Académica de la Facultad de Medicina de la UNAM.
• Es necesario orientar campañas de prevención a niños y adolescentes, población con mayor incidencia
En México, las campañas de prevención del suicidio deben estar dirigidas, fundamentalmente, a niños y jóvenes, la población con mayor número de fallecimientos por esta causa en el país, consideró Catalina González Forteza, académica de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
El trabajo deben realizarlo equipos multidisciplinarios, para promover el bienestar físico y emocional con enfoque profesional, recomendó la también integrante del Padrón de Tutores de la Facultad de Psicología (FP). Es necesario, prosiguió, atender la salud mental de la población, para garantizar el desarrollo pleno de sus capacidades.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), representa un problema social y de salud pública, además de generar costos económicos calculados en miles de millones de dólares; por ello, desde el 2003 se conmemora, cada 10 de septiembre, el Día Mundial para la Prevención del Suicidio –a iniciativa del organismo de las Naciones Unidad y de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP, por sus siglas en inglés)–, para llamar la atención sobre esta conducta y promover medidas globales para su prevención.
Conducta autodestructiva
González Forteza, también investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente (INPRF), explicó que es una conducta autodestructiva, realizada a conciencia, con el propósito de quitarse la vida. Por lo general, es ocultado y minimizado, por cuestiones legales y morales.
En algunos casos, está relacionado con enfermedades mentales, como la depresión y la ansiedad. Entre sus condicionantes encontramos antecedentes familiares, abuso de alcohol y estupefacientes, maltratos en la infancia, aislamiento social, pobreza, desempleo, pérdida de seres queridos, ruptura de relaciones y dificultades jurídicas o laborales, “es un problema social, no únicamente individual o médico”, destacó.
El proceso
La ideación suicida surge en momentos de crisis. Si no persiste, solamente indica el estado emocional de la persona. De arraigarse, el individuo pasa a las fases de contemplación y preparación. En este punto, se regalan pertenencias y sólo se habla de la muerte, entre otras conductas.
En los hombres, este proceso se complica por no contar con mecanismos para expresar sus sentimientos. “Hay más consumados entre ellos que en mujeres, tanto en países desarrollados como en naciones emergentes. Es necesario vincular estudios en diversas disciplinas para entender este fenómeno”, afirmó.
Una de las variables del intento para cometer este acto en mujeres es la impulsividad. En un arranque de ira, pueden atentar contra su integridad, sin mediar preparación previa. “En ello, está implicado un mal manejo de la hostilidad”, explicó la especialista.
Al respecto, de los cinco mil 190 suicidios registrados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en 2009, cuatro mil 201 fueron de hombres y 989 de mujeres.
Jóvenes, los más vulnerables
Desde 1990, esta conducta aumenta entre las personas de 15 a 24 años de edad. De acuerdo con el documento Estadística de suicidios de los Estados Unidos Mexicanos 2009, del INEGI, es la población con mayor incidencia de fallecimientos, con mil 420 casos.
Si la persona atraviesa una crisis, debe buscar ayuda. También, puede recurrir a familiares, amigos, o a un especialista. “En caso de que el individuo presente desgano, apatía, falta de sueño, coma en exceso o deje de hacerlo, se refiera a la muerte y al suicidio, es necesario buscar ayuda profesional”.
Puede acudir a los servicios de la FP, a la Dirección General de Servicios Médicos de la UNAM, al Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, o al Instituto Nacional de Pediatría.
Boletín UNAM-DGCS-536
Ciudad Universitaria.
10 de septiembre de 2011 |