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Perfiles de autor del terrorismo islamista en Europa
Miguel Ángel Cano Paños

Resumen: La irrupción del terrorismo islamista en suelo europeo ha puesto de relieve una serie de características radicalmente opuestas a las que venían definiendo a las organizaciones terroristas tradicionales. Una de ellas es sin duda la referente a los perfiles de autor. En lugar de sujetos individualizables, plenamente identificados por las instancias policiales y que operaban en la mayoría de las ocasiones desde la clandestinidad, el terrorismo trasnacional de inspiración yihadista aglutina bajo una comunidad de “soldados universales de Allah” a un número considerable de sujetos anónimos, con un distinto trasfondo nacional, étnico, cultural social o lingüístico, lo cual dificulta enormemente el trabajo de las agencias estatales de seguridad a la hora de hacer frente al fenómeno en cuestión. En el siguiente trabajo se analizan los distintos perfiles de autor en el ámbito del terrorismo islamista, partiendo para ello de las distintas operaciones terroristas planificadas o ejecutadas en suelo europeo en los últimos años.

Palabras clave: Terrorismo islamista, perfiles de autor, radicalización, Unión Europea, lucha antiterrorista, estrategias de prevención

I. Preámbulo. Diferencias entre el “viejo” y el “nuevo” terrorismo en lo referente a los perfiles personales

Desde mediados de la década de 1990, el fenómeno terrorista aparece revestido de unas cualidades del todo punto impensables en las décadas anteriores. Esta nueva manifestación del terrorismo suele denominarse con el calificativo de “terrorismo transnacional” o “terrorismo global”, (1) lo cual lleva consigo a que actualmente esta forma de violencia política no sólo supone un desafío para un concreto Estado soberano, sino que ha pasado más bien a convertirse en una amenaza mundial, traspasando así las fronteras físicas de un país. En este sentido, puede afirmarse sin ambages que la red al-Qaida y el terrorismo islamista en su conjunto constituyen el ejemplo palmario que define la evolución del fenómeno en cuestión.

Y es que en lugar de una amenaza concreta y predecible, procedente de un enemigo más o menos localizable e individualizable ha aparecido una amenaza de carácter difuso e impredecible, no localizable y mucho menos individualizable. Por ello, las reglas hasta ese momento vigentes a la hora de hacer frente al fenómeno terrorista se consideran del todo punto insuficientes para combatir la amenaza.

Fue principalmente a comienzos de la década de 1970 cuando de un modo paulatino aparecieron en determinados países europeos una serie de grupos u organizaciones, las cuales pretendían mediante la ejecución de acciones terroristas, bien sustituir un determinado sistema político-social por otro más acorde con sus postulados ideológicos (terrorismo de carácter social-revolucionario, representado en su momento por organizaciones terroristas como la Fracción del Ejercito Rojo en Alemania, o las Brigadas Rojas en Italia), bien lograr la escisión total o parcial de un determinado territorio de la soberanía ejercida por un Estado (terrorismo de carácter etno-nacionalista, como fue el caso del IRA en Irlanda del Norte, o sigue siendo el caso de ETA en España). Una de las características comunes a este tipo de organizaciones terroristas tradicionales es que sus miembros eran individuos que en la mayoría de los casos vivían en la clandestinidad; sujetos con nombres y apellidos plenamente identificados por las instancias policiales. Por el contrario, en el caso del terrorismo islamista sus activistas son individuos anónimos, sujetos intercambiables y en principio no adscritos a un determinado país. Efectivamente, el terrorismo islamista, y más concretamente la “ideología del odio” representada por la organización al-Qaida utiliza como vínculo de unión una ideología transnacional, la cual le permite aglutinar bajo una comunidad de creyentes a un número considerable de “soldados universales de Allah” con un distinto trasfondo nacional, étnico, cultural, social o lingüístico, los cuales llegado el caso están dispuestos a sembrar el terror en la sociedad occidental. En consecuencia, el terrorismo islamista ha conducido decisivamente a la internacionalización del fenómeno terrorista, ya que lógicamente las ideologías no se circunscriben a una determinada región o país (como así sucedía/sucede en el caso de organizaciones como las Brigadas Rojas o ETA), sino que las mismas llegan allí donde existen sujetos dispuestos a adoptarlas.

Por todo ello, y antes de entrar a analizar en profundidad los distintos perfiles de autor que presenta actualmente el terrorismo islamista desplegado en el mundo occidental, y muy especialmente en Europa, resulta necesario establecer las diferencias fundamentales entre el viejo y el nuevo terrorismo en lo que hace referencia a los perfiles personales.

Los atentados terroristas cometidos en territorio europeo en las décadas de 1970-1980 podían atribuirse a un determinado grupo de sujetos, los cuales en la mayoría de los casos no sólo tenían un rostro, sino también nombre y apellidos. En definitiva, el viejo terrorismo era susceptible de ser individualizado. Por otro lado, en el caso de las organizaciones terroristas tradicionales sus activistas no sólo pertenecían a la misma nacionalidad, sino que además actuaban por regla general en un determinado ámbito geográfico, ya que su lucha tenía/tiene un carácter nacional. En consecuencia, el viejo terrorismo era un fenómeno regionalizado.

Por el contrario, la actual amenaza terrorista se caracteriza por ser un fenómeno desindividualizado y desregionalizado. Efectivamente, los miembros de estas redes u organizaciones adscritas al islamismo radical son individuos anónimos, intercambiables, en muchos casos sujetos aparentemente bien integrados en la sociedad occidental y sin antecedentes penales. (2) Se trata de sujetos que en muchos casos carecen de vinculación alguna con un determinado Estado, ya que no consideran que su lucha tenga un carácter interno o local. Por ello, aspectos como la localidad o la pertenencia nacional son sustituidos por redes y relaciones transnacionales con sujetos afines ideológicamente, los cuales se encuentran activos en otras partes del mundo. (3) Si bien la mayoría de los terroristas adscritos al islamismo radical proceden de países musulmanes, el nuevo terrorismo cuenta también con seguidores nacidos en territorio europeo, así como individuos procedentes de Occidente pero que han adoptado el credo mahometano.

En consecuencia, el terrorista islamista es un sujeto anónimo, sin patria y sin una localización geográfica determinada. Bien es cierto que posee un determinado origen e incluso una nacionalidad; aspectos que, no obstante, son irrelevantes a la hora de perseguir sus objetivos.

Por lo demás, el círculo de sujetos pertenecientes al terrorismo islamista no está circunscrito a un perfil social específico, como si ocurría en el caso de los activistas de las viejas organizaciones terroristas. Así, los miembros de la Fracción del Ejército Rojo en Alemania eran en su mayoría jóvenes con edades comprendidas entre los 20 y los 30 años, estudiantes universitarios, y procedentes de familias de clase media-alta. Una cierta homogeneidad en la extracción social se ha venido dando también en el caso de los miembros de ETA, tanto en lo referente a la edad como en el estatus socioeconómico de procedencia. Así, el perfil sociológico de los miembros de ETA indica que la mayoría de los miembros de la banda han venido siendo jóvenes en la veintena, procedentes de hogares de clase media y de tradición nacionalista, y que con anterioridad al ingreso en ETA habían venido mostrado una implicación activa en movilizaciones radicales desarrolladas en el entorno de la organización terrorista. (4) Por el contrario, el nuevo terrorismo no está en absoluto circunscrito a un perfil social específico, sino que entre sus miembros se encuentran estudiantes universitarios, jóvenes inmigrantes de religión musulmana pertenecientes a la Segunda o Tercera generación asentada en Europa, médicos, ingenieros, clérigos musulmanes, antiguos combatientes en guerras como las de Afganistán o Chechenia, pequeños delincuentes o individuos occidentales convertidos al Islam. En consecuencia, y como se verá exhaustivamente en los epígrafes sucesivos, el terrorismo islamista abarca un amplio abanico de perfiles personales susceptibles de convertirse en un momento dado en operativos de acciones terroristas, lo cual, lógicamente, dificulta enormemente el trabajo de las fuerzas de seguridad a la hora de confeccionar un determinado perfil de autor, algo que sí podía hacerse por ejemplo en el caso del terrorismo tradicional o doméstico. (5)

II. Los perfiles de autor en el ámbito del terrorismo islamista

1. Introducción

Como ya se ha apuntado en el epígrafe anterior, entre los nuevos combatientes de la yihad repartidos en el mundo occidental no puede hablarse de la existencia de un perfil de autor unitario, sino que los mismos muestran más bien distintos orígenes nacionales, étnicos, sociales, mostrando a su vez niveles educativos diferentes. Lo que sí puede afirmarse ya sin ambages es que el terrorismo islamista no constituye en modo alguno un fenómeno asociado a la pobreza o a la exclusión social. (6)

Los amplios estudios realizados en los últimos años sobre el fenómeno del terrorismo islamista llegan a la conclusión pesimista de que en la actualidad resulta prácticamente imposible identificar al “típico terrorista”, así como las vías para llegar a convertirse en combatiente de la yihad. (7) Efectivamente, si bien algunos individuos adscritos al terrorismo islamista asentados en Europa experimentaron en su momento problemas de adaptación al modo de vida occidental, estando en ocasiones expuestos a una discriminación de carácter socio-económico, otros, en cambio, mostraron unos niveles aceptables de integración en la sociedad autóctona en la que se encontraban asentados, denotando un modo de vida “estable”, con mujer, hijos o trabajo fijo. (8) Por otra parte, los sujetos vinculados al terrorismo yihadista proceden de todas las profesiones y condiciones sociales, incluyéndose en las últimas fechas a sujetos conversos. En este sentido, los atentados de Londres llevados a cabo el 7 de julio de 2005 añadieron una nueva dimensión a la amenaza que representa el nuevo terrorismo para las sociedades occidentales. Así, por primera vez en Europa unos sujetos de origen inmigrante pero nacidos en Occidente cometieron atentados terroristas suicidas en suelo europeo, acabando con su propia vida y con la de decenas de conciudadanos.

En consecuencia, el hecho de que los terroristas yihadistas asentados en Europa constituyan un grupo heterogéneo de individuos que comparten sólo unos pocos rasgos comunes hace que resulte ciertamente inviable establecer un patrón identificativo que englobe al conjunto de individuos adscritos al islamismo radical. Es indudable que este hecho redunda negativamente a la hora de diseñar respuestas apropiadas para hacer frente a la amenaza.

En un estudio publicado por primera vez en el año 2004, Robert S. Leiken distinguía entre dos tipos de “candidatos” a terroristas islamistas susceptibles de encontrarse en Occidente: los “outsider” y los “insider”. A la primera categoría pertenecían los sujetos foráneos, disidentes políticos, estudiantes o solicitantes de asilo, algunos de los cuales se habían asentado en países occidentales buscando refugio de ofensivas antiislamistas llevadas a cabo en Oriente Medio o en el Norte de África. A esta tipología pertenecerían por ejemplo los imanes radicales asentados en territorio europeo, así como aquellos antiguos mujahedines que realizan labores de captación y reclutamiento en Occidente. Por su parte, en el segundo grupo se incluían fundamentalmente los individuos pertenecientes a la Segunda generación de inmigrantes procedentes de países musulmanes, los cuales, aun habiendo nacido y crecido en medio del liberalismo europeo, se encontraban no obstante estancados en su fase de ascenso social. A este segundo grupo pertenecerían los jóvenes que habitan en los suburbios de ciudades como Marsella, Lyon o París, o ciudades industriales británicas como Bradford o Leeds. (9)
En opinión de Taarnby, la tipología establecida en su día por Leiken podría aumentarse mediante la inclusión de un tercer tipo: el de los sujetos conversos. (10) Esta ampliación de los perfiles personales en el ámbito del terrorismo islamista es también defendida por el Servicio holandés de Seguridad e Información (AIVD) en un excelente estudio realizado en el año 2002 sobre el reclutamiento de terroristas islamistas en los Países Bajos. En el mencionado trabajo, el AIVD identificó unas cuantas docenas de sujetos sospechosos de estar involucrados en un proceso de reclutamiento yihadista. En todos los casos se trataba de jóvenes musulmanes con edades comprendidas entre los dieciocho y los treinta y dos años, los cuales podían ser clasificados con arreglo a tres categorías distintas:

1. Inmigrantes llegados al país recientemente;
2. Sujetos pertenecientes a la Segunda generación de inmigrantes;
3. Sujetos conversos. (11)

Con todo, la evolución del terrorismo islamista ocurrida en territorio europeo en los últimos años permite ampliar las arriba mencionadas tipologías de autor a perfiles desconocidos hasta hace poco. Por ello, en los epígrafes siguientes, y partiendo fundamentalmente de las células locales de al-Qaida en Europa, así como de las redes yihadistas de base que han actuado o bien han sido desarticuladas previamente por las fuerzas y cuerpos de seguridad europeos, (12) se va a realizar un análisis exhaustivo de los perfiles de autor que actualmente abarca esta forma de terrorismo global de especial virulencia.

Para las agencias de seguridad resulta cada vez más complicado seguir el rastro del terrorismo islamista y encajarlo en un perfil determinado. Así, los autores de los atentados del 11-S eran jóvenes procedentes de países árabes que se habían trasladado a Alemania a cursar estudios universitarios. Por el contrario, los atentados de Londres del 7-J fueron cometidos por jóvenes británicos de Segunda generación procedentes de Pakistán y Jamaica, con edades comprendidas entre los 18 y los 30 años. También pertenecía a la Segunda generación de inmigrantes el autor material del asesinato del cineasta holandés Theo van Gogh, ocurrido en Ámsterdam en noviembre de 2004. Por su parte, los autores de los atentados del 11-M en Madrid eran individuos de Primera generación procedentes del Magreb, de los cuales la mayoría residían en España desde hacía años, denotando en muchos casos una satisfactoria integración en la sociedad de acogida. En los cuatro casos presentados, los miembros de las distintas células o redes islamistas no se conocían entre ellos, no perteneciendo tampoco a la misma organización.

Lo único que les unía era una determinada ideología, así como un sentimiento de exclusión, el cual era percibido de manera distinta. La ideología se basaba exclusivamente en una interpretación radical y política del Islam, la cual asimilaron, bien a través de Internet, bien mediante la influencia de clérigos radicales asentados en Occidente, bien en contacto con determinados reclutadores adscritos a ese islamismo radical, o bien mediante la confluencia de las tres variables expuestas.

2. Los llamados “equipos de ataque”

A. Los atentados del 11-S en los Estados Unidos

La primera amenaza procedente del terrorismo islamista emana de los llamados “equipos de ataque” compuestos por los “soldados universales de Allah”, los cuales entran en acción en cualquier escenario del mundo donde, según su radical y tergiversada interpretación de los acontecimientos, el Islam se encuentra amenazado. Estos mujahedines dispuestos a sembrar el terror en la población y sus dirigentes pueden encontrarse también en Europa.

Los equipos de ataque son así esencialmente aquellos grupos de terroristas yihadistas que llegan desde el extranjero para llevar a cabo una acción terrorista, como hicieron por ejemplo los pilotos y secuestradores suicidas del 11-S, o, más recientemente, los autores de la masacre llevada a cabo en Bombay a finales de noviembre de 2008. El ejemplo más paradigmático que define este perfil de autor dentro del terrorismo islamista lo constituyen sin lugar a dudas los atentados del 11-S en los Estados Unidos de América. Así, fue a principios del verano de 2000 cuando tres de los miembros de la célula de Hamburgo (Mohammed Atta, Marwan al Shehhi y Ziad Jarrah) se trasladaron a Estados Unidos para iniciar su instrucción de vuelo. (13) Al mismo tiempo, los máximos dirigentes de al-Qaida, entre ellos Khaled Sheikh Mohammed, comenzaron a seleccionar a los operativos, es decir, los terroristas que, una vez secuestradas las aeronaves, irrumpirían por la fuerza en la cabina de los pilotos y controlarían a los pasajeros. La mayoría de los operativos reclutados en Oriente eran jóvenes en la veintena procedentes de Arabia Saudi, poseyendo distintos orígenes educativos y sociales. Tras conseguir visados estadounidenses y someterse a un entrenamiento paramilitar en un campo de al-Qaida en Afganistán, los terroristas fueron desplegados en Estados Unidos vía Emiratos. Éstos comenzaron a llegar a territorio norteamericano a finales de abril de 2001. En la mayoría de los casos viajaban en grupos de dos con visados de turista, entrando en Estados Unidos por Orlando, Miami, Washington D.C. o Nueva York. Dos meses antes de los atentados, los 19 secuestradores ya estaban en territorio norteamericano, dispuestos a adoptar las últimas medidas para llevar a cabo los atentados terroristas.

B. La célula de ciudadanos pakistaníes desarticulada en Barcelona en enero de 2008

En el caso de España, existe un precedente que engloba a esta concreta tipología de autor. Se trata de la célula de ciudadanos pakistaníes e indios desarticulada en Barcelona por la policía el 19 de enero de 2008. (14) Dicho grupo había escogido a tres de sus miembros, todos ellos residentes en Pakistán, para que cometiesen una serie de atentados en los transportes públicos de la capital catalana durante el mismo fin de semana en que se produjeron las detenciones. Si bien el grupo de islamistas, compuesto por una docena de miembros, tenía su base en la ciudad de Barcelona, donde mantenían frecuentes encuentros y llevaban a cabo actividades comunes tanto en público como en privado, los individuos a los que se encargó la comisión de los atentados fueron tres paquistaníes que se habían trasladado a la Ciudad Condal entre octubre de 2007 y enero de 2008 con la intención de llevar a cabo varias acciones suicidas en los transportes públicos de Barcelona. La llegada de estos tres individuos se produjo aproximadamente dos meses después de que uno de los integrantes de la célula de Barcelona, especialista en explosivos, regresase de un viaje de cinco meses a Pakistán.

3. Sujetos radicalizados en Occidente

A. Individuos que se radicalizan en Europa

a) Introducción
Los terroristas islamistas que han actuado o han pretendido actuar en Europa en las últimas fechas constituyen sin lugar a dudas un conjunto bastante heterogéneo de sujetos, los cuales en la mayoría de los casos, y una vez asentados en territorio europeo, fueron introducidos poco a poco en la ideología del islamismo radical de la mano de reclutadores yihadistas.

Entre los individuos musulmanes que en los últimos años han sido radicalizados en Europa se encuentran por un lado estudiantes de países árabes pertenecientes a clases acomodadas, los cuales se trasladan a Occidente para cursar sus estudios universitarios. Un ejemplo paradigmático lo constituye la célula de Hamburgo liderada por el egipcio Mohammed Atta, estudiante de urbanismo en la Universidad Técnica de Hamburgo. (15)
Por otro lado hay que destacar también a aquellos individuos de Primera generación (16) procedentes de países árabes, los cuales se trasladan a territorio europeo con la intención de mejorar su estatus socio-económico. En este último caso hay que hacer referencia a los terroristas implicados en los atentados de Madrid del 11-M, los cuales fueron reclutados para la yihad tras haber residido una larga temporada en suelo español.

En casi todos los casos, la religión no constituyó desde un principio una parte esencial en la vida de estos jóvenes, ni en sus países de origen ni en territorio europeo. Es más, en algunos casos se ha podido comprobar por ejemplo que algunos de los componentes de la célula de Hamburgo, como es el caso de Ziad Jarrah, el cual se analizará posteriormente, desarrollaron inicialmente un modo de vida plenamente occidental. (17) Lo mismo cabe decir de Jamal Zougam, autor material de los atentados del 11-M, el cual durante buena parte de su vida pareció estar perfectamente integrado en la sociedad española.

De acuerdo con los servicios de inteligencia alemanes, todos los miembros pertenecientes a la célula de Hamburgo residían legalmente en Alemania. Ni habían cometido infracciones contra la legislación de extranjería –a excepción de Ramzi Binalshibh–, ni tenían antecedentes penales, ni estaban vinculados al crimen organizado. En el mismo sentido, los miembros de la red del 11-M tampoco se encontraban en situación irregular en España, no teniendo tampoco un pasado delincuencial, con la excepción quizá de Jamal Ahmidan. (18)

Han sido varios los factores que la comunidad de sociólogos que han estudiado el tema señalan como “incubadores de la radicalización yihadista” de los jóvenes musulmanes llegados a Occidente durante las dos últimas décadas. En muchos casos, estos jóvenes extranjeros recién llegados a Europa experimentan una confusión con respecto a su nueva situación. Su separación de la comunidad de origen, unida a la incapacidad de entender muchos aspectos inherentes a su nuevo hábitat, son factores que pueden contribuir a que algunos de estos sujetos experimenten una situación de aislamiento social y una crisis de identidad. (19) El mejor ejemplo lo constituye nuevamente la célula de Hamburgo. La crisis de identidad individual que muchos de sus integrantes experimentaron en una sociedad antagónica a la suya de origen hizo que buscaran una fuente de compañerismo y amistad con otros sujetos inmersos en la misma problemática. En el contexto descrito, el lugar más accesible para encontrar sujetos afines en una sociedad extraña era sin duda la mezquita. En el caso de la célula de Hamburgo, el ambiente de la mezquita de Al-Quds actuó para los jóvenes musulmanes como una fuente de estabilidad que sirvió para contrarrestar de alguna manera su pobre integración en la sociedad alemana. En un contexto marcado por el shock cultural que estaban viviendo estos sujetos, la religión se convirtió por decirlo así en un refugio, en un espacio de sociabilidad, solidaridad e identidad. Así, la pertenencia musulmana fue sin duda un factor identificador de vinculación colectiva entre sujetos de diferentes orígenes étnicos y lingüísticos asentados en un espacio socio-cultural antagónico al suyo. Con el tiempo, y por influencia de determinados individuos adscritos al islamismo radical, los miembros de la célula de Hamburgo comenzaron a redefinir sus creencias, desechando no sólo su cultura tradicional, sino también la europea, y dirigiendo en cambio sus energías hacia una comunidad islámica imaginaria: la umma, es decir, la comunidad espiritual de los creyentes musulmanes.
Por su parte, la red yihadista que cometió los infames atentados de Madrid estaba compuesta por sujetos los cuales fueron radicalizados tras un periodo relativamente largo de residencia en España. En este sentido, las autoridades policiales españolas pudieron demostrar una conexión entre estos militantes islamistas y determinados lugares de oración en los cuales se abogaba por un Islam de carácter radical, así como unos cuantos reclutadores yihadistas con experiencia los cuales pasaban desapercibidos dentro del paisaje multicultural de la sociedad española. (20) Un elemento a destacar es que el estatus socio-económico de los miembros de la red del 11-M era relativamente moderado, diríase que semejante al de miles de inmigrantes de origen magrebí residentes en España. Incluso en determinados supuestos el nivel de vida estaba situado por encima de la media, como es el caso Serhane bin Abdelmajid Fakhet (“El Tunecino”), uno de los jefes del grupo, el cual se encontraba realizando su tesis doctoral en la Universidad Autónoma de Madrid. Todos estos factores indican claramente como el proceso de radicalización de este grupo de individuos de origen inmigrante nada tuvo que ver con una hipotética situación de exclusión social, sino que más bien fue el resultado de una hábil y efectiva propaganda anti-occidental por parte de determinados individuos adscritos al islamismo radical.

Como acertadamente indican Jordán et al., en el caso de la red del 11-M hay que destacar la significativa relevancia que adquirieron determinadas redes sociales como vía de ingreso en la militancia yihadista, especialmente aquéllas formadas en torno a las mezquitas. (21) Efectivamente, en la red del 11-M los reclutadores yihadistas (como es el caso de Abu Dahdah) utilizaron con relativa frecuencia las redes sociales de determinadas mezquitas con fines de captación, reclutamiento y radicalización en el islamismo radical. (22)

Por otra parte, la tesis según la cual Mohammed Atta y el resto de miembros de la célula de Hamburgo habían sido enviados a Alemania con estrictas órdenes de cometer atentados terroristas se ha desechado definitivamente. Por el contrario, el atentado terrorista más mortífero de la historia fue llevado a cabo por unos jóvenes musulmanes que –al igual que sucedió con los integrantes de la red del 11-M– poco a poco y bajo el influjo de fanáticos islamistas fueron desarrollando un odio hacia lo occidental. En su primera etapa en Alemania se limitaron a ser aplicados estudiantes, como si realmente quisieran aprovechar la oportunidad de ser parte de la sociedad del país de acogida. No obstante, con el transcurso del tiempo se convirtieron en enemigos del sistema en el cual vivían y del cual se servían. En definitiva: los miembros de la célula de Hamburgo no se aclimataron a Alemania, sino que más bien se inmunizaron. (23)

Fue en la Universidad Técnica de Hamburg-Harburg donde estos jóvenes musulmanes fundaron la “Sociedad Islam” (Islam AG), en cuya sede se reunían asiduamente para rezar y discutir sobre la situación en el mundo musulmán, así como sobre la amenaza proveniente de Israel. Fue en el seno de esta “Sociedad Islam” donde Ramzi Binalshibh, cuya familia estaba estrechamente conectada con la red de al-Qaida, realizaba asiduamente tareas de propaganda de la ideología yihadista entre sus compañeros.

Para ello ponía a disposición de los otros miembros de la célula vídeos en los cuales clérigos radicales mostraban su simpatía hacia Osama bin Laden, facilitándoles además libros de su propiedad donde se ensalzaba el islamismo salafista y la yihad.

Poco a poco, el grupo de jóvenes en torno a Atta y Binalshhibh comenzó a aislarse y a radicalizarse, lo cual se podía vislumbrar incluso en su aspecto físico y la forma de vestir. Hay que decir que las discusiones en torno a la yihad y al-Qaida no se reducían únicamente a la sede de la “Sociedad Islam” en la universidad. En realidad, las reuniones importantes se llevaban a cabo en un piso que era compartido por algunos miembros de la célula. Otro punto de referencia común de la célula de Hamburgo era sin duda la mezquita de Al-Quds, situada muy cerca de la estación central de ferrocarriles de Hamburgo. En este entorno adquirió una importancia fundamental la figura de Mohammed Haydar Zammar, un individuo sirio-alemán con un pasado como combatiente mujahedín en conflictos como los de Afganistán, Bosnia y Chechenia, y que actuaba como reclutador de la organización al-Qaida. Fue este sujeto quien se encargó no solo de transmitir a los jóvenes musulmanes una serie de normas y valores vinculados al Islam más radical, sino también de seleccionar al grupo que más tarde viajaría a los campos de entrenamiento de al-Qaida en Afganistán.

En noviembre de 1999, los miembros de la célula de Hamburgo decidieron pasar de la discusión político-religiosa a la lucha armada. Para ello, los jóvenes musulmanes viajaron por separado a territorio afgano para participar en un campo de entrenamiento de la organización al-Qaida. Fue allí donde esta primera oleada de combatientes musulmanes llegados de Occidente fue seleccionada para llevar a cabo la operación del 11-S.

Al contrario que en el caso de la célula de al-Qaida en la ciudad de Hamburgo, la red del 11-M fue un grupo directamente hostil contra el país en el cual se encontraban asentados. Además, ninguno de los terroristas que actuaron en Madrid había visitado un campo de entrenamiento yihadista en Afganistán, Chechenia o en otro país de la zona, como sí ocurrió con la célula de Hamburgo. Sin embargo, los miembros de la red del 11-M fueron capaces de planificar y llevar a cabo el atentando terrorista más mortífero cometido jamás en suelo europeo.

b) Célula de Hamburgo. Ziad Jarrah
Probablemente la transformación más llamativa de entre todos los miembros pertenecientes a la célula de Hamburgo fue la protagonizada por Ziad Jarrah, uno de los pilotos suicidas del 11-S, el cual estrelló la aeronave secuestrada en las cercanías de Pittsburg. (24)

Jarrah, que tenía 26 años en el momento de su muerte, era hijo de una acomodada familia libanesa. A pesar del origen musulmán familiar, Jarrah visitó en su infancia una escuela privada cristiana, recibiendo al mismo tiempo una educación marcadamente liberal por parte de sus padres. Durante su etapa adolescente en Beirut, Jarrah era conocido por sus dotes de don Juan, siendo un asiduo de las playas y los bares de copas, mostrándose además como una persona tremendamente sociable y amistosa. En el año 1996, Jarrah se trasladó a la pequeña localidad alemana de Greifswald con la intención de conseguir una plaza en la universidad. La primera impresión que el joven libanés se llevó de Alemania fue poco alentadora: llegó a una ciudad de la antigua Alemania del Este que estaba en crisis, en la cual imperaba además un cierto sentimiento xenófobo. Con todo, durante la primera etapa de su estancia en Alemania, Jarrah continuó con su estilo de vida despreocupado, donde el alcohol, las fiestas y las mujeres jugaban un papel preponderante. No obstante, fue en Greifswald donde el joven libanés conoció a Abulrahman Makhadi, un encuentro que sin duda cambiaría su vida. Makhadi, un yemení de más de cuarenta años que llevaba estudiando odontología en Alemania desde hacía más de diez, era el imán de la mezquita local de Greifswald, la cual servía como punto de encuentro para la pequeña comunidad de estudiantes musulmanes matriculados en la universidad local. Makhadi no sólo ayudaba a los estudiantes recién llegados con sus problemas cotidianos, sino que también hacía las veces de fundamentalista religioso. Debido precisamente a sus encendidos sermones y a sus contactos con conocidos terroristas islamistas asentados en Alemania, Makhadi venía siendo observado desde hacía tiempo por los servicios secretos alemanes.

Influenciado por la personalidad y la ideología de Makhadi, Ziad Jarrah fue cambiando poco a poco su estilo de vida y su concepción del mundo, adoptando con el tiempo un modo de vida inspirado plenamente en una interpretación radical de las leyes islámicas. Un ejemplo de esta transformación lo constituye la obligación impuesta a su novia de utilizar el velo islámico, llegándole a exigir incluso que abandonara sus estudios de medicina. En diversas reuniones y encuentros con otros amigos, Jarrah hablaba con frecuencia del honor que para él supondría sacrificar su vida por Allah o por la fe musulmana, ensalzando así la yihad.

En el año 1997, Jarrah se trasladó a Hamburgo para iniciar sus estudios de ingeniería aeronáutica en la Universidad Técnica de Hamburg-Harburg. Fue en la ciudad hanseática donde la transformación personal de Jarrah devino definitiva. Un elemento clave en este proceso de radicalización fue sin duda el grupo de estudiantes musulmanes a los que conoció en la mezquita de Al-Quds, en especial dos sujetos que jugarían un papel clave en su vida: Mohammed Atta y Ramzi Binalshibh. (25)

Una vez asentado en Hamburgo, Jarrah comenzó a frecuentar la mezquita de Al-Quds, así como la “Sociedad Islámica” liderada por Atta. Posteriormente se incorporó al grupo Marwan al-Shehhi, un estudiante de los Em iratos Árabes Unidos que se había trasladado a Alemania en el año 1996 con una generosa beca concedida por las Fuerzas Armadas de su país, y que fue quien estrelló el segundo avión contra la torre sur del World Trade Center.

c) Célula del 11-M. Jamal Zougam
Jamal Zougam, uno de los autores materiales de la masacre del 11 de marzo de 2004 en Madrid, nació en Tánger (Marruecos) en el año 1973, trasladándose con su madre a España diez años más tarde. En el año en el que se produjeron los atentados, Zougam era propietario de una tienda de telefonía móvil situada en el madrileño barrio de Lavapiés. (26)

Amante del alcohol, las mujeres y las discotecas, Zougam era uno de los jóvenes más populares dentro de la comunidad magrebí residente en Madrid, dando síntomas evidentes de estar plenamente integrado en la sociedad española. Con todo, el joven marroquí continuaba manteniendo estrechos lazos con su país de origen, al cual viajaba con frecuencia para visitar a su padre, muecín en una de las mezquitas locales. Se piensa que fue precisamente en Tánger donde Zougam comenzó a entrar en contacto con radicales islamistas, siendo introducido poco a poco en la versión más radical y beligerante del Islam. Fue también en Tánger donde Zougam quedó fascinado con los ardientes sermones pronunciados por Mohammed Fazazi, un imán radical marroquí que en su momento había estado predicando en la conocida mezquita de Al-Quds en Hamburgo, lugar de oración de los miembros de la célula del 11-S. Fazazi, el cual en el año 2003 fue condenado por un tribunal marroquí a 30 años de cárcel al considerarle el líder espiritual de la “Salafia Jihadia”, el grupo responsable de los atentados de Casablanca, jugó un papel fundamental en la radicalización del joven Zougam.

En el año 1996, Zougam viajó a Oslo, donde, según fuentes de los servicios secretos noruegos, entró en contacto con el entonces líder espiritual de Ansar al-Islam, el Mullah Krekar. (27) De este modo, el joven magrebí comenzó a desarrollar una doble vida en Europa. A la vez que se encontraba inmerso en los aspectos más mundanos de la vida occidental, citándose con mujeres, visitando locales de ocio o persiguiendo un éxito en su carrera profesional en territorio europeo, el futuro integrante de la red del 11-M fue introduciéndose paulatinamente en el ámbito del radicalismo islamista, frecuentando ambientes yihadistas en la capital de España, como la mezquita de la M-30, y adhiriéndose a un grupo radical que a la postre constituiría la red que llevó a cabo los atentados terroristas.

Con el tiempo, Zougam pasó a ser un individuo bien conocido por la policía española por sus contactos con radicales islamistas tanto en España como en, por lo menos, otros dos países (Francia y Marruecos). En este sentido, en el año 2001 la policía española recibió una solicitud formal por parte de su homóloga marroquí para investigar a Zougam, ya que sospechaban que éste podía estar involucrado en una red de combatientes veteranos de la guerra de Afganistán que estaba operando en Marruecos.
Al mismo tiempo, las autoridades francesas mostraron también un especial interés por el joven magrebí, ya que habían obtenido información que indicaba que Zougam se había encontrado en una mezquita de Madrid con David Courtailler, un individuo francés convertido al Islam que en mayo de 2004 fue condenado por delitos de terrorismo. (28) Al parecer, Jamal Zougam y Abu Dahdah se vieron en Londres con David Courtallier en el piso que su hermano Jerôme compartía con Zacarias Moussaoui, ciudadano francés de origen marroquí encarcelado actualmente en los EE.UU por su presunta implicación en los atentados del 11-S. (29) Dichos encuentros se extendieron también a la mezquita de Finsbury Park, lugar donde predicaba el clérigo radical Abu asimismo el documento “11-M. Masacre en Madrid”, publicado en la edición online del diario El Mundo: www.elmundo.es/documentos/2004/03/espana/atentados11m/ .

Hamza al Masri, el cual en su momento estuvo vinculado a la célula del 7-J, y más concretamente a su líder, Mohammed Siddique Khan. Actuando sobre la base de la información suministrada por París, la policía española procedió a registrar el apartamento de Zougam en agosto de 2001, encontrando en el mismo un número considerable de vídeos en los que se mostraba la guerra de Chechenia, así como cintas que recogían sermones pronunciados por el Mullah Krekar.

Además, el registro domiciliario permitió a la policía hacerse con varios números de teléfono pertenecientes a conocidos radicales islamistas que estaban operando en Madrid. En este sentido, los investigadores españoles tenían constancia de la pertenencia de Zougam como figura marginal a la red islamista liderada por Abu Dahdah, una célula local de la organización al-Qaida con tareas logísticas de apoyo a la red global.

Posteriormente, el nombre de Jamal Zougam apareció de nuevo en ámbitos policiales tras los atentados de Casablanca en mayo de 2003, los cuales como se sabe fueron cometidos por terroristas suicidas reclutados en los barrios marginales de Casablanca por veteranos combatientes de Afganistán.

A pesar de todos los indicios que apuntaban a una más que evidente vinculación de Zougam con el islamismo radical, lo cierto es que nunca hasta los atentados del 11-M se le pudo imputar delito alguno.

B. Individuos que completan su proceso de radicalización en Europa. Bilal Abdullah
Dentro de los individuos adscritos al terrorismo islamista que han actuado o intentado actuar en Occidente en las últimas fechas hay que hacer referencia a aquellos sujetos de procedencia extranjera y pertenecientes a lo que podría denominarse Primera generación de inmigrantes, los cuales llegan a Europa imbuidos ya de una consolidada ideología radical islamista, completando su proceso de radicalización en suelo europeo y, llegado el caso, dando el paso a la acción en forma de atentados terroristas.

Un ejemplo paradigmático de este concreto perfil de autor lo constituyen sin duda alguna los complots terroristas felizmente abortados por la policía en el Reino Unido en el verano de 2007.

La primera pieza del mosaico que compusieron los atentados fallidos de junio de 2007 en el Reino Unido se descubrió el viernes, 29 de junio, en la ciudad de Londres. Un grupo de sanitarios que acudía a socorrer a un individuo ebrio en un pub del centro de la capital londinense observó como de un vehículo aparcado en los alrededores salía un humo sospechoso, por lo que se decidió dar la voz de alarma. Minutos más tarde, la policía británica pudo comprobar como el interior del vehículo estaba repleto de sustancias explosivas. La misma noche del viernes, las fuerzas de seguridad descubrieron un segundo coche-bomba, el cual había sido remolcado horas antes de las inmediaciones donde se había encontrado el primer vehículo. Al día siguiente, sábado 30 de junio, se produjo una nueva intentona terrorista en suelo británico. Un Jeep Cherokee cargado de explosivos y conducido por dos individuos se intentó hacer estallar en la terminal de llegadas del aeropuerto de Glasgow, incendiándose al colisionar con el edificio. El conductor del vehículo fue trasladado con quemaduras de tercer grado al Roxal-Alexandra-Hospital de Glasgow: su propio lugar de trabajo, lo mismo que en el caso del copiloto.

Desde ese momento los acontecimientos se sucedieron sin pausa. Así, el mismo sábado por la tarde la policía detuvo a un neurólogo jordano junto a su mujer, una ayudante de laboratorio, mientras que en la ciudad de Liverpool fue detenido un médico indio de 26 años. El lunes siguiente se produjo la detención de dos jóvenes procedentes de Arabia Saudí, los cuales trabajaban como facultativos en el mencionado Royal-Alexandra-Hospital de Glasgow. Finalmente fue detenido en Australia un médico indio de 27 años que a su vez trabajaba en la sanidad británica.

De los complots terroristas del verano de 2007 en el Reino Unido hay que destacar dos aspectos de fundamental importancia en relación con la temática abordada en el siguiente trabajo. Por un lado, los presuntos terroristas islamistas involucrados en los atentados eran profesionales de las ciencias médicas, es decir, individuos de movilidad social ascendiente, no tratándose así de sujetos desarraigados y situados en los márgenes de la sociedad. Como acertadamente señala Cozzens, los atentados islamistas fallidos de junio de 2007 no evidenciaron desde luego una nueva “vuelta de tuerca” dentro del movimiento yihadista global: en puridad, profesionales de las ciencias médicas, físicas o químicas habían estado ya representados en el seno de los miembros de al-Qaida, especialmente en aquellas células conectadas con el núcleo central de la organización. Con todo, el perfil de los presuntos terroristas del año 2007 parece constituir una excepción dentro de lo que se ha venido denominando redes yihadistas nacidas en Europa (homegrown jihadi networks). (30) Por consiguiente, las detenciones de siete hombres y una mujer practicadas en relación con los dos atentados fallidos en Londres y Glasgow pusieron en su momento de relieve la propagación de la ideología yihadista dentro de todos los sectores de la sociedad musulmana residente en el Reino Unido. Por otro lado, algunos de los individuos de la célula desarticulada por Scotland Yard eran sujetos que habían entrado ya en contacto con el yihadismo en sus países de origen, evidenciando una marcada radicalización en el momento de su llegada a Europa. No se trataba así de sujetos que, como en el caso de la célula de Hamburgo, adoptaron paulatinamente la versión más radical del Islam una vez asentados en territorio europeo. Para confirmar este aspecto se va analizar a continuación el caso de Bilal Abdullah, el pasajero del Jeep Cherokee conducido por Kafeel Ahmed que ambos intentaron hacer explosionar en la terminal de llegadas del aeropuerto de Glasgow, y que se erigió como la figura central de los complots terroristas de junio de 2007 en el Reino Unido. (31)
Bilal Abdullah es un individuo iraquí que contaba con 27 años de edad en el momento de los atentados. Nacido en la localidad británica de Aylesbury, Abdullah es hijo de una acomodada familia sunita que residió durante una época en territorio británico. Cuando Abdullah contaba con cinco años de edad, la familia se trasladó a vivir a Bagdad, donde el padre, médico de profesión, abrió una clínica privada, compaginando su profesión con la docencia en la Facultad de Medicina de Bagdad.

Tras sus estudios de enseñanza secundaria, Abdullah, siguiendo la vocación paterna, comenzó a estudiar medicina en Bagdad. No obstante, sobre el año 2001 se perdió durante un tiempo el rastro del joven estudiante, lo que hace pensar que quizás durante esa época pudo estar en Pakistán o en el Líbano. A su regreso a Irak, Abdullah comenzó a distanciarse de su antiguo círculo de amistades, mostrándose como un ferviente musulmán y defendiendo posiciones extremistas. En este sentido, y siempre según las declaraciones ofrecidas tanto por sus profesores de la Facultad de Medicina de Bagdad como por sus parientes residentes en Irak, Abdullah se convirtió en un extremista que se oponía frontalmente a la ascendencia chiíta en Irak, estando influenciado ideológicamente por un clérigo sunita iraquí que promovía abiertamente la cultura del martirio y los atentados suicidas.

En el año 2003, Bilal Abdullah regresó al país que le vio nacer con la intención de realizar unas prácticas en una clínica situada en los alrededores de Cambridge. Según manifestó en su momento un antiguo miembro del movimiento islámico Hizb-ut-Tahrir residente en el Reino Unido, Abdullah era una persona agradable, si bien no ocultaba nunca su satisfacción cuando soldados norteamericanos o británicos eran abatidos por la insurgencia afgana o iraquí. Además, Abdullah era partidario de la creación de un estado islámico teocrático en todo el mundo.

De vuelta a su país de origen y tras la obtención del título de Medicina, Abdullah solicitó en el año 2006 una plaza de médico en el Reino Unido, país que, junto a los Estados Unidos, consideraba como el centro del mal por excelencia. Una vez conseguida una plaza de facultativo en el Royal-Alexandra-Hospital de Glasgow y asentado ya en territorio británico, Abdullah retomó el contacto con viejos conocidos en su anterior etapa como estudiante en prácticas, entre ellos Mohammed Asha, un ciudadano jordano de 26 años que trabajaba como neurocirujano en el Hospital universitario en las cercanías de Stoke-on-Trent, y Kafeel Ahmed, el cual, como el propio Abdullah, ejercía como médico en el Royal-Alexandra-Hospital de Glasgow.

4. Los inmigrantes de Segunda y Tercera generación

A. Introducción. El llamado “homegrown terrorism”

El siguiente perfil de autor es aquel que corresponde a los inmigrantes musulmanes de Segunda y Tercera generación asentados en Europa. En este caso se trata fundamentalmente de aquellos hijos o nietos de los inmigrantes musulmanes arribados a Europa en las últimas décadas del siglo XX. Jóvenes con pasaporte occidental, educados y escolarizados en el seno de la sociedad de acogida, que dominan la lengua del país donde viven, pero que, sin embargo, y por diversos motivos sufren un proceso de radicalización, adoptando la ideología del islamismo más radical y, llegado el caso, dirigiendo su odio y su violencia hacia la sociedad autóctona. En este sentido, los atentados de Londres el 7 de julio de 2005, así como el asesinato del director de cine holandés Theo van Gogh, cometido en Ámsterdam el 2 de noviembre de 2004 por un joven holandés de origen marroquí, añadieron una nueva dimensión a la amenaza terrorista contemporánea, ya que en ambos casos se trataba de sucesos en los que se vieron envueltos jóvenes musulmanes pertenecientes a la Segunda generación de inmigrantes. Desde entonces, este fenómeno viene ocupando la atención tanto de los servicios de inteligencia como de las fuerzas policiales europeas.

Por ello, y antes de entrar a analizar en concreto determinados ejemplos que ilustran claramente este concreto perfil de autor, resulta necesario hacer mención a un concepto que en las últimas épocas ha sido acuñado por la fuerzas de seguridad europeas para aludir a aquellos jóvenes musulmanes asentados en Europa que, una vez radicalizados, deciden llevar a cabo la yihad en suelo occidental: el llamado “homegrown-terrorism”.
El concepto de homegrown-terrorism (terrorismo autóctono o de origen interno) hace referencia a aquellos individuos adscritos al islamismo radical que han nacido y/o se han criado en Occidente; sujetos que en principio viven relativamente adaptados a la sociedad occidental, pero que por razón de diversos factores de índole religioso, cultural, político o social se oponen abiertamente al sistema de valores vigentes en la sociedad occidental, decidiendo llevar a cabo la yihad contra los que ellos consideran “enemigos del Islam”, incluidos sus propios conciudadanos. (32)

Las razones que podrían explicar el por qué los inmigrantes de Segunda y Tercera generación son susceptibles de ser reclutados por islamistas radicales resultan ciertamente heterogéneas, lo cual hace que sea tremendamente complicado identificar todas y cada una de las motivaciones que entran en juego en un proceso de radicalización islamista. Con todo, existen una serie de patrones que, aisladamente o en confluencia con otros, pueden en cierto modo favorecer la radicalización de esos jóvenes inmigrantes.

En la mayoría de los casos se suele hacer referencia a una combinación de problemas personales, frustraciones sociales, percepciones de agravio y discriminación, sentimientos de injusticia de carácter político, así como un ansia de búsqueda de una identidad como factores proclives a la radicalización yihadista en el seno de los jóvenes musulmanes asentados en Occidente en el contexto de la inmigración. (33)

Así, en no pocos jóvenes musulmanes pertenecientes a la Segunda y Tercera generación de inmigrantes que residen en Europa se encuentran extendidas experiencias de discriminación social, situaciones de fracaso escolar o laboral, así como sentimientos de alienación política. Con respecto a esto último, muchos de estos jóvenes musulmanes que habitan en el mundo occidental se sienten ultrajados por el continuo derramamiento de sangre en Irak, Afganistán o en el conflicto árabe-israelí, y por la persistente idea de que Occidente está librando un asalto contra el Islam.34 A ello se unen no sólo las medidas antiterroristas aprobadas tras los atentados del 11-S, las cuales vienen siendo interpretadas por la mayoría de la comunidad musulmana residente en Occidente como injustificadas e invasivas de sus derechos y libertades, sino también los infames actos de tortura llevados a cabo en las prisiones de Abu Ghraib y Guantánamo.

En este sentido, no son pocos los jóvenes musulmanes que ven la “guerra contra el terrorismo” como una guerra que, en el fondo, se está librando contra el Islam y, por ende, contra el pueblo musulmán.35 Éstos consideran a los Estados Unidos un poder colonial e imperialista, mientras que Europa es vista como su fiel y obediente aliado. Por todo ello, estos sujetos entienden que sus conciudadanos europeos son en realidad cruzados contra el Islam, es decir, muchos de los jóvenes pertenecientes a la Segunda y Tercera generación de inmigrantes han nacido y crecido en Europa, pero entre su población no ven nada más que enemigos del Islam. (36)

Todos los factores aludidos en el párrafo anterior constituyen en muchas ocasiones el punto de partida de una radicalización islamista de estos sujetos. Desilusionados con la sociedad europea mayoritaria por excluirles, hartos de las promesas vacías de contenido por parte de las instancias oficiales, y enojados por la extrema imagen negativa del Islam en la opinión pública occidental, estas Segundas y Terceras generaciones de inmigrantes musulmanes deciden frecuentar ambientes islamistas (mezquitas, movimientos religiosos, centros culturales islámicos, Internet), lugares donde suelen encontrar a sujetos con problemáticas e ideas afines. De este modo, el Islam se convierte en una vía para, en cierto sentido, restaurar su dignidad.

Un patrón conductual típico en estos casos es que algunos jóvenes musulmanes de origen inmigrante, los cuales se encuentran a la búsqueda de una identidad, (37) se convierten en “musulmanes renacidos” (born-again muslims) al interrelacionarse con determinados amigos o conocidos, desarrollando con el tiempo un interés en la yihad.
En este sentido, el reclutamiento y la radicalización yihadistas suelen tener lugar durante determinadas fases vitales del individuo, o bien con ocasión de crisis personales, como por ejemplo la muerte de un familiar, la pérdida de empleo o el divorcio de los padres. En no pocos casos se considera que los atentados terroristas del 11-S fueron interpretados por muchos jóvenes musulmanes asentados en Europa como un punto de inflexión en su identidad personal, así como una fuente de inspiración. (38) En todos estos casos, la creciente sensación de alienación en el seno de los jóvenes musulmanes que residen en Europa puede facilitar una atracción de éstos hacia una interpretación radical del Islam, la cual se muestra compatible con sus sentimientos de rechazo y discriminación por parte de la sociedad autóctona. Para estos jóvenes desarraigados, el fundamentalismo religioso les permite encontrar una identidad propia y dar así un sentido a sus vidas. No cabe duda de que estos miles de individuos jóvenes alienados y enojados constituyen la materia prima ideal para las redes yihadistas.

El problema descrito en los párrafos anteriores está alcanzando actualmente una considerable resonancia, en parte debido al hecho de que el enfado de los jóvenes musulmanes es susceptible de amplificarse gracias a la tecnología del siglo XXI. Efectivamente, mientras que en el pasado estos jóvenes alienados de sus sociedades “hervían a fuego lento” inmersos en un relativo aislamiento, incapaces de conectar o comunicarse con otros sujetos que compartían sus problemas, hoy en día Internet ha cambiado radicalmente esta situación. Es indudable que la red global de Internet ha supuesto un elemento crucial para la expansión de la anteriormente mencionada “generación yihad”, haciendo posible que sujetos separados por miles de kilómetros y asentados en sociedades distintas puedan comunicarse entre ellos e intercambiar tanto experiencias personales negativas como información relacionada con el islamismo radical. (39)

A continuación se va a hacer referencia a tres supuestos concretos que ilustran claramente este concreto perfil de autor. Como se verá en el primer caso, la radicalización islamista de los jóvenes musulmanes llegados a Europa en el contexto de la inmigración no es en absoluto un fenómeno reciente asociado exclusivamente al terrorismo llevado a cabo en nombre de la yihad global representada por la organización al-Qaida.

Más bien al contrario, existen precedentes en Europa los cuales en su momento advirtieron de la seria amenaza que suponía para la sociedad occidental el desarraigo sufrido o percibido por la población joven de origen inmigrante.

B. Francia y el terrorismo islamista en la década de 1990. Khaled Kelkal

En el contexto descrito en el epígrafe anterior, y si se tienen en cuenta las distintas células compuestas por jóvenes musulmanes de Segunda y Tercera generación desarticuladas recientemente en suelo europeo, no son pocos los que actualmente hablan de una “situación completamente nueva” cuando se hace referencia a la irrupción del terrorismo islamista en Europa y a la existencia de células formadas por jóvenes musulmanes de origen inmigrante. No obstante, tanto el discurso público como los medios de comunicación olvidan que en Europa se han dado ya casos precedentes donde individuos nacidos en Occidente se convirtieron de la noche a la mañana en terroristas islamistas.

Un ejemplo paradigmático lo constituye sin lugar a dudas Francia. Efectivamente, en este país el creciente temor al fundamentalismo islamista no proviene desde luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001, sino que comienza una década anterior con los atentados terroristas cometidos por el GIA (Grupo Islámico Armado) en París en julio de 1995 y el conocido caso de Khaled Kelkal, un joven de origen argelino que creció en un suburbio de la ciudad de Lyon y que en su momento se consideró el principal responsable de las explosiones ocurridas en el metro parisino. (40)

La guerra civil que asoló Argelia –antigua colonia francesa– durante la década de 1990 tuvo un profundo impacto en el seno de los musulmanes procedentes de ese país que residían en Francia, convirtiéndose con el tiempo el conflicto en un reto de carácter interno para el gobierno francés de la época. Tras el asesinato de cinco funcionarios franceses en Argelia por parte del GIA, al que siguieron una serie de medidas policiales en Francia contra militantes islamistas argelinos, esta organización terrorista trasladó la yihad a territorio francés, llevando a cabo una campaña de atentados durante el verano y el otoño de 1995, los cuales produjeron un total de diez muertos y 175 heridos. El atentado más grave tuvo lugar el 25 de julio en la estación de trenes de cercanías parisina de Saint-Michel, donde un artefacto explosivo acabó con la vida de ocho personas, hiriendo a más de un centenar. En Francia se crearon por el GIA tres células de activistas islamistas, en las que se mezclaban militantes que habían acudido expresamente de Argelia y jóvenes inmigrantes musulmanes de Segunda generación residentes en los extrarradios.

Uno de estos “jóvenes de las banlieues” era Khaled Kelkal, un individuo de 25 años perteneciente a la Segunda generación de inmigrantes argelinos y que residía en un lóbrego barrio situado a las afueras de Lyon. Considerado por la policía como el principal responsable de los atentados terroristas acaecidos en el verano de 1995, Kelkal fue abatido a tiros por las fuerzas de seguridad el 29 de septiembre de ese mismo año, con la presencia eso sí de las cámaras de la televisión gala, la cual retransmitió en directo el momento en que un par de gendarmes golpeaban con sus pies el cuerpo sin vida del joven para cerciorarse de que efectivamente estaba muerto. Tan pronto como fue anunciada la muerte de Khaled Kelkal en los medios de comunicación, cientos de jóvenes musulmanes protagonizaron violentos disturbios en los suburbios de París y Lyon, quemando coches, rompiendo ventanas y enfrentándose a la policía. Disturbios que se extendieron rápidamente a otros barrios con población inmigrante repartidos por toda Francia. Es indudable que Kelkal había alcanzado un estatus de héroe popular entre los jóvenes desarraigados del extrarradio francés.

Con todo, el “caso Kelkal” no se cerró con la muerte del protagonista de la ola de atentados del año 1995. Efectivamente, días después de su muerte, el prestigioso diario liberal francés Le Monde publicó a lo largo de tres páginas una entrevista que el sociólogo alemán Dietmar Loch había tenido con Khaled Kelkal en el año 1992. Loch, en aquella época investigador en la Universidad de Bielefeld (Alemania), se había trasladado a Francia durante el curso 1991/92 con la intención de llevar a cabo una investigación sobre los jóvenes procedentes de familias inmigrantes que habitaban en las banlieues de Lyon. Entre los jóvenes a quienes entrevistó para su trabajo se encontraba casualmente Khaled Kelkal, el cual en aquellos momentos contaba con 21 años de edad. En dicha entrevista, la cual supone desde luego un excepcional retrato sociológico de los jóvenes musulmanes del extrarradio francés, se reflejaban las reflexiones efectuadas en su día por Kelkal sobre la sociedad francesa, el racismo, la delincuencia y el Islam. La mencionada entrevista mostraba con toda crueldad la decepción de un alumno meritorio al verse excluido de cualquier tipo de participación por parte de la sociedad francesa autóctona, la caída en la delincuencia, el encuentro con el Islam en la cárcel y el sentimiento ulterior de “redención” tras redescubrir la fe.

Khaled Kelkal había nacido en Argelia en el año 1971. Cuando contaba con dos años de edad se trasladó a Francia, país donde trabajaba y residía su padre desde el año 1969. Kelkal creció en Vaulx-en-Velin, una especie de ciudad dormitorio situada en las cercanías de Lyon, con decenas de bloques de edificios de una veintena de plantas, una gran proporción de inmigrantes, paro y pobreza. En definitiva, un lugar donde se acumulaban (y acumulan) muchos problemas sociales. En un principio pareció como si Kelkal estuviera predestinado a salir un día del infierno de las banlieues e integrarse completamente en la sociedad francesa mayoritaria. Así, y tras concluir con éxito sus estudios primarios, Kelkal consiguió dar el salto al lycée, lo cual suponía un paso previo a una carrera universitaria. No obstante, fue en esa época cuando Kelkal comenzó por vez primera a percibir la abismal diferencia que para un adolescente suponía vivir en la ciudad de Lyon o en un barrio marginal. En la mencionada entrevista, Kelkal narraba lo siguiente: “En mi clase sólo estaban los ricos. (...) Los otros alumnos nunca habían visto en su clase a un chico árabe,”. Finalmente, y en contra del expreso deseo de sus padres, Kelkal decidió abandonar los estudios tras verse confrontado con la constante discriminación por parte de alumnos y profesores. Es entonces cuando con su grupo de amigos del barrio comenzó a cometer pequeños delitos, lo cual le acarreó al joven francés de origen argelino tener sus primeras experiencias con la policía y justicia francesas, dando finalmente con sus huesos en prisión. En la entrevista, Kelkal explicaba lo siguiente: “A decir verdad, como árabes la justicia no nos puede soportar”, llegando a considerar que el hecho de que un sujeto tuviera un origen extranjero conllevaba de facto a sufrir una pena más severa. Una vez en prisión, Kelkal compartió celda con otro individuo musulmán, del cual aprendió no sólo a dominar el árabe, sino también a conocer el Islam de una manera más profunda e intensa, experimentando durante su estancia en prisión “un gran enriquecimiento del espíritu”. En opinión del joven de origen argelino, el Islam le proporcionaba una identidad, un sentido de pertenencia a una gran familia en un país como Francia donde por otra parte él nunca había encontrado su lugar. “Yo no soy ni árabe ni francés, yo soy musulmán”, afirmaba Kelkal en la entrevista. Tras ser puesto en libertad, Kelkal viajó con su madre a Argelia en el año 1993, país donde se había desencadenado una cruenta guerra civil. Se piensa que durante ese viaje fue reclutado por extremistas radicales, regresando convertido en un fanático. De nuevo en Francia, Kelkal comenzó a organizar en su barrio visionados de cintas sobre el GIA, siendo cooptado por Ali Tushent, “emir del GIA”, el cual le nombró responsable del grupo para Europa, con base en Holanda, como un enlace seguro. De acuerdo con las autoridades policiales francesas, en la primavera del año 1995 Khaled Kelkal tuvo un encuentro con Boualem Bensaid, un destacado miembro del GIA que se encontraba en Francia con la misión de reclutar operativos para llevar acabo ataques terroristas en territorio francés.

Tal y como se apuntó anteriormente, el diario Le Monde publicó dicha entrevista el 7 de octubre de 1995, acompañándola de una editorial que portaba el siguiente título: “Khaled Kelkal, víctima del racismo cotidiano”. Es indudable que con ello no se pretendían justificar los atentados y las muertes que Kelkal tenía a sus espaldas. Con todo, ese título contiene desde luego una parte importante de verdad si uno se detiene a analizar la corta vida de este joven musulmán que aparentemente un día intentó adaptarse a la sociedad francesa de acogida, siendo permanentemente etiquetado como francés de segunda. La historia del Khaled Kelkal es única, pero sin duda muy explicativa de la situación en la que hoy en día se encuentran muchos jóvenes de su edad, origen y situación social.

C. Holanda y la inmigración musulmana. Mohammed Bouyeri

En el caso de Holanda, los cuerpos policiales y los servicios de inteligencia eran ya conscientes desde finales de la década de 1990 de la presencia de grupos islamistas conectados con una red procedente de Marruecos. Por ello, las fuerzas de seguridad

habían estado observando las actividades de grupos radicales islamistas en varias ciudades del país.

Uno de estos grupos radicales era el llamado “grupo de Hofstad” (capital, en su acepción holandesa), un cluster formado en su mayoría por jóvenes musulmanes holandeses originarios del Magreb, con edades comprendidas entre los 18 y los 28 años, es decir, jóvenes pertenecientes a la Segunda generación de inmigrantes que habían llegado a los Países Bajos en las décadas anteriores, si bien también hay que destacar la presencia de algunos jóvenes holandeses autóctonos convertidos al Islam. (41)

Aunque la mayoría de los miembros de este grupo había crecido en Holanda, el grupo de Hofstad mantenía intensos contactos con militantes yihadistas asentados en otros países. Así, tras los atentados de Casablanca en el año 2003, los servicios de inteligencia holandeses recibieron información de Marruecos sobre posibles contactos entre células islamistas asentadas en el país magrebí y el grupo holandés. Posteriormente, también se vislumbraron conexiones entre este grupo y los terroristas que llevaron a cabo los atentados del 11-M en Madrid. (42)

Una vez radicalizado, el grupo de Hofstad estaba decidido a perpetrar un atentado terrorista en territorio holandés, habiendo elegido ya un número considerable de objetivos a atacar, como por ejemplo el Parlamento, el aeropuerto de Ámsterdam, un reactor nuclear, así como algunas personalidades destacadas de la vida política holandesa, como por ejemplo los parlamentarios Geert Wilders y Ayaan Hirsi Ali.
De entre todos los miembros pertenecientes al grupo de Hofstad hay que destacar sin duda la figura de Mohammed Bouyeri, autor material del asesinato del controvertido director de cine Theo van Gogh, (43) ocurrido en Ámsterdam el 2 de noviembre de 2004. (44)

Mohammed Bouyeri nació en Ámsterdam en el año 1978, ciudad donde años atrás se habían asentado sus padres procedentes de Marruecos. Su infancia transcurrió en un pequeño apartamento situado en el barrio de Slotervaart, un suburbio periférico situado al oeste de Ámsterdam donde la población musulmana supera con creces a los nativos holandeses. Fue allí donde Bouyeri creció junto a sus padres y sus tres hermanas, recibiendo en casa una educación basada en los valores fundamentales del Islam. Tras concluir con éxito sus estudios primarios y secundarios, Bouyeri decidió estudiar contabilidad en la Universidad Politécnica de Ámsterdam, destacando en sus primeros años de adolescencia por usar un vestuario típicamente occidental y por involucrarse celosamente en las actividades socio-culturales de la zona en que residía. En este sentido, Bouyeri ha sido descrito por sus familiares y amigos como una persona amable y buen estudiante; un adolescente el cual, al igual que otros muchos jóvenes de su generación y origen, se encontraba “colgado” entre los valores tradicionales y la cultura del país de sus antepasados y las normas y valores vigentes en la sociedad holandesa.  (45) Al principio, Bouyeri trabajó apasionadamente con la intención de canalizar las frustraciones de jóvenes musulmanes como él a través de programas socioculturales, comprometiéndose con los problemas y avatares de los jóvenes de su barrio.

Por consiguiente, el joven holandés de origen marroquí dio en repetidas ocasiones muestras evidentes de intentar adaptarse a la sociedad holandesa autóctona, organizando por ejemplo partidos de fútbol entre jóvenes de su barrio y policías, o trabajando como voluntario en un centro comunitario local. No obstante, Bouyeri tenía al mismo tiempo una parte rebelde. Así, en el año 2001 fue condenado a una pena de doce semanas de internamiento por un delito de agresión violenta. En este sentido, algunos de sus familiares y amigos creen que fue en prisión donde Bouyeri entró en contacto con el islamismo radical. Otros, sin embargo, consideran que fueron los atentados terroristas del 11-S los que tuvieron un profundo impacto en el joven musulmán, dando lugar a que profundizara en su fe religiosa. (46) Parece ser que también le influyó negativamente la prematura muerte de su madre, ocurrida en el año 2002 a consecuencia de un cáncer. Tras su puesta en libertad, Bouyeri regresó al barrio de su infancia, reincorporándose a la universidad para estudiar trabajo social y reiniciando su actividad como voluntario en un centro comunitario de la zona, llegando incluso a concebir un ambicioso plan para construir un centro recreativo para jóvenes con problemas. Para ello, Bouyeri se dirigió incluso al ayuntamiento de Ámsterdam para solicitar una subvención, la cual sin embargo le fue denegada. Para el joven musulmán, esta negativa de las instancias oficiales sólo podía tener una interpretación posible: él no era un sujeto bienvenido en el país que le vio nacer.

Lo que parecía ser en principio una trayectoria firme hacia una integración satisfactoria en la sociedad holandesa de un joven con un pasado inmigrante se interrumpió no obstante a partir del año 2002. De repente, Bouyeri comenzó a insertar versos del Corán en los artículos que solía escribir para una revista del barrio, entrelazando aspectos políticos y religiosos en los contenidos de sus contribuciones. En lugar de vestir ropa vaquera y gorras de béisbol comenzó a ataviarse con largas túnicas blancas, dejándose crecer una poblada barba, prohibiendo el consumo de cigarrillos o alcohol entre su círculo de amistades, o denegando a las mujeres el acceso a las reuniones en las que participaba. Paralelamente, Bouyeri comenzó a asistir asiduamente a la mezquita de Al-Tawhid en Ámsterdam, lugar que desde hacía tiempo estaba siendo controlado por los servicios secretos holandeses. Fue en esta mezquita donde Bouyeri entabló contacto con Samir Azzouz y otros miembros de lo que después constituiría el grupo de Hofstad. (47) La figura más destacada del grupo era Redouane al Issar, un sirio de 43 años al que los otros miembros llamaban Abu Khaled. Éste último, antiguo miembro de la armada siria, se convirtió en el indiscutible líder espiritual del grupo de Hofstad, adoctrinando a los jóvenes sobre la importancia de la yihad y la belleza del martirio. (48)

Tras abandonar el barrio de Slotervaart, Bouyeri perdió definitivamente el contacto con sus amigos de la infancia, comenzando a pasar la mayoría del tiempo con sus nuevos amigos de la mezquita. En pocos meses, el apartamento que Bouyeri compartía con otros jóvenes radicales se convirtió en uno de los principales centros de reunión de lo que sería el grupo de Hofstad.

En un panfleto publicado en el año 2003, Bouyeri relacionaba la situación en Irak con el estatus de la comunidad musulmana asentada en los Países Bajos: “Holanda es ahora nuestro enemigo porque este país participa en la ocupación de Irak. Nosotros no debemos atacar a nuestros vecinos, pero atacaremos a aquéllos que son unos apostatas y a los que se comportan como nuestros enemigos. Ayaan Hirsi Ali es una apóstata y por lo tanto nuestro enemigo”. (49) En distintos foros de Internet, Bouyeri denominaba a Holanda como “una cámara de tortura democrática”, mostrando a la vez su deseo de derrocar el parlamento holandés y reemplazarlo por un tribunal islámico.

Tras su crimen, y al igual que sucedió en el caso de Khaled Kelkal, analizado anteriormente, Bouyeri se convirtió en una especie de héroe para los menores y jóvenes de origen marroquí residentes en Holanda. Así, no fueron pocos los adolescentes que engalanaron sus mochilas y carpetas con el rostro del joven islamista. Este atractivo de Bouyeri entre los jóvenes musulmanes no hizo sino crecer después de que en julio de 2005 fuera condenado a una pena de cadena perpetua por los delitos de asesinato e integración en organización terrorista.

Tal y como señala Buijs, tras el asesinato de Theo van Gogh, Holanda se vio confrontada con un “terrorismo procedente del propio país”. En consecuencia, ya no había ningún enemigo lejano al que poder utilizar como cabeza de turco a la hora de condenar los atentados cometidos en nombre del Islam, sino que eran más bien “los propios hijos” los que se habían convertido en asesinos. (50) Para el escritor holandés Leon de Winter, lo espantoso del “caso Bouyeri” no es que éste fuera un radical, sino el hecho de que Bouyeri se fuera radicalizando “como si nunca hubiera vivido en Holanda”. (51)

Por su parte, para el Servicio holandés de Seguridad e Información (AIVD), el reclutamiento para la yihad llevado a cabo entre los jóvenes musulmanes residentes en Holanda ha pasado de ser un mero “incidente” a convertirse en una “tendencia”.  (52) Esto ha dado pie a que el Gobierno holandés haya colocado la integración de ciertas minorías que residen en los Países Bajos y las tendencias de radicalización entre los jóvenes inmigrantes como aspectos prioritarios dentro de su agenda política. (53) En este sentido, el brutal asesinato de Theo van Gogh no hizo sino confirmar lo acertado de las preocupaciones gubernamentales en toda la temática relativa a la inmigración y el terrorismo.

D. Reino Unido y los ataques del 7-J. Shehzad Tanweer

Los ataques suicidas cometidos en el transporte público de Londres el 7 de julio de 2005, con un balance de 56 víctimas mortales, entre ellas los cuatro terroristas, no pillaron desde luego por sorpresa a las autoridades británicas. Desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 muchos daban por hecho que las ciudades europeas se convertirían tarde o temprano en objetivo del terrorismo islamista, como se hizo patente en los atentados de Madrid el 11 de marzo de 2004. Con todo, lo que sin duda dejó sin aliento a la sociedad europea en general fueron dos aspectos fundamentales: por un lado, el hecho de que por primera vez Europa los autores de un atentado terrorista actuaron como bombas humanas, llevándose consigo la vida de numerosas víctimas civiles inocentes; por otro, la procedencia de los terroristas autores de la masacre del 7-J. Así, en este caso no se trataba de un comando o célula de al-Qaida introducida en suelo británico, o de individuos musulmanes que poco a poco se habían ido radicalizando tras su llegada a Occidente. Por el contrario, el “enemigo” era parte integrante de la sociedad británica, a saber, jóvenes musulmanes nacidos y criados en barrios de clase obrera situados en las localidades de Beeston y Dewsbury, en las cercanías de Leeds. Así, tres de los cuatro terroristas suicidas eran jóvenes de origen pakistaní pertenecientes a la Segunda generación de inmigrantes; sujetos que habían nacido y crecido en el Reino Unido, que procedían de familias estables y acomodadas económicamente, y que habían dado muestras evidentes de una integración satisfactoria en la sociedad de acogida. Mohammed Sidique Khan, el líder de la célula del 7-J que contaba con 30 años de edad en el momento de los atentados, era un trabajador social dedicado con pasión a los niños con problemas en una escuela primaria de su barrio, intentando mantenerlos alejados de la delincuencia y las drogas. Por su parte, el joven de 22 años Shehzad Tanweer, miembro asimismo de la célula y antiguo estudiante de Ciencias del deporte en la Universidad Metropolitana de Leeds, ayudaba a su padre en un próspero negocio de fish and chips que regentaba la familia. (54) Tal y como acertadamente señala el Home Office en un estudio publicado tras los atentados, el trasfondo personal y social de los cuatro jóvenes involucrados en la masacre del 7-J no parecía en nada excepcional. Así, en muy poco se diferenciaban las experiencias vividas por estos jóvenes británicos de origen inmigrante con las de otros sujetos de su misma generación, origen étnico y entorno social, quizá con la única excepción de Germaine Lindsay, al cual se hará referencia posteriormente. (55)

Actualmente, el Reino Unido tiene una población musulmana que ronda los dos millones de habitantes. Aproximadamente el 66 por 100 de esta población procede del Sur de Asia (Pakistán, India y Bangladesh). Desde siempre, Gran Bretaña ha adoptado el llamado “multiculturalismo” como posición quasi-oficial a la hora de hacer frente al fenómeno migratorio, estando orgullosa de su tolerancia frente a la expresión de cualquier tipo de diferencia cultural emitida por sus ciudadanos. Con todo, desde hace décadas la mayoría de los ciudadanos musulmanes “británicos” ha venido ocupando los últimos lugares en todos los indicadores socio-económicos de importancia. Por otra parte, y desde un punto de vista estrictamente político, la participación del Reino Unido en la invasión de Irak no ha hecho sino agravar en la mayoría de la población musulmana residente en la isla su sensación de distanciamiento con respecto a la sociedad británica. (56) En este sentido, un informe elaborado en sede del Ministerio de Asuntos Exteriores en el año 2004, y que salió a la luz tras los atentados del 7-J, señalaba que la situación en Irak estaba jugando “un papel importante en el caso de las jóvenes generaciones de musulmanes británicos”. (57)

Los terroristas del 7-J procedían de la región que envuelve a la ciudad industrial de Leeds, situada en el norte del país. Concretamente, en la localidad de Beeston, lugar donde se planearon los atentados del 7-J, los ciudadanos pakistaníes constituyen el 11 por 100 de la población, siendo el grupo étnico más numeroso dentro de la comunidad inmigrante asentada en la zona. Beeston es un lugar visiblemente deprimido socioeconómicamente.

Con una tasa de desempleo del 7,8 por 100 –más del doble que en el caso de la población autóctona en el año 2005–, y al mismo tiempo con una considerable falta de formación cualificada, es evidente que la población musulmana que habita en esta parte del país ve considerablemente mermadas sus posibilidades de ascenso social y económico. Con todo, tanto Beeston como Leeds se caracterizaron en principio por albergar una convivencia pacífica entre la población autóctona y las distintas comunidades étnicas asentadas en la zona. No obstante, tanto la invasión de Irak como la llamada “guerra contra el terrorismo” enrarecieron considerablemente el ambiente en el seno de la comunidad musulmana, sobre todo en el caso de los jóvenes de origen pakistaní. Fueron muchos los individuos musulmanes que, de repente, comenzaron a preocuparse por cuestiones relativas a su identidad y al papel del Islam en sus vidas. (58) Uno de ellos fue Shehzad Tanweer.

Tanweer nació en Bradford el 15 de diciembre de 1982, siendo hijo de una familia pakistaní que se había trasladado al Reino Unido en la década anterior. (59) La familia Tanweer constituye sin duda un ejemplo paradigmático de integración exitosa de un colectivo inmigrante en la sociedad mayoritaria de acogida. Tanto los padres de Shehzad como sus tres hermanos tenían un estilo de vida típicamente occidental, disfrutaban de una posición económica respetable, y no eran profundamente religiosos, exceptuando eso sí sus visitas a la mezquita para realizar la oración de los viernes.

Incluso el propio Shehzad evidenció al principio una cierta dejadez en su fe religiosa, debiendo incluso a veces ser obligado por sus padres a realizar alguna que otra lectura del Corán. El joven británico de origen pakistaní tampoco mostró un particular interés por la política y los acontecimientos que ocurrían en el mundo. (60) Por el contrario, Tanweer era un excelente atleta y un entusiasta jugador de cricket, habiéndose en su momento matriculado en Ciencias del Deporte en la Universidad Metropolitana de Leeds, si bien abandonaría los estudios en el año 2003. Por lo demás, la adolescencia de Tanweer estuvo marcada por una total integración en el modo de vida occidental, poseyendo un Mercedes y cuidando su aspecto físico tanto en el peinado como en el vestuario.

No obstante, Tanweer sufrió una sorprendente transformación en el año 2001, cuando contaba con 18 años de edad. En esa época, sus creencias religiosas se hicieron más intensas, entablando al mismo tiempo amistad con otros jóvenes los cuales, como él, estaban convencidos de que los musulmanes estaban siendo oprimidos en todo el mundo. “Los atentados del 11 de septiembre le hicieron abrir los ojos”, comentó posteriormente un amigo de Tanweer al Washington Post. (61) “En aquella época, muchos jóvenes del barrio dirigieron su mirada al Islam”, preguntándose sobre la razón y el sentido que tenían los atentados terroristas cometidos en los Estados Unidos, y llegando a la conclusión de que los ataques al imperio norteamericano no eran sino una respuesta a una política dominada exclusivamente por intereses geoestratégicos. Una política que “toleraba o incluso apoyaba la opresión del pueblo musulmán”.

A partir del año 2002, la religión pasó a constituir el aspecto central de la vida de Tanweer. Así, el joven británico de origen pakistaní dedicaba la mayor parte de su tiempo al estudio del Islam, lo cual quizá contribuyó a que abandonara sus estudios universitarios. No obstante, ni sus parientes más cercanos ni sus amigos observaron en ningún momento signos que pudieran evidenciar un tránsito de la estricta observancia de la religión al yihadismo militante. (62)

Un sujeto que jugó un papel fundamental en el proceso de radicalización de Shehzad Tanweer fue sin duda Mohammed Sidique Khan, figura dominante y líder indiscutible de la célula que cometió los atentados del 7-J. (63) Fue este último quien eligió a los otros tres miembros del comando terrorista, realizando labores de adoctrinamiento y dirigiendo los hilos de la operación terrorista incluso fuera del territorio del Reino Unido. (64) Antiguo estudiante de la Universidad de Leeds y durante un tiempo profesor para niños con especiales necesidades en una escuela primaria local, Khan estableció en el año 2001 un centro deportivo en la mezquita situada en la Hardy Street de Leeds.

No obstante, los compromisos de Khan con la mezquita y el mencionado centro deportivo finalizaron año y medio más tarde debido a las sospechas que recayeron sobre su persona por inculcar a los jóvenes interpretaciones extremistas del Islam. En el año 2004, Khan creó un segundo centro deportivo en la mezquita de Lodge Lane, situada en la ciudad de Beeston. Y es que el joven Khan era una figura destacada en esos ambientes, habiendo sido descrito por muchos como una especie de mentor o figura paterna al cual muchos jóvenes acudían a pedir consejo. Es evidente que Khan utilizó las oportunidades que le ofrecían estos lugares de encuentro para identificar y seleccionar a potenciales candidatos con la intención de adoctrinarles en el islamismo salafista.

En el año 2001, los dos miembros más importantes de la célula del 7-J, Khan y Tanweer, decidieron abandonar la mezquita local de Beeston, afirmando que la comprensión que la misma tenía del Islam era muy limitada y del todo punto apolítica. Tras abandonar la mezquita, ambos jóvenes trasladaron sus encuentros fundamentalmente a una librería islámica situada en la propia Beeston (Iqra Learning Center). En opinión de Silber/Bhatt, esta decisión marcó sin duda el paulatino proceso de distanciamiento de la sociedad secular por parte de los miembros del grupo, lo cual impulsó decisivamente su radicalización. (65)

En noviembre de 2004, Khan y Tanweer volaron juntos a la ciudad pakistaní de Karachi. Según señaló posteriormente su tío, Tanweer –el cual parece ser que había realizado a finales de 2003 otro viaje a Pakistán– pretendía con dicho viaje profundizar en sus estudios del Corán, lo cual supuestamente hizo en la mezquita local de la ciudad de Faisalabad, lugar de donde procedía la mayor parte de su familia. En este sentido, las investigaciones realizadas por las autoridades británicas no descartan que durante dicho viaje ambos jóvenes mantuvieran contactos con grupos islamistas locales, o incluso que penetraran en territorio afgano con la intención de visitar un campo de entrenamiento yihadista. Tampoco ha podido establecerse con certeza con quién se encontraron Khan y Tanweer durante su viaje a Pakistán, aunque parece probable que mantuvieran contactos directos con figuras cercanas a la organización al-Qaida.

En febrero de 2005, Khan y Tanweer regresaron al Reino Unido. En el caso de este último, su familia pudo percibir una profunda transformación –no sólo física– del joven de 22 años. Así, Tanweer apareció con una pérdida considerable de peso, afirmando que no se había sentido cómodo en tierras pakistaníes y que le había resultado imposible encontrar una escuela (madrassa) apropiada para sus estudios islámicos. (66) Por otra parte, Tanweer no sólo se dejó crecer una poblada barba, sino que comenzó a cumplir escrupulosamente con sus obligaciones de “buen musulmán”, rezando cinco veces al día. Además, en numerosas ocasiones no se retraía a la hora de criticar duramente la política británica en los conflictos de Cachemira, Irak o Afganistán, considerando a Osama bin Laden como un ídolo y un héroe del pueblo musulmán. (67) Junto a su amigo y compañero Khan, Tanweer trabajó en esa época como voluntario en la anteriormente mencionada librería islámica en Beeston, la cual fue al mismo tiempo utilizada como lugar de encuentro para la célula de jóvenes islamistas. Es aquí donde Tanweer y el resto del grupo se reunían con frecuencia para rezar, discutir sobre el Islam y sobre los conflictos de Irak, Cachemira o Chechenia, leer libros de contenido radical, escribir artículos e incluso producir vídeos en los que denunciaban la “cruzada” de Occidente contra el pueblo musulmán.

Por lo demás, en los meses previos a los atentados, tres de los cuatro miembros de la célula islamista fueron observados pasando mucho tiempo juntos. Camping, piragüismo, rafting, así como otras actividades al aire libre fueron realizadas por el comando que llevó a cabo los atentados. Además, parece ser que Khan y Tanweer viajaron en repetidas ocasiones fuera del área de Leeds para participar en algunos eventos relacionados con el Islam. (68)

5. Sujetos conversos

A. Introducción
El cuarto y último perfil al que se va a hacer referencia en el presente trabajo corresponde a los sujetos conversos, es decir, a aquellos individuos autóctonos de países occidentales que en un momento de sus vidas adoptan el credo mahometano y que con el tiempo se radicalizan, llegando incluso a mostrar su disposición a llevar a cabo atentados terroristas.

Y es que a la hora de analizar las acciones llevadas a cabo por el terrorismo islamista en suelo europeo hay que decir que los ciudadanos occidentales –en puridad, algunos de ellos– convertidos al Islam han llegado con el tiempo a ser un motivo de gran preocupación para las agencias de seguridad. La amenaza que, llegado el caso, estos sujetos pueden representar fue puesta sin duda de relieve con la detención de Richard Reid a finales de 2001, un ciudadano británico convertido al Islam que intentó hacer estallar una sustancia explosiva a bordo de una aeronave que se dirigía a los Estados Unidos. (69)

Como se verá a continuación, dentro de los individuos conversos hay que destacar sobre todo a los de sexo masculino que adoptan el credo mahometano en edad adolescente, ya que éstos son si cabe más susceptibles de ser captados por los reclutadores yihadistas. Muchas son las razones que podrían explicar este tránsito de una vida marcada por los valores de la cultura occidental a unos parámetros situados en el fundamentalismo islámico. En algunos casos, estos sujetos que una vez convertidos al Islam sufren un proceso de radicalización se sintieron en su momento alienados de la sociedad occidental de la cual procedían, buscando así consuelo en un entorno marcado por ideales de fraternidad y solidaridad. Un entorno el cual promete una vía de salida a un pasado marcado por variables como la exclusión, la alienación social o la delincuencia, y la entrada en una nueva etapa marcada por la hermandad musulmana, capaz de cuestionar el sistema de valores y normas occidentales considerado como hegemónico, discriminatorio y depravado. (70) La integración de estos jóvenes conversos en la comunidad de creyentes musulmanes les transmite una sensación de seguridad emocional, un sistema opaco de normas y valores, así como claras orientaciones de actuación.

Es evidente que muchos de los individuos que se convierten al Islam lo hacen por cuestiones religiosas o espirituales, buscando quizá respuestas a una serie de preguntas y reflexiones vitales que otros miembros de la sociedad a la que pertenecen no se hacen. No obstante, está fuera de toda duda que el abrazar la religión musulmana no equivale per se a adoptar la ideología salafista. Para que esto ocurra debe de intervenir un elemento adicional: un proceso de radicalización, el cual no aparece causalmente sino que más bien se lleva a cabo de forma selectiva por parte de islamistas radicales.

En no pocas ocasiones, los sujetos conversos, una vez radicalizados, suelen ser los miembros más fervientes y entusiastas de una determinada célula o grupo islamista, mostrándose como los individuos más activos e implicados con la causa yihadista. Su necesidad de demostrar a sus compañeros sus convicciones religiosas da lugar a que se desarrolle en ellos una destacable agresividad, como es el caso de los miembros de la célula islamista desarticulada en Alemania en el año 2007, a la cual se hace referencia a continuación.

B. El “grupo de Sauerland” en Alemania
El 4 de septiembre del año 2007 fueron detenidos en la región de Sauerland (Alemania) tres individuos con edades comprendidas entre los 22 y los 29 años, entre ellos dos jóvenes alemanes convertidos en su día al Islam. Tras meses de seguimiento policial se había comprobado cómo dichos individuos –los cuales en su momento habían visitado un campo de entrenamiento en Pakistán– estaban ultimando los preparativos para llevar a cabo un atentado a gran escala en suelo alemán, probablemente contra una base norteamericana. Los tres miembros pertenecientes a una célula de la organización terrorista Unión de la Yihad Islámica disponían de un total de 730 litros de agua oxigenada, a partir de la cual pretendían elaborar una sustancia altamente explosiva para hacerla estallar mediante coches-bomba.

Tras la desarticulación de la célula, la sociedad alemana quedó estupefacta al conocer la procedencia de dos de los presuntos terroristas islamistas. En ambos casos se trataba de jóvenes autóctonos nacidos y criados en Alemania que en un momento de sus vidas decidieron convertirse al Islam, pero que progresivamente se fueron radicalizando, hasta el punto de dirigir su odio hacia el país y la sociedad que les vieron nacer.

Tanto Daniel Schneider, de 22 años de edad, como Fritz Gelowicz, de 28, despreciaban a Occidente, sintiéndose por el contrario vinculados a otra comunidad distinta, la comunidad de los creyentes musulmanes, la cual –según ellos– les transmitía calor, cobijo y un sentimiento de pertenencia a una nueva patria. (71)

Analizando las vidas tanto de Daniel Schneider como de Fritz Gelowicz pueden encontrarse bastantes similitudes. Así, tanto en uno como en otro caso se trata de individuos que en su infancia tuvieron que sufrir la separación de sus padres, quedando en ambos casos bajo la custodia del padre. Tanto Daniel como Fritz tenían muchos amigos pertenecientes a la Segunda generación de inmigrantes turcos. Y ambos jóvenes alemanes apreciaban el calor y la amistad que constantemente experimentaban en sus contactos con las familias musulmanas de sus amigos. En la percepción de los jóvenes islamistas, la comunidad musulmana les ofrecía calor, un sentimiento de pertenencia, un grupo humano al que acudir.

Fritz Gelowicz se convirtió al Islam a la edad de 15 años. (72) Antes de su radicalización, Gelowicz estudió ingeniería económica en la Escuela Técnica Superior de Neu-Ulm, siendo un estudiante aplicado y discreto. No obstante, con el tiempo la Universidad se convirtió para Gelowicz en un asunto secundario, si bien se encontraba ya a las puertas del trabajo final de sus estudios. Aspectos como una carrera profesional en una sociedad competitiva, una familia, en definitiva, un lugar en el que hacerse un hueco dentro de la sociedad alemana parecieron desvanecerse en comparación con la veneración a Allah y la lucha en el marco de la yihad. Según han podido descubrir las autoridades germanas, Gelowicz viajó en el año 2004 a Arabia Saudí con la intención de llevar a cabo estudios religiosos en una escuela coránica, realizando paralelamente una peregrinación a la Meca. En el momento de su detención, Gelowicz era ya un individuo conocido por las autoridades policiales germanas por estar vinculado con Yehia Yousif, un clérigo radical asentado en la ciudad de Neu-Ulm que dirigía el “Centro multicultural” situado en dicha localidad. Yousif se encontraba ya desde hacía tiempo entre las figuras más vistosas dentro de la escena radical islamista que venía actuando en Alemania. Y el mencionado “Centro multicultural” se había ido convirtiendo en una especie de imán para los individuos islamistas repartidos por toda Alemania, en particular para sujetos conversos como Gelowicz y Schneider.

Por su parte, Daniel Schneider se convirtió al Islam también en edad adolescente, concretamente a los 14 años. En este caso se trata de un sujeto que –al igual que Gelowicz– ya en su infancia tuvo que sufrir la separación de sus padres, buscando el necesario calor familiar en el entorno de sus amigos musulmanes, y más tarde en clérigos radicales. Tras haberse matriculado en la Universidad de Homburg an der Saar, situada en el Land del Sarre, Schneider entabló amistad con un estudiante de Medicina procedente de Jordania, Hasan al-Urduni, el cual no tardó en mostrar su ideología radical islamista. Con el tiempo, este individuo reunió en torno a su persona a jóvenes interesados en su ideología radical, entre ellos a Daniel Schneider, el joven alemán converso procedente de un matrimonio divorciado. Un joven necesitado de afecto y apoyo. Un joven en busca de una identidad. En el año 2006, Schneider viajó a Pakistán, donde se piensa que recibió entrenamiento paramilitar en un campo perteneciente a la Unión de la Yihad Islámica. Las fuerzas de seguridad alemanas piensan que este joven estaba incluso dispuesto a actuar como terrorista suicida en suelo alemán. Así, días antes de su detención, Schneider se despidió de su madre en su localidad natal, regalándole no sólo la colección de especias que había traído de Pakistán, sino también un ejemplar del Corán con una dedicatoria mencionando que en el libro sagrado del Islam encontraría consuelo en tiempos difíciles. (73)

C. El caso de Jermaine Lindsay en el Reino Unido
Entre los miembros de la célula que cometió los terribles atentados suicidas del 7-J en Londres se encontraba también un individuo converso. Se trata de Germaine Lindsay, un joven de origen caribeño nacido en Jamaica en el año 1985 y que se trasladó con su madre al Reino Unido cuando contaba con cinco años de edad. (74)

Lindsay ha sido descrito por sus familiares y amigos como un joven lleno de vida, brillante en la escuela y con facultades para el deporte, mostrando un talento especial tanto para la música como las artes en general. En el año 2000, la madre de Lindsay, la cual se había separado de su marido años antes, inició una relación con un individuo de religión musulmana, convirtiéndose al Islam. Los mismos pasos siguió Lindsay, el cual adoptó el nombre de Jamal tras su conversión. Con el tiempo, tanto en la mezquita local donde acudía a rezar como en los círculos islámicos de Huddersfield y Dewsbury, el joven jamaicano fue objeto de admiración por la rapidez con la que el nuevo miembro de la comunidad aprendía árabe y memorizaba largos pasajes del Corán, mostrando así una seriedad y madurez inusual para un joven de apenas 16 años. Durante esa etapa, Lindsay fue reprendido en la escuela por repartir panfletos de apoyo a la organización al-Qaida. Se cree que Lindsay fue fuertemente influenciado por el clérigo radical Abdallah al Faisal –también de origen jamaicano– el cual en estos momentos se encuentra cumpliendo una pena de prisión por inducción a asesinato e incitación a la yihad. (75)

En el año 2002, la madre de Lindsay se trasladó a vivir a los Estados Unidos con su nueva pareja sentimental, dejando al joven jamaicano en el hogar familiar de Huddersfield. Se piensa que este acontecimiento supuso una experiencia traumática para un joven que en aquel momento contaba con 17 años de edad. Unos meses más tarde,

Lindsay abandonó la escuela, recibiendo asistencia social y desempeñando trabajos eventuales como la venta de libros del Islam o teléfonos móviles. En octubre de ese mismo año, Lindsay contrajo matrimonio con una joven británica, la cual siguió los pasos de su marido, adoptando así la religión musulmana. Del joven matrimonio nacería un niño en marzo de 2004.

No se sabe con certeza cuándo Lindsay entabló contacto con Mohammed Sidique Khan, el líder de la célula que cometió los atentados del 7-J. Lo que sí es seguro es que ambos mantenían ya una estrecha relación a finales de 2004. Con todo, no constituye desde luego sorpresa alguna que ambas vidas se cruzaran en un momento dado: Khan era desde hacía tiempo un miembro destacado en los círculos islamistas del área de Huddersfield y Dewsbury. (76)

D. Excurso: Las mujeres conversas y la yihad en Europa. El caso de Muriel Degauque
Dentro de los sujetos convertidos al Islam resulta necesario hacer una breve referencia a aquéllos de sexo femenino, los cuales están aumentando en las últimas fechas en diversos países europeos debido fundamentalmente al fenómeno de los matrimonios mixtos.

Si bien prácticamente la totalidad de los sujetos conversos detenidos en las últimas fechas por su implicación en actividades relacionadas con el terrorismo islamista son de sexo masculino, existe el dramático caso de una mujer europea conversa al Islam que en su día fue puesto en un primer plano por la totalidad de los medios de comunicación occidentales. Se trata de Muriel Degauque, una ciudadana belga de nacimiento que el 9 de noviembre de 2005 se inmoló en la ciudad iraquí de Baakuba en un intento fallido de atacar a las tropas norteamericanas estacionadas en Irak, convirtiéndose así en la primera mujer europea que llevaba a cabo un atentado suicida.

Muriel Degauque nació en el año 1967 en la ciudad belga de Charleroi. (77) Sus padres la describen como una persona que tuvo una adolescencia difícil, con problemas de alcohol y drogas, motivados quizá por la traumática muerte de su hermano en un accidente de carretera. Durante esa poca, Degauque tuvo dos relaciones sentimentales con sendos individuos musulmanes –un turco y un argelino– que no tuvieron un final feliz. Tras haberse convertido al Islam en el año 2001, Degauque contrajo matrimonio un año más tarde con otro individuo musulmán que a la postre cambiaría su vida: Hissam Goris, un ciudadano belga de origen marroquí. Tras su matrimonio, la pareja se trasladó a vivir a Marruecos, regresando no obstante a Bélgica meses más tarde. A partir de entonces, la joven belga rompió definitivamente los lazos con sus anteriores amistades, pasando la mayor parte del tiempo en Saint Gilles, un barrio deprimido de Bruselas con un alto porcentaje de inmigrantes musulmanes. Con el tiempo, Degauque dio evidentes muestras de una progresiva radicalización en sus creencias religiosas, llegando a ataviarse únicamente con una burka que le cubría de la cabeza a los pies. En sus cada vez más esporádicas visitas a su familia, Degauque rehusaba comer con su padre, prohibiendo incluso a sus progenitores ver la televisión o consumir bebidas alcohólicas en su presencia. En el mes de septiembre de 2005, la pareja cruzó en su vehículo el continente europeo con dirección a Irak vía Turquía. Su propósito era inmolarse en territorio iraquí arrastrando consigo el mayor número posible de soldados norteamericanos. El mismo día en que Degauque hizo estallar su cinturón lleno de explosivos, su marido fue abatido por las fuerzas norteamericanas cuando intentaba también inmolarse frente a una patrulla.

III. Conclusiones

Como ha podido observarse a lo largo del presente trabajo, el perfil personal de los sujetos asociados al terrorismo islamista que han actuado o intentado actuar en Europa nada tiene que ver con el tradicional perfil de autor vinculado a organizaciones terroristas domésticas que irrumpieron en el escenario europeo en las últimas décadas del siglo pasado. La heterogeneidad en la extracción nacional, étnica, cultural y socioeconómica de los miembros adscritos a la ideología representada por el terrorismo de base yihadista constituye desde luego un reto de difícil solución para las agencias de seguridad occidentales, ya que resulta prácticamente imposible definir con criterios criminológicos los patrones que definen a los combatientes de la yihad en territorio europeo. Por ejemplo, si se hace referencia al perfil correspondiente a los sujetos conversos, éstos se presentan para los reclutadores yihadistas tácticamente como el instrumento perfecto para poder actuar en sociedades occidentales sin levantar sospecha alguna. Su profundo conocimiento de las culturas y lenguas locales, su posesión de pasaportes occidentales y su relativa falta de vínculos manifiestos con organizaciones terroristas islamistas hace que el descubrimiento de los sujetos conversos constituya sin duda una tarea difícil para las autoridades policiales. Por si fuera poco, su más que probada determinación para golpear sus propios países, combinado con el relativamente fácil acceso a sustancias explosivas y armas, hacen de ellos una amenaza inmediata a la seguridad de los países occidentales.

¿Cómo pueden contrarrestar las fuerzas policiales y los servicios secretos la amenaza proveniente de terroristas suicidas, los cuales proceden de la propia sociedad en la que se encuentran asentados, denotando una aparente plena integración y no dando en principio muestras de una eventual radicalización islamista? No son pocas las voces que siguen exigiendo un endurecimiento si cabe mayor de la legislación penal y procesal antiterrorista, para con ello combatir de la manera más efectiva posible la amenaza proveniente del terrorismo islamista, aunque ello conduzca inexorablemente a colocar en un segundo plano los derechos y libertades de los ciudadanos –terroristas y no terroristas– en aras a una pretendida mayor seguridad. No es aquí el lugar ni el momento de discutir sobre la eventual eficacia de semejantes propuestas de signo represivo, aunque convendría que los defensores de esa línea dura frente a la amenaza terrorista se detuvieran a reflexionar sobre la siguiente cuestión: ¿Qué efecto intimidatorio puede tener un eventual endurecimiento punitivo para aquellos sujetos que están dispuestos a sacrificar su propia vida en su intento de combatir a los, según su interpretación tergiversada de los acontecimientos, enemigos del Islam?

De entre todos los perfiles de autor analizados en los epígrafes anteriores, el correspondiente a los jóvenes inmigrantes musulmanes de Segunda y Tercera generación es al que conviene si cabe prestar mayor atención, sobre todo en un país como España, cuya Segunda generación de inmigrantes se encuentra actualmente en plena formación escolar, y que en cuestión de una década se encontrará a las puertas de una inserción socio-laboral en el país de acogida.

Como consecuencia de un desarrollo equivocado desde un punto de vista demográfico, histórico, ideológico, político y social, Europa alberga actualmente una joven generación de musulmanes sin apenas perspectivas, situados en los márgenes de la sociedad europea, aislados en suburbios habitados mayoritariamente por población inmigrante, estancados entre el desempleo y la delincuencia. A pesar de ser oficialmente ciudadanos del Estado en el que residen, en realidad no pertenecen ni cultural ni socialmente al país en el que desarrollan sus vidas. Por otra parte, existen otros jóvenes musulmanes de procedencia inmigrante los cuales, a pesar de disfrutar de una más o menos satisfactoria integración socio-económica, se consideran no obstante alienados políticamente de la sociedad de acogida como consecuencia del respaldo expreso o tácito que sus representantes políticos ofrecen a la guerra contra el terrorismo desarrollada principalmente por los Estados Unidos. Cuando estos sujetos se perciben a sí mismos desprovistos de un futuro económico prometedor, atrapados en un país que no les acepta completamente, ultrajados por la política desarrollada por sus gobiernos en conflictos donde el pueblo musulmán se ve afectado directa o indirectamente, y carentes al mismo tiempo de una identidad propia, muchos jóvenes musulmanes europeos de Segunda y Tercera generación dirigen su mirada a la religión de sus antepasados a la búsqueda de una dirección en sus vidas. Es evidente que todos aquellos adolescentes inmersos en las problemáticas descritas constituyen el caldo de cultivo ideal para los reclutadores yihadistas.

Especialmente tras el asesinato de Theo van Gogh se ha discutido abiertamente en Holanda la perceptible radicalización de los jóvenes musulmanes que habitan en el país. No obstante, en este contexto llama poderosamente la atención cómo la mayoría de los interlocutores ha señalado a la discriminación económica, al aislamiento social y a la alienación política de estos jóvenes como las causas principales de su radicalización, colocando así al Islam en un marcado segundo plano. Con ello, la discriminación de la población musulmana ha venido siendo un tema recurrente en Holanda tras la muerte del cineasta.

Por lo que hace referencia a la situación en España, y aunque en la actualidad no puede todavía hablarse explícitamente de una Segunda ni mucho menos Tercera generación de inmigrantes asentada en territorio español –como por el contrario ocurre en países como Francia, Alemania o el Reino Unido– el Estado español se encuentra ya ante el tremendo reto que supone, no sólo integrar al colectivo de inmigrantes en la sociedad española de acogida para de ese modo lograr una convivencia pacífica de toda la ciudadanía asentada en territorio español, sino sobre todo formar e integrar socio-laboralmente a esos menores de origen inmigrante que en un futuro no muy lejano compondrán lo que se conoce como Segunda generación de inmigrantes, con el fin de evitar que esos sujetos, en algunos casos ya nacionalizados y con posibilidades de ser socializados conforme a los esquemas vigentes para la población autóctona, sean no obstante considerados negativamente diferentes. La dramática historia de Khaled Kelkal, analizada en las páginas anteriores, debería servir a los órganos de decisión política españoles para evitar que en España se pueda producir en un futuro no muy lejano una situación semejante.

Por último, hay que decir que en el caso de España no se ha formalizado todavía una estrategia nacional integrada en materia de terrorismo islamista, elaborada de manera consensuada, como la que sí existe en otros países del entorno europeo y occidental, como es el caso del Reino Unido, Holanda o Alemania, países donde se combinan medidas de carácter operativo, destinadas a contrarrestar estructuras terroristas consolidadas, evitando con ello la comisión de atentados terroristas, con medidas de carácter estructural, dirigidas éstas más bien a luchar contra las causas y los entornos favorables que ayudan al nacimiento de la radicalización yihadista. Se trata en definitiva de una estrategia de la cual podrían derivarse actuaciones concretas en cuestiones tan acuciantes como la prevención de la radicalización violenta y el reclutamiento con fines yihadistas. Y es que, si bien resulta necesario adecuar la legislación a los nuevos retos que supone la latente amenaza procedente del terrorismo islamista, existen también otros ámbitos alejados radicalmente de la normativa penal y procesal los cuales necesitan también ser abordados. En este sentido, las actuaciones que se realizan en el sector de la seguridad interior, ya sean de índole policial, penal o penitenciaria, deberían ponerse en relación en todo caso con otras llevadas a cabo en aspectos de trascendental importancia como por ejemplo la integración socio-económica de los inmigrantes, la polarización y radicalización de los jóvenes musulmanes que habitan en España, la regulación de cultos religiosos y organizaciones islámicas, la socialización escolar del colectivo inmigrante o las decisiones en materia de política exterior, para con ello abordar una preocupante realidad observable en algunas colectividades de musulmanes extranjeros asentadas en Occidente y que, a la vista de lo sucedido en otros países europeos, puede influir de manera aún más acusada en sus descendientes o segundas generaciones.

1. Para una aproximación al fenómeno del terrorismo global véase, por todos: Reinares, Fernando (2003): Terrorismo global, Madrid: Taurus.
2. Por ello, la época en la cual los rostros de los integrantes de una determinada organización terrorista –como es el caso de ETA– aparecían en la correspondiente requisitoria policial repartida en todos los edificios públicos, puede considerarse plenamente superada en el caso del terrorismo islamista.
3 Un ejemplo paradigmático lo constituye sin duda la célula de Hamburgo, la cual llevó a cabo los terribles atentados terroristas del 11-S en los Estados Unidos. Así, entre sus miembros figuraban individuos procedentes de Egipto, Líbano, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Yemen.
4. En este sentido, en los últimos tiempos puede observarse como la mayoría de los jóvenes que se incorporan a ETA proceden de la llamada kale borroka, lo cual ha dado lugar en cierto modo a un proceso de rejuvenecimiento de los nuevos activistas que deciden pasar a la lucha armada. Para un análisis en profundidad del perfil sociológico de los militantes de ETA véase: Reinares, Fernando (2001): Patriotas de la muerte. Quiénes han militado en ETA y por qué, Madrid: Taurus, pp. 19 y ss.
5. Así, la policía alemana utilizó en la década de 1970 el método conocido como Rasterfahndung, o “investigación mediante rastreo”, mediante el cual, tras la confección de un determinado perfil de autor partiendo de determinadas características del tipo de delincuente, se permitía rastrear datos de carácter personal almacenados en organismos o instituciones ajenas a la administración de justicia. De este modo podían llegar a filtrarse sujetos que cumplían con las características contenidas en el determinado perfil personal. En el caso de los terroristas de la Fracción del Ejército Rojo (RAF, en sus siglas alemanas) la aplicación de este método de investigación condujo a éxitos policiales puntuales, debido fundamentalmente a que el perfil de autor de los miembros de dicha organización presentaba un carácter más o menos homogéneo. No obstante, tras los atentados del 11-S, la aplicación del Rasterfahndung resultó infructuosa a la hora de desenmascarar a potenciales terroristas islamistas asentados en territorio alemán, debido principalmente a la imposibilidad de elaborar un perfil de autor determinado susceptible de describir al típico terrorista islamista. Para un análisis exhaustivo de este método de investigación y su utilización en la lucha antiterrorista en Alemania véase: Cano Paños, Miguel Ángel (2003): “El «Rasterfahndung» en el Derecho procesal penal alemán y su aplicación práctica en la lucha antiterrorista”, Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología , núm. 5, pp. 1-14. Disponible en Internethttp://criminet.ugr.es/recpc 6. Dietl , Wilhelm/Hirschmann, Kai/Tophoven, Rolf (2006): Das Terrorismus-Lexikon. Täter, Opfer, Hintergründe, Frankfurt a.M.: Eichborn, p. 226.
7. Véase en este sentido, ampliamente: Nesser, Petter (2006): “How does radicalization occur in Europe?”. Ponencia presentada en la Second Inter-Agency Radicalization Conference, celebrada en Washington DC (EE.UU.), el 10 de julio de 2006, p. 1. Consultable en Internet:www.mil.no
8. Véase asimismo: Nesser, Petter (2005): “Profiles of Jihadist Terrorists in Europe”, en: Bernard, Cheryl, A Future for the Young. Options for helping Middle Eastern Youth Escape the Trap of Radicalization, RAND, Washington, p. 36.
9. Véase: Leiken, Robert S. (2004): Bearers of Global Jihad? Immigration and National Security after 9/11, Washington: The Nixon Center, pp 73-74; el mismo (2005): “Hass der Enkel”, Rheinischer Merkur, núm. 28, p. 10.
10. Véase: Taarnby , Michael (2005): Recruitment of Islamist Terrorists in Europe. Trends and Perspectives. Research Report funded by the Danish Ministry of Justice, p. 32. Consultable en Internet:www.investigativeproject.org
11. Véase: Algemene Inlichtingen- En Veiligheidsdienst (2002): Recruitment for the Jihad in the Netherlands. From Incident to Trend, Den Haag: Ministry of the Interior and Kingdom Relations, pp. 9 y ss. Consultable en Internet: www.aivd.nl . 12. Siguiendo en este caso a Jordán/Mañas/Trujillo, una célula local es un grupo de sujetos asentado en un determinado país que forma parte de una estructura superior, en este caso al-Qaida. Los miembros de estas células locales suelen normalmente residir en el país donde operan, desarrollando funciones logísticas, de apoyo o enlace con otras células adscritas a la misma organización, o de planificación de atentados. Un ejemplo paradigmático lo constituye la red de Abu Dahdah en España o la célula del 11-S en Hamburgo. Por su parte, la red yihadista de base hace referencia esencialmente a un grupo de personas que aceptan los objetivos estratégicos del movimiento yihadista global y que intentan contribuir a ellos desde el país donde residen. Un ejemplo lo constituye sin duda la red que llevó a cabo los atentados del 11-M en Madrid. Los líderes y miembros de una red de base –al contrario que en el caso de las células locales– no pertenecen formalmente a la estructura jerárquica de al-Qaida ni de otras organizaciones asociadas al movimiento yihadista global. Las tareas que realizan como grupo pueden ser de carácter logístico o explícitamente violento. Véase en sentido, ampliamente: Jordán, Javier/Mañas, Fernando M./Trujillo, Humberto (2006): “Perfil sociocomportamental y estructura organizativa de la militancia yihadista en España. Análisis de las redes de Abu Dahdah y del 11-M”, Inteligencia y Seguridad. Revista de Análisis y Prospectiva, núm. 1, pp. 79-111.
13. Para un análisis exhaustivo de los atentados del 11 de septiembre de 2001, especialmente en lo relativo a la planificación de los mismos, véase, por todos: Aust, Stefan/Schnibben, Cordt (eds.) (2002): 11 de septiembre. Historia de un ataque terrorista (Trad. de Sergio Pawlowsky), Barcelona: Galaxia Gutenberg.
14. Para un análisis pormenorizado de la operación llevada a cabo en Barcelona contra la mencionada célula pueden consultarse, entre otras, las ediciones digitales de los diarios El País y El Mundo correspondientes al 21 de enero de 2008. www.elpais.es , www.elmundo.es .
15. Para un análisis exhaustivo de los miembros de la célula de Hamburgo, véase: Schröm, Oliver (2005): Al Qaida. Akteure, Strukturen, Attentate, Berlin: Aufbau Taschenbuch Verlag, pp. 125 y ss.
16. Esta puntualización resulta necesaria ya que, como se verá posteriormente, existe un perfil de autor compuesto por aquellos individuos que ciertamente se radicalizan en Europa, tratándose eso sí en este caso de aquellos adolescentes y jóvenes que han nacido o crecido en Occidente y que pertenecen a lo que se conoce como la Segunda o Tercera generación de inmigrantes. Véase infra el epígrafe 2.4.
17. En el polo opuesto, Mohammed Atta mostró ya a su llegada a Alemania en el año 1992 unos elevados índices de religiosidad. Incluso en el caso de otro de los miembros de la célula de Hamburgo, Ramzi Binalshibh, el cual mantenía contactos con extremistas islamistas repartidos por todo el globo, podría hablarse de un individuo impregnado ya de un islamismo salafista radical a su llegada a Alemania, por lo que en este último caso se trataría más bien de un sujeto que completó en Occidente su proceso de radicalización, una subcategoría dentro del perfil de autor que se analiza en este epígrafe.
18. Para un completo análisis de la red islamista que cometió los atentados del 11-M véase: Jordán/Mañas/Trujillo, cit., pp. 79 y ss.
19. Véase: Taarnby, cit., pp. 32-33.
20. Dittrich, Mirjam (2006): Muslims in Europe: addressing the challenges of radicalisation, EPC Working Paper núm. 23, European Policy Centre: Brussels, p. 37. Consultable en Internet: www.epc.eu
21. Jordán/Mañas/Trujillo, cit., pp. 84 y ss.
22. Jordán et al. destacan también la importancia de las redes sociales vinculadas a las prisiones. Así, la experiencia de otros países como Francia demuestra que las redes sociales en el interior de las cárceles ha servido a los individuos yihadistas para entrar en contacto y reclutar a nuevos simpatizantes. En el concreto caso de la red del 11-M se advierte la importancia de este tipo de redes sociales en la radicalización de Jamal Ahmidan, un individuo que resultó crucial para la financiación de los atentados del 11-M y que se convirtió al yihadismo durante su estancia en una prisión de Marruecos entre finales de 2000 y mediados de 2003. Véase: Jordán/Mañas/Trujillo, cit., p. 89. Sobre la importancia en general de las prisiones como centros de reclutamiento yihadista véase: Gutiérrez, José Antonio/Jordán, Javier/Trujillo, Humberto (2008): “Prevención de la radicalización yihadista en las prisiones españolas. Situación actual, retos y disfunciones del sistema penitenciario”, Athena Intelligence Journal, Vol. 3, núm. 1, pp. 1-9.
23. Véase: “Attas Armee”, Der Spiegel 36/2002, pp. 111 y ss.
24. Para un análisis en profundidad de la figura de Ziad Jarrah y de su comportamiento en los meses antes de los atentados, véase: Schröm, Oliver (2004): “Die Liebe des Terroristen”, Die Zeit, núm. 38, pp. 1 y ss. Consultable en Internet: www.zeit.de
25. Véase: Vidino, Lorenzo (2006): Al Qaeda in Europe. The New Battelground of Internacional Jihad, Amherst, New York: Prometheus Books, p. 44.
26. Para un recorrido sobre la vida de Jamal Zougam véase, entre otros: Vidino (2006), cit., pp. 299 y ss.
27. Véase diario El Mundo, edición de 22 de marzo de 2004.
28. Vidino (2006), cit., p. 299.
29. Véase diario ABC, edición de 12 de agosto de 2005.
30. Cozzens, Jeffrey (2007): “Preliminary Observations from the June 2007 UK Plots”, Terrorism Monitor, Vol. V, núm. 14, pp. 7-8. Consultable en Internet: www.jamestown.org .
31. Para un análisis pormenorizado tanto de los fallidos atentados en el Reino Unido en el verano de 2007 como, en particular, del perfil personal de los sujetos implicados en los mismos, véase, entre otros: Brandon, James (2007): “UK Plot Highlights Growing Arab Radicalism”, Terrorism Focus, Vol. IV, núm. 22, pp. 3-4. Consultable en Internet: www.jamestown.org; Cozzens, cit., pp. 7 y ss.; “Monster in Weiß”, Der Spiegel 28/2007, pp. 118 y ss.; “Die, die euch heilen, werden euch töten”, Focus 28/2007, pp. 156 y ss.
32. Según establece el servicio secreto británico (MI5), los terroristas islamistas “de origen interno” asentados en el Reino Unido son, bien individuos extranjeros que han obtenido la nacionalidad británica, algunos de ellos procedentes del Norte de África o de Oriente Medio, bien se trata de ciudadanos británicos pertenecientes a la Segunda o Tercera generación de inmigrantes, procedentes sobre todo de Pakistán y Cachemira. Además, existe un número considerable de sujetos con un trasfondo liberal y alejado del Islam, como es el caso de aquellos individuos convertidos a la religión musulmana. Véase: Theveßen, Elmar (2005): Terroralarm. Deutschland und die
islamistische Bedrohung, Berlin: Rowohlt, p. 45.
33. Véase en este sentido: Nesser (2006), cit., p. 4.
34. Como se verá posteriormente, los autores de los atentados de Londres del año 2005 no eran jóvenes inmigrantes excluidos socialmente y discriminados económicamente que vivían en los márgenes de la sociedad, sino que más bien eran ciudadanos británicos aparentemente bien integrados en el mainstream occidental, viviendo vidas con perspectivas en el seno de la sociedad autóctona. Por consiguiente, aquéllos que relacionan la militancia islamista con pobreza y exclusión social realizan en puridad un análisis tremendamente simplista, susceptible de ser refutado por la evidencia.
35. Si se analiza el video que en su momento grabó Mohammed Sidique Khan, líder de la célula que cometió los atentados suicidas del 7-J en Londres, puede observarse como en el mismo Khan denuncia a los gobiernos de Europa “elegidos democráticamente” por llevar a cabo “atrocidades” contra el Islam. “Nosotros estamos en guerra y yo soy un soldado”, advierte Khan. “Ahora vosotros también vais a percibir la realidad de esta situación”. Jóvenes musulmanes que habitan en Europa, como es el caso del propio Khan, son miembros de lo que ya sin paliativos se conoce como “generación yihad”: individuos de procedencia inmigrante descontentos, desarraigados, que han pasado toda su vida en Europa pero que en un momento dado se sienten (1) alienados de la sociedad en la que viven, y/o (2) ultrajados por la política desarrollada por sus gobiernos. Véase en este sentido : “The Enemy Within”, Time, Edition Europe, Vol. 166/2005, núm. 18, pp. 24 y ss.
36. Véase: “Die zweite Front”, Der Spiegel 29/2005, p. 89.
37. Así, muchos de estos adolescentes y jóvenes-adultos experimentan una confusión personal al estar confrontados en su vida diaria con dos sistemas de valores y normas radicalmente distintos. En su hogar, el ambiente está influenciado por un sistema marcadamente patriarcal y dominado por valores de carácter religioso -conservador. Por el contrario, la sociedad europea autóctona en la que desarrollan sus vidas es eminentemente secular. Desde una perspectiva estrictamente criminológica, esta confusión que experimentan estos jóvenes musulmanes asentados en una sociedad ajena a la suya de origen y su posible influencia en actividades criminógenas podría explicarse mediante la llamada “teoría del conflicto cultural”, desarrollada magistralmente por SELLIN en los años 1930. Véase: SELLIN, Thorsten (1938): Culture conflict and crime, New York: Social Science Research Council.
38. En las fechas posteriores a los atentados del 11-S, muchos jóvenes musulmanes visitaron mezquitas o determinados ambientes radicales. Lugares donde fueron testigos de una interpretación sesgada y partidista de los acontecimientos. En otros casos fue la red global de Internet la fuente de (des)información que transmitió a estos jóvenes la idea de que Occidente no estaba librando una guerra contra el terrorismo, sino contra el pueblo musulmán en general. Sobre el decisivo papel de Internet en la radicalización de los jóvenes musulmanes asentados en Europa véase, ampliamente: Cano Paños, Miguel Ángel (2009): “Internet y terrorismo islamista. Aspectos criminológicos y legales”, Eguzkilore, núm. 23 (en prensa).
39. Cano Paños (2009), cit.
40 Para un análisis en profundidad del caso de Khaled Kelkal véase: Cano Paños, Miguel Ángel (2008): “La radicalización yihadista en el contexto de la inmigración. El caso de Khaled Kelkal”, Athena Intelligence Journal (Assessment), núm. 9/08, pp. 1-27. Consultable en Internet:www.athenaintelligence.org Dicho estudio constituye la base del siguiente epígrafe.
41. Para un análisis exhaustivo del grupo de Hofstad, véase: Vidino, Lorenzo (2007): “The Hofstad Group: The New Face of Terrorist Networks in Europe”, Studies in Conflict & Terrorism , Vol. 30, pp. 579 y ss.
42. Vidino (2006), cit., pp. 342 y ss.
43. Theo van Gogh, bisnieto del hermano del famoso pintor holandés, Vincent van Gogh, era el autor del controvertido cortometraje “Submission”, cuyo guión había sido escrito precisamente por Ayaan Hirsi Ali. El filme aborda el tema de la violencia contra las mujeres en las sociedades islámicas.
44. Para un análisis de la vida de Mohammed Bouyeri véase: Buruma, Ian (2007): Die Grenzen der Toleranz. Der Mord an Theo van Gogh, Munich: Carl Hanser Verlag, pp. 175 y ss.; Vidino (2006), cit., pp. 348 y ss.; “From Civic Activist to Alleged Terrorist”, Washington Post, edición de 28 de noviembre de 2004, p. 18; “Der Fremde”, Berliner Zeitung, edición de 12 de julio 2005, p. 3.
45. “From Civic Activist to Alleged Terrorist”, Washington Post, edición de 28 de noviembre de 2004, p. 18.
46. Buruma, cit., p. 193.
47. Véase: Buruma, cit., pp. 195-196; “Rekruten des Irrsinns”, Der Spiegel 28/2005, p. 29.
48. Vidino (2006), cit., p. 350.
49. La controvertida política neerlandesa de origen somalí ha venido centrando la atención de la sociedad occidental en general debido fundamentalmente a sus encendidas críticas contra el Islam y la opresión que en su opinión se ejerce sobre las mujeres bajo dicho credo religioso. Críticas que Ayaan Hirsi Ali ha expuesto por escrito en obras como Yo acuso, o el arriba mencionado documental “Submission”.
50. Véase, ampliamente: Buijs, Frank (2007): “Die Reaktion der Niederlande auf den Mord an Theo van Gogh”, en: Benner, Thorsten/Flechtner, Stefanie (eds.), Demokratien und Terrorismus – Erfahrungen mit der Bewältigung und Bekämpfung von Terroranschlägen, Friedrich Ebert Stiftung, Internationale Politikanalyse, Bonn, pp. 16-20.
51. Citado en: “ Vertraut und fremd”, Focus 48/2004, p. 26.
52. Véase en este sentido: Algemene Inlichtingen- En Veiligheidsdienst, cit., pp. 5-6.
53. A destacar es, sobre todo, el programa de prevención de la radicalización violenta “Polarisation and Radicalisation Action Plan 2007-2011”, el cual comenzó a gestarse precisamente tras el asesinato de Theo van Gogh en el año 2004. Según recogen sus autores, la población objeto del programa son personas jóvenes susceptibles de experimentar procesos de radicalización y polarización, tanto de origen extranjero (atraídas por el radicalismo islamista), como autóctonas (inspiradas en principios de extrema derecha). Según el mencionado documento, las personas susceptibles de acabar en el radicalismo son en su mayoría varones menores de 30 años que buscan dotar de significado e identidad a sus vidas. Los valores radicales aportan sentido a la existencia de estos individuos, los vínculos intergrupales les ofrecen reconocimiento y seguridad, y la percepción de determinadas injusticias sufridas por ellos mismos o por otros –dentro o fuera de Holanda– les impulsan a movilizarse, agravando la visión polarizada que tienen de la sociedad. Véase: ministry of the interior and kingdom relations (2007): Polarisation and Radicalisation Action Plan 2007 – 2011. Consultable en Internet: www.vng.nL . 54. Para un análisis de los atentados del 7-J, así como de los autores de los mismos, véase: “Die zweite Front”, Der Spiegel 29/2005, pp. 88-93; “The Enemy Within”, Time, Edition Europe, Vol. 166/2005, núm . 18, pp. 24-31.
55. Véase: Home Office (2006): Report of the Official Account of the Bombings in London on 7th July 2005, London: The Stationery Office, p. 13.
56. Véase, ampliamente: Phillips, Melanie (2007): Londonistan. How Britain is Creatin g a Terror State Within, Londres: Gibson Square, pp. 132 y ss.
57. Citado en: Neumann, Peter R. (2007): “Die Anschläge von London: Reaktionen und Lehren”, en: Benner, Thorst en/Flechtner, Stefanie (eds.), Demokratien und Terrorismus – Erfahrungen mit der Bewältigung und Bekämpfung von Terroranschlägen, Friedrich Ebert Stiftung, Internationale Politikanalyse, Bonn, p. 25.
58. Tumelty , Paul (2005): “An In-Depth Look at the London Bombers”, Terrorism Monitor, Vol. III, núm. 15, p. 2. Consultable en Internet : www.jamestown.org . 59. Para un somero análisis del perfil de Shehzad Tanweer, véase: “Profile: Shehzad Tanweer”, BBC News, 6 de julio de 2006, pp. 1-2. Consultable en Internet:http://news.bbc.co.uk .
60. Nesser (2005), cit., p. 39.
61. Citado en: Theveßen, cit., p. 49.
62. Home Office , cit., p. 15.
63. Para un perfil personal del líder de la célula del 7-J, véase: “Profile: Mohammad Sidique Khan”, BBC News, 30 de abril de 2007, pp. 1-3. Consultable en Internet: LINK 5 Malik, Shiv (2007): “Der Bomber und sein Bruder”, Die Zeit, núm. 28, p. 18. Consultable en Internet: www.zeit.de .
64. Dietl , et al., cit., p. 185.
65. Silber, Mitchell D./Bhatt, Arvin (2007): Radicalization in the West: The Homegrown Threat, New York City Police Department, pp. 40-41.
66. Home Office , cit., p. 20.
67. Véase: Dietl et al., cit., p. 186.
68. Home Office , cit., p. 17.
69. Desde entonces, un número creciente de sujetos occidentales convertidos al Islam se ha visto implicado en actividades relacionadas con el terrorismo islamista. Entre ellos cabe destacar por ejemplo el caso de Christian Ganczarski, ciudadano polaco-alemán que actualmente se encuentra detenido en Francia por su supuesta implicación en el atentado de Djerba en abril de 2002; el de Jason Walters, un joven holandés que perteneció al llamado “grupo de Hofstad”; o el del americano John Walker Lindh, el cual fue capturado en Afganistán durante la invasión norteamericana en el año 2001, encontrándose actualmente cumpliendo una pena de prisión por su participación en operaciones junto al ejército talibán.
70. En los mismos términos: Boukhars, Anouar (2007): “Germany Arrests Fuel Fear of Homegrown Terrorism”, Terrorism Focus, Vol. IV, núm. 29, p. 3. Consultable en Internet: www.jamestown.org .
71. Véase, ampliamente: “Operation Alberich”, Der Spiegel 37/2007, pp. 20-26.
72. Para un análisis del proceso de radicalización experimentado por ambos sujetos conversos véase, ampliamente: Süddeutsche Zeitung, edición de 31 de octubre/1 de noviembre de 2007, p. 3.
73. Véase: Ramelsberger, Annette (2008): Der deutsche Dschihad. Islamistische Terroristen planen den Anschlag, Berlín: Econ, p. 35.
74. Véase: “Profile: Germaine Lindsay”, BBC News, 11 de mayo de 2006, pp. 1-2. Consultable en Internet: http://news.bbc.co.uk
75. Home Office , cit., p. 18.
76. Home Office , cit., pp. 17-18.
77 Véase: Hackensberger, Alfred (2006): “Explosives Martyrium”, Telepolis. Consultable en Internet:http://www.heise.de/tp/r4/artikel/21/21815/1.html “Journey of Belgian female «bomber»”, BBC-News online.http://news.bbc.co.uk/2/hi/europe/4491334.stm Consultable en Internet: “Muriel und der Heilige Krieg”, Berliner Zeitung. Consultable en Internet:. http://www.berlinonline.de/berliner-zeitung/archiv/.bin/dump.fcgi/2005/1206/-blickpunkt/0013/index.html

Investigador Ramón y Cajal. Universidad de Granada

Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología. 2009, núm. 11-07