Torreón, Coah.- En México cinco de cada 100 hombres ingieren bebidas embriagantes diariamente. La Secretaría de Salud reporta que en el país cerca de 280 mil mujeres son alcohólicas. Años atrás doña Manuelita formó parte de las estadísticas. Su forma de beber obligó a sus hijos a llevarla al grupo de “24 Horas Independencia”, donde en un principio se negó a recibir ayuda.
“¿Quién les dijo que yo quería dejar de beber?”, fueron sus primeras palabras al llegar.
En ese entonces la enfermedad estaba ya muy avanzada, doña Manuelita sufría de lagunas mentales. Sus compañeros de grupo intentaban convencerla de que se quedara para iniciar su rehabilitación.
“Ésta es su casa”, le dijeron, ella de manera agresiva les respondió: “quién se las pidió”.
De un primer brindis a los 28 años de edad pasaron cerca de 35 para que doña Manuela tratara de curar su adicción.
“Era ya una ‘catarrina’, bebía lo que fuera”. La historia de Manuela es diferente a la de muchos enfermos, ella nunca se quedó a dormir en la calle ni visitó bares de mala muerte, en su casa ella armaba su propia fiesta, subía a todo volumen la música y las quejas de los vecinos no se hicieron esperar, cansados de la situación, los hijos de Manuela la llevaron a Alcohólicos Anónimos.
Hoy al volver la vista atrás, Manuela ha dejado el alcohol, volvió a tener su dignidad como persona, pero sobre todo el cariño de sus hijos, quienes están encantados de haber recuperado a su madre.
El hígado es el órgano más afectado por esta enfermedad. En el país en el año 2000 la cirrosis apareció en cuarto lugar dentro de las diez principales causas de muerte y el primer lugar entre los hombres de 35 a 45 años de edad.
La dignidad perdida
Un buen día la madre de Salomé llegó a preguntarle qué quería de cenar. Pidiera lo que pidiera su deseo sería cumplido. La propuesta sorprendió a la mujer de 33 años, pero gustosa decidió aprovechar el detalle. Salomé no recuerda con exactitud el platillo concedido, lo que sí recuerda como si hubiera sido ayer fue que al terminar de ingerir los alimentos su madre le dijo fríamente:
“Hija, es tu última cena en la casa, toma tus cosas y vete por favor”. El motivo que obligó a los padres a tomar esa decisión fue la manera de beber de Salomé.
Recuerda que su cuarto estaba siempre sucio, pasaba mucho tiempo para que Salomé cambiara las sábanas de su cama, de hecho su aseo personal estaba también en el olvido.
“Pero no sólo bebía alcohol, también probé la mariguana y el opio”.
Salomé tiene la carrera de enfermera. En esos días cuando su problema era cada vez más grave, para poder sostenerse de pie cambiaba el líquido de un refresco de manzana por el de cerveza. En horas de trabajo ella bebía para soportar la rutina del día.
“Sentía mucho miedo que en el hospital me descubrieran, también vergüenza”.
Salomé visitó en muchas ocasiones la cárcel. Conoció también los bares de mala muerte, “mi dignidad estaba por los suelos”.
Un día en el hospital se encontró a un tío, quien le llamó la atención por su estado físico. Unas palabras quedaron grabadas en la mente de Salomé:
“No te das cuenta que en el trabajo te tienen lástima y por eso no te corren”. Después de estas palabras el tío llevó a Salomé a las oficinas del grupo “24 Horas Independencia”.
Ha pasado el tiempo y Salomé ha vuelto a ejercer la enfermería, para los ojos de su familia recuperó la dignidad, pero sobre todo se encontró a ella misma, sabe enfrentar sus problemas emocionales y éstos no son causa para volver a tomar una copa entre sus manos.
En un informe del Consejo Nacional Contra las Adicciones (Conadic), advierte sobre el incremento en el consumo de alcohol en los adolescentes y en las mujeres adultas.
Adiós a las discos
A los 19 años Fernando decidió dejar atrás las noches disco. Se imaginaba un futuro triunfador, tanto en el aspecto profesional como en el personal. En ese entonces Fernando estaba en la Universidad, todos los viernes salía con amigos y el alcohol corría con el desenfreno propio de la juventud.
Un buen día junto con un amigo decidió ir al “Grupo 24 Horas Independencia”. Mientras que los viernes Fernando estaba en terapia, sus amigos de la escuela tomaban la noche por asalto, donde las copas eran las protagonistas principales de la aventura nocturna.
A las tres semanas Fernando comenzó a arrepentirse de su decisión. Después de todo él nunca había estado en la cárcel, tampoco la mañana lo había descubierto dormido en la calle. Después de estas reflexiones su amigo abandonó el grupo, Fernando secundaría su decisión, “pero unas de las personas de aquí me pidieron que me quedara unos días, total nada perdía y que después de un tiempo vería quién estaba mejor, si mi amigo o yo”.
La respuesta no tardaría mucho en llegar. Un día caminando por las calles de Torreón, Fernando descubrió a su viejo amigo en estado deplorable, el alcohol lo había consumido. En ese momento Fernando supo que su decisión había sido la correcta. Hace mucho se alejó del alcohol, ahora está felizmente casado y su experiencia ha sido distinta a la de sus compañeros.
“Cuando mis compañeros se casaron celebraron con vino, yo en mi boda estuve totalmente sobrio, les comparto mi experiencia, como la de ser padre y no salir corriendo a la cantina para festejar con amigos”.
Fernando se siente todo un triunfador, ya que es una persona útil para la sociedad, donde el alcohol no ha sido necesario.
Se ha calculado que 32 de cada mil adolescentes presentan síntomas que sugieren dependencia al etílico
Como la historia de Manuela, Salomé y Fernando, hay muchas en el país. Ellos tuvieron la fortaleza para salir adelante al dar el primer paso y tal vez el más difícil: reconocieron su problema, finalmente aceptaron ayuda y todos los días sin descanso luchan contra el mal, para que un primer brindis no se convierta en su sentencia de muerte.
¿Enfermo?
El alcoholismo es una enfermedad, se considera alcohólico a toda aquella persona que se crea problemas cuando entra en contacto con las bebidas embriagantes. Una persona enferma no es aquélla que bebe todos los días, ni la que tiene accidentes de tránsito o falta a su empleo, sin embargo la enfermedad es progresiva en forma lenta y peligrosa.
Hace mucho tiempo que la Organización Mundial de la Salud considera este mal como uno de los mayores problemas de salud pública en el planeta.
Las cifras advierten la gravedad del asunto: 2.6 millones de hombres adultos son alcohólicos. Cinco de cada 100 de ellos consumen bebidas embriagantes diariamente y cerca de 280 mil mujeres mexicanas dependen del alcohol, establece la última Encuesta Nacional de Adicciones de la Secretaría de Salud.
Los mexicanos consumen en promedio anual 71 litros por persona de bebidas alcohólicas y gastan unos 118 mil millones de pesos. Ese gasto da como resultado pérdidas en casi todos los campos económicos y sociales, ya que el alcoholismo provoca ausentismo, baja en la productividad, accidentes, gastos médicos por enfermedades, además de sus nocivos efectos sociales.
El Siglo de Torreón . 21 junio de 2003 |