El testimonio aquí expresado es el de un miembro individual de OA y no representa a OA en su conjunto
Mi historia con la comida
Durante mi niñez íbamos todos los veranos al pueblo de mis padres. Allí, para los vecinos de mis tíos, los niños con los que nos íbamos, nuestros primos y mi hermano y yo, siempre fui el gordo. Ellos eran muchos, debía de ser una familia con 8 o 9 hermanos y para todos yo era el gordo. En las fotos más antiguas con mis primos en la piscina ya se me veía panza.
En casa de mis abuelos paternos siempre nos recibían con mucha comida. Allí todos eran gordos. Mi tía era enorme, y su hija, mi prima, también. Recuerdo que comían con mucha ansia. Mi abuelo también era muy grande y siempre estaba malo. Muchas veces no se podía mover. En aquella casa siempre había mucha comida. Mi tío si era delgado pero era inestable mentalmente. Supe que todos mis tíos por parte de padre, habían tenido problemas mentales en la juventud o adolescencia, incluso mi tía había estado ingresada en un psiquiátrico y llegue a escuchar que literalmente, “se arrancaba los pelos a tirones y chillaba”.
Mi abuelo sintiéndose muy mayor y con su salud física amenazada, fue quien encontró un gurú de la nutrición al que llamaban "el moro". Mi abuelo caminaba, se iba al centro de mayores caminando, y luego hacia dieta. Pero además tomaba pastillas que creo eran como diuréticos, por que les hacían orinar. Se las tomaban justo después de comer.
Nos llevo a todos. Aquel gurú de la nutrición decía que teníamos un problema de tiroides y nos vendía las pastillas que nos hacían orinar. Recuerdo un viaje del pueblo a la playa, que había comido una manzana, y con las pastillas, y tuvieron que parar lo menos tres veces por que no podía parar de orinar.
Durante mi época escolar primaria desayunaba en casa. Pero luego mi madre después de desayunar, camino del colegio, siempre nos compraba un bollo, o donuts o cuernos, en la misma tienda. Creo que era por la prisa con la que salíamos de casa que no nos daba tiempo de desayunar bien.
De otros niños recibí palizas y abusos. Sufrí marginación de otros niños a causa de ser diferente, por ser gordo. Desde pequeños yo y mi hermano tuvimos un mote referente a nuestro sobrepeso. Éramos señalados con el dedo y acosados, por ser diferentes.
Tuve muchos motes. A mi, ser excluido, ser tratado diferente me dolía mucho. Ahora me doy cuenta de que era muy sensible, todo me dolía. Era tímido, asustadizo, y rellenito. Huía de otros niños. Solo salía a la calle para ir y volver al del colegio / instituto a casa. Aun así me las apañe para tener algunos amigos, pero me llegaron a decir que yo era culpable de mi situación, por ser tan sensible y por ser gordo, aunque no con estas palabras.
Los veranos solo salía a partir de las ocho de la tarde con mi bicicleta. Yo era muy malo en todos los deportes por mi físico y siempre se reían de mí. Incluso mi profesor de karate se reía de mí y deje de ir. Durante una época me refugie en la soledad de la bicicleta. Atacaba mi gordura así, me movía por la ciudad, y era por que podía ir rápido con ella y no me cogerían, era un elemento de huida. De huir de otros niños, mis enemigos, de luchar contra mi cuerpo. Aun hoy que estoy de nuevo en la ciudad en la que crecí no he vuelto al viejo barrio ni buscado a aquella gente de mi pasado. Todo lo que recuerdo de aquella época era comida y dolor. Se que en el fondo le tengo como mínimo respeto (si no algo de miedo) a dejarme ver por allí.
Durante toda mi adolescencia seguía comiendo y engordando inconsciente, y machacándome con la bicicleta.
Recuerdo esperar con ansia el recreo para comprarme bocadillos de tortilla en el instituto. Mi madre sabia que yo era de comer mucho y por eso escondía la comida. Lo hacia para que mi hermano y yo no la encontráramos. Sobre todo los dulces pequeños. Ella los llamaba “nidos”. Era experto en rebuscar por toda la casa buscando la comida escondida, y luego mi madre decía “ya habéis dao con el nido”, “a esta casa no se puede traer nada, todo os lo coméis”, y cosas así. Aun hoy día mi hermano y mi madre siguen con ese tira y afloja, y siguen escondiéndose la comida.
La compulsión siempre estuvo ahí. Recuerdo que una vez vino una visita y pusieron una tapa de chorizo de mi pueblo. Se fue la visita y yo me la quise terminar, ya que había sobrado medio plato. Me encabezone. Aquella clase de embutido grasiento me gustaba mucho. Mi madre me lo negó. No, no y no. Era todo su freno ante mi compulsión, como a muchas otras cosas. Ella no quiso, y yo reventé un cenicero contra el suelo de rabia. El cenicero se rompió y me corto la mano. Cinco puntos y veinte minutos de hemorragia. Todo por medio plato de chorizo. Y aquel año por que no podía escribir por tener el canto de la mano lleno de puntos, no me pude presentar a los exámenes de mis estudios. Todo por medio plato de chorizo, un curso al traste. Ahora veo que era muy compulsivo.
Por aquel entonces intentaba vivir a pesar de mí sobre peso, hacia hasta deporte. Tuve épocas de gimnasio. Me destrocé las muñecas con las mancuernas de las pesas, buscando una delgadez que se me escapaba. Tuve épocas de escalada deportiva, y nunca me paso nada.
Incluso me divertía. Yo vivía en una constante depresión, sobre todo por la falta de pareja debido a que no me gustaba mi físico, no me gustaba a mi mismo. Así que no salía de fiesta, no iba a la piscina ni a la playa, por que me odiaba. Yo me auto engañaba diciendo que yo hacia otras cosas. Iba a los bares de tapas de mi ciudad y pedía lo más grande, y me lo comía con placer y orgullo.
Cuando mi madre me decía que no comiera yo me daba sonoras palmadas en la barriga y decía en voz alta mira que bien criada la tengo. Ella también se reía de mi preguntándome de cuantos meses estaba embarazado. A mi hermano el novio de una prima mía le decía que le hacia falta sujetador.
Yo en el fondo por aquel entonces odiaba mi cuerpo y lo disociaba de mí. Me daba asco a mi mismo, pero seguía comiendo sin plantearme nada. Eso si, beber ni fumar no, que yo sabia que me jugaba un infarto, y le tenía mucho cariño a la vida, siempre esperando una época en la que fueran mejor las cosas.
Cuando se divorciaron mis padres, no recuerdo si comía mas o no, si se que estaba hecho polvo, y que por aquel entonces si estaba engordando mucho. Ahora se que crecí en una familia disfuncional, donde las relaciones personales estaban agriadas y corruptas, donde las peleas, los resentimientos y las venganzas estaban a la orden del día. Así pues no aprendí a relacionarme de una manera sana con otras personas. Me encaminaba a un final lleno de dolor y sufrimiento. Ya mi madre siempre me lo decía, que a esta vida se viene a sufrir. Hoy puedo decir que no estoy de acuerdo.
Termine de estudiar y empecé a trabajar. En un trabajo que tuve, en un cibercafe, me daban la cena gratis. Yo siempre esperaba la hora de la cena con alegría. Era el momento del día. Me hice amigo de las camareras que me hacían la comida. Trabaje también en una tienda de informática donde me tenía que llevar la comida a medio día. Comprábamos en supermercados, en tiendas de comida para llevar o nos llevábamos comida desde casa. Un día un compañero de trabajo se trajo algo muy rico hecho por su madre. Yo había comprado mi comida en un supermercado y me la comí. Mi comida ya de por si era mucha. Luego lo que le sobro a mi amigo, me lo comí también. Y me dio un dolor muy fuerte en el costado. Fue un cólico por un atracón. No vomite, pero no se lo que paso. Termine en el hospital con un gotero, haciéndome toda clase de pruebas para saber que me pasaba. Y no me daban una respuesta clara los médicos. Pero yo lo se. Fue por una sentada de mucho comer.
Mi madre no fue al hospital a verme, pero tampoco se lo tengo en cuenta. Y mi jefe se enfado por que al día siguiente no fui a trabajar y tampoco fui al medico. Yo sabía que lo que necesitaba era tiempo en cama para digerir todo aquello. El dolor pasó y nunca más lo he vuelto a sentir con igual intensidad, pero creo que pudo ser una piedra en la vesícula. Cuando me vi rodeado de médicos por haberme pasado con la comida fue la primera vez que pensé que quizás estaba haciendo algo mal, pero el tiempo paso, y no le di importancia.
Tiempo después y en otras circunstancias se cruzo una mujer en mi vida. Ella era la hermana de mi mejor amigo y estaba separada. Tenía un hijo de su matrimonio. Yo no me acerque a ella, fue ella la que vino a mí. Buscaba un padre para su hijo y ella se acerco a mí con la intención de usarme. Yo era buena persona, pero a nivel de pareja ella se iba con otros. Aun así yo era tan inocente y estaba tan deslumbrado que no me di cuenta. Yo hasta entonces había pensado que siempre estaría solo por que no me gustaba mi cuerpo y pensaba que jamás iba a ser capaz de gustarle físicamente a nadie. Y efectivamente así fue, ella quería mi mente y mis sentimientos, pero no mi cuerpo. Me vieron sus amigas y le dijeron algo parecido a “como te puedes ir con el gordo ese”. Fue muy cruel.
Caí en una depresión. Me odie a mi mismo y a mi cuerpo. Me torture por haber perdido lo que mas quería. Hasta aquel día mi físico, y la comida, nunca habían sido para mi un problema en mi vida. Fue un punto y a parte. Me cambie el chip en la cabeza de comer a no comer. Quería estar delgado. No por ella. Si no por mí. Para que la próxima vez que se me cruzara una mujer no estuviera por medio el problema de mi físico. Aprendí a modificar mi físico con mi manera de comer. Creía que mis problemas se solucionarían cuando encontrara pareja y que eso no pasaría hasta que adelgazara. Pensaba que el hambre era mi amiga, que mientras tuviera hambre era que estaba gastando mis abundantes reservas. Me hice vegetariano. Me lo tome como vivir a dieta. Pensaba que si mi cuerpo estaba en mi contra y quería guerra, tendría guerra. Comí una vez al día durante mucho tiempo, no se cuanto, un año dos, tres. Funciono, adelgacé. Mucho, y rápido. 40 kg en un año.
Así fue como volví a nacer. Pero adelgazar no fue la panacea. Ya no era un comedor normal como las demás personas. Me volví super delicado con la comida. Conocí lo que era la culpabilidad por comer algo que sabia que me podía hacer engordar. Me tacharon de anoréxico, y admito que puede que rozara la anorexia en algún momento. Y por ello perdí amigos. Adelgazar para mi no fue el paraíso como esperaba, pero si fue bueno. Durante un tiempo fui feliz. Estaba contento con mi nuevo físico. Conocí mujeres a las que quise, y ellas parecían quererme. Soporte un primer desengaño pero no se reflejo en mi manera de comer. Pero la comida se estaba colando poco a poco por que había relajado mis hábitos. Estaba ganando peso lentamente.
Entonces, un verano, que estaba trabajando en una empresa dedicada al espectáculo, la música, y el mundo de la noche, me tope con alguien que era una persona muy adicta a las drogas. Esta persona, además, tenía poder sobre mí, por que era mi jefe. Veía que mi vida, mí sueldo, mi sustento, estaba en manos de alguien que me usaba como una herramienta, y que gastaba mucho dinero en drogas. Pase mucho miedo y angustia. Esto también se me junto con un fuerte desengaño amoroso, otra vez. Aposté por una relación en la que ella me estaba usando para vengarse de una relación previa. Todo esto se mezclo en mi cabeza y mis sentimientos.
No puede aguantar mas y estallé. Empecé a comer de manera destructiva. Empezaron los atracones.
Sentía mucha culpabilidad por darme un atracón. Y luego dejaba de comer varios días para compensarlo. Mi manera de comer una vez al día se convirtió en el atracón diario. Estaba dialogando con la comida, luchando con ella, intentando controlarla. Estaba desesperado por que no podía controlar lo que comía cuando tiempo atrás si había podido. Subí peso rápido. Al final tuve que dejar el trabajo por que no pude soportar más el maltrato que me estaban causando.
Buscando ayuda por Internet, desesperado Encontré a Comedores Compulsivos Anónimos ("OA", por sus siglas en inglés).
Había comprado un par de libros de dietas, para intentar controlarlo, pero no me funcionaron, todo lo contrario. Eso si, yo tenía claro que lo mío era adicción, compulsión por la comida. La idea de ser adicto a la comida ya se me había pasado por la cabeza muchos años antes. Encontré "OA" cuando aun estaba trabajando. Me costo tres meses decidirme a ir a una reunión presencial. En este intervalo me puse ultimátum, me prometí a mi mismo, hice de todo. Pero nada funciono. Antes había buscado el apoyo en otros vegetarianos que necesitaba, y buscando lo encontré en "OA". Empecé en las reuniones por Internet, (comencé un diario donde relataba mi experiencia, que aun hoy día sigo con el), y en cuanto pude fui a mi primera reunión presencial, donde quede con un compañero de mi ciudad al que había conocido en el Chat de "OA".
En mi primer año en OA logre tener periodos de abstinencia. Al principio de llegar pensaba que esto no era para mí, que yo solo necesitaba que me refrescaran la memoria. Darme miedo viendo a los que estaban mal para yo poder recuperar el control con la comida que tuve. Pero seguía recayendo y levantándome.
Mi relación con la comida fue cambiando a medida que iba aprendiendo más sobre la enfermedad, y sobre como la adicción actúa en mí para paliar el dolor. Llego un momento, al perder el primer mes de abstinencia, que fui consciente de que mi vida tenia que cambiar si quería estar abstinente de forma permanente. Además perdí la abstinencia de un mes de la manera más tonta posible, durante una comida de trabajo. Como no podía arreglar, ni controlar, ni mitigar, ni paliar, la principal fuente de dolor en mi vida en aquel momento (mis deterioradas relaciones familiares), huí de ella. Una compañera me comento que ella no había logrado estar abstinente hasta que se independizo.
Yo lo había pensado muchas veces, pero nunca me había atrevido por miedo a no tener el suficiente dinero. Pero necesitaba salir de aquella cocina por que el volver de juerga a altas horas de la mañana y pasar por delante de la cocina, con la barra americana, era superior a mis fuerzas. Comer a puerta de nevera abierta viendo la tele y de pie, como la disposición de aquella cocina me incitaba, me estaba destruyendo.
Por aquel entonces después de dejar el trabajo, trabajaba en casa en formato freelance, por libre, sin horarios, sin tener que ir a la oficina. Así que estaba todo el día en casa. Me podía separar poco del ordenador. Al levantarme tarde no desayunaba. Bajaba de mi cuarto a comer y mi madre aprovechaba para hablar conmigo y hablarme como es ella, de dinero y de sus problemas, con lo que yo me agobiaba. La hora de comer siempre era para mí una fuente de conflicto y dolor, que yo por supuesto mitigaba comiendo. Y por la noche no cenaba por que me pillaba trabajando.
Fue mi peor época junto con la de antes de entrar a OA. Estuve una época de unos 15 o 20 días de la cocina a la cama y de la cama a la cocina. Seguía yendo a OA. A veces iba a las reuniones con muchas ganas de llorar, por que aquel día solo había parado de comer para ir a la reunión. Pero ahora se que no lo estaba haciendo bien, no estaba trabajando el programa como se debe.
Al estar la comida apoderándose de mi, fallaba en el trabajo y me llamaron a las oficinas de la empresa en la capital, en Madrid. Me dijeron que no estaba funcionando como trabajador por libre y me pusieron sobre la mesa trabajar en la oficina. Me agarre a esa oportunidad como un clavo ardiendo. Di el paso. Me fui sin mirar atrás. Me vine en parte por la fama de buena recuperación que tienen los grupos de OA de Madrid.
El salir de aquella cocina que tantos atracones me ha visto darme fue una liberación. Tener lejos la influencia negativa de mi familia, que para mi es toxica, fue muy positivo en mi desarrollo hacia la recuperación en OA. El saber que solo tengo que comer mi comida, por que la otra que veo en casa no es mía, es de mis compañeros de piso, me ayudo también. Empecé a trabajar el programa mas en serio, yendo a reuniones tres veces por semana. Logre encadenar casi 6 meses de abstinencia. Perdí todo el peso que me sobraba que había ganado en mi época de recaída. Pero era una abstinencia por inercia. Por que había salido del ambiente que me llevaba a comer, y se que realmente no me lo estaba trabajando como se debe. Así pues, al siguiente palo de la vida volví a recaer.
Para mí la combinación de mujeres, trabajo o familia, con comida a la vez, es un cóctel explosivo. Llevaba un verano teniendo resbalones por que no me iba bien en el trabajo y estaba intranquilo. No estaba de atracones, y doy gracias por ello, por que solo estaba teniendo resbalones, pero ahora veo que eso era estar en recaída, solo que no quería verlo. No podía evitar comer alimentos compulsivos, solo que lograba parar y no darme atracones. Interiormente no tenía paz ni serenidad.
Y se me junto algo muy peligroso. Tenía problemas en mi trabajo. Y en la oficina había una chica que me gustaba, que estaba siendo acosada por un antiguo jefe que me debía un mes de sueldo. En una cena con todos los de mi anterior empresa, no pude soportar la combinación de amor+trabajo, y la angustia me supero. Recaí. Lo vi venir. Las recaídas, al menos las mías, yo las veo venir. Llame a mi padrino, e intente no recaer. Pero caí.
Recuerdo el atracón claramente. Se me cerró la mente, me llene de miedo y terror. No veía a los lados literalmente, solo de frente. Me temblaban las manos y tenia el pulso acelerado. No podía articular dos pensamientos seguidos. Estaba hecho polvo mental y emocionalmente. Las manos se me iban y solo quería comer. Me vi otra vez registrando armarios, robando comida que no era mía. Estuve una mañana entera en la oficina que no podía parar de comer. Ahora se que la recaída esta ahí, a un solo bocado de distancia y que no quiero estar así por que pierdo mi propio yo. Pero me siento feliz por haber recaído, por que me hizo ver muchas cosas. Como cuales son las cosas que me originan dolor y que me pueden llevar a comer. Me hizo ver que necesito el programa por que estoy enfermo. Me hizo ver que no lo estaba trabajando bien. Y fue tocar fondo otra vez. Un toque de atención de la enfermedad.
Así que agache la cabeza, me trague mi orgullo, y empecé, por fin, a hacer caso de lo que me decían, que tan bien les ha funcionando a otras personas que viven en recuperación. Empecé a escribir agradecimientos y a hacer un plan de comidas. Empecé a meditar de vez en cuando, según me lo pedía mi estado emocional. Escuche a los que llevaban más tiempo en OA que yo y que su recuperación me gustaba.
Y fui consciente que el cambio tenía que ser profundo a todos los niveles, a todas horas del día. Comencé una reprogramación mental. Comencé a comer tres veces al día, no siendo solo fruta una de las comidas. En el camino de salir de esta ultima recaída, creo que halle mi manera de trabajar el programa, y mi plan de comidas para no perder más peso. Perdí el miedo a engordar si comía más de una vez al día. Me di cuenta que la báscula y el peso, pueden ser tan dañinos para mí como un alimento compulsivo por que montarme en la báscula cuando no debo y según el resultado me puedo venir abajo nada mas bajarme. Y también vi como las relaciones afectan mis emociones, y empecé a pensar que por ahora no quería una relación por que me puede destruir. Tome consciencia de que debía aprenderlo todo de cero como un niño vuelto a nacer, empezando por comer, cómo relacionarme sanamente con otras personas, etc etc.
Sentí lo que en OA llamamos un despertar espiritual. Alegre de seguir viviendo en recuperación. Aprendiendo todo de nuevo, a vivir de una manera que no me haga daño. Por que para mi estar bien emocional, mental y espiritualmente, es cuestión de supervivencia. Sentí una tranquilidad, una alegría por vivir, una serenidad, que me ayudo, o fue consecuencia, de estar casi seis meses totalmente limpio con la comida.
Pero estoy enfermo. Sufro una enfermedad crónica, degenerativa e incurable. Que se puede detener, ralentizar y vivir con ella con una calidad de vida cercana a la normal, pero que nunca se puede curar por completo. La enfermedad estuvo otros casi 6 meses esperando a que yo le abriera la puerta, a que le diera una oportunidad y se desatara mi adicción a la comida. En mi cabeza esta la adicción y la obsesión, hablándome continuamente, para que coma. Cuando estoy abstinente, en sintonía con todo lo que es OA (los compañeros y compañeras, mi poder superior, etc) la voz de la comida se calla, por que la voz de OA es más fuerte. Así pues como voy a tener que seguir comiendo el resto de mis días, al día de hoy, creo que voy a necesitar el resto de mi vida a OA para que acalle la voz de la comida, la voz de mi enfermedad por la adicción a la comida.
Por que ya lo tengo comprobado, que según los vaivenes de mi vida, hay momentos en los que la voz de la comida se hace más fuerte y es en esos momentos cuando me juego perder mi abstinencia y recaer. He recaído varias veces desde que entre a OA. Al principio mucho. Ahora menos. He visto una evolución. Al principio solo lograba estar libre de la compulsión por la comida durante días, luego semanas, y ahora meses. Poco a poco las recaídas se van espaciando, y tengo la esperanza de que con mi trabajo, esfuerzo, buena voluntad y fe, llegue el día que ya no recaiga más.
Mi segundo año de estar acudiendo a OA, puedo decir que he estado abstinente la mayoría del tiempo que he vivido. Valoro cada segundo que vivo libre de los atracones como si fuera el ultimo. Yo no soy como otros compañeros o compañeras de OA que están abstinentes desde el primer día que llegan a OA, hasta el fin de su vida. Ojala. A mi esas personas me dan mucha envidia. Yo simplemente lo hago lo mejor que puedo y se. Además que no soy perfecto, lo hago lo mejor posible, por que la perfección no existe. Es una fantasía enferma, igual que la búsqueda del físico perfecto a través del control de mi comida, como tantas veces me ha hecho creer mi enfermedad.
Además he aprendido que si recaigo, eso no significa que lo tenga que tirar todo por la borda y abandonarme a la comida. No. Si recaigo y como lo que no debo, me levanto y sigo adelante. Vuelvo a OA, y sigo trabajando. Por que el tiempo que haya estado abstinente antes, cuenta.
Esta semana santa de 2007 he recaído. Y que. No pasa nada. No me culpo por ello. Estoy enfermo. Sigo viniendo. Sigo adelante. Aprendo de mis errores. Analizo por que he recaído y pongo medios para que la próxima vez no me vuelva a pasar.
Unas amigas me propusieron viajar conmigo en las vacaciones de semana santa a mi ciudad, por que tenían ganas de echarse unos días de playa. Yo dude inicialmente, pero al final dije que si inconscientemente. En parte echaba de menos mi ciudad, mi tierra. Me prepare lo mejor que se. Me lleve mis libros. Avise a mis compañeros o compañeras a donde iba. Pero como ya he dicho antes, recaí.
Ya me ha pasado antes en las mismas circunstancias. Casi 6 meses de abstinencia. Finalizando el 4 paso de OA. Viajo a mi ciudad y recaigo. Parece una ecuación, una circunstancia en la que se dan estos factores. Pero irónicamente es como si una voz murmurara, no vayas, no vayas.
El primer día que estaba en casa de mi madre otra vez. Me encontré con comida especialmente preparada para mí, y una pequeña ración de un alimento dudoso que había pasado a compulsivo. Me lo comí por no llevarle la contraria a mi madre. Pero ya se sembró de nuevo en mi interior la semillita de la compulsión.
El segundo día de estar allí, tuve un compromiso social, el rodaje de una película. Me lleve mi comida, me Salí del rodaje para comer. Pero me salte a la torera uno de los lemas de OA: “ni demasiado hambriento, ni demasiado cansado”. La noche antes del rodaje había dormido 4 horas por que tuve que llevar a mis amigas de juerga como buen anfitrión. Con solo 4 horas de sueño en el cuerpo y un desayuno abstinente me fui para el rodaje.
Estaba cansado. Me pusieron el disfraz y bueno estuve todo el día haciendo ejercicio. Que si corre para acá, que si rueda para allá. En fin, es lo que tiene hacer de extra en una película (aunque la película sea no comercial y hecha por unos amigos). Normalmente, mi plan de comidas esta ajustado para poca actividad física, ya que mi trabajo es muy sedentario. Trabajo sentado y sin apenas moverme delante de un ordenador. El sueño y todo el ejercicio acentuaron mi cansancio. Y además, me abrieron mucho el apetito. Me comí mi comida abstinente que llevaba conmigo, pero apenas me tapo el hambre. Me sentía muy hambriento, hambre física, no emocional.
Cuando llegue a casa de mi madre estaba solo. Mi familia no estaba. Aquella casa tiene una barra americana, es decir la cocina no tiene puerta y da al salón. Agotado físicamente, y hambriento, vi toda la cocina llena de alimentos compulsivos. No me tocaba cenar hasta unas horas después. Comí un poco. Intente parar. No pude. Seguí comiendo. Aquella cocina que tantos y tantos atracones me ha visto darme, volvió a ser escenario de un nuevo atracón. Extrañamente tenía la cabeza muy fría, por que ha sido una recaída desde el punto de vida físico. Puro hambre. No fue por usar la comida para tapar mis emociones, sino para tapar hambre y cansancio. Y esto creo que fue la primera vez que me ha pasado, por que hasta ahora yo siempre he usado la comida como anestesia ante mis emociones. Me entere de todo, podía pensar, sabia lo que estaba haciendo. Pero no podía parar.
Fueron 4 días de locura. No me sentía deprimido. Ni culpable. Pero ya no sentía la alegría ni la fe que tenia días antes de ir a mi ciudad de nuevo. Eso si, comí alimentos que hacia mucho tiempo que no comía. Y me vi haciendo cosas que yo nunca antes había hecho. Planear atracones. Gastar mucho dinero en comida compulsiva en supermercados y tirarla luego a medio comer. Cuando tire toda esa comida, me decía: “hazte un favor, aleja toda esa comida tan dañina de ti.”
Esta vez que fui a mi ciudad no me lleve mi coche. Con lo que tenía que moverme en trasporte publico. Por lo tanto tenía que llevar dinero suelto en el bolsillo. Por desgracia tampoco vendían allí abonos de trasporte público. Yo con dinero suelto en el bolsillo soy muy peligroso para mí, por que puedo tener la idea de comprar cualquier cosa compulsiva para mí. Así que mi enfermedad aprovecho para salir a flote y querer yo gastar todo ese dinero de sobra en mi bolsillo para prepararme atracones.
En cuatro días de recaída engorde casi 5 kilos, a una velocidad pasmosa.
Pero fue irme de casa de mi madre, volver a donde vivo ahora, y coger de nuevo la abstinencia. Esa recaída me hizo ver muchas cosas. Muchas de ellas las había escuchado en el programa y las he visto cumplidas en mí. Como que la enfermedad sigue avanzando aun estando abstinente, por que esta recaída fue mucho más fuerte que la anterior, que solo fue un atracón, esta vez fueron 4 días de locura.
He aprendido que aun tengo muchas heridas abiertas que tengo que trabajar, y que si estoy lejos de ellas puedo mantenerme estable, pero volver a los lugares donde esas heridas vuelven a mi cabeza hacen tambalear mi abstinencia y mi recuperación. También he aprendido que allí la voz de la comida se hace más fuerte en mi cabeza, y que yo no puedo controlar ni decidir sobre viajar allí. Si allí la voz de la enfermedad se hace más fuerte, necesito que cuando vaya allí la voz de OA sea más fuerte, por lo tanto solo podré viajar allí, no cuando ni como yo quiera, si no cuando en mi ciudad haya convenciones o eventos de OA. Y además he aprendido también que no debo alojarme más en casa de mi madre, por que soy impotente ante la comida que hay allí. Además allí la enfermedad se hace más fuerte, y la ingobernabilidad de mi vida se hace más fuerte, por que la vida se me acelera. Todos mis amigos quieren verme. Todos quieren quedar para ir a comer o cenar. Y el tiempo vuela.
Además he notado como la comida hace que vuelva poco a poco al estado mental en el que estaba antes de llegar a OA. Me desconecta de mi serenidad, de la tranquilidad, de la alegría de vivir que sentía. Así pues eso me convence que necesito estar con la cabeza conectada al programa, por que si no se me olvida de que soy comedor compulsivo y quiero vivir como antes. Y para eso necesito mis tres reuniones semanales, que cuando viajo me pierdo. Y necesito quien me apadrine con un estrecho contacto diario para estar en constante trabajo del programa y no dejar que la voz de mi cabeza gane terreno y de paso a la enfermedad.
Pero en el fondo creo que debo sentirme afortunado, por que la recaída no ha logrado llevarme a la depresión. No han hecho que abandonase OA. Y he podido vivir este año la mayoría del tiempo libre de la compulsión por la comida, cuando el año anterior estuve casi todo el año en recaída. Cada recaída me ha hecho acercarme más al programa, y ahora tengo mas ganas que nunca de seguir trabajando por mi recuperación.
Paso un mes. Se me presento un viaje al que yo había dicho inicialmente que no iba a ir por tema de dinero, pero finalmente me invitaron y no pude decir que no. En este viaje me acompaño la que hoy día es mi pareja.
Los viajes me descolocan, hacen que los pilares de mi abstinencia se tambaleen, y además provocan en mí una serie de emociones que hacen que pierda la serenidad. También en la incertidumbre sobre lo que voy a comer y cuando, lo que me lleva a la recaída.
Ese fin de semana recaí también, y me di cuenta que no podía parar, que necesitaba un padrino, y que baso mi abstinencia en tener excusas, coartadas, motivos para no comer, por que yo siempre quiero comer si me dejo y me escucho a mi mismo.
Fue volver del viaje y el lunes ir a una reunión y volver a estar abstinencia. Pero ya no era igual, me estaba desconectando del programa de OA. Había perdido la paz. Cierto es que los atracones no me hicieron hundirme, pero los viví con la cabeza totalmente fría, dándome cuenta de todo lo que hacia, queriendo parar, y no poder.
A la semana de este viaje, mi pareja vino a cenar a casa para estar conmigo. Ella sabe de mi enfermedad y de OA, pero es una comedora normal. Ella normalmente trae su comida, por que tiene otra forma de comer totalmente distinta que yo le respeto ya que ella me respeta y tolera a mí.
Pero aquel día, en un descuido ella olvido en mi casa un alimento compulsivo que cuando volví, me lo comí.
Me asuste de verdad, por que de 6 meses, había pasado a 1 mes y luego a 1 semana. Los tiempos de abstinencia iban a la inversa, ya que ese camino pero al revés, lo había recorrido al principio de entrar en OA. Lo siguiente que me quedaba era la recaída total. Tenía que hacer algo, no podía dejarme llevar a la recaída total. Ya había estado allí y no quería volver a ese infierno.
Hable con ella, y ya no se dejara nunca más alimentos olvidados en mi casa, por que sabe el daño que me puede hacer. Ella puede traer lo que quiera y comérselo, a condición de que no me ofrezca y luego se lo lleve. Tengo un gran apoyo en ella por que me ayuda mucho ya que me comprende, aunque como dice en los libros muchas veces las parejas de alcohólicos piensan que con amor pueden curar la enfermedad y se que ella piensa eso. Yo se que no, por que soy adicto a la comida hoy, y mañana y al otro día, pero ahora tengo un motivo mas para vivir. Uno muy importante.
He cogido un padrino y he empezado otra vez desde cero. He vuelto al punto de partida. Tengo tan asimilado que si recaigo sigo adelante, que la respuesta ante una recaída, ante comer algo compulsivo, me sale automática. Voy al grupo, llamo, escribo y no dejo de seguir adelante. Una recaída para mi es algo muy delicado, pero no es el fin. No tengo que hacerlo todo perfecto, pero no tengo que dejarme llevar, simplemente lo hago lo mejor que puedo.
De nuevo llevo otra vez un tiempo abstinente, y sigo trabajando por seguir viviendo lo mejor posible. Mi nuevo padrino me esta ayudando mucho con una nueva manera de trabajar el programa que desconocía, y también me he dado cuenta como soy muy sensible además de empático y absorbo las emociones de los demás, sobre todo las que son negativas. Y por eso necesito tener mi mente conectada al programa mediante la fe en mi recuperación. Las actitudes enfermas de personas que no saben relacionarse unos con otros y lo hacen haciéndose daño a mi me afectan y me duelen sobre manera y me llevan a recaer.
Eso es lo que me ha enseñado esta serie de recaídas, eso y que necesitaba apadrinamiento urgente. Seguiré trabajando otra vez con más ganas que nunca, y dando gracias por cada segundo de vida que he podido arrebatarle a la enfermedad.
El desviarme de la fe es el mayor peligro para mi recuperación. La fe es el norte de mi recuperación. OA me ayuda a ser mi propio psicólogo, y la fe es lo que me da la motivación para seguir adelante, para seguir viviendo trabajando, haciendo todo lo que tengo que hacer para vivir en recuperación, es decir para seguir usando las herramientas, para seguir viniendo.
Mi fe flaquea cuando la enfermedad alza su voz. Es en los viajes cuando soy especialmente vulnerable. Habitualmente tengo construida a mi alrededor una rutina que me protege de recaer y de la comida compulsiva. Pero cuando viajo esa rutina desaparece y me veo sometido a la presión que suponen las emociones de viajar, de conocer gente nueva, de volver a ver personas de mi pasado, de no saber que, como, cuando y donde voy a comer.
Así pues he aprendido que cuando la fe flaquea, y la enfermedad se hace más fuerte, necesito que la voz de OA resuene en mi cabeza con más fuerza. Cuando viajo necesito llamar el doble, escribir el doble, y por supuesto seguir yendo a reuniones. Desde que entre a OA no he dejado de ir a reuniones nunca, por que en ello esta mi recuperación.
Por eso suelto riendas con este aspecto de mi vida, yo viajare cuando haya convenciones de OA a las que ir, o a las ciudades donde haya grupos de OA a los que asistir, así me aseguro que vaya donde vaya, la palabra de OA y mi recuperación irán conmigo. Así puedo compartir también mi fortaleza y esperanza. Así no me alejo del lugar donde nació mi fe, que es OA. Puede que me aleje geográficamente de mi grupo, pero no de OA, por que siempre puedo visitar a otros grupos.
Por que de otra manera, yo no quiero alejarme de la fe, no siento que yo mismo pueda dudar de la fe, después de todo lo que esta me ha dado, que es una nueva vida. Eso si, la comida, y las recaídas tienen el poder de hacer que se me olviden cosas básicas del programa, pero cuando salgo de la recaída, vuelvo con mas fuerza al programa y siempre aprendo de la recaída, y por que recaí, y que estaba haciendo mal que me llevo a recaer.
Ahora ya no tengo el orgullo de creerme que yo solo puedo, que yo lo se todo y que yo estoy en lo correcto. No. Ahora se que necesito ayuda, que dios esta ahí para mi si yo lo quiero y lo busco, y que en OA y en el trabajo de los pasos están las respuestas. Que hay muchas personas iguales que yo a las que puedo recurrir para que me ayuden, y que yo puedo ayudar a muchas otras. El orgullo de creerme en lo correcto y en la autosuficiencia, lleva al aislamiento y al no querer pedir ayuda ni a buscarla cuando es necesaria.
Tocar fondo es esencial para desear la recuperación. El fondo de cada comedor compulsivo es personal, eso es lo que creo yo. Mi propio y personal fondo, mi infierno en vida creado por mi mismo a mi medida, mi callejón sin salida, mi “hasta aquí hemos llegado”. Mi momento definitivo donde tuve que escoger vivir o morir, el momento en el que vi que mi vida era una locura y que no podía seguir así por que me estaba matando lentamente a base de atracones y exceso de comida.
Es en este fondo, donde muchas personas se dan ultimátum o acarician la muerte como una solución aceptable. En el descenso a este infierno personal la degradación de la persona incluye de todo: dietas abusivas o extremas, vómitos, comilonas, robos de comida o dinero para comprar comida, mentiras, esconder comida, operaciones del aparato digestivo, conductas temerarias suicidas, etc… Yo hice alguna de esas cosas que nombro aquí.
Y no hace mucho. Cuando recaigo todas estas conductas vuelven a mí, y con más fuerza. Mi recuperación se anula y estas conductas autodestructivas que estaban en un cajón vuelven con mucha mas fuerza si cabe. En mi última recaída pude comprobar como la enfermedad avanza y es degenerativa por que me vi haciendo algo que no había hecho antes: planeando atracones, y asaltando supermercados a golpe de tarjeta de crédito. Mi propio y personal viaje a los infiernos de la compulsión por la comida.
Es ese tocar fondo lo que me da las ganas de salir de el y de querer recuperarme. Es una especie de fuego que siento en el corazón, un ansia de redención, unas ganas de querer vivir mejor. Es un sentimiento mucho más fuerte que cualquier motivación que haya sentido jamás, y que termina mutando en fe. Pasa de ser de unas ganas de vivir, a una gran esperanza a una fe en el programa de 12 pasos. Al final de este sentimiento se haya la abstinencia.
Llegue a OA hace dos años. Aprendí que sufro de un trastorno de la alimentación, una enfermedad que deteriora mi calidad de vida y que es en última instancia, mortal. Ser consciente de que padecía esta enfermedad me costo mucho trabajo. Tuve que sufrir sus efectos y síntomas para tomar conciencia de ello. Desafortunadamente mi enfermedad no esta tan documentada y reconocida como sus enfermedades hermanas: la anorexia y la bulimia, por mucho que compartan algunos síntomas.
Una vez fui consciente de la enfermedad que padezco, aprendí que puedo vivir con ella igual que un diabético convive con su enfermedad. Necesito, igual que un diabético se inyecta insulina a diario, hacer ciertas cosas por mi recuperación para poder vivir de una forma digna sobrellevando mi enfermedad.
Así pues empezó el viaje de mi recuperación. Como venía de estar con la enfermedad en activo, tuve que tener durante una época cuidados paliativos hasta que los atracones pararon y la enfermedad disminuyo. Entonces empecé a buscar el por que de mis atracones y a analizar mi interior para ver por que había terminado llegando hasta ese punto.
Entonces empecé una fase de “mantenimiento”, pero como el diabético, necesito seguir trabajando a diario. La enfermedad es degenerativa, y sigue adelante, con lo que cada vez necesito trabajar más por mi recuperación.
Cuando me relajo, o los factores que acentúan mi enfermedad se refuerzan, tengo recaídas y vuelvo a la pesadilla de los atracones, pero noto que he evolucionado mucho, aunque me queda mucho aun por mejorar.
Antes vivía en un atracón perpetuo, ahora puedo contar con los dedos de la mano los días que he tenido atracones el último año. Y sigo trabajando para que algún día, si dios quiere pueda decir que ese año no he tenido atracones.
Y aun cuando tengo un episodio de recaída en la comida, noto que mi cabeza esta mucho más estable que como me recuerdo a mi mismo atracándome hace varios años, totalmente fuera de mi. La comida y la enfermedad podrán con mi voluntad momentáneamente, pero siento que no puede con mi alma, ya que yo deseo la abstinencia y la recuperación con más fuerza que nada en esta vida.
Aun en recaída, y con comida en las manos, he estado pensando en OA, en el programa y en parar, y lo he logrado, he tirado comida a medio comer pensando que me estaba haciendo a mi mismo un favor. He sentido que mi propio cuerpo rechazaba esa comida por que me sentaba mal. Y como no de cada recaída he aprendido, y de esta saco lo siguiente:
-No puedo probar solo un poquito de mis alimentos compulsivos, o acabara atracándome antes o después.
-No puedo probar líquidos que lleven azúcar, por mucho que piense que es psicológico, el azúcar también tiene su factor físico y adictivo.
-No puedo aislarme ni relajarme en el trabajo de mi recuperación. Necesito un plan de acción, dedicar todos los días una hora a OA, y poder llamar a diario a las compañeras.
Cada recaída tiene su mensaje y su consiguiente vuelta al camino, que cada vez me ha acercado más. Deseo con esperanza y ruego para que cada recaída que me recuerda mi fondo, me acerque mas a mi recuperación y me lleve a decir que hace años que no recaigo y que estoy con los vencedores, con los que se están recuperando, lugar en el que ya me siento y en el que quiero quedarme aun mas si cabe, y mejorar mas aun.
Voy a relatar ahora mi última recaída.
Viaje a mi ciudad, volví a mi tierra, otra vez. Y allí me estaba esperando mi pasado, aguardándome a llevarme de vuelta al infierno de la compulsión por la comida del que había salido.
Me dijeron este verano en el trabajo que tenia que coger 15 días de vacaciones por fuerza. Soy consciente de que en vacaciones mis hábitos alimenticios se alteran, así que tenía mucho miedo de las vacaciones. No quería vacaciones. La semana antes de irme el miedo y la angustia era tal, que tuve una recaída emocional. Una compañera con la que hable por teléfono me hizo volver a la realidad y huir del miedo a recaer, que se convertía en miedo a viajar a mi ciudad.
Ese miedo lo tenia en parte, por que se, he notado, que mis recaídas son estaciónales. Recaigo en vacaciones, cuando mi rutina que me mantiene abstinente cambia y me quedo en el aire. Recaí el puente de la hispanidad del año pasado, en navidades tuve un resbalón pero aguante, en semana santa recaí, y me costo salir hasta mayo, hasta que llego agosto y recaí otra vez como paso a contar otra vez. Quizás ya estaba tocado y este año ha ido de recaída en recaída, por que no he tenido una abstinencia larga, sólida y duradera, si no constantes devaneos con la comida.
La primera semana en mi ciudad fue bien. Estaba lejos de casa de mi madre, el lugar que tantos atracones me ha visto darme. Vivía en un apartamento en la playa. Iba a los grupos. Estaba abstinente, vivo y disfrutando.
A la mitad de la segunda semana cometí el error de comer en casa de mi madre. Aquella casa tiene el poder sobre mí en cuanto a comida se refiere. Es entrar por la puerta y ya estoy comiendo. Rompí inconscientemente algo que me había dicho a mi mismo. No puedo volver a comer allí, puedo visitar esa casa entre la hora de la comida y la hora de la cena, pero nunca jamás puedo comer allí, por que es billete directo de ida a la recaída. Y aun así, por ajetreo de las vacaciones me plantee una comida allí.
Luego tuve una pequeña pelea con mi novia, que me altero las emociones, no fue nada grave, pero como comedor compulsivo que soy, soy muy sensible, y le di mas importancia de la que tuvo.
Cuando me quise dar cuenta le estaba cogiendo comida a ella a escondidas. Dándole vueltas a la cocina y a las cosas para que no me pillara, ocultándome para comer. Todo empezó por un alimento que probé, la leche con canela y limón, la horchata, líquidos azucarados, que ahora se que me son muy compulsivos y que por aquel entonces no sabia, por que nunca antes los había tomado estando en OA.
Volvimos de viaje, y la primera mañana de estar de nuevo en casa, me encontré la nevera totalmente desprovista. Pensé en desayunar fuera de casa, y madrugue, y fui a gastarme el suelto que tenia a una tienda de ultramarinos, en dulces que comí andando hacia el trabajo.
Entonces comenzó la locura. La espiral de degeneración de atracones y descontrol. Han sido unas semanas muy extrañas en las que he ejercido mi enfermedad en toda su extensión. Como no llevo nunca suelto, compro en los supermercados con tarjeta de crédito, lo que me hace comprar mayor cantidad.
Me he visto haciendo cosas que no había hecho nunca antes, incluso las reuniones no me ayudaban. Ha tiempo en otras recaídas, iba a una reunión y salía de allí abstinente. Pero ahora no. He tenido tanto mono, me he obsesionado tanto, que he salido de una reunión y me he ido derechito a un supermercado.
Otra dificultad añadida ha sido que en mi trabajo no paran de traer comida. Han cogido la costumbre de traer pasteles por la mañana para desayunar, y eso hace que la tentación se potencie. Siempre tengo compulsivos a mano durante mi jornada de trabajo, y tengo la sensación de que vivo rodeado de veneno, como si fuera a trabajar a una central nuclear pero sin traje de protección, vamos que me siento muy expuesto y débil a la comida allí. Sabía que si recaía, mi trabajo seria mi perdición por que allí estoy rodeado de alimentos compulsivos. Afortunadamente he encontrado la manera de contrarrestar la voz de la comida en la oficina, hacer que la voz de OA sea más fuerte, teniendo literatura en mi mesa, y leyendo cada poco que tengo un segundo libre en el trabajo. Así puedo ir saliendo adelante en la oficina.
El malestar físico que me causa un atracón es tal que he llegado a aborrecer ciertas clases de comida. Es como si amase y odiase el acto de comer al mismo tiempo. Después de un atracón me quedo como si me hubieran dado una paliza, totalmente hecho polvo. Mi vientre se abulta y me siento llenísimo, es como si cargara un ladrillo en mi estomago.
Después toda la boca me sabe a barro, se me queda seco y nada de lo que coma me sabe bien, solo el dulce me quita ese mal sabor de boca que me dura un tiempo. Por otro lado, el malestar de estomago es terrible, me dan punzadas como si fueran puñalada, y no paro de ir al baño cada dos por tres hasta que me vacío y saco todo lo malo que he comido de mi. También me duele el dineral que me gasto en comida. Cuando tengo fuerzas que salen del programa, que tengo en mente mientras estoy comiendo mal, pido ayuda, y he tirado la comida. Y me duele tirar comida, mi interior no quiere, quiere comérsela, pero si tiro la comida y no me la como la cosa va bien, por que esa comida es basura y no la quiero en mi vida. Pero me duele tirar comida que es cara. He de pensar que ese dinero me lo podía gastar en llamar a compañeros del programa y estaría mucho mejor invertido.
La recaída me ha llevado a la autocompasión, a apiadarme de mi por que pobrecito tengo una enfermedad grave. He sentido impotencia ante mi enfermedad, un cansancio de estar enfermo, por sentirme menos que otras personas, y esto me ha llenado de negatividad. Me he sentido muy limitado por la enfermedad, por que he sido consciente de mis limitaciones como comedor compulsivo, especialmente los viajes. Veo fotos de amistades que viajan mucho, escucho como los compañeros de trabajo viajan donde les apetece, se recrean en la gastronomía, tienen una vida social intensa llena de viajes, comidas y encuentros, y yo no puedo, por la comida, por que todo lo que me aleja de las reuniones me acerca a los atracones, y me siento menos persona, harto de estar enfermo, impotente, menos vivo. Y todo esto me acerca un poco mas a la recaída, no puedo pensar de esa manera, no puedo pensar en todo lo que he perdido a causa de la comida, los atracones y la obesidad, si no pensar en todo lo que he ganado, la gente que he conocido, y todo lo que he vivido, la gente maravillosa que he conocido, lo que he crecido interiormente, la causa que he encontrado, lo que he ayudado y me ayudan.
El último atracón de esta recaída sucedió como sigue. Era un día de diario que tenia que trabajar. Llevaba apenas dos días abstinente. Me levante tarde y aun medio dormido me sonó el móvil dos veces. Era mi novia, que estaba preocupada por mi. La verdad es que me agobie un poco, con llamadas a esa hora de la mañana. Cuando llegue al trabajo la llame y estuve hablando con ella.
A la hora de comer, un poco antes de irme de la oficina, me volvió a llamar. Me sentí revuelto, emocionalmente inestable, agobiado, por tenerla tan detrás de mí. No nos peleamos (de hecho no nos peleamos mucho), pero ella sabia que estaba en recaída y se preocupa tanto por mi que a veces parece que me estaba controlando. Hablando con ella yo intentaba cortarla, le decía que tenía que irme a comer, que no podía hablar más con ella, que se me pasaba la hora libre, y ella aun así seguía hablando más y más. Me notaba mal, y le daba vueltas a todo buscando que yo me encontrase bien para ella recuperar la confianza en nuestra relación y en nosotros.
Me dieron las 2 y media hablando por teléfono. Cuando quise ir a casa a comer según mi plan de comidas, ya no me daba tiempo. Además tenia que ir al banco a solucionar una gestión en mi hora de comida, una gestión urgente.
Fui al banco y no pude hacer la gestión, y me encontré con dinero en el bolsillo. Entre en un supermercado para comprar algo para comer, y no había allí nada abstinente para mi. Acabe en un restaurante donde había ido otras veces a comer con los compañeros del trabajo, pero esta vez fui solo. Pedí un menú que caía dentro de mis alimentos no compulsivos, pero me pusieron pan. Y me lo comí. Y luego pedí postre, una Mouse de fresa. Ya estaba comiendo dulce y harina. Lo había probado. El atracón estaba servido.
Llegue al trabajo y las mismas galletas que esa mañana no había querido, me estaban allí esperando. Me las comí a puñados, de 4 en cuatro, dando viajes a la cocina, ocultándome de los compañeros, la locura.
Salí rezando por no darme un atracón, pero yo sabia lo que iba a pasar, era superior a mis fuerzas. Como un zombie entre en un supermercado y gaste mucho dinero en comida compulsiva. Aun así logre no gastar el dinero efectivo que tenia destinado a esa gestión. Pague con tarjeta.
Mientras caminaba hacia casa comiendo por el camino, pensaba me meto con esto en el cuarto me lo como todo hasta que reviente y lo vomite todo, a ver si así le cojo asco y no quiero repetir un atracón jamás. Un pensamiento totalmente demente y de tintes bulímicos. Era presa de mi compulsión enferma.
Me encerré en el cuarto. Devore la mitad de la comida y ya no podía mas. Tuve un momento de lucidez, pensé que no podía destruirme mas así, y lo que hice fue salir a la calle y tirarlo todo, incluido los restos, en bolsas de basura bien cerradas. Tire comida entera sin abrir o apenas picoteada. Pero no quería destruirme más. Además sentirme tan lleno me hacia sentir muy mal. No podía pensar y me sentía fatal, a punto de vomitar.
Y ya no comí más, hasta el día de hoy. Que estoy otra vez abstinente y considero que he salido de la recaída, otra vez.
Esta recaída me ha enseñado, que tengo nuevos alimentos compulsivos que antes no conocía. He constatado varias cosas que había escuchado en las reuniones. La primera que la enfermedad es degenerativa y si no se detiene va a peor. Esta ha sido mi peor recaída de todas las que he vivido. Se que la siguiente será peor, y no quiero pasar por eso por que me puedo llegar a matar a mi mismo, o destruir la calidad de vida que he logrado.
También he aprendido, que las recaídas en mi caso son estaciónales, he avanzado en mi enfermedad de estar comiendo siempre, como al principio de mi historia, a recaer puntualmente, sobre todo cuando viajo. Estos viajes coinciden que son en épocas de vacaciones y a mi ciudad. Sobre todo por que allí esta la casa de mi madre, y esa casa es entrar por la puerta y estar comiendo mas automáticamente. Tengo que tener mucho cuidado con las diferentes épocas de vacaciones (navidad, semana santa, verano, puentes) por que es cuando recaigo, cuando me sacan de mi rutina.
Logre tener 5 o 6 meses de abstinencia por que aguante las navidades pasadas, así que ahora siento que ya he aprendido a tener una rutina que me mantenga abstinente, tengo que aprender a viajar de manera abstinente. Y sobre todo renunciar a volver a mi ciudad y a casa de mi madre por mi propio bien, sobre todo hasta que este mucho mas recuperado y me sienta con fuerzas para enfrentarme a ello, cosa que hoy día no.
Cada día que paso soy mas consciente de mi enfermedad, del daño que me hago con ella, pero también de que hay un camino, y que estoy en el sitio correcto para recuperarme. Tengo fe en ello, fe en mi recuperación. Por que yo he visto los milagros de los que hablan los libros de OA, personas que no vuelven a comer compulsivamente, que celebran 5, 7, 12 años libres de atracones. Y he visto esos milagros cumplidos en mi en parte, aunque yo solo haya logrado vivir libre de la compulsión de la comida durante 6 meses el máximo tiempo. Es mucho tiempo y mucha calidad de vida, cuando yo no era capaz de dejar de comer compulsivamente ni un solo día de mi vida.
Por eso sigo en Oa, por que he visto en mi y en otras personas, que si se trabaja, si se cree en ello, y si hay ganas de recuperarse, funciona. La recuperación es posible, solo hay que desearla y trabajar por ella
Publicado por Armando A. en lunes, septiembre 10, 2007 |