Julio 10, 2008
Popeye, Hulk, o el hombre increíble, no tienen diferencia alguna, su obsesión por los músculos y el ejercicio han hecho famosos a estos personajes, que si bien son ficticios, muchos hombres han adquirido sus formas y obsesiones las cuales se traducen en una sola palabra. La Vigorexia.
“Nunca creí que podría sufrir este problema, hasta que después de dos años obsesionado con el gimnasio, me di cuenta que mí obsesión se había transformado en mi peor pesadilla”
El culto a la belleza es un fenómeno que ha estado instaurado por siglos en nuestra sociedad, pero la vanidad y el narcisismo a veces llegan a límites patológicos. Cada día son más las personas que caen en el trastorno de la vigorexia, una palabra que hoy para una mayoría es desconocida, pero para los especialistas es preocupante. El complejo de adonis como así se le llama en honor a este mitológico ser quien gozaba de una belleza extraordinaria, tiene en alerta a especialistas como Patricia García, psiquiatra experta en adicciones quien afirma; “Es un Trastorno preocupante hoy en día, porque los afectados no se dan cuenta o no lo asumen, al igual que muchas personas que sufren anorexia”.
La vigorexia es un trastorno o desorden psíquico que asocia belleza con aumento de masa muscular afectando principalmente a hombres, los cuales asisten a gimnasios en forma obsesiva, cambiando sus hábitos alimenticios y desarrollando obsesiones fuera de lo común. Este fenómeno ha aumentado la presencia en gimnasios y el consumo de suplementos alimenticios, como aminoácidos y proteínas en polvo que ayudan a conseguir un efecto más potente, el cual en algunos casos para el enfermo no es satisfactorio, recurriendo al uso de anabólicos. Este trastorno que todavía no está reconocido como enfermedad por la comunidad médica internacional, es comparado con la anorexia, llevando al afectado a un desorden emocional que puede evolucionar a un cuadro obsesivo-convulsivo que hace que los afectados se sientan fracasados, abandonen todas sus actividades sociales e incluso laborales para entrenar sin descanso. En EE.UU tras estudiar una muestra significativa de los nueve millones de americanos que frecuentan los gimnasios, según sus datos, en torno a un millón podría estar afectado de un desorden emocional que les impide verse como en realidad son. Por más entrenamiento que realicen, o musculatura que consigan siempre se ven débiles, enclenques y carentes de cualquier atractivo físico.
La segunda casa
El aumento de gimnasios a lo largo del país es un hecho tangible. La cadena de gimnasios “Sportlife “quien fue pionera en este rubro comenzando en Santiago a fines del año 1993, cuenta hoy con ocho gimnasios sólo en la Región Metropolitana, también está presente en regiones como Antofagasta, Viña del Mar, Talca, Talcahuano, Concepción, Temuco y Puerto Montt. Un claro reflejo del éxito de este negocio que alberga un número no determinado de personas que sufren vigorexia. María Soledad Rubio, administradora de uno de los gimnasios “Sportlife” Comenta: “Para muchos clientes esta es su segunda casa, algunos ya llevan 5 años viniendo dos veces al día, he visto su progreso pero también se aprecia la obsesión que hay de por medio. De hecho en Marzo de este año se hizo un seminario a nivel de personal y se habló el tema de la vigorexia como un problema del que se va a empezar a hablar con mayor frecuencia”.
“Usualmente el uso de gimnasios aumenta cuando se acerca el verano, pero hoy los matriculados son cada vez más, empezando desde marzo. Tenemos desde estudiantes hasta adultos mayores, las mujeres en general son menos constantes que los hombres, quienes vienen todo el año”. Así explica María Soledad Rubio un fenómeno por el ejercicio que día a día tienes más adeptos, pero destacando un público masculino de 18 a 40 años que buscan ser como el famoso Charles Atlas en la época de los años veinte, quien comenzó a entrenar a la edad de 16 años, logando un cuerpo escultural y difícil de lograr en esa época ya que no contaban con la modernidad en maquinas de ejercicio ni tampoco con los suplementos alimenticios que hoy circulan en el mercado.
El lado oscuro
Ilan Rosemberg es estudiante de Odontología, actualmente cursa segundo año, debería estar en cuarto. Perdió dos años de su carrera. ¿La razón? , su obsesión por el gimnasio. “Desde chico fui flaco, pero a los 16 años mi papá me pagó un gimnasio, yo se lo pedí ya que me sentía en desventaja frente a mis compañeros. Recuerdo que empecé a entrenar en marzo y ya en diciembre en la época de convivencias de curso, muchas de estas eran con piscina y ahí fue la primera vez que mis compañeros me dijeron que estaba más musculoso. Lo que ellos no sabían es que para alcanzar esa diferencia, entrenaba tres veces a la semana y que el segundo semestre de ese año se convirtió en una rutina de todos los días, que no paró en cuatro años. Hoy tengo 23 años y nunca creí que podría sufrir este problema, hasta que después de dos años obsesionado con el gimnasio, me di cuenta que mí obsesión se había transformado en mi peor pesadilla. Mis papás me fomentaban ya que pensaban que practicar deporte estaba perfecto y más aun con mi estado físico. Un día mi papá me llamó al celular para pedirme explicaciones de una carta que le había llegado de la universidad, la cual manifestaba la preocupación por la asistencia, falta de compromiso, advirtiendo que eso era causa de expulsión. Esa carta fue la que gatillo una serie de acontecimientos. Mi padres supusieron con toda razón que algo no iba bien , me preguntaron si estaba metido en drogas y nunca adjudicaron mis problemas al gimnasio, hasta que un día me hicieron exámenes y dieron como resultado daños grabes en mi hígado, ya que tomé diuréticos para disminuir mi líquido corporal, Actualmente si quisiera tener un hijo no podría, tengo fallas en mi potencia sexual, tengo bajos niveles de testosterona, todo esto por el uso de anabólicos, diuréticos y la mezcla de suplementos alimenticios. Los vómitos y efectos secundarios, los disfrazaba como que había comido algo que me cayó mal. No piso un gimnasio hace un año, tengo prohibición absoluta, pero siento que me veo flaco a pesar de que peso 90 kilos y mido un metro ochenta y mi porcentaje de grasa es bajísimo. Ando en bicicleta todos los días, tengo una obsesión por la masa muscular y el ejercicio, la cual me estoy tratando. El término de vigoréxico lo conocí hace pocos meses ya que mi Psiquiatra me lo diagnosticó.”
¡Alerta!
Para la Psiquiatra Patricia García la Vigorexia es un trastorno que debería ser considerado enfermedad, al igual que la Anorexia. “Son muchos los jóvenes que encuentran en el ejercicio un desahogo, y es así como debe ser. Lamentablemente hoy se está dando un fenómeno de tener un cuerpo perfecto, lo que hoy es una preocupación para las mujeres es también para los hombres. Las Vigorexia se presenta mayormente en hombres de 18 a 35 años con una auto estima baja o con una vanidad exagerada, esto no quiere decir que haya personas de 50 años que no sufran de este trastorno. La vigorexia es una obsesión por verse musculoso, en casos extremos se presentan bulimias con tal de no engordar y mantener la figura. No existe tanta diferencia entre la Vigorexia y la Anorexia, en los dos casos hay una preocupación por la figura, los enfermos sienten una autoimagen distorsionada y recurren a automedicarse y a dietas especiales. Hoy en Chile los casos de Vigorexia son contados con los dedos, pero te aseguro que hay muchos más que padecen este trastorno, es muy difícil de asumir sobretodo para hombres ya que se relaciona con su orgullo. En un futuro no muy lejano se estará hablando de una enfermedad preocupante.
Un peso pesado
Los especialistas son claros, existen ciertas alteraciones a nivel cerebral que están relacionadas con estas patologías. Para la mayoría de los expertos los modelos socioculturales del mundo actual tienen gran responsabilidad sobre estas alteraciones. Hoy el verse bien es importante, pero esto lleva a muchos a una obsesión que se les puede convertir en un peso pesado en sus vidas. El caso de Ilan es uno dentro de millones que no asumen un problema que se viene tan pesado como cualquier rutina en un gimnasio.
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