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Atrapados por el complejo de Adonis
Ángel Marín

Los expertos advierten de la tendencia cada vez más al alza de cultivar en desmesura el culto al cuerpo

Barcelona. 8-6-2002 Los adolescentes son los que corren más riesgos de padecer enfermedades como la anorexia, chicas que se ven gordas pese a ser verdaderos esqueletos andantes, y la vigorexia, chicos que se ven enclenques pese a tener un cuerpo fornido y musculado tras innumerables horas de gimnasio. Los cánones de belleza y el culto al cuerpo de la sociedad actual son las principales causas de la obsesión de algunos jóvenes por conseguir «el cuerpo perfecto».

Mientras la anorexia ya es una patología psicológica admitida a nivel mundial, la vigorexia todavía no está reconocida como enfermedad por la comunidad médica internacional. Los afectados por la vigorexia o complejo de Adonis -descrito por primera vez en 1993 por el psiquiatra norteamericano Harrison G. Pope-, son en su mayoría personas jóvenes, entre 16 a 35 años, que abandonan casi todas sus actividades sociales por su dedicación exclusiva al gimnasio.

Laura Romero, miembro del equipo del Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) de Barcelona, afirma que «al contrario que en la anorexia, el vigoréxico se ve flaco, no se ve nunca suficientemente musculado y lo que le pasa en realidad es que padece un desorden emocional que le impide verse como es realmente». Según Romero, en España existen 20.000 adolescentes afectados por la obsesión del músculo y 700.000 por la anorexia.

Este desorden emocional, según la psicóloga, puede evolucionar a un cuadro obsesivo-convulsivo que hace que los afectados se sientan fracasados y abandonen sus actividades sociales para entrenarse sin descanso. Al mismo tiempo que aumentan sus horas de gimnasio, Romero explica que también empiezan a consumir dietas desequilibradas, «ricas en proteínas», a inyectarse anabolizantes «con el riesgo de contraer una hepatitis tóxica», a tomar hormonas de crecimiento y otras sustancias prohibidas «que adquieren a través de Internet», para desarrollar más rápidamente la hipermusculación.

Trastornos psíquicos y físicos

La psicóloga del ISEP asegura que, a la larga, este tipo de vida suele desembocar en problemas de depresión, ansiedad y aislamiento social, la pérdida del interés por el sexo «por una bajada de la libido», entre otras patologías psicológicas. Además, los vigoréxicos padecen alteraciones nutricionales, metabólicas, deformaciones óseas y problemas articulares por la hipertrofia y el sobreesfuerzo muscular.

Romero apunta que el tratamiento para estos trastornos ha de ser, por un lado, farmacológico para «regular los desequilibrios de serotonina (neurotransmisores del sistema nervioso central)» y, por otro, psicológico para «recuperar la autoestima y superar el miedo al fracaso».
No obstante, subraya que la mejor forma de prevenir la vigorexia o el complejo de Adonis es educar a los niños, desde la infancia, a defenderse de los modelos estereotipados, del culto excesivo al cuerpo y aprender a vivir sin complejos.

ABC


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