  
                                    El 3,5% de los escolares de entre  9 y 18 años se confiesa agresor y el 6,5% víctima de los ataques de sus  compañeros del colegio. Así lo revela un estudio de la catedrática de  Psicología en la   Universidad de Córdoba Rosario Ortega, investigación que ha  sido publicada como un capítulo de la obra Tackling violence in school: The  european approach, que pulsa el grado de violencia escolar que en la actualidad  se vive en Europa. Aunque el asunto no es nuevo, la muerte de Jokin, un menor  de 14 años vasco que se suicidó el pasado 21 de septiembre a consecuencia,  presuntamente, del hostigamiento y humillación que supuestamente sufría en la  escuela, ha reactivado la presencia masiva de lo que los expertos llaman  bullying en el candelero informativo de la actualidad. La profesora Ortega, que  es además responsable del Grupo de investigaciones pedagógicas de la  universidad cordobesa y directora del departamento de Educación, explica para  los lectores de Diario Cordoba las profundas claves psicológicas que se  esconden detrás del fenómeno. 
                                    Empecemos por el principio. ¿Qué es el ’bullying’? 
                                    Un fenómeno de violencia  interpersonal injustificada que ejerce una persona o grupo contra sus  semejantes y que tiene efectos de victimización en quien lo recibe. Se trata  estructuralmente de un abuso de poder entre iguales. 
                                    Entonces, ¿no es exclusivo de los niños y las escuelas? 
                                    No. Lo que ocurre es que se ha  acuñado para definir la violencia entre escolares porque somos los  investigadores de psicología evolutiva y de la educación los que más hemos  estudiado esto. Mire, bullying es un término popular inglés, como aquí  gamberro. Su origen es el mobbing, que significa abuso de unos a otros, acoso.  Cuando el mobbing, que es una palabra sueca y noruega, se traduce al inglés, la  palabra que se encuentra adecuada para traducirlo es bullying. Por lo tanto, es  simplemente la traducción al inglés del término mobbing. 
                                    Es decir, ¿todos podemos ser víctimas de algún tipo de ’bullying’? 
                                    La mayoría de nosotros hemos  padecido esta violencia. En la memoria del 80% de la gente hay un episodio,  bien como protagonista, amigo, agresor (los llamados bullies) o víctima. 
                                    ¿Cómo se manifiesta? 
                                    El bullying es violencia que  puede ser verbal, física, psicológica, directa e indirecta. Estas cinco  categorías no son puras, pueden mezclarse entre sí. 
                                    ¿Durante cuánto tiempo puede prolongarse? 
                                    Esto es muy interesante, porque  la gravedad de la violencia interpersonal injustificada prolongada se mide  también por el tiempo que dura. Cuando es una cosa puntual, de una o dos veces  o semanas, es casi una cosa episódica. Incluso puede llegar a ser hasta accidental,  fruto de un malentendido. Pero el bullying grave se prolonga normalmente  durante un curso académico, y es muy grave si va más allá de este tiempo. 
                                    ¿Se da más en niños o niñas? 
                                    Los niños están más implicados  que las niñas. La ratio es por cada cinco niños, una niña. Pero pueden ser  tanto víctimas como agresores. En este sentido, el problema del machismo o la,  digamos, estimulación que la sociedad está haciendo a los varones para que sean  gallitos les viene fatal porque les estimula al enfrentamiento, a resistir. En  general los chicos están más implicados, pero las chicas empiezan a hacerlo  hasta en formas en que antes no estaban implicadas, por ejemplo en violencia  física o sexual. No obstante, el bullying de las chicas suele ser más de  violencia indirecta. Por ejemplo, la exclusión social —con esta no te juntes —,  el aislamiento o la difusión de rumores. 
                                    Pero supongo que unos son más propicios a sufrir esto que otros... 
                                    Sabemos el perfil global de la  víctima y el del agresor. El niño que permite durante tiempo prolongado ser  victimizado es un niño un poquito más inseguro, tímido, hiperrespetuoso, suele  sacar buenas notas... Jokin era un retrato robot del caso más grave de  bullying, cumplía todos las características descriptivas. Pero eso no quiere decir  que por ser así una persona vaya a ser una víctima. Hay que diferenciar entre  episodios espontáneos y aislados. El niño o la persona no debe ablandarse ni  permitir que ese hostigamiento sea permanente, pero tiene que saber cuándo y  cómo resolverlo de forma pacífica. En cuanto al agresor, también es inseguro y  tiene problemas, pero no se los queda para adentro y en cambio se apoya en los  demás y culpa a la víctima de la agresión. No hay que dejarle pensar que las  cosas salen bien siendo así. 
                                    ¿A qué edades afecta más? 
                                    La edad es una variable muy  determinante. Las edades donde hay más bullying son de los 10 hasta los 15  años, es decir, los dos últimos años de primaria y los primeros de secundaria.  Un detalle muy importante de las investigaciones es que a los 16 años esto  declina mucho: a partir de que los niños han pasado el periodo más agitado de  lo que llamamos la adolescencia, ese bullying extenso y medio blando  desaparece, pero los problemas que quedan en el agresor ya tienen formato  criminal. 
                                    Si ’bullying’ es violencia injustificada, ¿es que no tiene causas? 
                                    Sí, sí, claro que las hay. Pero  no son causas, sino factores. Lo que ocurre es que son al mismo tiempo  desencadenantes, es decir, que van a estimular que aparezca y se mantenga, y de  prevención del riesgo. Son cuatro grandes: el propio sujeto, el contexto social  familiar, la escuela y el contexto social general. Si ve violencia en casa, se  crea la tendencia a repetirla. Además, es muy importante el diálogo con los  padres y que las escuelas tengan programas de prevención tipo tolerancia 0,  porque no basta con educar en valores, sino que hay que actuar. Y si en una  sociedad hay violencia estructural, como por ejemplo a causa del machismo, el  contexto se convierte en factor negativo, porque no se distingue bien entre el  bien y el mal. 
                                    O sea, que todo esto guarda relación con la violencia de género... 
                                      Estructuralmente y  conceptualmente, no se diferencian, porque la violencia de género es también un  abuso de poder injustificado que cursa con victimización, daño psicológico e  impunidad moral de la víctima. ¿Cual es la diferencia? Los personajes y los  escenarios. 
                                    ¿Existe permisividad al ’bullying’ en el aula? 
                                    Según mis investigaciones, el 85%  de los escolares saben decir quién está maltratando a quién, pero le tienen  tanto miedo al matón que no lo dicen. Eso significa que todo el mundo en el  aula lo sabe pero no hace nada. 
                                    *Rosario Ortega es Catedrática de  Psicología. Miembro de la Sociedad Española de Psicología de la Violencia. Ha  estado al frente del Instituto de Ciencias de la Educación de Sevilla. Dirige  en la Universidad de Córdoba el Departamento de Educación. 
                                    Diario de Córdoba, Noviembre 2005                                      |