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Cómo es una terapia de pareja
Jorge Gonzalvo Marín

Foto: lovedesire.blog.com 

Se considera que una pareja presenta un funcionamiento sano cuando ambas partes se encuentran satisfechas y dan y reciben de forma balanceada. Cuando este equilibrio se ve roto y la satisfacción marital de un miembro, o de ambos, se tambalea, se hace necesaria una intervención psicológica que recupere el equilibrio perdido. Pero muchos temen hacerlo y suelen preguntarse con frecuencia cómo es una terapia de pareja.

Instrucciones

  1. Las principales áreas en que debe mantenerse el equilibrio y por las que la pareja sufriría un deterioro si se viesen afectadas, son: 1) El área afectiva: los intercambios afectivos, sexuales, comunicación, muestras de compañerismo y de apoyo. 2) El área instrumental: decisiones respecto al cuidado y educación de los hijos, decisiones económicas, laborales, y reparto de tareas domésticas. 3) Subproductos de la relación de pareja, como la apariencia del cónyuge, el tiempo libre de cada uno y el poder tomar decisiones de manera independiente (aquellas que no atañen a la pareja).
  1. Cuando la pareja acude a consulta para solucionar sus problemas, la terapia se divide en tres momentos. El primero de ellos corresponde a la evaluación. Aquí se realiza una entrevista conjunta y una entrevista individual con cada miembro, donde se obtiene la percepción del problema desde el punto de vista de cada cónyuge y por las que conocemos también sus puntos fuertes como pareja.
  1. La segunda etapa corresponde al tratamiento. Éste puede llevarse a cabo de varias maneras, en función de la problemática que presente cada pareja en concreto. Una terapia de pareja “estándar” podría englobar las siguientes áreas: trabajar el acercamiento afectivo, trabajar las habilidades de comunicación o hacer lo propio con las habilidades de solución de problemas.
  1. Trabajar el acercamiento afectivo. Es importante centrarse en las cosas buenas que hacen el uno por el otro, estar atento a los detalles positivos y saber observarlos y valorarlos. Esto permite un “alto el fuego”, una especie de pacto de “no agresión mutua” y permite ver a la pareja con otros ojos, sin centrarse sólo en lo negativo. De este modo se cambia la percepción que se tiene del cónyuge y se consigue una base con la que trabajar mejor las dificultades que presentan, además de preparar el terreno para saber entender realmente al otro. Algunas técnicas que se emplean son el registro de conductas agradables, la realización de deseos, el listado de actividades placenteras, entre otras.
  1. Habilidades de comunicación. Es importante saber transmitir de forma clara qué es lo que molesta y porqué, sin emplear mensajes vagos y generales, ni acusaciones o reproches que nos pongan a la defensiva en lugar de intentar solucionar el conflicto. Pueden enseñarse habilidades de habla y de escucha, para lograr una mejor comprensión. Además de técnicas de comunicación también se emplean habilidades afectivas y de empatía.
  1. Habilidades de solución de problemas. Una vez trabajada la base afectiva y que la pareja pueda escucharse de verdad, sin estar a la defensiva, entendiendo la queja que presenta la otra parte, podemos empezar a buscar soluciones. Para ello será necesario alcanzar un término medio entre la postura de cada cónyuge, llegar a acuerdos, saber pactar y mantener esos acuerdos. En ocasiones puede ser necesario establecer unas consecuencias positivas (o negativas) para el cumplimiento (o incumplimiento) de los acuerdos que hayan alcanzado. Esto puede plasmarse en un contrato conductual que recoja los acuerdos y las consecuencias. Pero para llegar a formular dicho contrato son necesarias sesiones previas donde la pareja se sienta cercana y escuchada entre ellos, y necesitan de una correcta guía por parte del profesional, de lo contrario la plasmación de acuerdos no sirve de nada, pues no se cumpliría.
  1. A lo largo de la etapa de tratamiento pueden emplearse también técnicas de registro para los propios pensamientos y sentimientos. Finalmente pasaríamos a la tercera etapa, con sesiones más espaciadas, y centrada en la supervisión de los logros alcanzados y en técnicas para la prevención de recaídas

Fuente: relaciones.uncomo.com

 

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Cómo solucionar una crisis de pareja

Foto: riflebirds.com

Laura Ruiz

En una relación hay períodos en los que todo marcha bien y épocas en las que las cosas pueden ponerse un poco más difíciles. Pero cuando esos momentos se convierten en algo constante y persistente en una unión podemos entonces hablar de una crisis de pareja. Hay uniones que no soportan esta situación y deciden separarse, otras por el contrario desean trabajar sus puntos débiles y seguir adelante. Si esta es tu alternativa, en unComo.com te damos algunos consejos para que descubras cómo solucionar una crisis de pareja y mejorar la relación.

 

Instrucciones

  1. Hay muchos tipos de crisis en pareja y es que los desencadenantes de la situación pueden ser muy diversos, por eso el primer paso es intentar analizar que está causando el malestar. Si se trata de tensión acumulada, estrés, problemas con los hijos, problemas familiares, rutina sexual, etc. Dependiendo de la razón el enfoque variará, aunque algunas recomendaciones son válidas en cualquier situación, ésas son las que abordaremos en éste artículo.
  1. Una vez que se haya detectado el problema es necesario hablarlo. La comunicación es fundamental para resolver las crisis de pareja, pero no se trata de reprochar o de gritar sino de hablar de forma efectiva. Si quieres saber cómo hacerlo consulta nuestro artículo cómo comunicarme mejor con mi pareja, y descubre las mejores formas de llegar al diálogo, base fundamental en la resolución de conflictos.
  1. Para resolver cualquier situación en nuestra vida hay que estar dispuesto a hacerlo, éste es el primer paso. Una crisis de pareja no es la excepción, por eso ambos miembros deben estar dispuestos a comprometerse en el proceso de intentar superar sus diferencias. Salir de una crisis de pareja no es fácil, requiere de mucha inteligencia emocional para poder enfrentar los conflictos de forma exitosa.
  1. Es importante recuperar los vínculos que los unían en el pasado, en especial cuando sentimos que estos se han perdido. En vez de llenarnos con las cosas negativas de esa persona, resulta necesario reconectar con las positivas, por ello algunos especialistas recomiendan realizar juntos algún hobbie, algo que los apasione, e intentar a diario encontrar las cosas buenas de esa persona que han hecho que estemos a su lado durante el tiempo que ha durado la relación.
  1. También es necesario respetar el espacio de cada uno y volver a permitir que exista en el caso de que haya quedado anulado. Muchas parejas enfrentan conflictos cuando se traspasan los límites y se invade el espacio del otro. Tener planes y actividades por separado es necesario no solo para la salud del individuo, sino también para que exista la oportunidad de extrañar al otro y desear compartir con él/ella.
  1. En casos de crisis muy profunda en la que uno o ambos miembros hayan perdido la confianza, el autoestima o la seguridad, en los que se han violado ciertos límites y donde parece que no hay nada por rescatar, es conveniente acudir a una terapia de pareja para que un especialista pueda guiarlos en el camino para conseguir nuevamente que su relación se fortalezca.
  1. No teman ir con un especialista, muchas veces es la ayuda de un tercero lo que necesitamos para superar una crisis de pareja y continuar juntos en armonía y tranquilidad

Fuente: relaciones.uncomo.com

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Cómo discutir con mi pareja sin perder el control

 

Foto: Google Images

Débora De Sá

Discutir con nuestra pareja es normal e incluso puede considerarse hasta saludable y es que no siempre es posible estar de acuerdo en todo. Pero tener una diferencia de criterio no implicar acabar en una batalla de poder en la que los gritos y las ofensas vayan de un lado a otro, si este es tu escenario habitual entonces no se trata de algo muy sano. En unComo.com te damos algunas claves importantes para que sepas cómo discutir con tu pareja sin perder el control y acabar en una enorme pelea.

Instrucciones
 

  1. Comienza por detectar cuál es la verdadera razón por la que se ha producido la discusión para llegar al fondo del asunto sin dar vueltas u ofender a tu pareja. Por ejemplo si la discusión se inicia porque él nuevamente olvidó llamar para decir que no venía a comer, lo que te genera molestia no es el acto en sí sino lo que puede haber detrás: que tu pareja es desconsiderada, que sientes que no te toma en cuenta etc. Detectar el centro del problema es primordial para hacer la discusión más breve y no acabar a los gritos
  1. Siempre escucha a tu pareja cuando defiende sus razones, óyela sin perder la calma y sin irrespetar. No se trata de una lucha de poderes, ni de comprobar que "yo soy mejor porque tengo la razón", es un diálogo para llegar a una conclusión y mejorar las cosas, no olvides que todos tenemos defectos y que "ser perfecto" no existe
  1. Si al escuchar a tu pareja consideras que tiene la razón en algunos aspectos, entonces ten la nobleza de admitirlo y pedir disculpas. El orgullo no es positivo en una unión y admitir que nos hemos equivocado puede hacer que una discusión acabe en minutos, mantenernos firmes de forma testaruda solo aumentará el malestar y los llevará a perder el control
  1. Mantente alejado(a) de actitudes violentas como subir el tono de voz, usar palabras ofensivas, denigrar al otro, acercarte demasiado invadiendo su espacio o incluso esforzarte por tener la última palabra. En teoría esa persona que tienes al frente es alguien que amas, por eso no es necesario que una discusión acabe por sacar a relucir sus peores defectos y lo mísera persona que es. Ante todo calma e inteligencia emocional
  1. Aprende a ceder y negociar. Sí, las relaciones afectivas son un negocio lo quieras o no, se trata de ceder, de complacer a veces a tu pareja para luego ser complacido tu también. Esto no es una batalla campal, puedes defender tu punto con coherencia y firmeza pero al mismo tiempo saber cuándo es momento de flexibilizarte un poco para que el otro esté a gusto
  1. Durante la discusión siempre hay que buscar soluciones positivas para mejorar aquello que nos molesta. Debemos entender que cuando hacemos que nuestra pareja se sienta mal, ofendida u ofuscada, o cuando somos nosotros lo que estamos en ese escenario, hay una razón detrás y parte del reto es trabajar para "mejorar en equipo". Las relaciones tienen muchas cosas buenas, pero no son sencillas, hay que saber vivir en pareja y trabajar juntos hombro a hombro para mejorar
  1. Si en algún momento sientes que esta discusión te supera y que estás a punto de cruzar la barrera y perder por completo el control, entonces para. Date un respiro, por la salud de ambos pide que se detenga la discusión y sal a tomar aire, date un baño, respira profundo y cuando te hayas calmado aplica las herramientas que te hemos dado anteriormente
  1. Perder el control al discutir con tu pareja es habitual pues se trata de alguien que te conoce muy bien, tus fortalezas y puntos débiles, por eso no te culpes y más bien intenta buscar soluciones efectivas a los problemas

Consejos Si sus discusiones habitualmente acaban de forma violenta, haciendo que ambos pierdan el control, quizá sea conveniente que consulten a terapista de pareja

 

Fuente: relaciones.uncomo.com

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El síndrome del último tren

En su libro “Los lenguajes del deseo” el psiquiatra Enrique Rojas asegura que hoy en Occidente las mujeres tienen más cultura afectiva que los hombres y eso explica muchas quiebras matrimoniales.

Por María Ester Roblero, desde México.
03/04/2006
Revista Hacer Familia No.114

 

Hoy cualquiera entiende qué es un “hombre light” y en qué consiste la “cultura del zapping” sin necesidad de haber leído los libros del doctor Enrique Rojas. Y es que este psiquiatra español de 55 años de edad no sólo ha tenido el mérito de transformar la psiquiatría en best-sellers, sino que es capaz de crear imágenes sociológicas inconfundibles a partir de un par de palabras. Es lo que consigue una vez más en “Los lenguajes del deseo” al describir la conducta de personas de mediana edad que abandonan a la mujer o al marido movidos por deseos en apariencia incontrolables.

¿En qué consiste el síndrome del último tren?

- Quienes lo sufren son en el 90% de los casos hombres de 40 a 65 años. Él le dice a su mujer: “Te quiero mucho, pero no estoy enamorado de ti; no quiero hacerte daño, pero quiero ser sincero contigo; me he dado cuenta que necesito aire fresco en mi vida afectiva…”.

¿Y por qué aparece este síndrome?

- En muchos casos porque la persona se ve presa de lo que yo he llamado “amores eólicos”. Eolo es el dios de los vientos. Los amores eólicos brotan de vientos afectivos incontrolados, que nacen sin gobierno. Hay en ellos exploración, atrevimiento, capricho, deseo de bucear en las aguas de una persona que anda por ahí cerca sin más limitación que las que imponga el guión sobre la marcha. Quien se deja llevar por estos vientos ha servido su propio drama.
“Nuestra sociedad está llena de cínicos”
 
En su libro usted afirma que el pronóstico del síndrome del último tren no es bueno, ¿por qué?

- Porque detrás hay mucho: incultura sentimental, fondo cínico, subjetivismo que hace imposible el diálogo, una sociedad sin vínculos afectivos donde toda relación tiene fecha de caducidad y el compromiso es vivido como prisión. Además del contagio psicológico de piruetas parecidas en personas que suenan en la TV y en las revistas del corazón.

¿A qué se refiere al hablar de incultura sentimental?

- Difícilmente una persona podrá alcanzar la madurez si no ha aprendido la cultura de los sentimientos, pero vivimos una época de intensa incultura sentimental y eso se nota: infelicidad, falta de expectativas, consumo de sucedáneos sentimentales, amores ficticios y programados, rupturas traumáticas… Una persona educada en este sentido es más sólida y puede expresar su interioridad de un modo más firme y sincero. Lo contrario la vuelve cínica.

Sorprende la dureza con que usted se refiere al cinismo.

- En mi libro afirmo que cuando uno ha padecido a un cínico las palabras se quedan cortas. Cínico es quien intenta dar apariencia de bien a lo que está claramente mal: dejar a su mujer por otra más joven, por ejemplo. Es un sujeto que carece de escrúpulos, hábil, con desfachatez. No es fácil descubrirlo, porque con frecuencia intenta dar lecciones de ética, proyectando una apariencia de persona templada y equitativa.

Usted asocia estos síndromes en mayor medida a los hombres.

- Sí, porque el hombre en Occidente es menos maduro en la afectividad que la mujer y de ahí que sus relaciones sentimentales puedan romperse más fácilmente: al hombre le pierde la vanidad, cae por el halago y la valoración de otra persona. La mujer, en cambio, necesita ser querida, considerada y tratada con verdadero afecto. El hombre finge amor buscando sexo; la mujer finge sexo buscando amor.

Resulta contradictorio que una generación que proclama haberse liberado de los tabúes sufra tanto desafecto.

- Ocurre que la proliferación de una forma de deseo sexual carente de amor se ha traducido en una desorientación afectiva intensa para muchas personas. La pareja moderna es frágil, pues su sustrato es el deseo de pasarlo bien y disfrutar y si no, adiós. Se está predispuesto a la ruptura. Todo esto repercute en el ánimo del ser humano que se siente infeliz a pesar de tener todos sus deseos cubiertos.

Es decir, es un eterno insatisfecho.

- Sí, hoy asistimos a una socialización de la inmadurez. La nuestra es una sociedad movida, regida y vertebrada sobre la filosofía del “me apetece”. Todo descansa sobre un concepto emergente: la autenticidad. La palabra compromiso, deberes y obligaciones, suenan rancias. Pero una persona auténtica es coherente, insobornable. El error está en que se confunde al auténtico con alguien abierto a probar todo lo inédito. Eso no es auténtico, es inestable.

Todo esto suena desolador, ¿hay salida?

- El libro Los lenguajes del deseo no es un libro pesimista porque toda la tesis arranca de un hecho positivo: el deseo puede educarse y la felicidad consiste en la administración inteligente del deseo.

En concreto, ¿cómo se educa el deseo?

- Educar es convertir a alguien en persona. Etimológicamente significa “acompañar” y “extraer”, pero es algo más: entusiasmar con valores,  seducir con lo excelente. Es comunicar conocimientos y también promover actitudes. Es la adición de informar y formar. En este sentido es difícil educar los deseos de otro sin cautivar con la ejemplaridad.

¿Qué ejemplos destacaría usted?

- Admiro a quien sabe transmitir la alegría de tener un amor auténtico y a quien manifiesta su voluntad de defender ese amor a capa y espada, contra la presión social que asegura que romperlo es normal y que no pasa nada  tan dramático cuando ocurre.

Precisamente porque en esta época el mensaje es “sigue tus deseos”, ¿lo han acusado de instar a la represión?

- No, porque yo aclaro que existe una gran diferencia entre los impulsos y los deseos. La impulsividad es más propia de la infancia y la adolescencia, pero una persona madura puede postergar los deseos en vista a un bien mayor. En todo caso, existen muchos tipos de deseos además del sexual: estéticos, sociales, culturales, espirituales…Y sin duda el hombre moderno ha reprimido los deseos espirituales más que ningún otro. Por miedo a parecer anticuado, reprime su deseo de Dios. Lo que yo afirmo es que educar sentimentalmente es enseñar a conseguir una mayor armonía entre la inteligencia, la afectividad y la motivación. Es dar visión de futuro y sentido de la vida.


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