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En ruta descubriendo hechos de paz
Gemma Manau

Descubrir hechos de paz a lo largo de la historia nos permite profundizar en los valores de la paz, ver cómo se ha trabajado, cuáles elementos la han hecho posible.

De todas las épocas del año, en verano, es cuando podemos disfrutar de más tiempo de ocio. En estos momentos procuramos hacer aquellas actividades que nos apetecen y que nos satisfacen. Las vacaciones son un tiempo privilegiado que nos ofrece la posibilidad de desarrollar nuestras capacidades humanas desde la más profunda libertad. El ocio nos sitúa delante de nosotros mismos, en frente de nuestra libertad, ya que este tiempo-espacio no es “necesario”, nadie nos obliga a disfrutar de él, pero en cambio… ¡nos cuestiona! Nos abre un espacio de creatividad para soñar con todo aquello que nos gustaría hacer, naturalmente, siempre y cuando, sea una cosa real y posible.

A veces, el tiempo libre es para nosotros una huida de la cotidianidad, de nuestra realidad. En estos casos, el ocio se convierte en inútil y estéril. En cambio, si aprendemos a disfrutar de estos espacios de tiempo libre seriamente seguro que nos pueden aportar mucho y nunca serán desaprovechados. Hay personas que, durante su tiempo de ocio, deciden no hacer nada; pero a menudo, pasado un tiempo, se inquietan por movilizarse. Cuando nos movemos por las cosas que realmente nos entusiasman invertimos en ellos más energía y esfuerzo.

Las vacaciones, el ocio, el tiempo libre… no son antagónicos con el trabajo, la creatividad, el aprendizaje y la creación de riqueza. ¡Muchas personas ya han descubierto el placer de aprender durante su tiempo libre! Dicen los pedagogos que siempre adquirimos mejor aquello que nos gusta, aquello con que disfrutamos.

Podemos aprender leyendo un libro, viendo un documental, pero también podemos aprender hablando con otras personas, conociendo nuevos lugares, saliendo al encuentro de nuevas realidades. Viajar nos ofrece estas posibilidades. Una iniciativa que este verano tenemos a disposición son las Rutas de la Paz.

El primer objetivo que nos proponemos es salir de nuestra cotidianidad para ponernos “en ruta”, con espíritu lúdico y festivo, para conocer diferentes lugares donde se han producido hechos de paz, para aprenderlos conociendo la geografía, el lugar, las personas, la cultura de estos lugares o como viven. Pasear por calles de otras ciudades, conocer sus edificios, ver el estilo de vida de sus habitantes, su día a día, etc. Las Rutas de las Paz nos acercan a hechos concretos para contemplar una paz real y concreta, aunque no sea perfecta.

Conocer los acontecimientos de paz transmitidos y relatados por los herederos directos de la historia o por sus propios protagonistas, descubrir como han sucedido algunos procesos de reconciliación, las dificultades que se han vivido y como poco a poco se han superado, aun hoy nos pueden ayudar. ¡Qué diferente es leer la historia en un libro o ver como una persona se alegra de unos acontecimientos, como vibra, como aun los siente! Conocer la historia es algo más que conocer las fechas y las guerras que se han producido, es descubrir que nuestra historia es también una historia de “paces”.

Las Rutas de la Paz son un espacio de convivencia intercultural e intergeneracional, coincidiendo en un interés común. Son una invitación a abrirnos a un diálogo franco y enriquecedor, a partir de diferentes puntos de vista y de diferentes evidencias.

Descubrir estos hechos de paz a lo largo de la historia, además de ser una posibilidad de homenajearlos, también nos permite profundizar en los valores de la paz, ver cómo se ha trabajado, cuáles elementos la han hecho posible y, todo esto, para que estos conocimientos después nos ayuden en el trabajo de consolidar la paz más solidamente en el presente. Si además nos acercamos a la historia de la paz disfrutando, seguro que todo lo aprendido no lo olvidaremos nunca.

La autora trabaja en la Carta de la Paz, en Porto, Portugal

Instituto de la Paz Juan F. Pepen