El premio Nobel Carlo Rubbia se muestra contrario a la clonación
ROMA, 1 sep (ZENIT.org).- Carlo Rubbia, un hombre de ciencia, premio Nobel de Física, reflexiona sobre la clonación. El nombre de Carlo Rubbia figura, además, entre los 1.500 ponentes en el Jubileo de las Universidades que tendrá lugar del 3 al 10 de septiembre.
«Hay principios fundamentales que la ciencia debe respetar. Una cierta moderación en la investigación científica no hace mal». Como físico nuclear, Rubbia asegura conocer demasiado bien «el contraste entre la belleza del descubrimiento y la preocupación por sus consecuencias».
Ha sucedido con la energía nuclear y está sucediendo con la ingeniería genética. Pero aquí se discute de manipular vidas para salvar otras. Para el profesor, que además es director del Ente para las Nuevas Tecnologías, la Energía y el Ambiente de Italia (ENEA), «se trata sobre todo de decidir qué cosa es la vida», pero como «la respuesta no es simple», se nos podría preguntar «cómo ha podido suceder que centenares de miles de embriones se acumulen en los frigoríficos de los centros de lucha contra la esterilidad». Este es el mecanismo preocupante «que hemos puesto en marcha y que crea seres destinados a permanecer durante años en un congelador -observa el premio Nobel- sin que nadie se preocupe por las consecuencias que puede tener tal origen, fuera de la norma, sobre la persona generada a partir de un embrión congelado».
Esta persona «venida del frío -se pregunta Rubbia- ¿no portará quizá cualquier signo físico o psíquico de su procedencia?. La investigación científica -sostiene el premio Nobel- debe por tanto usar «el acelerador con sentido común», tomarse «el tiempo para reflexionar» y no dejarse contagiar por la sociedad actual «superficial y arrogante».
La misma carencia de reflexión ve Rubbia en quien auspicia y anima la clonación humana. «Trato de meterme dentro de la persona interesada, en este caso dentro del clon, y me pregunto qué haría. ¿Soportaría una situación como ésta?». Y responde: «Pienso que reaccionaría invocando el derecho a una vida propia, única e independiente».
«Porque no es como tener un hermano gemelo. Basta pensar en ello seriamente. Es más, bastaría -concluye Rubbia- meterse en el pellejo del clon».
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