Por Roberta Corso, periodista italiana
¿Hay algo que pueda yo hacer para evitar las guerras y lograr la paz en mi sociedad?
Las guerras
Fuera de nuestros hogares, en las calles, se están desplegando al mismo tiempo un sinnúmero de guerras: desde las ideológicas hasta las bioquímicas. Sus implicaciones abarcan diversos campos: desde supuestos “fundamentos” que carecen de fondo y de contenido, hasta sobres que contienen venenosos polvos blancos. Unas confunden nuestras ideas y manipulan nuestros pensamientos, las otras causan problemas severos en la respiración.
Es inútil
Me encantaría ser capaz de solucionar la guerra que, hoy por hoy, tiene al mundo entero con los pelos de punta, pero me temo que lo que yo haga o deje de hacer hoy, mañana y pasado, difícilmente puede influir en lo que están tramando y negociando Bush, Blair, Koffi Annan y todos los involucrados para ver qué hacen con Bin Laden.
No es que me quiera desentender de los problemas mundiales que nos afectan y atañen a todos los seres humanos, pero prefiero, como nos aconsejó el sabio filosofo Platón, dedicarme a lo mío como cada cual debe dedicarse a lo suyo, a lo que sabe y debe hacer, y así procurar el bien de todos.
¿Actuando así qué puedo solucionar yo, mujer? Puedo solucionar una de las tantas guerras que tenemos en este mundo. ¿Cuál? La que tiene declarada la mujer consigo misma porque no ha logrado redescubrir su verdadero puesto en este mundo. Pero ¿cómo lo voy a solucionar?
Profunda cuestión
Voy a asumir realmente el papel que me corresponde desempeñar en todo lo que vivo, lo que soy y lo que hago. Seré yo la que defina qué pasa y qué no pasa en mi destino. Por poner un ejemplo: la famosa idea y discusión del género mal entendido, ¿en qué momento me creí que la sociedad y la cultura son quienes deciden si una persona es hombre o es mujer? Sólo es cuestión de reflexionar unos minutos, ni siquiera se necesitan horas para darnos cuenta de que no existe fundamento alguno en esta afirmación que escuchamos y nos “tragamos” día con día.
Ser lo que somos
Y me pregunto ¿por qué nadie cuestiona o recrimina a quienes divulgan la “ideología del género”? ¿No es un necio atrevimiento afirmar que una sociedad puede implantar o cambiar lo que tenemos inequívocamente en lo más profundo de nuestros genes?
Por lo tanto yo soy y seré mujer. Y no porque una sociedad me lo determine de esa manera sino porque mi cuerpo, mi psicología, mis cualidades físicas e intelectuales, mis sentimientos y afectos así son.
Cada uno en su sitio
Puede parecer que le estoy hablando a mi hijo de ocho años o incluso a mi compañero de oficina, con quien discutí este punto ayer antes de que entráramos a una reunión; pero inténtenlo: simplemente piensen en un bosque, en una montaña, en el mar o en el cielo. Estoy segura de que se imaginarán todo equilibrado y en orden: el pájaro en el aire, el árbol en su sitio, la nube en el suyo... Todos hacen lo que deben hacer porque es lo que saben hacer. Es por eso que hay orden y que las cosas están bien.
La mujer: mujer
De esta manera, siendo auténticamente mujer puedo solucionar esa guerra en la que estamos metidas. Ser realmente mujeres es lo que debemos ser: darnos a los demás y amarlos, porque así se construye la humanidad solidaria, porque no lograremos nada odiando al de al lado, al hombre, al niño, a la familia, sino amando. Las mujeres no estamos para imponer sino para convencer, no estamos para dividir sino para unir.
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