Imprimir
Derecho a la inocencia
(Por Marta Rodríguez, Mujer Nueva, 2000-12-15)

“¿Cómo nacen los bebés?” Esta pregunta pertenece a la historia del diálogo entre padres e hijos de todas las generaciones. Sin embargo, hoy está dejando de ser un misterio desvelado en esta suave intimidad, y nuestros niños y adolescentes descubren los misterios de la vida y del amor por canales muy diversos.

Hace unas semanas, un diario italiano (1) denunció el contenido y la vulgaridad de ciertas revistas femeninas para adolescentes. El especialista Ottavio Losana declaraba al respecto: “A estas todavía niñas, (la revista está orientada a chicas entre 12 y 14 años), los expertos hablan desenvueltamente de sexo oral y anal, de las formas de obtener el máximo placer de la masturbación y estimular mejor al compañero". Estas publicaciones, junto con el cine e Internet, son la puerta de entrada más frecuente por la que los niños se introducen en el mundo de la sexualidad: un mundo que produce más dinero cuanto mayor es la dosis de morbo.

Los grandes medios de comunicación no son los únicos proveedores de información sexual (¿o más bien “invasión sexual”?) a adolescentes. En el ámbito internacional, los programas de “educación” de las escuelas están adquiriendo un tono cada vez más atrevido, situándose en el límite nebuloso en el que lo objetivo se mezcla con lo picante y con la provocación.

Esta vez es un periódico americano (2) el que nos trae la noticia: los padres de la escuela Schaghticoke Middle School de New Milford (Connecticut), dieron la voz de alarma denunciando el carácter obsceno de una encuesta realizada a sus hijos. En esta ocasión, niños de 11 años fueron cuestionados acerca de su orientación sexual: si eran heterosexuales, gays, lesbianas, bisexuales, o indefinidos. Otra pregunta era si alguna vez habían tenido sexo oral. La confusión de los niños despertó la indignación de los padres: “Estaba… furiosa porque alguien hubiera decidido qué es lo que a mi hijita le convenía saber”, confiesa Mrs. Libardi, madre de familia.

Paradójicamente, algunos programas educativos, en aras de una prostituida libertad de expresión y derecho al conocimiento, se están convirtiendo en los principales vehículos de perversión de menores. Parte de su ideario y presupuestos contradicen las ideas más fundamentales de los padres. Tal es el caso de la omisión de la famosa cláusula 28 (3) en Inglaterra, que, a pesar de las protestas de los lores y de las asociaciones de padres, posibilita que se presente la homosexualidad a los escolares como una opción tan válida como el matrimonio heterosexual.

Finalmente, el tercer ladrón de la tutela moral de los padres es la misma ley. Por ejemplo, el proyecto aprobado por el gobierno francés (4), permite a menores de edad abortar sin la autorización de los padres y, en Inglaterra, se han legalizado las prácticas homosexuales a jóvenes desde los 16 años (5).

Medios de comunicación, proyectos educativos, legislación… los grandes protagonistas del devenir social hacen que parezca irreversible el proceso iniciado. La intervención de los padres en la educación sexual de sus hijos está quedando obsoleta. Adiós a las largas e inolvidables conversaciones con mamá al calor de la chimenea. Ya no son necesarias: hoy los pequeños saben más que sus padres…

Si vamos a rendirnos ante la revolución iniciada, seamos por lo menos coherentes y llamemos a las cosas por su nombre. Lo que nuestros hijos reciben no es “educación sexual”, es “información”. No le concedamos una dignidad que no posee. Educar es conducir, guiar, acompañar. Significa graduar la información según el ritmo de asimilación y maduración del educando. No tengamos por educación a este extraordinario negocio pornográfico.

Quienes no nos lucramos con él, tampoco podemos permanecer indiferentes. El aumento de los abortos entre las adolescentes (6) y la quiebra psíquica de nuestros niños reclama la atención y corresponsabilidad de todos.

¿Qué hacer? Es el experto ya citado, Losana, quien sale al paso para ayudarnos en nuestra reflexión conjunta. Los padres conscientes de esta realidad son todavía pocos, pero las minorías se pueden convertir en poderosos agentes transformadores si logran aumentar la conciencia social. ¿Cómo? Reivindicando el derecho fundamental a salvaguardar sus propias ideas, rebelándose ante la tendencia de los medios, pidiendo espacios televisivos de mayor respeto y profundidad, defendiendo sus deberes como padres y los derechos de sus hijos.

Ojalá que entre los documentos y declaraciones de derechos internacionales, figurara el derecho de los niños a creer en la familia normal, el derecho a no ser pervertidos, el derecho a la inocencia.

..................................................

NOTAS

(1) Avvenire, 20.10.2000

(2) The Washington Times, 20.11.2000

(3) Se refiere a la ley sobre la educación sexual, cuya cláusula 28 explicita la prohibición de equiparar el matrimonio heterosexual y la unión homosexual.

(4) El proyecto fue aprobado el 4 de octubre de 2000

(5) The Guardian, 01.12.2000

(6) El Departamento de Salud del Reino Unido reconoce que cerca de 7.700 adolescentes de menos de 16 años quedan embarazadas cada año en Gran Bretaña, de las que sólo la mitad lleva a término su embarazo.