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 Los cambios  experimentados en los sistemas de control bromatológico, especialmente en las  últimas décadas, contribuyeron a producir transformaciones sustanciales en los  sistemas agroalimentarios. Las exigencias de  inocuidad y calidad alimentaria, desde la ¨granja  al plato¨, impusieron el desarrollo y la adopción de nuevas pautas y  conceptos de producción, manufactura, transporte, restauración y  comercialización de alimentos.Las empresas y los  propios organismos de control, debieron capacitarse, desarrollar y adoptar un conjunto  de herramientas para garantizar la producción y elaboración de alimentos  inocuos. En ese marco, surgieron herramientas como las Buenas Prácticas  Agrícolas (GAP), Buenas Prácticas de Manufactura (GMP), Análisis de Peligros y  Puntos Críticos de Control (HACCP), sistemas de calidad, como la serie de  normas ISO, etc., y el desarrollo de sistemas anexos necesarios para cumplir  estas nuevas exigencias y disposiciones, como programas de bienestar animal,  trazabilidad o rastreabilidad, análisis de riesgos, normas de rotulación e  información nutricional, códigos de ética para el comercio de alimentos, entre  otros, que no pueden ser desconocidos por los profesionales veterinarios que  desarrollan tareas de fiscalización oficial.
 En este marco, nos  hacemos las siguientes preguntas:¿Estos nuevos  conceptos, afectan las actividades bromatológicas tradicionales?
 ¿Es necesario  desechar el sistema de inspección tradicional?
 ¿Pueden ser  complementarios?
 ¿La nueva  legislación debe ser contenida en la legislación local?
 ¿Debe cambiar el  rol de inspector por el de auditor?
 La bromatología  veterinaria, que desde el año 1876, tiene en Argentina la mayor responsabilidad  de la fiscalización alimentaria nacional, tanto a nivel público como privado,  no puede estar ajena a esos cambios de modalidad y de interés en el control  higiénico-sanitario de los alimentos. Deben por ello, los profesionales  veterinarios, continuar el proceso de capacitación y perfeccionamiento y  adecuar su práctica profesional, basados en los conceptos modernos de inocuidad  y calidad alimentaria.
 Sintéticamente,  podemos decir que estas herramientas deben tomarse como una contribución a la salud  pública, pues introducen el concepto de prevención y corrección de defectos a  lo largo de toda la cadena alimentaria y promueven una mayor responsabilidad  entre productores y procesadores a lo largo de todas las etapas y si bien, las  actividades de inspección, son retrospectivas y sancionatorias, no son  herramientas antagonicas ya que introducen mejoras para la obtención de  alimentos sanos e inocuos, fin que también persigue la bromatología  tradicional. Por ello, las resoluciones oficiales nacionales surgidas en el  marco de estos modernos sistemas, deberían ser incorporadas, cuando corresponda,  a la legislación bromatológica municipal y/o provincial, pues la complementan y  actualizan. Consideramos que el rol del inspector debe ser fortalecido, pues el  poder de policía es indelegable y debe ser ejercido, por cuanto, los sistemas de  inocuidad promovidos no son infalibles ni aplicables a la totalidad de  comercios alimentarios de las ciudades. Aprovechar aspectos comportamentales  del auditor y los cambios de paradigma, pueden ser un aporte a la figura del tradicional  y rígido policía sanitario.
 Estas y otras  cuestiones relacionadas, son los aspectos que abordaremos en esta conferencia,  para debatir nuestro perfil profesional, reafirmando y/o adecuando nuestra  práctica profesional a los cambios propuestos. Universidad  Nacional del Nordeste |