5 de Septiembre, 2008 | La Ciudad
El caos generado por el incumplimiento de las ordenanzas que rigen la venta de alimentos en la ciudad llega hasta las mismísimas puertas del Edificio Municipal 4 de Junio.
En el lugar, varios puestos de venta ofrecen desde clericó hasta chicha, en envases descartables de muy dudosa higiene, además de comidas que se sirven en precarias condiciones sanitarias.
El cuadro, que ilustran en forma patente las fotografías de El Libertario, plantea varios interrogantes sobre la política municipal en seguridad alimentaria, teniendo en cuenta que el expendio de esta clase de productos en la vía pública representa un serio riesgo para la salud.
Que la violación a las normas se exprese con toda liviandad -y comodidad- en la nariz misma del organismo municipal que debiera combatir estas prácticas, es todo un símbolo sobre la gran distancia que existe entre los dichos y los hechos; en otras palabras, la poca coherencia entre los discursos de los funcionarios y las acciones concretas en cumplimiento de las responsabilidades que les impone el cargo. Los recientes discursos del intendente Raúl Jorge y de la secretaria de Desarrollo Humano, Ada Galfré, al anunciar que San Salvador de Jujuy se ha sumado al programa “Municipio Saludable”, dicen mucho en este sentido.
El cronista de este diario pudo corroborar cómo funcionarios de alto rango de la Intendencia pasaban por entre las vendedoras ambulantes sin mostrarse sorprendidos por la situación, la que evidentemente ya es algo “normal” dentro del vale todo y el descontrol que campean en la ciudad y de la que, cual cereza de la copa, no es ajena la sede municipal.
El libertario |