María N. V. era una más de esas chicas que, de vez en cuando, saca una botella de agua mineral del bolso y bebe, casi de manera refleja y en cualquier lugar, sin sentir en realidad una sed 'física' que deban satisfacer. Cuando hace ahora dos años decidió que quería perder algo de peso, pensó hacerlo de la manera más natural: bebiendo agua. Nunca imaginó que aquella decisión aparentemente sensata derivaría en una adicción para muchos desconocida, la potomanía.
Esta joven extremeña de 21 años, que prefiere mantener su identidad oculta por motivos familiares, es estudiante y durante el curso vive en Madrid. Todavía reconoce no tener muy claro cómo terminó un día en el servicio de urgencias del Hospital Ramón y Cajal, donde le diagnosticaron una adicción de la que ni siquiera era consciente: María era potomaníaca y todavía hoy está en tratamiento. Su médico le ha recetado beber sólo un litro de agua al día y admite que, en ocasiones, sigue sintiendo algo de 'mono'.
«Quería perder algunos kilos, aunque era consciente de que no estaba gorda y tanto en mi círculo de amigas, como en la televisión, había escuchado que el agua calma la ansiedad y disminuye el apetito, de manera que pensé que antes de recurrir a cualquier tipo de pastillas o dietas 'milagrosas', optaría por un sistema mucho más natural, que yo imaginaba 'inocuo'. Comencé bebiendo unos dos litros y medio de agua al día», cuenta María.
Poco a poco, la joven extremeña empezó a ver los resultados de su particular 'dieta', perdió algunos kilos, ya que el agua iba disminuyendo su apetito. Satisfecha de su decisión, María se hizo aún más inseparable de su 'botellita de plástico'. «Bebía a todas horas. En el cine, en el metro, por la calle...Como si el cuerpo me pidiera más y más líquido. Pasé de tomar tres litros diarios a beberme cinco o seis por jornada, casi sin darme cuenta».
José Ramón Gutiérrez, jefe del Servicio de Psiquiatría Infantil del Hospital Infanta Cristina de Badajoz, afirma que la potomanía (a excepción de la llamada 'neurológica', que se origina por causas físicas) es consecuencia de conflictos o problemas psicológicos que desembocan en este tipo de conductas que, según el doctor, se asemejan a las derivadas de desordenes alimenticios como la bulimia: «Consiste en el deseo frecuente de beber grandes cantidades de líquido, asociado a una actitud placentera».
Ella no era consciente
María asegura que en ningún momento fue consciente de que lo que hacía podía suponer algún peligro físico para ella, ya que la ingesta de agua está incluso recomendada por algunos facultativos y el mundo de la publicidad lo aconseja cada día desde nuestros televisores: «¿Cómo vas a pensar que lo más natural que existe puede llegar a hacerte un destrozo así?», reflexiona María, un tiempo después de que su vida estuviera a punto de desvanecerse.
Naturaleza enemiga
«Son adictos que ni se imaginan las consecuencias. Piensan que, por ser natural, el agua no hace daño. Esa es la imagen que se tiene del líquido. Pero es un error. Una ingesta excesiva y prolongada puede tener consecuencias nefastas», apunta la doctora pacense Elena Asuar, experta en nutrición.
María se pasó. Varios meses más tarde de empezar su 'dieta líquida', un día se desplomó en el suelo ante sus compañeras de piso que no entendían que estaba sucediendo. «Empecé a sentirme mal y una hora más tarde, cuando recobré la conciencia, estaba tumbada en una camilla del box de urgencias de un hospital», relata todavía visiblemente afectada al recordar lo sucedido.
A la extremeña le fallaba el corazón, las piernas se le encogían solas por los calambres y sus riñones daban sobradas muestras de cansancio. María, que sigue acudiendo al psiquiatra para corregir su enganche al agua, estuvo durante media hora a las puertas del shock.
Un mal uso del elemento más natural se convierte así en uno de los mayores enemigos del organismo humano. La doctora Elena Asuar señala entre los daños más perjudiciales para la salud, derivados de la ingesta excesiva de agua, la alteración en el funcionamiento de los riñones (encargados de regular los excesos de líquido a través de la orina), de la sangre y el equilibrio de los fluidos internos.
Un exceso de agua en el organismo ayuda a que los minerales (sodio, potasio, magnesio...) se diluyan con mayor rapidez en el plasma sanguíneo, dando lugar a la aparición de calambres, cansancio y pérdida de agilidad mental.
«Una de las situaciones más difíciles de revertir es cuando la sangre presenta niveles muy bajos de sodio en la sangre (hiponatremia). El funcionamiento del cerebro se ve seriamente comprometido. Como consecuencia, es común la presencia de náuseas, dolores de cabeza muy intensos o letargia. Los casos más graves terminan en convulsiones, una parálisis o, incluso, la muerte», explica la facultativa.
A falta de datos que retraten la incidencia de este trastorno relativamente desconocido (sólo en los círculos médicos y psiquiátricos conocen bien la enfermedad, sus causas y consecuencias) por el hospital madrileño Ramón y Cajal ya han pasado algunos adictos que, como la veinteañera extremeña, han perdido el control. Uno de los ingresados consumía entre seis y siete litros de agua diarios (la media está en 124 litros por español y año), en vez de los dos recomendables para asegurar el equilibrio hídrico del cuerpo.
Litros y más litros
Sin embargo, para que los 'males sean mayores', es decir, para llegar a estos extremos, una persona tiene que ingerir grandes cantidades de agua. Asuar apunta que más de 6 litros diarios y que aun así, dependería de la persona en cuestión: «El organismo humano está preparado para eliminar a través del riñón de 10 a 14 mililitros de agua por minuto, de manera que la persona tendría que superar ese límite de eliminación que tiene el organismo y para ello tendría que tomar una cantidad enorme de agua».
Los expertos recomiendan adecuar la cantidad de agua consumida dependiendo de la época del año. Así, durante el verano estas cantidades pueden verse aumentadas para evitar la deshidratación. La doctora Asuar puntualiza que el consumo responsable de agua y en las cantidades adecuadas puede ser una manera eficaz de eliminar toxinas, pero matiza que no es una garantía de pérdida de peso: «Mucha gente que intenta perder peso utiliza la ingestión de agua con una doble intención: por una parte conseguir sentirse saciado y eliminar el apetito, y por otra, eliminar líquidos con efecto depurativo. Los efectos no son siempre los deseados, pero la creencia permanece».
Así, la combinación de la publicidadd, la importancia que nuestra sociedad le da a la imagen y los llamados 'métodos de salud naturales' pueden ser algunas de las causas de un aumento en el consumo del líquido elemento. Los españoles son los cuartos consumidores de agua en Europa tras italianos, alemanes y franceses. En 2005, se bebieron 5.489 millones de litros embotellados (un 5,5% más que el año pasado, según los productores). Agua, sólo la necesaria Tomo dos litros y medio e incluso tres al día. Me he acostumbrado a beber porque todo el mundo lo recomienda como un buen hábito para el organismo y también estético. «Tomo dos litros y medio todos los días» Yo no llego al litro diario, todo el mundo me dice que tengo que beber más, pero como trabajo fuera de casa no tengo tiempo ni para beber. Prefiero beber antes un zumo de piña o un refresco, que agua. No me llama para nada la atención. «No bebo ni un litro y me dicen que beba más» Bebo un par de litros al día, que no es mucha agua, creo yo, pero es lo suficiente y lo recomendado por los especialistas. No me cuesta trabajo porque a mí siempre me apetece el agua y durante el verano es necesaria. «A mí siempre me apetece el agua» «A mí siempre me apetece el agua» Aproximadamente bebo litro y medio y sé que sería mucho mejor beber al menos dos litros, o eso es al menos es lo que dice todo el mundo. Pero es que yo sólo bebo cuando me apetece y aunque soy consciente de que debería aumentar la cantidad, no lo consigo. «Es una tontería pensar que por beber adelgazas» Suelo beber mucha agua, unos tres o cuatro litros. Yo creo que la gente bebe más de lo que cree, yo lo controlo porque siempre bebo de la misma botella. No bebo por estética y pienso que es una tontería pensar que por beber agua se pierde peso.
Fuente: Diario Hoy. Domingo, 16 de julio de 2006 |