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Dos miradas 11 S
Jorge Collar y Alejandro Pardo

Los acontecimientos dramáticos del 11-S retrasaron los estrenos  de varias películas para no herir la sensibilidad del público, traumatizado por la tragedia del Word Trade center. Pero el cine americano tiene tendencia a ocuparse de la historia inmediata y a hacer de la política y de sus escándalos un tema obligado de sus películas: Aunque el trauma aún sigue, el tema ha dejado de ser tabú. Oliver Sotne presentó en Cannes veinte minutos de World Trade Center, una obra de 60 millones de dólares de presupuesto que debe abordar el ataque terrorista en su conjunto. Más modesto es el presupuesto- entre 15 y 20 millones- de United 93, de Paul Greengrass, que aborda el ataque terrorista centrado en el vuelo del cuarto avión secuestrado por los islamistas de Al Qaeda, el único avión que no llegó a su destino: la Casa Blanca.

Greenglass, que ha realizado excelentes películas de acción  como The Bourne Supremacy, se dio a conocer sin embargo por obras de estilo documental, relacionadas con el tema del terrorismo en Irlanda, como Bloody Sunday o el guión de Omagh. Sus cualidades le destinaban a llevar al cine el caso del vuelo 93 de United Airlines que debía hacer el recorrido  Nueva York-San wlos cuarenta pasajeros. La primera parte alterna los triviales acontecimientos de un vuelo que va a ser desviado de su itinerario por el ataque de los terroristas. Los diversos centros de control aéreo de Estados Unidos comienzan a inquietarse por las anomalías registradas en ciertos aviones. El primer avión se estrella contra una de las torres gemelas.

Conocemos la conclusión  trágica del vuelo, pero vivimos media hora de angustia y de enfrentamiento violento contra los terroristas.

Los acontecimientos que seguirán prueban que se trata del ataque terrorista más audaz y más inesperado de la historia, lo que obliga a tomar medidas excepcionales en un cierto clima de confusión. Los controladores aéreos debían rendirse a la evidencia frente a una nueva forma de acción terrorista, la del kamikaze que transforma el avión en la más mortífera de las bombas.

Esa Media Hora Final

United 93, fiel al estilo documental de Paúl Greengrass, no tiene necesidad de actores conocidos, pero sí de buenos actores que impriman veracidad a los hechos.

Abordar el destino de los otros aviones es importante, pues gracias a los teléfonos móviles los pasajeros del estuvieron al tanto de las intenciones de los terroristas que habían tomado el control del avión. El director admite que nunca sabremos todos los detalles de lo que pasó a bordo del aparato,  pero si gracias, a las numerosas llamadas y a la caja negra, ciertos acontecimientos.
Él ha reconstruido la última media hora de la acción, con ayuda de las conversaciones telefónicas, en las que se repite el testimonio de amor hacia los seres queridos.
Y es aquí don e la película cobra una fuerza sorprendente: aun que conocemos la conclusión trágica del vuelo, vivimos esta media hora de angustia y de enfrentamiento violento contra los terroristas.
La polémica en Estados Unidos ha venido por las reacciones de algunas familias de las victimas y por el hecho de que la Universal pueda ganar dinero con este drama.
La productora ha anunciado que entregará el 10% de los beneficios de la película para la construcción del memorial previsto en honor de las víctimas.

Sin Héroes

El director ha concebido su obra como una película de guerra: “Cuarenta personas ordinarias sólo contaban con media hora para responder a uno de los grandes desafíos de nuestra época. Mientras todo el mundo se encontraba ante la televisión, los pasajeros estaban ya en plena guerra contra el terrorismo”.
No había en el vuelo, como suele ocurrir en películas “héroe” a bordo. Porque fueron ciudadanos corrientes los que, habiendo comprendido que tenían muy pocas probabilidades de escapar con vida, intentaron lo imposible y lo posible: primero, contraatacar y neutralizar a los terroristas tomando el control del avión; después su operación fue un éxito, aunque el precio que pagaron, y lo sabían, fue perder la vida-, impedir que el avión llegara a su objetivo: La Casa Blanca.
Un acto de heroísmo basado en la necesidad de la acción.
Aunque no se conozca todo lo que pasó a bordo del avión, una cosa es cierta: los pasajeros reaccionaron con un valor indudable a las amenazas de los terroristas.

Hollywood supera el trauma del 11-S
Alejandro Pardo

Cinco años ha tardado Hollywood en atreverse con la tragedia del 11-S Aquel fatídico día la realidad supero con creces la ficción. Aún así, era de esperar que tarde o temprano se haría una película sobre aquel brutal atentado. Es más, su estreno sería señal cierta de haber comenzado a superar el trauma. El momento ha llegado. Si hace unos meses veía la luz United 93, ahora retoca el turno a Oliver Stone, que aborda la tragedia del World Trade Center de un modo inusual en el. Tanta es la carga postraumática que todavía flota en el aire, que ha preferido caminar sobre terreno seguro (emotivamente hablando) Así lejos de explotar conspiraciones o enigmas no resueltos, se ha limitado a narrar la angustiosa historia real de dos policías que sobrevivieron al derrumbe de las torres gemelas.
Stone evita la especularidad fácil y resuelve de modo sugerente- y aún así escalofriante- el arranque de la tragedia. La “gran manzana” despierta como de puntillas envuelta en un silencio y una quietud llamativa. Poco después una gigantesca sombra cruza el cielo y un sonido sordo. Aterrador, conmueve hasta los cimientos. El espectador revive en primera persona, a través de los ojos de los protagonistas el caos y la confusión iniciales, y queda engullido de modo sobrecogedor en el infierno de hierro, granito y denso polvo.

A partir de ahí, la película alterna la lucha física y psíquica de los supervivientes y la angustia de sus familias, en espera del milagro. Pese al suspense y al drama, el ritmo del filme decae. Ni siquiera el intento de airear el entorno no claustrofóbico con abundantes flashbacks- no siempre bien traídos a cuento- funciona como cabria esperar. Al igual que en la realidad, el final deja un sabor agridulce, por los pocos que se salvaron y los muchos que no pudieron hacerlo.

Con todo, World Trade Center es un filme valiente, un tanto convencional, cargado de profundo heroísmo y sentido patriótico. Un homenaje a todas las victimas de aquel día, y en especial quienes “lucharon, murieron o fueros heridos” en aquel atentado. Las torres gemelas- hasta ahora eliminadas evitadas por temor a la s heridas- vuelven a la gran pantalla, y lo hacen por derecho propio.

World Trade Center (EE.UU, 2004)

Guión: Andre Berloff, sobre una historia de John McLoughin
Intérpretes: Nicholas Cage, Michael Peña, María Bello, Maggie Gyllenhall

Revista Nuestro Tiempo N° 627