  
                                 
                                    Síntesis: Las Naciones Unidas, sobre todo a través de sus agencias especializadas  en educación, infancia-adolescencia, o salud, es decir, UNESCO, UNICEF y OMS,  se han ocupado reiteradamente de llamar la atención acerca de un tema de  preocupación y de presencia creciente como es la violencia escolar, y de  proponer respuestas a los conflictos que esta provoca. 
                                Las citadas  organizaciones internacionales se han hecho eco de que muchos países van  expresando cada vez más su preocupación por la violencia escolar, y buscan que  sus escuelas sean seguras frente a robos, a acosos y a intimidaciones, a  intrusión, a intimidación y a acoso sexual y/o racial, al temor a la  victimización, a la violencia estudiantil contra alumnos y alumnas o contra el  personal del centro, a vandalismo y a incendios provocados, a extorsión y a  actividades relacionadas con las drogas por parte de grupos más o menos  organizados, así como frente a la posible violencia de profesores y del  personal, o a la que se presume que pueda ser ejercida por parte de padres  contra estudiantes y contra el personal de la escuela. 
                                Para responder a  todos estos retos, en los últimos años se ha emprendido un número importante de  programas y de proyectos pro-activos y preventivos sobre violencia escolar. La UNESCO, con su enfoque de  «buenas prácticas»; UNICEF, resaltando la violencia estructural, y, en  particular, la que se produce por discriminación de género; y la OMS, con su análisis detallado  del tema de la violencia, plantean una serie de importantes propuestas al  respecto. 
                                1. UNESCO 
                               
                                      
                                 
                                  Con frecuencia, la UNESCO se refiere de manera  explícita a la presencia creciente del fenómeno de la violencia escolar. Dentro  de su sector de educación, ha desarrollado un programa de educación para la no  violencia. 
                                La educación para  la no violencia, que evoluciona constantemente, para esta Organización  internacional no consiste sólo en negar los sentimientos de cólera o de  conflicto, sino que busca canalizar la energía subyacente hacia el objetivo de  elaborar estrategias eficaces y respetuosas con los otros, excluyendo las  actitudes de pasividad. 
                                La no violencia,  tanto en su teoría como en su práctica, supone para la UNESCO el rechazo de la  agresión y de la violencia, y busca la resolución de los conflictos y la  realización de objetivos comunes desde una perspectiva constructivista. 
                                A lo largo del año  2001, dicho Organismo lanzó la iniciativa de una recopilación de ejemplos de  «buenas prácticas» para la resolución de conflictos en el mundo escolar, tanto  a nivel formal como no formal. Para ello sugirió la participación de numerosos  colaboradores, tales como comisiones nacionales, organizaciones no  gubernamentales, asociaciones, escuelas, instituciones de investigación,  universidades, etc., para que contribuyeran enviando artículos en los que se  relataran las experiencias sobre la prevención y la transformación de los  conflictos. 
                                El objetivo de esta  iniciativa (1) fue intentar informar sobre el problema a docentes, a  formadores, a educadores, a padres, a jóvenes, y a alumnos, que, de una u otra  manera, se encuentran afectados por situaciones de conflicto o de violencia  escolar, o en el seno de sus agrupaciones educativas no formales. La intención  de la UNESCO  fue dar cuenta, ante todo, de aquellas experiencias relevantes a nivel  internacional en el campo de la educación para la paz y para la no violencia,  con atención prioritaria a aquellas que contribuyen con herramientas  pedagógicas concretas a prevenir y a transformar la violencia en el trabajo cotidiano  (Monclús y Saban, 2005). 
                                Tal iniciativa dio  lugar a una publicación, editada por Antonella Verdiani (2002), bajo el título  Buenas prácticas en la resolución de conflictos en el medio escolar. Algunos  ejemplos (2). La UNESCO,  como observatorio privilegiado de experiencias cultural y socialmente  diferentes que provienen de multitud de países, tiene como uno de sus objetivos  dar a conocer estas prácticas, y, dentro de lo posible, aquellas que hayan sido  aplicadas. Con el fin de que cada vez más escuelas y más formadores se puedan  beneficiar de la experiencia de otros colectivos, dichas prácticas podrían ser  adaptadas conforme a los diferentes contextos, y servir de apoyo a otras  soluciones frente a la violencia escolar. La selección de esos ejemplos se  realizó a partir de su carácter innovador, pues se trata de medidas que ofrecen  nuevas soluciones a viejos problemas, como el de la violencia entre los grupos  o los conflictos interpersonales (Verdiani, 2002, p. 7). 
                                A continuación  resumimos algunas de las experiencias recogidas en esta guía. 
                                1.1 Aprender a vivir juntos (Francia) 
                                Se trata de un kit  pedagógico dirigido a profesores y a alumnos de primaria incluidos dentro del  sistema educativo formal, realizado en la Escuela de la Paz de Grenoble. Constituye un instrumento  adaptable a cualquier contexto escolar o educativo, que permite poner en marcha  una dinámica dirigida a mejorar la calidad de las relaciones en el aula, y a  que los alumnos sean capaces de comprender el valor del aprendizaje compartido  mediante el reconocimiento y la aprobación de valores comunes. 
                                Esta iniciativa va  más allá de un enfoque pedagógico centrado en la transferencia de  conocimientos. Por tal razón, se trata más bien de enseñar conceptos y de controlar  las capacidades, de ofrecer los medios a los alumnos valiéndose de la libertad  de expresión, para que tomen conciencia de sus actos y de lo que esos actos  provocan en el otro (3).  
                                En definitiva, esta  iniciativa se puede sintetizar en: 
                                • Ayudar a los  alumnos a analizar sus comportamientos. 
  • Hacer reconocer a  cada uno, en tanto que individuo, el derecho de ser y de ser respetado por los  otros. 
  • Intentar  construir en su imaginario las representaciones motivadoras y positivas de la  vida familiar, social y escolar. 
                                1.2 Utilizar la fuerza de los grupos de iguales para  prevenir comportamientos violentos (Finlandia) 
                                Este proyecto,  financiado por la Academia  finlandesa y dirigido por Christina Salmivalli (2002), abarca un total de 48  aulas en 16 escuelas de Helsinki y de Turku. Los docentes han contado con  formación específica antes de poner en marcha el proyecto en el aula, que se  centra en los mecanismos colectivos que intervienen en el maltrato, y, por consiguiente,  en el trabajo a realizar sobre el aula entera. 
                                La brutalidad es  una forma de agresión común en la escuela, caracterizada por un acoso  sistemático y repetido que implica un desequilibrio de poder. Para Salmivalli  (2002, p. 41), ese desequilibrio supone que el agresor posee un estatus o una  fuerza superior que le hace más poderoso que la víctima; es decir, que la  brutalidad puede ser directa (golpes e insultos), o indirecta (expandiendo  rumores para manipular al grupo contra el blanco y aislarlo). Pero, en  cualquier caso, las víctimas corren el riesgo de sufrir daños psicológicos y  que ellos perduren, incluso, en ocasiones, durante varios años. 
                                Otro aspecto que  hay que destacar del comportamiento brutal es su carácter de «grupal».  Contrarios a otras manifestaciones de la agresividad, los comportamientos  brutales tienen lugar en presencia del grupo, convirtiéndose dicho grupo en una  especie de apoyo para el agresor. Este programa de intervención se centra sobre  todo en la actitud de esos otros, del grupo, es decir, en los testigos.  
                                La intervención se  basa en un enfoque participativo. No es suficiente transformar el  comportamiento del «tirano», sino que hay que ser capaz de modificar la  conducta de los alumnos que juegan otro rol participante: los supporteurs o los  outsiders, en definitiva, los «defensores» de ese comportamiento. 
                                1.3 La mediación escolar (Francia) 
                                Se trata de una  experiencia llevada a cabo en el Colegio Edouard Vaillant de Gennevilliers,  desarrollada gracias al apoyo del Centro de Mediación y de Formación para la Medicación ( CMFM), inscrito  en el programa interregional de la   UNESCO «Por una cultura de paz y de no violencia en las  instituciones educativas». 
                                La mediación  permite llevar a cabo un proceso de evolución a través de la palabra, guiado  por los mediadores. Estos son intermediarios que facilitan el reencuentro  consigo mismos y que permiten volver a las fuentes del conflicto, y comprender  cómo y por qué se ha llegado al desacuerdo y al deterioro de las relaciones  entre dos o más personas. 
                                La mediación es,  por lo tanto, un auténtico proceso de transformación de sí mismo y del  conflicto. Por otra parte, la formación para la mediación constituye una  educación para la ciudadanía, es decir, se trata de preparar al habitante del  mundo del tercer milenio, y de desarrollar una cultura de paz (Morineau, 2002,  p. 54). 
                                El objetivo  principal de este programa es ofrecer a cada alumno una educación para la  ciudadanía, que, desde la educación primaria, podrá integrar una formación para  la mediación que continuará en la etapa secundaria. Durante una hora a la  semana, a lo largo del curso escolar, se habilitan «espacios de escucha y para  compartir». Este lugar de mediación sirve como espacio de acogida, como punto  de encuentro para todos los conflictos latentes, o para aquellos que ya han  afectado las relaciones profesor/alumno, alumno/alumno, o profesor/profesor. 
                                Día a día, el  espacio de escucha puede recibir al alumno que se encuentra en alguna  dificultad personal o en conflicto con un compañero o con un adulto. Allí, si  es posible, se atiende a uno y a otro conjuntamente.  
                                Si el caso es  grave, la escucha deriva en una mediación que se deberá organizar en los días  subsiguientes. Los mediadores actúan como catalizadores, facilitando el  diálogo. Además, deben detectar lo que subyace de lo más evidente, y ayudar a  los antagonistas a tomar conciencia de la realidad y a restablecer los canales  de comunicación (Morineau, 2002, p. 55). 
                                Así mismo, este  programa contempla la formación del profesorado para la mediación, que  constituye una actividad voluntaria dirigida también al resto del personal de  la escuela (equipo directivo, médicos y enfermeros, empleados de seguridad y  laborales, etc.), e incluso a los padres de alumnos. El período de formación se  desarrolla a lo largo de cinco sesiones de dos días durante el curso escolar,  en grupos de 12 personas, y su objetivo final sería la creación de una red  interescolar de mediadores. 
                                Durante el año  académico 1997-1998 se llevó a cabo este programa de intervención en el citado  Colegio Edouard Vaillant, utilizando un enfoque que favoreciera la experiencia  práctica, con el fin de aprender a descubrir por uno mismo los mecanismos que  se encuentran en el origen de los conflictos interpersonales, y de aprender a  transformarlos para mejorar las relaciones entre los individuos enfrentados. De  ese modo, a través de ejercicios de escucha, de simulaciones, de juegos de rol,  etc., se permite una experiencia profunda de la relación de oposición. Así, la  mediación se experimenta en todas sus fases y en cada uno de sus papeles. 
                                Uno de los datos  más positivos que se destacaron en la experiencia de este colegio fue el de  que, a lo largo de la tercera sesión de formación, los formadores constituyeron  el primer equipo de mediadores con la posibilidad de efectuar «escuchas» bajo  la forma de entrevistas. Así mismo, contribuyeron a elaborar y a enriquecer la  página de Internet sobre mediación en la escuela, después de otro período de  formación especializada (Morineau, 2002, p. 56). 
                                1.4 En clave de paz, un programa pedagógico para el nuevo  milenio (España/Brasil) 
                                Se trató de una  iniciativa realizada durante el año 2000 por la Fundación Catalana  de l’Esplai, con el objetivo de estimular la educación para la paz y los  valores humanos con la ayuda de herramientas pedagógicas lúdicas durante el  tiempo libre de los alumnos. El programa fue experimentado y evaluado en 122  centros, abarcando a 12.500 alumnos y a 1.760 profesores. 
                                En este programa  los jóvenes se convirtieron en auténticos protagonistas, debiendo elegir los  proyectos basados en las relaciones interpersonales, en la resolución de  conflictos, y en la capacidad de compromiso con el medio ambiente. 
                                Uno de estos  proyectos de intercambio de solidaridad se realizó con el movimiento Meninos e  Meninas da Rua, de Brasil (4). El citado programa, dirigido a jóvenes que viven  en las calles, propuso un enfoque crítico sobre la explotación económica y  sobre la marginalización en la que viven. A partir de aquí, se trabajó en una  revisión sobre cuestiones como su comportamiento, sus hábitos y sus actitudes  frente a la discriminación, el consumo, los derechos y los deberes. 
                                El programa de  intervención parte de un concepto de la paz que comprende una doble dimensión:  positiva y holística (Fundación Catalana de l’Esplai, 2002). 
                                El proyecto de  cooperación entre la   Fundación Catalana de l’Esplai y el Movimento Nacional de  Meninos e Meninas da Rua ( MNMMR), se basa en un intercambio España/Brasil de  profesores y de alumnos, y en la organización de encuentros. 
                                El programa se  concreta en dos acciones: 
                                • Una colecta de  fondos para ayudar al MNMMR a mantener sus células de base (reagrupación de  niños de la calle y de educadores en pequeñas unidades de cohabitación en los diversos  estados del Brasil). 
  • La formación  durante el mes de agosto de un grupo de trabajo, «Compartim», para los  educadores de la Fundación,  con el objetivo de trabajar con los niños de la calle.  
                                Este programa  favorece también la educación para la solidaridad, puesto que permite a los  jóvenes adolescentes catalanes participar en los encuentros del movimiento en  favor de los niños de la calle brasileños. Tanto la preparación como la  realización y la difusión de dichos encuentros, parten de un proceso educativo  dinamizado en los centros de enseñanza, y que implica, durante todo el curso  escolar, a alumnos, a sus familias y a su entorno (Ibíd., p. 59). 
                                A través de las  diferentes actividades de animación, de expresión plástica y dramática, de  juegos, de excursiones, de reflexión y debate, y de acciones de solidaridad,  los alumnos pueden mejorar sus capacidades de autoestima, de receptividad y  comunicación, de toma de decisiones, de cohabitación, de análisis y resolución  de conflictos, junto con la cooperación, la creatividad, la actitud crítica y  el compromiso social (Ibíd., p. 60). 
                                Una de las actividades  que se ha convertido en parte central del programa es la organización de la  «Fiesta de mayo», un domingo de ese mes, celebrada en un parque público y con  gran participación de personas, con el objetivo principal de reunir a los  alumnos (niños y adolescentes) y a las familias que participan en el proyecto,  y hacerlo llegar y darlo a conocer a otros habitantes de los alrededores. 
                                1.5 Las palabras son las ventanas, la Comunicación No  Violenta 
                                Se trata de un  método para gestionar los conflictos entre alumnos, y de cómo transformar esa  cólera en energía positiva, ideado por M. B. Rosemberg, quien destaca el papel  determinante que juega el lenguaje (Rosemberg, 1999). 
                                Este autor ha  desarrollado el concepto de «comunicación no violenta» como un modo de manifestación,  de expresión y de escucha, que permite encontrar el contacto auténtico con uno  mismo y con los otros.  
                                A través de los  estudios realizados por el Center for Non-Violent Communication (5), se ha  constatado el aumento progresivo y determinado de la violencia escolar, y, así  mismo, que en la mayoría de las ocasiones los docentes los enfrentan solos. Por  ello, se hace cada vez más necesario el desarrollo de instrumentos y de métodos  prácticos.  
                                En ese sentido, la Comunicación No  Violenta se basa en una práctica del lenguaje que refuerza la actitud de  conservar nuestras cualidades de «corazón», incluso en situaciones extremas. La Comunicación No  Violenta nos lleva a reconsiderar la manera de cómo entendemos a los demás. Las  palabras se convierten en respuestas reflexivas que emanan de una toma de  conciencia de las percepciones, de las emociones y de los deseos. Se proponen  dos tipos de lenguajes (Rosemberg, 2002, p. 68): el «lenguaje jirafa», o  lenguaje del corazón, ya que este animal posee el corazón más voluminoso de los  mamíferos terrestres; y el «lenguaje chacal», que simboliza la manera en la que  utilizan el lenguaje las personas que están preocupadas por la satisfacción de  sus necesidades, y que también están motivadas por el miedo, la vergüenza y la culpabilidad. 
                                Son muchos los  países que han iniciado la introducción de la Comunicación No  Violenta en las escuelas: Bélgica, Estados Unidos, Francia, Israel, Italia y  Suiza. Además, también se han realizado programas destinados a las prisiones, a  las empresas, a los hospitales y a otros contextos profesionales y políticos a  lo largo de todo el mundo.  
                                  Una de las claves  de la Comunicación No  Violenta está en la empatía. Rosemberg la define como una presencia total para  la otra persona, dejando de lado cualquier forma de juicio, e incluso los sentimientos.  Difiere de la simpatía, en la que compartimos con los otros nuestras propias  vivencias. 
                                1.6 Propuesta metodológica de la Comunicación No  Violenta 
                                La propuesta  metodológica de Rosemberg (2002, p. 70) se focaliza en cuatro puntos:  observación, sentimientos, necesidades, y demandas concretas, que ayudan a los  demás a seguir este mismo recorrido, estableciendo una corriente de  comunicación: «Yo digo lo que observo, lo que siento, lo que deseo, y lo que  demando para mi bienestar. Yo comprendo lo que tu observas, lo que tu sientes y  lo que deseas, y lo que demandas para tu bienestar». 
                                En esta propuesta  Rosemberg incide en la importancia de separar el proceso de observación del de  evaluación, puesto que cuando se evalúa se corre el riesgo de que nuestro  interlocutor lo entienda como una crítica y se resista a lo que se le dice. 
                                2. UNICEF 
                                 
                                    
                                UNICEF, como  agencia especializada de las Naciones Unidas para la Infancia y la Adolescencia, de los 0 a los 18 años de edad, es reiteradamente  sensible al fenómeno de la violencia en general contra los niños, las niñas y  los adolescentes, y a su reflejo en el ámbito escolar. En el panorama sobre la  violencia vinculada a la escuela, UNICEF ayuda a través de sus actuaciones y de  sus propuestas a completar el análisis, llamando la atención sobre un problema  previo, el de la violencia estructural, que impide a los niños y a las niñas  acceder a la escuela.  
                                En una amplia  encuesta realizada por este Organismo en Asia oriental y el Pacífico, se  preguntó a los niños, a las niñas y a los adolescentes por qué razón no  asistían a la escuela. Sólo un 19% respondió que no deseaba ir o que no le  gustaba. El 22% había dejado de asistir a la escuela para poder trabajar,  mientras el 43% señaló que la razón de no ir era la falta de dinero. El 22%  señaló la necesidad de ayudar en las tareas del hogar, y el 4% dijo,  simplemente, que en su zona no había escuela. 
                                UNICEF analiza con  claridad el problema en su complejidad: La violencia ocurre en las escuelas, en  las instituciones como los orfelinatos y otras instalaciones de atención  residencial, en las calles, en el lugar de trabajo y en las prisiones. Los  niños sufren violencia en el hogar por parte de sus familias y de otros niños y  niñas. Una reducida proporción de los actos de violencia contra los niños y las  niñas causan su muerte, pero la mayoría no suele dejar marcas visibles. Y, sin embargo,  es uno de los problemas más graves que afectan hoy en día a la infancia  (UNICEF, 2004). 
                                Por otro lado, hay  que tener en cuenta que gran parte de la violencia se mantiene oculta, y que no  son raras las ocasiones en las que los niños y las niñas se abstienen de  denunciar los actos violentos por miedo a que el causante se vengue de ellos.  Se dan circunstancias en las que ni el niño ni la persona que abusa de él son  conscientes de que someter a este a actos de violencia sea inusual o  equivocado. También suele ocurrir que no creen que un acto de violencia sea  realmente violento, tal vez porque lo estiman como un castigo justificado y necesario.  Puede ser que las víctimas infantiles se sientan avergonzadas o culpables, y  que estén convencidas de que merecen haber sido sometidas a actos de violencia  sobre los cuales tal vez no deseen hablar. 
                                A este respecto  UNICEF recuerda, por ejemplo, que: 
                                • 57.000 menores de  15 años fueron asesinados en 2000. 
                                  Las causas más  comunes de la muerte fueron lesiones en la cabeza, daños en el abdomen y muerte  por asfixia deliberada. 
  • En el Reino  Unido, v. gr., los menores de un año tienen cuatro veces más posibilidades de  ser víctimas de un asesinato que cualquier otro grupo de edad, y la muerte de  casi todos ellos es producida por sus propios progenitores. 
  • La Organización Mundial  de la Salud  (OMS) calcula que 40 millones de menores de 15 años sufren abuso o abandono, y  que necesitan atención social y de la salud. 
  • En una encuesta  realizada en Egipto, un 37% de los niños y niñas informó que habían sido  golpeados o atados por sus progenitores, y un 26% manifestó que había sufrido  lesiones tales como fracturas, pérdida de conciencia o discapacidad permanente  como resultado de dicha violencia. 
  • Un 36% de las  madres de la India  comunicó en una encuesta haber golpeado a sus hijos con un objeto de cualquier  tipo en el transcurso de los seis meses anteriores a dicha encuesta. Un 10%  indicó que había dado una patada a sus hijos, mientras un 29% les había tirado  del pelo, y un 28% golpeado con los nudillos. Un 3% dijo haberlos castigado  colocándoles pimientos picantes en la boca. 
  • Una encuesta  realizada en Estados Unidos en 1995 señaló que un 5% de los progenitores que  participaron en el sondeo admitió haber aplicado algún tipo de disciplina a sus  hijos por medio de uno o más de los siguientes métodos: golpear al niño con un  objeto, darle una patada, golpearlo con la mano, o amenazarlo con un cuchillo o  con una pistola.  
  • Las estadísticas  de la policía de Sudáfrica indicaron que, a lo largo de un solo año, se  produjeron 21.000 casos de violación o de asalto a menores de edad, incluso de  tan sólo nueve meses. Únicamente se denuncia uno de cada 36 casos de violación. 
                                  La violencia en la  escuela es, en efecto, reflejo de la sociedad. 
                                Y esto se hace  patente de forma más clara en el mundo no desarrollado. 
                                UNICEF señala que,  entre las causas más importantes de esa violencia, se encuentran la pobreza, el  trabajo infantil, la trata de menores, el SIDA, la ubicación en lugares  geográficos remotos, una infraestructura deficiente, el origen étnico, la  escasa categoría social de las mujeres y la falta de educación de las madres,  los conflictos civiles y los desastres naturales.  
                                Muy a menudo estas  causas se superponen las unas a las otras, y no siempre resulta fácil  diferenciar cómo se relacionan entre sí para ejercer su influencia en la  educación. Para UNICEF, hay una necesidad primordial de recopilar estadísticas  desagregadas, que puedan servir de base informativa para las políticas y para  las prácticas que haya que aplicar en el futuro. Las estadísticas desagregadas  pueden esclarecer, por ejemplo, la forma en la que las niñas se ven afectadas  por una combinación de factores tales como su género, su vulnerabilidad a la  explotación sexual y al SIDA, y su procedencia de hogares de escasos recursos o  de zonas rurales. 
                                En las encuestas  sobre la pobreza, la   Organización destaca que, en las zonas en desarrollo, los  niños y las niñas que viven en el 20% de los hogares con menos recursos tienen  mayor probabilidad de no asistir a la escuela primaria, que aquellos que viven  con mayores disponibilidades.  
                                Pero esta  diferencia también existe entre regiones y dentro de cada uno de los países.  Por ejemplo, aunque en la región de Europa Central y del Este los niños y las  niñas más pobres tienen 1,6 más probabilidades de no acudir a la escuela  primaria, la relación se amplía a 4,5 tanto en Oriente Medio y África del Norte  como en América Latina y el Caribe. Además, incluso en la zona de Europa  Central y del Este, los países presentan profundas disparidades: tanto en  Kazajstán como en Moldavia, los niños y las niñas de los hogares más pobres  tienen por lo menos cinco veces más probabilidades de no ir a la escuela. En  todas las regiones hay países con enormes disparidades: tales son los casos de  Indonesia (5,6); de Eritrea, Madagascar y Zambia (4,9 o más); de India (3,4);  de Nicaragua, Perú, Surinam, Venezuela (6,0 o más), y de Camerún (5,0).  
                                Además, un 77% de  los niños y niñas que no acude a la escuela primaria proviene del 60% de los  hogares más pobres de los países en desarrollo, con niveles más elevados en  América Latina y el Caribe (84%), y en África Oriental y Meridional (80%)  (UNICEF, 2005, p. 6). 
                                Los aspectos de  violencia estructural, a través de su reflejo en la escuela, se agudizan en el  caso de las niñas. UNICEF plantea que eliminar la disparidad de género es, sin  duda, un importante avance hacia la meta más amplia de la educación para todos,  que sería imposible de alcanzar sin una paridad entre niños y niñas. Incluso, y  más importante aún, se trata igualmente de una base para la igualdad entre los  géneros y para la autonomía de la mujer, que, a su vez, son necesarias para  lograr otros objetivos de desarrollo tales como la reducción de la mortalidad  en la infancia, la mejora de la salud de las madres, y la disminución de la pobreza  (UNICEF, 2005, p. 4). 
                                En otro reciente  informe sobre las dimensiones y sobre la profundidad de la pobreza infantil en  el mundo en desarrollo, UNICEF (2003) señalaba que unos 135 millones de niños y  niñas con edades comprendidas entre los 7 y los 18 años no reciben ninguna  educación, y que un 60% de esa cifra está constituida por niñas. Casi todos los  niños y niñas que no reciben educación sufren también otras privaciones.  
                                La aguda disparidad  en la educación que reciben los géneros conduce, a su vez, a que resulte más  probable que sean las niñas las que padezcan otros efectos crueles de la  pobreza, tales como las privaciones de alimentos, de agua potable, de  saneamientos, de servicios de sanidad, de vivienda o de información. 
                                Este hecho supone,  en efecto, una realidad dentro del amplio marco de la problemática sobre  violencia escolar: la disparidad, por razón de género a nivel estructural, se  concreta en numerosos países en abundantísimas situaciones concretas de  desprecio, de infraconsideración, de abuso y de marginación contra las niñas,  por el solo hecho de no ser niños. Si bien esta agresión estructural por razón  de género resulta más evidente en determinados países del mundo en desarrollo,  eso no significa, ni mucho menos, que en los desarrollados haya desaparecido en  la práctica real y cotidiana de la vida escolar. 
                                En el caso de las  niñas, UNICEF (2003, p. 25) hace notar que, por tradición, su situación ha  pasado desapercibida, invisible a los encargados de diseñar y de ejecutar las  líneas de actuación política, la mayoría de las veces integradas por hombres.  Solamente en los últimos años se ha empezado a considerar la educación de las  niñas como un asunto al que se debe prestar atención e importancia. A pesar de  eso, sin duda algunos círculos de poder seguirán discriminando y resistiéndose  a dar a las niñas las mismas oportunidades que a los niños. 
                                En ese sentido,  UNICEF propone que toda iniciativa para conseguir que las niñas vayan a la escuela  debe tener en cuenta el contexto de cada localidad. Se debe considerar con  franqueza la realidad de la discriminación por razones de género. A menudo se  trata de explicar por qué no se han conseguido los resultados esperados  respecto de la educación de las niñas, poniendo como excusa la cultura  «tradicional». 
                                Sin embargo, dicha  excusa resulta cada vez menos verosímil cuando se examina de un modo riguroso. 
                                Recientemente  UNICEF realizó un balance sobre la enseñanza primaria y la paridad entre los  géneros, por considerar el ángulo de la desigualdad por razón de sexo como una  de las prácticas más elementales de violencia en el mundo educativo. En el  informe Progreso para la Infancia,  UNICEF pretende evaluar las mejoras para el mundo infantil a medida que se  aproxima el año 2015, y trata de medir los avances de la humanidad hacia los  denominados Objetivos de Desarrollo del Milenio, que consisten en lograr la  enseñanza primaria universal, la igualdad entre los géneros, y la autonomía de  la mujer. El informe se ha publicado en 2005, año en el que se debe haber  cumplido el primero de los objetivos del Milenio, esto es, eliminar las  disparidades entre los géneros en las enseñanzas primaria y secundaria. 
                                Para UNICEF, dos  regiones ilustran la complejidad de la situación. En Asia Meridional y África  Occidental y Central, la diferencia entre los géneros es todavía una  preocupación primordial. La disponibilidad de la educación en las dos regiones  varía mucho: en Asia Meridional, tres cuartas partes de las niñas asisten a la  escuela, mientras que en África Occidental y Central solamente una proporción  ligeramente superior a la mitad de las niñas participa en la educación. Debido  a que el número de niñas que no acude a la escuela en Asia Meridional es muy  elevado (más de 23 millones, 5 millones más de niñas sin escolarizar que de  niños), la diferencia de género para el mundo en desarrollo, en general, sigue siendo  enorme. Las niñas de África Occidental y Central tienen bastantes menos  posibilidades de educación que las de cualquier otra región del mundo. 
                                Una más de las  barreras que obstaculizan la educación de las niñas en el mundo tiene que ver  con el problema de la seguridad en las escuelas. En torno a esta cuestión,  UNICEF constata una serie de situaciones que deben afrontar los niños, pero que  inciden especialmente en las niñas: 
                                • Si los niños  deben recorrer largas distancias hasta llegar a la escuela, los progenitores  quizás sean más reticentes a permitir a sus hijas que se desplacen, debido a  los riesgos que pueden correr para su seguridad personal. 
  • La violencia  física en las escuelas, en particular la intimidación y los castigos  corporales, afectan tanto a los niños como a las niñas. No obstante, es mayor  la probabilidad de que estas últimas puedan ser víctimas de violencia sexual, llegándose  incluso a la violación. 
  • La tradicional  división del trabajo en función del género se reproduce también en la escuela.  A veces las niñas tienen que realizar tareas de mantenimiento en lugar de  estudiar, o se les niega el ejercicio físico, y, en ocasiones, hasta sufren acoso  moral y sexual. 
  • A menudo se  carece de instalaciones de higiene o de saneamiento adecuadas en los edificios  escolares, lo que constituye un problema grave, sobre todo en el caso de las niñas  y de las adolescentes. 
  • La falta de  profesorado femenino, y la consiguiente carencia de modelos a imitar y de  posibles confidentes, suele provocar una pérdida de seguridad entre las niñas  asistentes a la escuela. 
  • La violencia de  género, que puede llegar hasta la violación y el embarazo precoz, el matrimonio  forzado y la propagación del SIDA, que sobre todo afectan a las niñas en los  campamentos de refugiados y en las escuelas (UNICEF, 2005b). 
                                  La sensibilidad  hacia las cuestiones relacionadas con el género constituye un aspecto  fundamental de toda la programación de UNICEF.  
                                  Acabar con los  prejuicios y con la discriminación de género es prioritario para mejorar la  condición de las mujeres y de las niñas, y para alcanzar la igualdad de género  en la educación. El objetivo final es la eliminación de la desigualdad por  razones de sexo, y también de las prácticas y de las políticas  discriminatorias, tanto de las evidentes como de las estructurales. 
                                  Este es el  propósito principal del análisis de género, que debería ser una condición  previa para la identificación y la comprensión de los problemas relacionados  con la educación, y para la consideración de la violencia escolar en general. 
                                3. OMS (Organización  Mundial de la Salud) 
                                  
                                Por su lado, y dada  la vinculación esencial entre la prevención y la resolución de los casos de  violencia escolar con la salud individual y social, la Organización Mundial  de la Salud se  ha hecho eco de la magnitud y del impacto de la violencia en el mundo entero, y  ha realizado esfuerzos por analizar sus causas, por determinar los factores de  riesgo, y por describir las posibles modalidades de intervención. 
                                En su Informe sobre  la violencia y la salud (2003) se recoge la resolución de la Asamblea Mundial  de la Salud de  1996, en la que se declaró que la violencia es un problema de salud pública  fundamental y creciente en todo el recuadro. En dicha reunión se resaltaron las  graves consecuencias de la violencia, y la necesidad de establecer actividades de  salud pública para afrontar el problema. 
                                  Entre los objetivos  generales se destaca la necesidad de aumentar la conciencia acerca del problema  de la violencia en el mundo, y de establecer los mecanismos de prevención.  Entre los objetivos específicos se señalaron: 
  • Describir la  magnitud y las repercusiones de la violencia en el mundo. 
  • Definir los  factores de riesgo fundamentales de la violencia. 
  • Presentar los  tipos de intervención y de respuestas de políticas que se han puesto en  práctica. 
  • Realizar  recomendaciones para la acción a nivel local, nacional e internacional. 
                                Así mismo, el  Informe hace referencia a los diferentes tipos de violencia que existen en todo  el mundo en la vida cotidiana de las personas, y que constituyen el grueso de  la carga sanitaria que la violencia impone. 
                                La definición que  propone la OMS  para la violencia es la que sigue: El uso intencional de la fuerza o el poder  físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo de comunidad,  que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños  psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones (OMS, 2003, p. 5). 
                                  Esta definición  vincula la intención con la comisión del propio acto, independientemente de las  consecuencias que se producen. Se excluyen de la misma los incidentes no  intencionales. Es importante destacar la palabra «poder» en esta definición,  junto con la expresión «uso intencional de la fuerza física». 
                                La definición propuesta  por la OMS cubre  una amplia gama de consecuencias, tales como los daños psíquicos, las  privaciones y las deficiencias del desarrollo. Por ello, es importante tener en  cuenta los actos de violencia que no provocan lesiones o muerte, y cuyas consecuencias  pueden ser inmediatas o latentes. Para la OMS es relevante definir la violencia no sólo  atendiendo a los resultados de lesión o de muerte, porque eso limita la  comprensión del efecto global de la violencia en las personas, en las  comunidades y en la sociedad en general.  
                                Sin embargo, el  aspecto más característico de la definición de la OMS es su aporte en el terreno  de la salud pública. Para la   Organización este enfoque es de carácter interdisciplinar, y  extrae conocimientos de disciplinas como la medicina, la epidemiología, la  psicología, la criminología, la sociología, la pedagogía y la economía. Por  ello, es un enfoque innovador y receptivo con respecto a una gran variedad de enfermedades  y de lesiones a nivel mundial. Así mismo, dicho enfoque hace hincapié en la  acción colectiva, pues las iniciativas de cooperación de sectores como la  educación, la salud, los servicios sociales, etc., ha demostrado su eficacia. 
                                El enfoque de salud  pública concede especial importancia a las medidas de prevención. 
                                En la citada  Asamblea de 1996 no sólo se declaró que la violencia es un importante problema  de salud pública, sino que se pidió a la Organización que  elaborara una tipología de la violencia para caracterizar los diferentes tipos  que existen y los vínculos que hay entre ellos. Así, la clasificación de la OMS divide la violencia en  tres categorías generales, a partir de quién comete el acto: violencia  autoinflingida (comportamiento suicida, autolesiones); violencia interpersonal  (familia o pareja, comunidad); y violencia colectiva (social, política o  económica) (OMS, 2003, p. 6). 
                                En relación con la  naturaleza de la violencia, los actos violentos pueden ser físicos, sexuales,  psíquicos, o aquellos que incluyen privaciones o descuidos. 
                                A la hora de  explicar y de comprender la naturaleza de la violencia, el Informe de la OMS plantea un enfoque o  modelo ecológico que explora la relación entre los factores individuales y contextuales,  y que considera la violencia como producto de muchos niveles de influencia sobre  el comportamiento. Entre esos niveles destacan (OMS, 2003, pp. 13 y ss.): 
                                • El nivel  individual, que pretende identificar los factores biológicos y de la historia  particular que influyen en el comportamiento de una persona. 
  • El nivel de las  relaciones sociales (amigos, pareja, miembros de la familia), que aumentan el  riesgo de convertirse en víctimas o en agresores. 
  • El nivel de la  colectividad, que examina los contextos de la comunidad en los que se inscriben  las relaciones sociales, tales como la escuela, el lugar de trabajo y el  vecindario, y que busca identificar las características de esos ámbitos que se  asocian con ser víctimas o agresores. 
  • El nivel social,  que examina los factores sociales que con mayor frecuencia determinan las tasas  de violencia. En este nivel se tienen en cuenta elementos como los que crean un  clima de aceptación de la violencia, los que reducen las inhibiciones contra  esta, y los que crean y mantienen las brechas entre los distintos segmentos de  la sociedad, o que generan tensiones entre diferentes grupos o países,  destacando: 
                                — Normas culturales  que apoyan la violencia como una manera aceptable de resolver los conflictos.  
  — Actitudes que  consideran el suicidio como una opción personal, más que como un acto de  violencia evitable. 
  — Normas que  asignan prioridad a la patria potestad por encima de cualquier otra apreciación  sobre los hijos. 
  — Normas que  refuerzan el dominio masculino sobre las mujeres y sobre los niños. 
  — Normas que  respaldan el uso excesivo de la fuerza policial contra los ciudadanos. 
  — Normas que apoyan  los conflictos políticos. 
  — Políticas  sanitarias, educativas, económicas y sociales que mantienen altos niveles de  desigualdad económica o social entre distintos grupos, sobre todo teniendo en cuenta  los efectos de la globalización. 
                                  Para la OMS, el modelo ecológico  destaca las múltiples causas de la violencia y la interacción de los factores  de riesgo que operan dentro de la familia y de la escuela, y en los ámbitos  social, cultural y económico más amplios. 
                                Bibliografía 
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                                  -Organización  Mundial de la Salud  (2003): Informe mundial sobre la violencia y la salud, Ginebra, OMS. 
                                  -Rosemberg, M. B.  (2002): «Les mots son des fenêtres. Initiation à la communication nonviolente »,  en Verdiani, op. cit., pp. 67-71. 
  — (1999): Les mots  son des fenêtres (ou bien ce sont des murs). Initiation à la communication  non-violente, París, Syros. 
                                  -Salmivalli, C.  (2002): «Utiliser la force des groupes de pairs pour prévenir les comportaments  brutaux», en Verdiani, op. cit., pp. 41-44. 
                                  -UNICEF (2005):  Progreso para la infancia. Un balance sobre la enseñanza primaria y la paridad  entre los géneros, abril, 2, Nueva York 
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  — (2004): Hoja de  datos: Violencia, Nueva York, UNICEF. 
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                                  -Verdiani, A.  (2002): Bonnes pratiques de résolution de conflicts en milieu scolaire. Quelques  exemples, París, UNESCO. 
                                Notas. 
                                1 Ver «Educación  para la no violencia» en www.unesco.org/education/nved/index.html. 
                                  2 Esta publicación  se encuentra disponible para su descarga en http://unesdoc.unesco.org 
                                  3 Ver Verdiani (2002): Apprennons à vivre  ensemble, pp. 33-36. 
                                  4 Ver  www.mnmmr.org. 
                                  5 Ver www.cnvc.org. 
                                Revista Iberoamericana de Educación Nº 38                                  |