Revista de Antiguos Alumnos del IEEM /Diciembre 2009
Universidad de Montevideo
El investigador y profesor estadounidense fue invitado por la Universidad de Montevideo para disertar sobre “La familia, pilar para la construcción del bienestar social”. Lichter argumentó a favor del “matrimonio saludable”, se refirió al mejor ambiente para educar a los hijos y opinó sobre las políticas de promoción de la familia.
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En Uruguay, en lugar del matrimonio, la convivencia ha crecido en las nuevas generaciones. Algunas personas lo consideran algo coherente porque los jóvenes de esta manera prueban su pareja y esto puede ayudar a un mejor matrimonio luego. Pero usted ha encontrado algo muy diferente en las investigaciones que ha hecho. Cuéntenos acerca de sus resultados y explique el término “convivencia en serie”.
En los Estados Unidos uno de los mayores cambios en la vida de las familias es la convivencia antes del matrimonio. Los datos estadísticos muestran que los índices de divorcio son más altos entre quienes cohabitan antes de casarse, que entre quienes no lo hacen antes de contraer matrimonio.
Las personas que conviven antes de casarse están menos comprometidas con el matrimonio; el vivir juntos les genera problemas que no logran resolver y eso debilita la relación hasta su ruptura.
La evidencia muestra que quienes conviven antes de casarse tienen una tasa de divorcio 30-40% más alta que quienes se casan primero. A partir de la evidencia podemos considerar que la convivencia previa al matrimonio provoca índices más altos de divorcio. Respecto a esto no tengo una respuesta a por qué sucede, no se han investigado los porqués de las separaciones, aunque tengo mi teoría. Mi teoría es que en los Estados Unidos las parejas se involucran en primera instancia en relaciones sexuales y lo hacen muy rápidamente y continúan juntas sin que realmente haya una conexión como pareja, sin que otro tipo de cosas los unan. Así sucede que conviven y luego se casan, pero con una persona que quizá no se casarían si la hubieran conocido en circunstancias de amistad o si hubieran tenido otro relacionamiento como pareja, no tan superficial.
Dentro del mismo tema, llamo “convivencia en serie” a la convivencia con varias personas en distintos momentos a lo largo de un período. Es como un círculo de citas intensivas, una detrás de la otra. Esto genera incluso niveles más altos de separaciones que los mencionados. Y por lo general de las distintas parejas nacen hijos. Nunca se casan, generan vínculos amorosos, tienen hijos, y se separan. Convivir aumenta mucho las posibilidades de tener hijos, y dado que, según mi “teoría”, no tienen compromiso mutuo, esas parejas no tienen el compromiso de “luchar” por la familia y rompen sin mayores inconvenientes.
Y sucede que la mujer, con un hijo o dos de su pareja anterior, enseguida busca a alguien que le sirva de apoyo, tanto económico como emocional, una vez más (se da en la mayoría de los casos) sin que sea la persona adecuada para ella. Si se casan, los índices de divorcio son muy altos, justamente porque no es una pareja con una base sólida. En Estados Unidos esto es una realidad que viene creciendo con los años, más que nada en los sectores más pobres de la sociedad.
¿En Estados Unidos la familia y el matrimonio son defendidos sólo por los republicanos y los conservadores? ¿Son estos temas patrimonio de la derecha o de la izquierda, o sólo son defendidos por los religiosos?
Ambas partes apoyan a la familia como base de la sociedad. No es un lado o el otro. La diferencia está que del lado conservador plantean que el matrimonio es lo ideal para todos, mientras que los demócratas dicen que el matrimonio no es para todos, que algunos matrimonios no son saludables, por ejemplo porque uno de los dos es violento o tiene problemas con las drogas o el alcohol; no quieren promover el matrimonio entre personas así. Ambos son religiosos, tanto republicanos como demócratas, aunque tienen distintas tradiciones. Tienen distintos puntos de vista sobre algunos temas importantes, como el aborto, los demócratas son pro-elección, mientras que los republicanos son pro-vida. Son perspectivas que no se pueden reconciliar.
Tanto para demócratas como para republicanos la familia es algo que debe apoyarse, reconocen que conforma el pilar de la sociedad. Las diferencias están en las políticas que cada parte desarrolla para proteger a la familia. Tienen a su vez una visión distinta de lo que es la familia, unos tienen como familia a la tradicional, conformada por ambos padres con sus hijos, en la que el padre es el sustento de la familia; los otros aceptan las familias conformadas por dos personas de mismo sexo que adoptan a un niño, una madre soltera con sus hijos.
¿Hay datos que demuestren cuál es el mejor ambiente familiar para que crezcan los hijos?
En general, lo que muestra la evidencia es que el mejor ambiente para los niños es vivir con sus dos padres biológicos casados. Esta característica genera un mejor ambiente para los hijos, a nivel emocional y de desarrollo intelectual, son menos proclives a meterse con las drogas, a cometer delitos, a dejar la escuela, al embarazo adolescente. Pero decimos en general, porque claramente no es bueno para los hijos vivir con un padre que es violento con ellos o con su madre. Hay que ser conscientes de que no todos los matrimonios son funcionales, y de que algunas veces el matrimonio es el problema. El tema es cómo ayudarlos sin promover el divorcio.
El matrimonio no es una panacea para los problemas, quienes contraen matrimonio tienen que tener un buen trabajo, apoyarse mutuamente, respetarse, ser fieles… el matrimonio es una parte del gran paquete. Lo que hay que promover son los matrimonios saludables.
¿Las familias están cambiando porque han cambiado los valores que antes dominaban en la sociedad?
La secularización de la sociedad ha traído diferentes ideas sobre distintas cosas, incluida la familia. Incluso en la prensa, ya no hablan de “la familia” transmitiendo una idea uniforme, hablan de “las familias”, porque reconocen distintos tipos de familias. No hay un acuerdo en qué es la familia, por eso el gobierno de los Estados Unidos define a la familia como cualquier persona que esté unida por sangre, matrimonio o adopción. La familia tradicional del padre que sale a trabajar y de la madre que cuida a sus hijos es solo el 10% de la población. La familia ha ido cambiando. No creo que haya que volver hacia atrás, la economía ha cambiado y eso ha llevado a la mujer al mercado laboral, eso genera un cambio en la familia tradicional. Además, que la mujer trabaje no necesariamente implica que sea una mala madre. Aunque hay muchos casos en que eso sucede. Pero la verdad es que no hay una respuesta única a la problemática.
¿Cuál es la situación familiar de los inmigrantes?
Los inmigrantes tienen familias muy fuertes, especialmente los que provienen de Centroamérica y de Latinoamérica. Cuidan de su salud, se apoyan mutuamente para salir adelante, la familia es su núcleo y lo mantienen unido, es lo propio en un país extraño. Son menos proclives a consumir drogas y a tener relaciones sexuales inapropiadas. Pero esto sucede con los recién llegados, creo que cuando se “americanicen” las segundas generaciones, los que hoy son niños o adolescentes, cambiará esta tendencia que traen de sus países de origen. Cuando se inserten del todo en la sociedad americana, y tengan mayor influencia de lo que los rodea (pares, música, televisión…) creo que las segundas generaciones no lo harán tan bien.
Actualmente en Uruguay un tema sobre la mesa es la violencia doméstica contra las mujeres. ¿Existe evidencia que muestre correlación entre la violencia y el tipo de estructura familiar?
Si hay violencia en la convivencia o en el matrimonio seguramente la mujer y los niños estarán mejor alejados de la violencia, aunque eso signifique romper una familia. La evidencia muestra que la violencia se da más entre quienes conviven que entre los que están casados. Los hombres violentos suelen ser controladores, generan dependencia tanto económica como emocional con las mujeres, y tanto ellas como los niños son física y/o emocionalmente violentados. La mujer no puede dejarlo, se quedaría sola, sin nada, y muchas veces recibe la amenaza de que le sacará a sus hijos. Cuando la violencia es sólo hacia la madre, eso afecta el cuidado de los hijos porque esa mujer, dadas las circunstancias de maltrato, modificará su calidad de madre y el cuidado de sus hijos. Por eso el matrimonio en estos casos no puede ser promovido, no queremos que mujeres se casen con personas de las que se sienten emocionalmente dependientes, porque eso las tira para abajo y es contraproducente para la crianza de los hijos. Esos matrimonios no son saludables.
Usted conoce varias políticas de promoción del matrimonio en los Estados Unidos. ¿Qué nos puede decir sobre ellas?
No sabemos mucho acerca de si las políticas funcionan o no, no se ha estudiado aún el impacto. Una ley de 1996, la primera en esta materia, promueve la familia y alienta al matrimonio como mejor ámbito para que nazcan los hijos. Pero no hay evidencia de que se haya hecho algo además de promulgarla. La realidad es que muchos estados no han hecho nada para que haya cambios en esta materia. Existe una ley, se asignan recursos pero muy pocos son los estados en los que se promueve la familia, sea a través de políticas, de programas o de publicidad en la vía pública. Y, a su vez, los que existen aún no producen evidencia para conocer sus resultados; en algunos años se podrán medir. Además cada estado experimenta con distintos programas de ayuda social, por lo cual es muy difícil hablar en general porque no todas las prestaciones que se dan tienen las mismas condiciones ni características, por lo cual no se conoce el alcance que tienen realmente.
Vale la pena mencionar que hay algunas políticas que conllevan incentivos negativos respecto del matrimonio. En la legislación de un estado benefactor, en general, los beneficios se cuentan para parejas que conviven y tiene hijos, para una madre soltera y los hijos. Si la madre soltera se casa, cuentan como que tiene el sueldo de su esposo a disposición y deja de recibir la prestación social. Es decir, si se quiere casar tiene que renunciar al ingreso fijo que por ley le corresponde. Esto genera problemas para la promoción del matrimonio. ¿Cómo compatibilizar ambas cosas? En mi opinión, creo que deberían considerar el sueldo del esposo en un porcentaje menor, no en su totalidad, y de esa manera seguir apoyado a la mujer y al niño.
Sucede al revés en otros lados, por ejemplo en el estado de Virginia les aumentan la prestación social si pasan de la convivencia al matrimonio. Pero esta no es la solución. El objetivo no es que la gente se case porque les dan dinero, se busca que las políticas ayuden a que las personas puedan sentirse libres de casarse y sepan que al hacerlo generan beneficios para sus hijos, para sus familias.
Hay cierta segregación en nuestra sociedad, podría hablarse de desintegración. Usted ha investigado sobre problemas de integración en Estados Unidos. ¿Qué nos puede decir sobre este tema y la relación con la familia?
Estados Unidos es una sociedad muy segregada por dos factores que a veces confluyen: racial y económico. La pobreza está concentrada en las grandes ciudades, y en el campo, en las áreas más alejadas. En estas áreas alejadas de las ciudades hay porcentajes muy altos de pobreza, alrededor del 70%, y eso es algo que afecta profundamente a la familia. En la frontera entre Texas y México hay más de un 80% de pobreza en los niños. La segregación es fundamental. Por el lado económico, si esas zonas tuvieran fuentes de trabajo dignas, escuelas y ayuda social para estas familias seguramente podrían ascender, moverse y dejar se estar excluidos, para integrarse a un núcleo poblado con mejores oportunidades. Pero esas cosas no existen y no pueden progresar.
Otro problema es el tema de las viviendas, en Estados Unidos se suele congregar a todos en un misma área, o sea, que en estas zonas todos son pobres, porque así se ha organizado, sólo interactúan entre sí, no conocen otras formas de vida, otras oportunidades. Y esto es como un círculo negativo que se alimenta a sí mismo. Hoy en día el gobierno instauró un sistema de vouchers para casas, las familias que obtienen esos vouchers pueden elegir mudarse a otra zona. No se ha terminado de implementar, pero pronto se sabrá cómo cambiarán esas familias que tienen la oportunidad de pasar a un mejor entorno. Esta es una de las formas en que el gobierno está interviniendo. También sucede que por propia elección las personas que comparten características culturales se segregan y viven como en guetos, pero es difícil separar las preferencias de vivir así de otras razones…
Pero los vouchers son todo un tema, porque el gobierno quiere esparcir a los pobres, que no estén concentrados en una zona, que se inserten en barrios y zonas de distinto nivel económico, pero la gente tiene el prejuicio o la idea de que eso va a empeorar su calidad de vida y que aumentará la criminalidad, algo que puede llegar a suceder, por eso es algo que causa revuelo y aún genera problemas.
Fue recientemente electo como presidente de la Sociedad sociológica rural (Rural Sociological Society). ¿En qué campos del ámbito rural está investigando y qué nos puede adelantar?
Estudio el problema de la pobreza en las zonas rurales desde hace más de 30 años. Me interesa estudiar cómo es su vida, qué educación reciben, qué tanta pobreza hay, dado que viven en guetos rurales propiamente dichos. Actualmente estoy investigando lo que llamo “boom-town” de latinos, se trata de inmigrantes latinoamericanos que van a las zonas rurales a trabajar en distintos tipos de plantaciones y en fábricas. Y las llamo boom-town porque pasaron de ser 25 personas en una misma zona a ser 750 en poco tiempo. Y la pregunta es ¿qué tan bien están estas comunidades?, ¿cómo viven? Tomando en cuenta temas como la pobreza, la educación, los trabajos, el inglés como su segunda lengua, la interacción con otras personas distintas de ellos. Estos son algunos temas sobre los que me estoy preguntando actualmente en este estudio.
*Ph.D. Universidad de Wisconsin; profesor de Análisis de políticas, Universidad de Cornell; director de Bronfenbrenner Life Course Center, Universidad de Cornell; editor de Demography; presidente de la Association of Population Centers. |