poder  acceder a la información disponible en Internet, hasta tal punto que “para  quien no los posee, o no sabe cómo hacerse con ellos, o se niega a hacerlo, es  un tremendo obstáculo que puede incluso llegar a inhibir algunos  comportamientos simples y el uso de ciertos recursos” (Simone, 2000, p. 70). En  el caso de los adultos que carecen de dominio de las TIC’s, se encuentran en  desventaja tecnológica y formativa respecto a sus hijos, que generalmente son  introducidos en las mismas formalmente, en el ámbito escolar, e informalmente,  en el grupo de amigos. 
                                Además de la  violencia simbólica, otras formas de violencia tienen cabida en la red: el  acoso sexual, la intimidación, divulgación de actos violentos, la pornografía, las  sectas, son algunas de ellas. Según la Asociación Protégeles,  el 28% de los menores visionan páginas de pornografía. En lo que respecta a la  pornografía infantil, ésta constituye el 50%1 de los delitos que se cometen en  Internet, utilizando este recurso mayoritariamente como mecanismo para la  difusión y venta de material, aunque también como medio para que los  pederastas, a través de falsas identidades en salas de chat infantiles,  contacten con menores indefensos que se conviertan en nuevas víctimas de sus  abusos. Por otra parte, el acoso sexual también encuentra en Internet otras  formas de expresión que acompañan al acoso presencial: envío continuado de correos  electrónicos amenazadores, diseño de una web simulando que una mujer era una  prostituta que ofrecía sus servicios y en la que se aportaban datos personales (nombre,  teléfono, e-mail, dirección, etc.). 
                                Internet es un  medio de comunicación crucial para los adolescentes, que no tienen la necesidad  impuesta de adaptarse a la red porque han crecido con la red como algo cercano  y cotidiano, como un ingrediente más en sus vidas. Entre esta nueva generación  con un alto dominio de las TIC’s, se encuentran también los alumnos agresores,  quienes han sabido aprovechar los recursos disponibles para abrir nuevos cauces  de violencia, dando lugar a un nuevo tipo de bullying: el Cyberbullying. Al  respecto, Alfonso Cano (2006), jefe de la Unidad de Delitos en Tecnologías de la Información de los  Mossos de Escuadra, ha señalado que aunque “los menores son más víctimas que  delincuentes”, dentro de la red se han detectado casos en los que niños han  utilizado Internet para acosar e insultar a compañeros de clase o a conocidos  (bullying). 
                                ¿Qué es el Cyberbullying? 
                                
                                  Se trata de emplear  cualquiera de las posibilidades de uso de las nuevas tecnologías de la  información y de la comunicación para hostigar con ensañamiento a su víctima.  En un análisis reciente realizado por Belsey sobre el fenómeno del  Ciberbullying señala que se define como el uso de algunas Tecnologías de la Información y la Comunicación como el  correo electrónico, los mensajes del teléfono móvil, la mensajería instantánea,  los sitios personales vejatorios y el comportamiento personal en línea  difamatorio, de un individuo o un grupo, que deliberadamente, y de forma  repetitiva y hostil, pretende dañar otro (Belsey, 2005). Las herramientas disponibles  en Internet ayudan a la propagación de ese comportamiento en el que las  víctimas reciben malos tratos de sus iguales, sea a través de ridiculizaciones,  amenazas, chantajes, discriminaciones, todo ello de manera anónima, para que  este desconozca quien es el agresor. 
                                Consideramos que  existen dos modalidades de Cyberbullying: aquel que actúa como reforzador de un  bullying ya emprendido, y aquella forma de acoso entre iguales a través de las  TIC’s sin antecedentes. En la primera modalidad, consideramos al cyberbullying  como una forma de acoso más sofisticada desarrollada, generalmente, cuando las  formas de acoso tradicionales dejan de resultar atractivas o satisfactorias. En  este caso el agresor es fácilmente identificable, ya que coincide con el  hostigador presencial. Los efectos de este Cyberbullying son sumativos a los  que ya padece la víctima, pero también amplifican e incrementan los daños, dada  la apertura mundial y generalización del acoso a través de las páginas web. 
                                En lo que respecta  a la segunda modalidad, son formas de acoso entre iguales que no presentan  antecedentes, de modo que sin motivo aparente el niño empieza a recibir formas  de hostigamiento a través de las TIC’s. En ocasiones, después de un tiempo de  recibir este tipo de acoso, el cyberagresor decide completar su obra con una  experiencia presencial, dando la cara. 
                                Este tipo de acoso  en red presenta unas características de similitud con otras formas de acoso,  como el hecho de ser una conducta violenta o de acoso altamente premeditada e  intencionada; que se encuentra fundamentada en una relación asimétrica de  control y poder sobre el otro…pero también con unas características particulares  que lo diferencian de otras formas de acoso presencial y directo: 
                                • Exige el dominio  y uso de las TIC’s. 
  • Se trata de una  forma de acoso indirecto. 
  • Es un acto de  violencia camuflada, en la que el agresor es un total desconocido, a no ser que  haya sido hostigador presencial de la víctima antes o que decida serlo después  del Cyberbullying. 
  • El  desconocimiento del agresor magnifica el sentimiento de impotencia. 
  • Recoge diversos  tipos o formas de manifestar el acoso a través de las TIC’s. 
  • Desamparo legal  de estas formas de acoso, ya que aunque se puede cerrar la web, inmediatamente  puede abrirse otra. 
  • El acoso invade  ámbitos de privacidad y aparente seguridad como es el hogar familiar,  desarrollando el sentimiento de desprotección total. 
  • El acoso se hace  público, se abre a más personas rápidamente. 
                                  A pesar de que los  estudios al respecto son escasos, y que se desconocen empíricamente los efectos  derivados de esta forma de acoso tecnologizado, las primeras tentativas al  respecto, trasladan los efectos del bullying presencial al virtual. 
                                Sin embargo, de las  entrevistas de familiares y víctimas del Cyberbullying se deriva que los daños  causados son mayores al bullying, pues Internet garantiza el anonimato del  agresor, convirtiéndolo en un fantasma que esta destrozando, cruelmente, la  vida de otros adolescentes y dificultando, enormemente, los mecanismos de  respuesta o protección hacia este tipo de humillaciones. Nancy Knight (2005),  la madre de un adolescente víctima de Cyberbullying se refirió a este fenómeno  como una forma cobarde de acoso escolar, es como ser apuñalado por la espalda y  no tener ninguna manera de descubrir quiénes son o cómo defenderse de lo que  dicen. El Cyberbullying al tratarse de una forma de acoso indirecto y no  presencial, el agresor no tiene contacto con la víctima, no ve su cara, sus  ojos, su dolor, su pena, con lo cual difícilmente podrá llegar a empatizar o  despertar su compasión por el otro. 
                                El cyberagresor  obtiene satisfacción en la elaboración del acto violento y en la imaginación  del daño ocasionado en el otro, ya que no puede vivirlo in situ. 
                                Los auténticos protagonistas del Ciberbullying:  adolescentes familiarizados en las TIC’s 
                                Acercarse al  problema de la violencia escolar, más concretamente del Ciberbullying, implica  tratar de conocer, entre otras cosas, los rasgos que caracterizan a los alumnos  agresores. ¿Cómo pueden los profesores detectar a los ciberagresores? ¿Qué los  diferencia del resto de sus compañeros? ¿Qué rasgos tienen mayor peso o  determinan más directamente a estos alumnos? Asumiendo el concepto de  Cyberbullying como un maltrato que se produce entre los escolares utilizando  como instrumento las Tecnologías de la Información y la Comunicación, delimitamos  la población víctima de este tipo de acoso en los niños y jóvenes en edades  comprendidas entre los 10 y 20 años, aunque este espectro de edad puede variar  en función de lo precoces que sean los niños en adquirir teléfonos móviles o de  acceder a servicios de comunicación como el correo electrónico y la mensajería instantánea,  así como en función de la prolongación de la etapa infantil y adolescente que  algunos jóvenes experimentan actualmente. 
                                En trabajos  anteriores hemos profundizado en el perfil que los jóvenes usuarios de Internet  poseen (Solano y López, 2005, Hernández; Solano, 2005a), por ello consideramos  oportuno centrarnos en este trabajo en aquellas características que consideramos  más relevantes para explicar el fenómeno del Cyberbullying. Una de las  características comunes que percibimos en estos jóvenes es que, no sólo viven en  una sociedad red, sino que hacen de su comportamiento la máxima expresión de la  misma. Se trata de usuarios que pertenecen a comunidades virtuales, crean sus propios  espacios personales en la red (weblogs, wikis, páginas web personales...), utilizan  servicios comunicativos sincrónicos como la videoconferencia, la voz por IP, la  mensajería instantánea, el chat…, garantizando con ello la comunicación y la  colaboración con distintos usuarios, distantes y coincidentes en el espacio geográfico  inmediato. Veen (2002 y 2003) considera que éstos sujetos pertenecen a la  e-Generación o generación del Homo sappiens, es decir, sujetos que actualmente tienen  entre 3 y 18 años y que utilizan de forma natural y espontánea para comunicarse  tecnologías como la televisión y el mando a distancia, el ordenador personal, el  ratón, y el teléfono móvil. Además, son jóvenes que poseen capacidades de  exploración integrada de la información, habilidades para realizar múltiples  tareas de manera simultánea, habilidades para procesar información discontinua,  o simultánea en palabras de Simone (2000), y por tanto, una forma no secuencial  de aproximarse al conocimiento. 
                                  Sin embargo, junto  a esta característica es frecuente encontrar conductas violentas, de amenaza y  acoso, de aislamiento social y dependencia de la tecnología, de fomento de  conductas delictivas, de incitación a comportamientos de desviación social y  psicológico ¡luces y sombras de una sociedad que participa, reclama y apoya el  desarrollo tecnológico! 
                                El acceso de los  hogares españoles a TIC va en aumento. El Instituto Nacional de Estadística  (INE, 2006) pone de manifiesto que, de los 15.534.910 viviendas existentes en  España, un 99,39% dispone de televisor, un 47,83% de ordenador de sobremesa, un  13,49% de ordenador portátil, un 80,92% de teléfono móvil y casi un 63% de DVD.  Asimismo, casi el 34% de las viviendas españolas disponen de conexión a  Internet, siendo quizás uno de los datos más significativos de la última  encuesta de Tecnologías de la   Información en los hogares (INE, 2006) las medidas de  seguridad existentes para proteger a los menores de los contenidos nocivos, ya  que un 42% de los hogares españoles disponían, ya en el segundo semestre del  2005, de programas de filtrado de contenidos. La misma entidad señala que  15.506.014 de personas han accedido a Internet en (42,2%), de los cuáles más de  4 millones son usuarios con edades comprendidas entre 15 y 24 años. También  resulta relevante que 65,87% de los niños de 10 a 14 años (1.360.748) han  accedido a Internet y un 54,33% de ellos disponen de teléfono móvil. 
                                Estos datos  recientes ponen de manifiesto que las nuevas generaciones están mucho más  familiarizadas con las tecnologías que los niños de hace 10 o 15 años. No están  tecnológicamente obsesionados porque la tecnología forma parte de su mundo natural,  de tal modo que lo conciben como necesario y cotidiano. No entraremos en el  debate de qué perfil de jóvenes es mejor o peor porque no cabe duda que ambos  son radicalmente diferentes; lo que sí consideramos oportuno es precisar que los  niños y jóvenes de hoy disponen de competencias exigidas por las sociedades occidentales  actuales, sobre todo por lo que respecta al dominio de la Tecnologías de la Información y la Comunicación, y por  ello, previsiblemente podrán responder exitosamente a las demandas realizas  desde la misma. Así lo ponen de manifiesto Grinter y Palen (2002) al señalar  que los adolescentes son la mano de obra del futuro, y los hábitos de la  comunicación que desarrollan ahora pueden indicar lo que podemos esperar de  ellos como adultos. 
                                En cualquier caso,  coincidimos con Castells (1999) al considerar que los comportamientos en  Internet no son más que un reflejo de los comportamientos en sociedad, ya que  en palabras de este autor, Internet permite el desarrollo de nuevas formas de  relación social que no tienen su origen en Internet, sino que son fruto de una  serie de cambios históricos pero que no podrían desarrollarse sin la red de redes. 
                                ¿Cómo se produce el Cyberbullying? 
                                Existen distintas  vías o mecanismos de acosar en red a otro compañero. Este sentido, Bill Belsey  presidente de www.bullying.org y www.cyberbullying.ca, contempla los siguientes  tipos de cyberacoso: a través del correo electrónico; del teléfono móvil con  los mensajes de texto o mensajes multimedia; a través de la mensajería  instantánea; weblogs difamatorias; web personales. Según Fante (2005) los  jóvenes usan weblogs, redes sociales y sistemas de mensajería instantánea para  intimidar a sus compañeros, siendo la difusión de fotografías retocadas para ridiculizar  a las víctimas uno de los métodos más empleados. Estas son distribuidas masivamente  y a veces indicando la identidad de aquel que es sometido a la humillación para  acrecentar el impacto. En el caso de las comunidades virtuales, muchas de ellas  precisan de invitación para poder entrar a formar parte de un grupo, el acoso  escolar se basa en aislar a aquellos que son las víctimas de las humillaciones e  intimidaciones. Allí se establecen conversaciones que luego son continuadas en  el centro escolar y quienes no pertenecen al grupo quedan descolgados de sus compañeros. 
                                A continuación,  profundizaremos en algunos de estas formas de cyberbullying. 
                                Vejaciones por  correo electrónico 
                                Hoy en día, la  mayoría de los alumnos disponen de una cuenta de correo electrónico, incluso  antes de tener ordenador en casa, ya sea porque se abrieron una cuenta gratuita  en algún servidor en el colegio, en casa de algún amigo, en un cibercafe, o en  la biblioteca. Este dato se multiplica cuando nos referimos a la adolescencia, concretamente  entre los 12 y los 15 años, edad en la que se registran el mayor número de  sucesos de bullying. Aunque el Instituto Nacional de Estadística (INE, 2006) no  menciona el número de niños entre 10 y 15 años que poseen correo electrónico,  sí que se indica que de 4.142.516 usuarios de Internet con edades comprendidas  entre 15 y 14 años, 3.306.835 utilizan el correo electrónico habitualmente. 
                                El correo  electrónico es una de las herramientas de comunicación cuyo uso más se ha  extendido, ya que obedece a los mismos esquemas de elaboración que los mensajes  de correo postal pero superando el proceso de transmisión al utilizar redes de  comunicación, en lugar de redes de transporte, para superar la distancia física  y temporal existente entre los interlocutores. Asimismo, su gran ventaja radica  en la posibilidad de enviar archivos de texto, imágenes, vídeo y audio, así como  de almacenar grandes cantidades de información. En este sentido, debido a la  proliferación de servidores que permiten crear cuentas de correo electrónico gratuitamente  y con una capacidad limitada, así como de aportar información no necesariamente  veraz, el número de direcciones de correo por usuario ha aumentado considerablemente,  y con ello la creación de identidades falsas y suplantación de identidades. 
                                Esta forma de  cyberbullying, consiste en enviar repetidamente mensajes de correos  electrónicos ofensivos y hostigadores a la persona que han convertido en víctima  de sus vejaciones. A modo de ejemplo, hemos recuperado de la red un caso de la  cyberbullying a una muchacha de 14 años: «hola zorra... hoy vacilaste a una  amiga mía y mira, con ella no te metes!!! Ten cuidadin entiendes!!! mira mocosa  me imagino que habrás escuchado hablar de mi... yo voy con navajas y peña  entendido?? así que espero que nadie me hable de ti... porque como diga algo  sobre ti te juro que te violo y te mato». 
                                Generalmente, se  puede averiguar la cuenta de e-mail desde donde se enviaron los mensajes,  siendo más fácilmente localizadas las cuentas locales o regionales, que las  grandes cuentas de e-mail como hotmail o yahoo, pero, en cualquier caso, difícilmente  se puede conocer quién utilizó realmente esa cuenta, desenmascarando al  verdadero cyberagresor. No obstante, la mayoría de los programas de e-mail ofrecen  la posibilidad de activar filtros que bloquean o suprimen automáticamente mensajes  de remitentes indeseables, aunque el grado de éxito es limitado. 
                                El teléfono  móvil para acosar 
                                El acceso a la  telefonía móvil en España ha experimentado un enorme crecimiento en los últimos  años y su uso se hace progresivamente a edades más tempranas. La última  encuesta de Tecnologías de la información en los hogares realizada por el Instituto  Nacional de Estadística sobre datos referidos al segundo semestre de 2005 (INE,  2006) señala que el 80,92% de las viviendas españolas disponen de teléfono móvil,  y que éste es usado por más de la mitad de los niños con edades comprendidas entre  10 y 14 años (54,33%), y previsiblemente el porcentaje de niños con móvil irá en  aumento ya que en tan sólo dos años, el número de niños menores de 15 años con móvil  ha aumentado en un 21%. Algo está ocurriendo en esta sociedad, en la que menores  de entre 8 y 9 años ya han cambiado cuatro veces de teléfono móvil, afirmó el  Defensor del Menor, Pedro Núñez Morgádez ante los medios de comunicación en el  Foro de la Nueva Sociedad. 
                                Sin embargo, al  igual que sucede con otras tecnologías, la nueva telecomunicación móvil afecta  a la vida de las personas promoviendo una serie de consecuencias sociales. El  estudio de Katz (2006) desvela que ésta tecnología proporciona muchas ventajas  al usuario, pero también identifica algunos usos y/o efectos negativos: uso o  abuso del teléfono móvil; utilizar el móvil para copiar en exámenes;  interrupciones de clases por parte de alumnos y del propio profesor que  contesta a las llamadas. 
                                Para otros  (Edwards; Grinter, 2001), la utilización de móviles en menores constituye un  ejemplo del buen hacer de los padres, pues permiten fomentar dos valores: autonomía  o autocontrol en el manejo del dinero e independencia. Evidentemente, la  consecución de estos valores no está exenta de un proceso conflictivo, en el  que los niños, al menos al principio, no hacen un uso responsable del móvil,  gastan pronto su saldo, y surgen nuevas tensiones familiares. 
                                Un nuevo uso  irresponsable del móvil lo constituye el hecho de que este se haya convertido  en un medio altamente utilizado por los alumnos para materializar el acoso  escolar. Esta modalidad de cyberbullying adopta diversas formas según las  posibilidades que permita el móvil. La forma más tradicional son las llamadas y  puede tener cabida no sólo desde la telefonía móvil sino desde cualquier fijo.  El acoso se puede llevar a cabo a través de múltiples llamadas silenciosas;  llamadas a horarios inadecuados; lanzado amenazas, insultando, gritando, enviando  mensajes aterrorizantes, realizando llamadas con alto contenido sexual;  llamando y colgando sucesivamente interrumpiendo de este modo de forma  constante a la persona, todo con el propósito de querer asustar a alguien.  Otras formas de acoso a través de la telefonía móvil son los mensajes de texto,  mensajes hipertexto con imágenes, grabaciones de video o mensajes de voz, que  pueden dar lugar a diversas, creativas, nuevas e insospechadas formas de  agredir. 
                                El móvil se ha  convertido en un medio propicio para acosar, y la población joven o infantil  que lo utiliza son los usuarios idóneos para ser acosados; averiguar un número de  teléfono móvil es sencillo, así como ocultar el número del emisor de la  llamada, con lo cuál el anonimato del que hablábamos anteriormente queda  plenamente garantizado. En ocasiones utilizan los móviles o números de otras  personas, para evitar ser descubiertos, lo que demuestra no sólo la  intencionalidad de los actos, sino también la improcedencia o inadecuación  ética de los mismos. Asimismo, se trata de un medio que permite no sólo enviar  mensajes orales, sino también textuales y multimedia por tanto la intimidación  y la amenaza está garantiza por cualquiera de las vías por las que las hagamos  llegar. 
                                Mensajería  instantánea 
                                El uso que los  adolescentes hacen de la mensajería instantánea ha sido vinculado con el uso  del teléfono, del e-mail, de las conversaciones cara a cara, centrándose excesivamente  en estas cuestiones y descuidando otras problemáticas de mayor envergadura y  relevancia (Grinter; Palen, 2002). La realidad desvela que esta tecnología ha  tenido una gran acogida entre los jóvenes, quienes a pesar de utilizar otras  formas de comunicación asincrónica, abogan por una interacción inmediata con el  otro, en el que sus preguntas obtienen respuesta al instante.  
                                La mensajería  instantánea es un tipo de servicio de Internet que garantiza la comunicación en  una situación de divergencia espacial y convergencia temporal. Se trata por  tanto de una herramienta sincrónica de comunicación que, además de permitir el  envío de información textual, posibilita el envío de audio y vídeo en tiempo  real (videoconferencia y audioconferencia o voz por IP), así como el envío de archivos  de cualquier naturaleza (texto, imágenes, audio, vídeo…). 
                                Hay varios sistemas  de mensajería instantánea tales como ICQ, mensajero de AOL, mensajería de  messenger, mensajería de Yahoo, google talk, etc. Las funciones o posibilidades  de la mensajería instantánea son cada vez mayores, y la posibilidad de enviar  no sólo texto, sino mensajes de voz, video, iconos, agrupar a las personas de  la lista por categorías (familiares, amigos, compañeros de trabajo, amigos del colegio),  personalizar fondos, poner tu foto; ampliando a su vez las posibilidades de acoso.  No obstante, el estudio de Grinter; Palen (2002) concluye que el modo en que la  gente joven utiliza la mensajería instantánea correlaciona significativamente  con el nivel de autonomía de los estudiantes. 
                                La mensajería  instantánea no constituye, exclusivamente, una herramienta de ocio y  comunicación informal, sino que además, es utilizada en algunos contextos laborales  como herramienta de coordinación entre equipos. Generalmente, son sistemas que  favorecen la comunicación entre los miembros de una lista que de forma personalizada  se han ido agregando uno a uno. Sin embargo, también hay veces que se agregan  personas desconocidas que aparentemente muestran un trato cordial para ganarse  la confianza, como es el caso de los pederastas, pero esconden intenciones  inadecuadas, teniendo que darle de baja de la cuenta, pero no eliminando la  posibilidad de que envié mensajes vejatorios. 
                                Otra forma de acoso  escolar en la mensajería instantánea, consiste en la usurpación de identidad,  de manera que alguien adopta tu identidad con un nick similar al tuyo y empieza  a desprestigiar tu imagen, acosando a otros, diciendo mentiras, siendo grosero.  Esto mismo puede suceder en los chat. En ocasiones, los ciberabusadores engañan  a sus víctimas haciéndose pasar por amigos, por una persona del sexo contrario,  y conciertan una cita para llevar a cabo una agresión. 
                                La solución más  radical es la eliminación de la cuenta y la apertura de una nueva. 
                                También ha habido  personas que han denunciado al servidor este tipo de conductas para que  localicen al agresor virtual. Por otra parte, el cambio de cuenta no nos libera  de que el agresor pueda apropiarse de nuestra identidad en mensajería  instantánea y continúe el acoso aunque sea indirecto. Además, muchos usuarios  consideran molesto tener que andar explicando a todos sus contactos, que  suponen listas cuantiosas, los motivos que impulsaron el cambio de cuenta y  solicitar que vuelvan a darle de alta con la nueva dirección. 
                                Grabación de la  violencia 
                                Algunas bandas de  bullies graban sus intimidaciones, acoso, palizas, a sus víctimas a través de  sus móviles, cámaras de video digital y después lo divulgan por Internet. Ya no  sólo disfrutan acosando, sino que además quieren inmortalizar el acto, y lo que  resulta más grave, obtener reconocimiento y respeto con ello. No existe el  mínimo pudor por las acciones cometidas, sino que más bien se enorgullecen de  su conducta violenta con otros, convirtiendo la agresión en objeto de burla y  diversión.  
                                Los videos pueden  colgarse en una web para ser visionados por todo el que entre, pueden ser  enviados por medio de teléfonos móviles o bien, pueden descargarse a través de  programas como emule, bitorrent. Además el contenido de los mismos puede ser  muy variado, desde insultos, amenazas, palizas, acoso sexual, grabación en los  vestuarios cuando se cambian de ropa, bromas pesadas… 
                                Las cámaras  digitales también pueden ser empleadas por los cyberdelincuentes para grabar  persecuciones o seguimientos que realizan de su víctima y después enviarlos a  través del correo electrónico, cuenta de mensajería instantánea, o dejarlos en  su mesa de clase, con la intención de generar miedo en la víctima. 
                                Desprestigio en  la Web 
                                Requiere un dominio  de las TIC’s mayor que las formas anteriores, pues a pesar de que los editores  facilitan el diseño de web personales, es necesario saber colgarla en Internet  y suplantar una IP de otro ordenador, para garantizar el anonimato y la  posterior localización del agresor, quedando el mismo impune de su conducta. 
                                En ocasiones, sobre  todo al principio, la mayoría de los alumnos que componen la clase conoce la  web en la que están burlándose de un compañero, e incluso, la víctima la  desconoce, aunque la finalidad es que más tarde o más temprano ésta ha de  enterarse. En la web también se pueden incluir sistemas de votación para elegir  al más feo, al más tonto, al más débil, contribuyendo una forma más de  estigmatizar y humillar a los compañeros. 
                                A pesar de existir  páginas web en las que denunciar estos sitios, no existen garantías de que no  surja una nueva página en breve y hasta que vuelve a ser localizada, va  generando graves efectos psicológicos y sociales antes de que la persona se  haya repuesto de los anteriores. 
                                Conclusión 
                                Las TIC’s en el  hogar suponen una nueva oportunidad de aumentar las posibilidades comunicativas,  informativas y funcionales en la vida de la gente, pero a la vez, exigen  numerosos desafíos técnicos, sociales, éticos, educativos, pero sobre todo  familiares que deben ser objeto de análisis y estudio. El reto para los  diseñadores e investigadores de las TIC’s supone conocer los efectos que éstas  promueven en las personas, ya que como afirma Edwards y Grinter (2001), incluso  tecnologías tan simples como la lavadora pueden tener amplios cambios en la  dinámica del hogar y de la sociedad. 
                                Retomando algo que  ya expusimos en otra ocasión, no se trata de hacer demagogia de lo tecnológico,  pero éste debería ir acompañado del desarrollo ético que favorezca un uso  adecuado y saludable de las mismas. Tampoco se trata de demonizar la  tecnología, lo cual sería absurdo porque estaríamos dando de lado a artilugios  que forman parte de nuestra vida en sociedad. Más bien, reivindicamos una  actuación pedagógica que propicie la interacción con las TIC’s desde un plano realmente  educativo, constructivo, relacional y ético. 
                                Cualquier medida  que desde la familia o escuela, como principales ámbitos de intervención  educativa, se pongan en funcionamiento, deben eludir a un uso responsable de la  red en los jóvenes. Para evitar que se conviertan en ciberacosadores debemos  concienciarles de que detrás de una pantalla siempre hay una persona, que merece  ser tratada con respeto y que nuestra libertad de expresión no puede ser la excusa  para dañar o agredir al otro. No obstante, una de las medidas educativas más generalizadas  para garantizar una mayor seguridad de los menores en la red, es el debate  sobre la ubicación del ordenador en el hogar, unido al establecimiento de unas  normas familiares respecto al uso de las TIC’s (Hernández y Solano, 2005). 
                                Por todos es sabido  que no existen recetas mágicas, pero si un joven se siente amenazado,  presencial o virtualmente, Díaz Aguado (2004) señala que debe acudir en busca  de apoyo a familiares o a un profesor de confianza, ignorar al grupo de agresores  en la medida que pueda y no responder a las agresiones con más violencia. 
                                Tal y como nos  desvelaba el informe sobre violencia escolar del Defensor del Pueblo (2000) el  33% de los alumnos recurren a sus padres para denunciar este tipo de acoso,  tratándose de un problema que se encuentra bajo supervisión de los adultos, ya  sea el padre o el profesorado. Por el contrario, el cyberbullying, es un tipo  de bullying todavía desconocido para la mayoría de los padres, lo que unido al  temor de que el adolescente se vea castigado con una desconexión de la red, tienden  a un enmascaramiento mayor de los mismos. 
                                Notas 
                                1. Estos datos han  sido difundidos en la   Asociación contra la Pornografía Infantil  (A.C:P.I) tras la información facilitada por el representante español de la INTERPOL en la XVII Reunión del  grupo de policía internacional que tuvo lugar el 24 de abril en Palma de  Mallorca.                                 
                                Referencias  Bibliográficas 
                                -Belsey, B. (2005). Cyberbullying: Na emerging Threta to the always  on generation [en línea]. Disponible en http://www.cyberbullying.ca [consulta 2006, 20 de febrero] 
                                  -Castells, M.  (1999). Internet y la   Sociedad red. Lección inaugural del programa de doctorado  sobre la sociedad de la información y el conocimiento (UOC) [en línea].  Disponible en:  http://www.forum-global.de/soc/bibliot/castells/InternetCastells.htm [consulta 2006, 14  de abril] 
                                  -Cerezo Ramírez, F.  (2001). Variables de personalidad asociadas a la dinámica Bullying (agresores  versus víctimas) en niños y niñas de 10 a 15 años. Anales de Psicología, 2001,  vol.17, nº1. 37-43. 
                                  -Defensor del  Pueblo (2000). Informe del Defensor del Pueblo sobre violencia escolar [en  línea]. Disponible en: www.defensordelpueblo.es [consulta  2003, 8 de mayo] 
                                  -Díaz Aguado, M. J.  (2004). Convivencia escolar y prevención de la violencia [en línea]. Disponible  en: http://www.cnice.mecd.es/recursos2/convivencia_escolar/ [consulta 2004, 20 de noviembre] 
                                  -Edwards, W.; Grinter, R. (2001). At Home with  Ubiquitous Computing: Seven Challenges. Proceedings of the Conference on  Ubiquitous Computing, 2001.  256-272. 
                                  -Etxeberría, F.; Esteve, J. M.; Jordán, J. A. (2001).  La escuela y la crisis social, en: Ortega, P. (coord)  Conflicto, violencia y Educación. Actas del XX Seminario Interuniversitario de  Teoría de la Educación.   Murcia: Cajamurcia. 
                                  -Escámez, J. et al.  (2001). Educación y conflictos en la escuela. Propuesta educativas, en: Ortega,  P. (coord) Conflicto, violencia y Educación. Actas del XX Seminario  Interuniversitario de Teoría de la Educación. Murcia: Cajamurcia. 
                                  -Fante, C. (2005). Fenómeno Bullying. Como  prevenir a violência nas escolas e educar para a paz. Brasil: Verus. 
                                  -Grinter, R. E.; L. Palen (2002). Instant Messaging  in Teenage Life. CSCW. New Orleans, Louisiana, USA. 
                                  -Hernández Prados,  M. A. (2004). Los conflictos escolares desde la perspectiva familiar. Tesis  Doctoral, Universidad de Murcia. 
                                  -Hernández Prados,  M. A. (2005). Una aproximación a las causas de la conflictividad escolar. Actas  del V Congreso Internacional Virtual de Educación 2005. Palma de Mallorca: Universidad  de las Islas Baleares. 
                                  -Hernández Prados,  M. A.; Díaz Manrubia, A. (2006). Las normas de convivencia en el aula. Actas  del II Congreso Virtual de Educación en Valores: El Acoso Escolar, un reto para  la convivencia en el centro. 
                                  -Hernández Prados,  M. A.; Solano Fernández, M. I. (2005). La seguridad de los menores en Internet.  Actas II Jornadas Nacionales TIC y Educación. TICEMUR. 
                                  -Iguaz de Miguel,  et al (2002). La gestión democrática de los centros educativos. Guía para la  participación en los Consejos Escolares. Sevilla: Junta de Andalucía.  Consejería de Educación y Ciencia INE (2006). Encuesta de Tecnologías de la información  en los hogares 2º semestre 2005 [en línea]. Disponible en: http://www.ine.es [consulta 2006, 13 de abril] 
                                  -Katz, J. E. (2006). Magic in the air: Mobile communication and the transformation of social  life. New Brunswick, NJ: Transaction Publishers. 
                                  -Knight, N. (2005). Cyberbulliyng [en línea]. Disponible en:  http://www.cbc.ca[consulta  2006, 10 de abril] 
                                  -Olweus, D. (1998).  Conductas de acoso y amenaza entre escolares. Madrid: Morata. 
                                  -Ortega Ruiz, R.  (2000). Educar la convivencia para prevenir la violencia. Madrid: Aprendizaje. 
                                  -Simone, R. (2000).  La Tercera Fase:  formas de saber qué estamos perdiendo. Madrid: Taurus. 
                                  -Solano, I. M.;  López, P. (2005). La universidad presencial del siglo XXI: el alumno que está  por venir. Actas de las II Jornadas Nacionales Tic y Educación. Centros de  Profesores y Recursos de la   Región de Murcia: Lorca (Murcia). 373-383. 
                                  -Solarte Lindo, G.  (2002). En medio del silencio. I Congreso Online del Observatorio para la CiberSociedad [en  línea]. Disponible en:http://www.cibersociedad.net [consulta  2006, 18 de abril] 
                                  -Veen, W. (2002). Celebrating Homo Zappiens:  adapting to new ways of learning using ICT [en línea]. Disponible  en:  8 http://www.britishcouncil.org [consulta 2003, 29 de marzo] 
                                  -Veen, W. (2003).  New teaching methods for new generations [en línea]. Disponible en: http://fc.noveum.his.se [consulta 2003, 29 de marzo] 
                                Perfil académico y profesional de las autoras 
                                Mª Ángeles  Hernández Prados, Doctora en Pedagogía por la Universidad de Murcia,  profesora ayudante de la   Universidad de Murcia, adscrita al Departamento de Teoría e  Historia de la Educación  y miembro del grupo de investigación en valores. Entre las líneas de  investigación desarrolladas cabe mencionar: conflictos escolares, educación en  valores, educación familiar, familia y nuevas tecnologías, así como la relación  entre familia y escuela. 
                                Isabel Mª Solano  Fernández, Doctora en Pedagogía por la Universidad de Murcia, profesora de Tecnología  Educativa del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la mencionada  Universidad, y miembro del Grupo de Investigación en Tecnología Educativa.  Algunas de sus publicaciones más recientes analizan el uso de la  videoconferencia en la enseñanza superior, el uso y las orientaciones  pedagógicas de Internet en el contexto familiar y la evaluación y el diseño  pedagógico de multimedia didáctico. 
                                RIED v. 10: 1, 2007, pp 17-36 I.S.S.N.:  1138-2783 AIESAD 
                                    Universidad de Murcia                                  |