|  
 La práctica de  sexting o sexteo entre los adolescentes es la puerta de entrada para que las  redes de trata de blancas hagan contacto con menores de edad vía Internet y las  enganchen para utilizarlas en actividades de explotación sexual.
 Francisco Gutiérrez  Rodríguez, director del Centro de Evaluación Psicológica de la Universidad de  Guadalajara dijo que al compartir imágenes vía mensajes de texto con contenido  sexual, a conocidos o en portales de internet, los y las jóvenes se exponen a  que sean identificados, engañados y en algunos casos atraídos por bandas  dedicadas a la comercialización sexual infantil.
 
 Esta tendencia  entre los jóvenes, de enviar imágenes de ellos mismos desnudos o en situaciones  de índole sensual, podría ser mal utilizada por las personas que lo reciben, lo  que podría tipificarse como delito, aseguró el académico.
 
 “Existen muchos  portales en los que los grupos de crimen organizado, a través de personalidades  ficticias tienen acceso a salas o chats para jóvenes o menores de edad con la  finalidad de captar a posibles victimas, establecer su confianza y después  reclutarlas”, dijo Gutiérrez Rodríguez.
 
 En casos menos  graves, las fotografías y texto con contenido sexual que envían las y los  jóvenes a sus amigos, conocidos o parejas son utilizadas para degradar su  imagen, lo que causa efectos psicológicos graves a corto y largo plazo, señala  el investigador de esta casa de estudios.
 
 Las consecuencias  psicológicas van desde depresión, estados de ansiedad, problemas académicos,  aislamiento de la familia por miedo a contar lo sucedido y bullying por parte  de los amigos o compañeros de escuela.
 
 Ante lo que  Gutiérrez Rodríguez catalogó como una moda provocada por las tecnologías de la  información, los adolescentes y jóvenes deben de atreverse a decir no cuando un  conocido los presione para tomarse y compartir este tipo de contenidos.
 
 “Como antes pedían  ‘la prueba de amor’, los novios suelen presionar las chicas para que se  fotografíen, por ello es importante trabajar las habilidades sociales y de  relaciones en los menores de edad, para que tengan herramientas con las que  puedan decir que no sin sentirse culpables y no ser presas de la manipulación  ni la presiones de los otros”, señala.
 
 Recalcó que  cualquier joven, sin importar el tipo de relaciones que tenga, tiene  derecho a decir que no sin dar explicaciones,  a comentar este tipo de peticiones y a denunciar a quien lo obligue, intente  intimidarlo o presionarlo, por lo que deben acudir siempre con sus padres, sus  profesores o con un especialista en el tema.
 
 Guadalajara, Jal., 16 de agosto de 2011
 Universidad de Guadalajara |