La Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) aprobó el martes 2 de octubre, reformas para que restaurantes, cafeterías, oficinas, cines, teatros y centros de espectáculos separen físicamente, mediante un cristal o una pared, las áreas de fumadores y no fumadores.
Si las condiciones de espacio de los locales no permiten divisiones, quedará prohibido fumar, establece la modificación a la Ley de Protección a la Salud de los No Fumadores.
Esta decisión de los legisladores locales va en consonancia con una tendencia mundial y en particular de los Estados Unidos y Canadá: la marginación absoluta de los cigarros de los espacios públicos.
Esta tendencia se sustenta en la idea de que el tabaco es un contaminante de ambientes que genera riesgos para la salud, mismos que no debiesen correr aquellas y aquellos que no han decidido fumar es decir los fumadores pasivos.
Sin embargo, y asumiendo que un fumador vivirá menos que un no fumador y que un fumador pasivo también, estas nuevas políticas me parecen una franca exageración y un acto discriminatorio contra aquellos que fuman.
Hoy día un fumador es tratado como un ser sucio, enfermo y contaminante. En los aeropuertos de Estados Unidos –y muchos en México ya- están relegados a cajas de cristal apestosas y sin limpieza adecuada, se los ve parados en las banquetas con nieve hasta las rodillas porque no pueden fumar dentro de un centro comercial, o en una cafetería.
Yo no creo que se deba de poder fumar en cualquier lado, pero tampoco creo que deba ser prohibido en el mundo, máxime cuando los cigarros son legales.
Me gusta el esquema de que existan zonas de fumadores y de no fumadores, pero me parece absurdo que a los fumadores los releguemos a unas cajas de vidrio o cuartos como si fueran otro tipo de personas, o personas de segunda.
Y eso que no fumo.
José Trinidad |