Un caso estremecedor
“A los 12 años, pesaba 64 kilos. No tenía amigas, siempre estaba sola. Mis compañeros se burlaban de mí porque era la gordita del grupo”.
Cielo Latini fue víctima de la crueldad de sus pares, hecho que gatilló en ella una anorexia que casi la lleva a la muerte. Hoy, esta joven argentina de 22 años, que visitó Chile recientemente, cuenta su historia.
“Un año después, en el verano, mis papás invitaron a una prima en las vacaciones. Me molestó muchísimo, me sentí reemplazada. Para demostrar mi enojo no comí durante las dos semanas que estuvimos en Uruguay. Utilicé mi cuerpo para expresar la rabia y la tristeza que sentía. Bajé 9 kilos. De vuelta en el colegio empecé a tener amigas y los hombres me miraban. Asocié ser flaca con popularidad”. De aquí a la anorexia, un sólo paso.
“Me gustaba un chico, pero en poco tiempo se convirtió en mi obsesión. Me sentía deprimida, triste y angustiada. Quería ir a un psicólogo, pero mi mamá me dijo que no lo necesitaba. Me refugié en Internet. Ahí conocí a Alejandro, quien se conviritó en la única razón de mi felicidad. Pasaron los años y él me cambió por otra. Cuando supe, lo primero que hice fue ponerme a tomar con mis amigas de la Universidad. Me sentí tan mal que una compañera me recomendó vomitar, se me pasó el malestar y boté gran parte de la pena que sentía.
Me acostumbré a vomitar todo lo que comía. Empecé a mentir y a manipular, les hacía creer a los demás que todo estaba bien. Luego empecé a ayunar y después simplemente dejé de comer. Ese período fue tortuoso: temporadas de hambre, mal humor y peleas que terminaron con la autoflagelación y un incontrolable deseo de morir. Cuando tenía hambre imaginaba a mi mamá mirándome con cara de asco y a mi papá diciéndome: ‘no comas esto porque engorda’.
Mi mamá siempre quiso que yo fuera un diez en todo, y lo era, pero no pude ser la mejor novia. Empecé a comer con mis papás para que creyeran que estaba bien y me dejaran vivir sola. Mi plan dio resultado. En abril de 2004 empecé a planificar mi muerte. Quería liberarme de la rabia, la tristeza, la soledad y la culpa que sentía. Pero no me resultó. Estuve internada un mes y luego en reposo en mi casa tres meses. Tuve varias recaídas. Me costó, pero finalmente sentí el apoyo de mi psicólogo y el amor de mi familia. Decidí no seguir haciéndome daño ni afectando a los demás.
Vi fotos mías que yo había sacado ‘aquel día’; no podía creerlo, lloré sin parar. ‘¿Cómo pude hacerme esto?’, ‘¿Por qué lo hice?’ Mi vida cambió luego de esto”.
Cielo sigue en terapia. El año pasado escribió un libro autobiográfico llamado “Abzurdah” y hasta hace poco fue la vocera de la campaña “Quiérete”, contra la anorexia y la bulimia, de la empresa de belleza Cyzone.
Entre lo normal y lo patológico
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