Hace seis años me fumaba tres cajetillas al día. Y lo dejé porque un buen día fui a pescar con mi hermano y me encontré tan acabado que decidí cortar por lo sano. La verdad (para qué negarlo) es que realmente me gustaba fumar. Pero es que la pesca submarina y el mar me apasionan tanto que no dejan cabida al placer del tabaco. Soy así. O blanco, o negro (negro... qué bueno estaba el tabaco negro, hombre!!).
Pero si hubo algo que me jorobó en su momento y me sigue pareciendo inaceptable incluso hoy, que ya no fumo más que algún puro de uvas a brevas, es la sistemática persecución a la que está sometido el pobre fumador. De acuerdo, fumar es pernicioso para la salud de uno y para la de algunos que están alrededor. Y también es cierto que algunos fumadores no se respetan ni a ellos mismos y parece que son incapaces de esperar un instante a encender el cigarrillo en el lugar idóneo. Pero también es muy cierto que ya desde hace unos diez o doce años se les viene persiguiendo implacablemente.
Cada uno tiene todo el derecho del mundo a elegir cómo se cuida a uno mismo!!. Y si para unos el fumar atenta contra la salud física, pues para otros el fumar es una salvaguarda de su salud mental (oiga, que es tan importante como la otra!!).
Que puede contaminar a quienes no fuman... pues sí, pero quizá habría que educar (y sancionar) a algunos fumadores que, como ya he dicho, no se respetan ni a ellos mismos, antes que fiscalizar, arrinconar, erradicar y "exterminar" a todos.
Cuando yo era fumador, lo era porque me apetecía y me gustaba. Y cuando dejé de serlo, lo hice por una decisión libre y unilateral. No porque nadie me obligase a ello.
Cuando yo era fumador, me molestaba mucho que me echasen el humo a la cara. Y ahora que no lo soy, pues también.
En definitiva, que lo que entiendo hay que hacer es ir en contra de la mala educación de algunos fumadores (bueno, se debería ir en contra de la mala educación en general, pero eso es otro cantar) y no en contra de la libertad del resto.
Jeromo. 05/03/2006 23:48. |