Imprimir
La Bioética Ante La Clonación Humana.

Dra. Ma. de la Luz Casas M
Doctor en Ciencias. Bioética.
Escuela de Medicina. Universidad Panamericana.

Antecedentes y problema.

En 1997, la comunidad científica quedó impactada ante la publicación en Nature de un importante logro biotecnológico obtenido por el Instituto Roslin en materia de clonación. La mayoría de los científicos manifestaron ante su conocimiento una posición ambivalente. La causa de este desconcierto se debió a la ruptura de varios paradigmas cultura/natura. Se trató de un choque emotivo y racional ante la evidencia fáctica de que “lo inamovible” lo “justus secundum natura”, podía ser modificado, y por tanto, ni era “inamovible”, y quizás (y esto era lo más estremecedor), para muchos científicos, tampoco constituía lo mas “justus”. La base moral de este razonamiento tambaleaba los cimientos de los límites de la libertad (¿existen límites?) y del respeto a lo ya dado (sentido de naturaleza, ¿existe la ley natural?).

La técnica de clonación por transferencia nuclear representó un cambio casi quántico en la percepción de la realidad biológica reproductiva de los seres sexuados, contraviniendo todas las reglas y definiciones del por qué y para qué de la existencia de dos sexos complementarios. Esta ruptura paradigmática de un modelo que se apoyaba en la razón de ser y deber ser de la ley natural solo puede compararse con el cisma suscitado por la ruptura del modelo antropocéntrico provocado, en su momento, por las teorías de Galileo y Darwin.

La expectativa del razonamiento se acrecentó por el hecho de que tal técnica, factible en mamíferos, podría ser aplicada, por cercanía filogenética, al humano.

Es así que empezaron a presentarse, desde al ámbito académico, al popular, diversas justificaciones para avalar el pro y contra de esta aplicación biotecnológica al hombre.

La necesidad de esta argumentación con pretensiones racionales tiene causales ontológicas, pues precisamente, la persona, no es un simple mamífero, sino un ser de naturaleza ética, que requiere justificación ante las consecuencias de sus actos, como ser poseedor de conciencia, por ello, requiere argumentación sobre la licitud de sus acciones, pues aunque en la práctica reconozca la posibilidad del hacer, necesita también la razón del deber ser.

Desarrollo del análisis.
Algunos filósofos sostienen que el problema de la moralidad de las técnicas de manipulación embrionaria humana es irresoluble, considerándola una apreciación subjetiva o relativa a una escala de valores personales. Aducen que al no ser un concepto “empíricamente determinable” , se haría imposible llegar a un acuerdo sobre su extensión. Pero, en práctica, negarse a abordar el problema desde el entorno moral es imposible por que la razón práctica, impele a considerar en decisiones tan trascendentes, el compromiso ético. Las razones para si abordar esta argumentación contienen dos premisas:

Primero: aunque el concepto de persona sea valorativo, puede tener criterios objetivos, tanto filosóficos como compartidos socialmente; Segundo: por que la idea de que el embrión humano es persona, es un argumento repetitivo y consistente dentro de la argumentación histórica de éste tipo de temas, como lo fue en su momento, en el caso de la justificación o no, del aborto provocado. El hecho es que las diversas posturas inciden tanto en las decisiones personales como en la política y derecho, por tanto, se requieren respuestas.

No niego la dificultad, ni pretendo encontrar soluciones unívocas, pero afirmo, que es necesario hacer un esfuerzo para acercarse a la verdad a través de la reflexión.

Desde la perspectiva bioética, el clonar seres humanos presenta varias implicaciones morales que se refieren a tres problemas específicos de la práctica científica y ética de la medicina :

1. Estatuto de la vida humana naciente.

2. Estado actual del procedimiento científico.

3. Consistencia con los principios de la bioética

ESTATUTO DE LA VIDA HUMANA NACIENTE.

La clonación supone la producción in vitro de seres humanos. El principio moral del valor de la vida humana posee un reconocimiento histórico y universal, recogido por las declaraciones universales de derechos humanos y por las legislaciones positivas de los países democráticos occidentales. Si se admite que es moralmente reprobable quitar la vida a un ser humano inocente, entonces, si el embrión humano, es ser humano inocente, su manipulación y posible destrucción es un acto moralmente reprobable.

Por tanto, en la filosofía moral las preguntas centrales sobre todas las técnicas de manipulación embrionaria humana, incluyendo técnicas de reproducción asistida y clonación son: ¿Es el embrión de la especie homo sapiens un ser humano? ¿La vida humana naciente, siempre tiene calidad de persona? ¿tiene el embrión humano un valor moral intrínseco que nos imponga la exigencia de no dañarlo y proteger su vida?

Con frecuencia en los debates se imbrican dos nociones diferentes: el argumento de que el embrión es un “ser humano”, y el de que “es persona”. Para algunos estudiosos, ambos calificativos están siempre implícitos, a esta postura la denominaré, visión de unidad, para otros, ambas categorías se encuentran separadas, a esta postura la denominaré, visión dualista.

La argumentación que presento hace referencia a la visión de unidad.

1. ¿Es el embrión de la especie homo sapiens, un ser humano?


Ante los avances biotecnológicos, este aserto que antes parecía obvio, por que se sustentaba con base en la genética, ahora carece de consenso entre el mundo científico.

A través de las técnicas genómicas se han rebasado las técnicas de reproducción asistida, cuya finalidad era reproductiva, a la fabricación de embriones para fines de investigación y obtención de productos.

Algunos investigadores consideran que la categoría de ser humano debe ser reservada para:

I. Aquellos concebidos in vivo, por unión de óvulo y espermatozoide..

II. Aquellos producidos in vitro por la unión de ambos gametos, para fines reproductivos.

III. Aquellos producidos in vitro por técnica de transferencia nuclear, productos de un oocito enucleado y cualquier núcleo celular humano.

IV. Aquellos producidos, en el futuro por técnicas partenogénicas o variantes de clonación, aún autóloga, con fines procreativos.

No serían considerados seres humanos, sino agrupaciones celulares:

V. Aquellos producidos in vitro por la unión de ambos gametos, considerados supernumerarios y no destinados ya a fines reproductivos.

VI. Aquellos producidos in vitro por técnica de transferencia nuclear, productos de un oocito enucleado y cualquier núcleo celular humano, destinados a experimentación u obtención de productos.

VII. Aquellos producidos, en el futuro por técnicas partenogénicas o variantes de clonación, aún autóloga, sin fines procreativos.

Desestimando la ley lógica que sostiene que A=A, actualmente se postula que A puede ser A ó B, teniendo como base, elementos ajenos a A.

El elemento decisivo de la definición del ente, no es precisamente la constitución del ente, sino el destino que la intención de terceros hayan decidido para ese ser. Así, el mismo ente humano, si se produce con la intención reproductiva, será cuidado y apoyado, hasta que se logre un niño sano a término, se le considerará valioso y digno de respeto, esto es, una persona, los esfuerzos y el peso de todo el aparato científico de la perinatología moderna estarán a su alcance.

Si en cambio, ese mismo ser es creado con intención de catalogarlo como cosa, ya sea como materia prima de investigación o maquinaria de producción de medicamentos, como sería la obtención de células madre, obtendría solamente los cuidados referentes a la acción utilitaria y se le despojaría de trato respetuoso y valioso. El peso de la intención de terceros, es mayor que la categoría nominal y le confiere el valor. Esto es aún más evidente en el caso de reproducción asistida y clonación, pues los mismos embriones cambian, a voluntad del investigador y de las preferencias de los padres, en diversos momentos, de ser personas a cosas y viceversa, dependiendo de si se cambia de intenciones para con ellos. En las decisiones sobre embriones supernumerarios se pasa de A puede ser A ó B, y volver a ser A si se presenta la posibilidad de implantación, o B, si se cambia de opinión y son donados para experimentación, si eventualmente fueran nuevamente reclamados para intención de paternidad, nuevamente serían clasificados como A.

Tal ruptura de la lógica elemental reclama una explicación, a la cual no tengo respuesta unívoca, pero que aparentemente, bajo las reglas de la razón médica, se presenta como una postura de racionalización de un acto basado en la valoración subjetiva con fines utilitarios. Sería más congruente para el grupo que decide el destino y definición de categoría del embrión humano, reconocer el hecho (reconocido socialmente en forma intuitiva) del valor de la vida humana, como A=A, valor que voluntariamente se reconoce conculcar por razones de poder.

El argumento de cambio de categoría según intención es inconsistente, por que la clasificación de especie en la ciencia, tanto veterinaria, como humana, se realiza con base a la procedencia directa de especie, y de las características de las bases genéticas especificas para cada una de ellas. La humana no puede ser la excepción, por tanto, independientemente de las circunstancias de obtención , y del destino que se le reserve, la o las células humanas activadas en cualquier etapa de desarrollo ontogénico, son seres humanos.

2. ¿La vida humana naciente, siempre tiene calidad de persona?

La noción de persona es una de las más complicadas de la metafísica; las personas son un tipo especial de entidades valiosas por sí mismas, que poseen intrínsecamente derechos inalienables y que por ello, nos imponen exigencias morales especificas, esto es, el respeto a su dignidad.

Las características diferenciales del ser humano con el animal se han considerado como clasificadoras de ésta categoría, y su posesión daría a ese ser características de protección específica. Tales elementos decisivos serían: funciones cognitivas, posesión de inteligencia, voluntad, libertad, lenguaje, ideación, entre otras.

Tales funciones pueden ser encontradas, en diversos grados, en el ser humano nacido, más no en las primeras etapas del desarrollo embrionario. Es una clasificación que describe humanos en etapas postnatales, sin patología, ni circunstancias condicionantes de la expresión de éstas potencias.

En el debate bioético actual, ha impactado la argumentación de Peter Singer y Strawson que bajo premisas funcionalistas, descalifica de la calidad de personas no solamente a embriones, niños pequeños, personas con problemas mentales psico o funcionales graves, inconscientes o en coma, sino que bajo los mismos argumentos, le da esa categoría a animales con plenas capacidades y hasta a “máquinas inteligentes”. Es evidente que las definiciones de persona de éste tipo funcionalista adulto, están incompletas o deben definir solamente a los seres en cierta etapa de desarrollo.

Es sabido que, la función de una definición es precisamente abarcar las características de lo que se desea definir, de tal forma que la comprenda. Objeto definido, y definición del objeto, es un binomio. No puede darse clasificación sin un debido clasificador, por eso, las definiciones de embrión que quieren realizarse bajo parámetros adultos, son lógicamente inadecuadas, y por tanto no podrán ser utilizadas.

Cuando quiere aplicarse una definición funcionalista de referencia adulta, es evidente que el embrión no posee esas cualidades de facto, ya que posee otro tipo de actualizaciones que el adulto ya no posee, y por ello se le llega a considerar una persona en potencia. Esta diferencia entre potencia y acto, tiene consecuencias morales, se cae así en la postura de considerar al embrión humano una “persona en potencia”. El problema no termina ahí, por que a los propios seguidores de esta postura les es difícil crear consensos para enmarcar los límites de esas potencias y actualizaciones y así otorgar la calidad de persona.

Sin embargo, hay que considerar que para que exista desarrollo, debe previamente existir el potencial necesario, en acto, y así señala Aristóteles “lo que es una cosa cuando esta totalmente desarrollada es lo que siempre denominamos naturales, ya se trate de hombre, un caballo o cualquier otra cosa ”

En la modernidad, y bajo el contexto emergentista, Xavier Zubiri, desde su visión fenomenológica con fuerte carga metafísica señala que:
“Al tener, llegado su momento, esta forma de realidad, ciertamente el embrión no ejecuta todavía actos personales; y podría pensarse entonces que esa personeidad carece aún de personalidad. Pero no es así, por que la personeidad no se configura sólo ejecutando actos, sino también recibiendo pasivamente la figura que en esa personeidad decantan los procesos genéticos que se ejecutan por el viviente humano en su proceso de hominización...Por eso el hombre es siempre el mismo, pero nunca es lo mismo; por razón de su personeidad es siempre el mismo, por razón de su personalidad nunca es lo mismo”

En este sentido, la importancia del aporte biológico, no consiste directamente en otorgar valor de persona, sino en asegurar, que las condiciones de ser persona se encuentran ya en acto, aunque este acto no tenga expresión plena, cosa, que en el humano no sucede en toda la vida de ese ser, pues siempre, a través del aprendizaje, y de la capacidad biológica para realizar este aprendizaje se sigue en desarrollo y cambio, la vida humana es desarrollo también postnatal.

Noam Chomsky a través de sus teorías lingüísticas aduce que, la especie humana posee ciertas funciones, porque que previamente tuvo la capacidad biológica, determinada por especie, para realizarlas. En este sentido, la especificidad y valor, se da por el aporte genético de esa especie.

La genética moderna se encuentra aportando varios datos de especificidad en el desarrollo ontogénico humano, como es el descubrimiento del gen localizado en el cromosoma 16 relacionado con el desarrollo de los lóbulos frontales, los cuales desempeñan un papel determinante en la conducta humana, especialmente es la socialización y sentido moral basado en la autocrítica. La determinación del área 44 de Brodman o área de Broca, para el desarrollo del lenguaje hablado y la capacidad ideatoria simbólica del lóbulo límbico, involucrado además con memoria y aprendizaje.

Es así que la materia aporta un sustrato, especifico desde la formación del genoma, para posibilitar una función, que como todo proceso biológico, no puede ser realizada ad integrum en un solo momento, la ley ontogénica señala que los seres vivos presentan funciones en forma gradual, y eso es precisamente lo que va expresando la actualización del genoma.

El ser vivo siempre esta en acto con diferentes grados de expresiones de potencias.

Por las características exclusivas y valiosas que el ser humano posee desde su inicio en desarrollo unicelular, es un tipo especial de entidad valiosa por sí misma, y por ello, nos impone exigencias morales especificas, esto es, el respeto a su dignidad. Es inminente, además, la necesidad de la formulación de una definición de persona bajo los parámetros embrionarios, para que pueda ser aplicativa.

3. ¿Tiene el embrión humano un valor moral intrínseco que nos imponga la exigencia de no dañarlo y proteger su vida?

Desde los ochentas, una de las argumentaciones que trataban de refutar la no eticidad de la pérdida embrionaria por las técnicas de reproducción asistida, fue el alto índice de aborto espontáneo del primer trimestre. El hecho científico es que la reproducción es una de las funciones más ineficaces del ser humano, ya que aproximadamente el 50 a 75 % de los embarazos se pierden en forma de aborto espontáneo . La mayoría de estas pérdidas son irreconocibles debido a que suceden antes de que se presente la siguiente menstruación. Quince al 20% de los embarazos que se diagnostican clínicamente se pierden en el primer trimestre o al inicio del segundo. Las cifras de pérdida por técnicas de reproducción asistida son muy cercanas.

La argumentación subsecuente es que, la vida del embrión humano en estas fases, es demasiado precaria para darle una protección absoluta. Los seguidores de esta postura, generalmente han acordado (también por razones de viabilidad) la fecha de implantación para este propósito.

La argumentación desde la perspectiva filosófica podría ser la siguiente: “...todo lo que tiene la potencia de ser puede no ser actualizado. Aquello entonces, que es capaz de ser, puede no ser”. Así, el embrión humano o conceptus, podría llegar a ser ser humano y persona, o a no ser nada...sus pretendidas potencialidades, que son solamente propiedades biológicas reales, podrían tener valor moral, solamente cuando desarrollara elementos de conexión causal con propiedades no biológicas, de no darse ésta etapa posterior, el valor del conceptus sería nulo. Tal argumentación también apoya la idea de la protección del embrión hasta después del desarrollo de la línea germinal, vesículas primarias, u otro dato pactado por sectores de la comunidad científica.

La pregunta se enfoca entonces a si el embrión humano es valioso, aunque no actualicen en casi nada sus potencias, o si lo es por que se espera actualización, esto es, viabilidad del producto ya que, este producto a su vez, aportará con su presencia, un enriquecimiento del mundo.

Para la visión no metafísica, es difícil de apoyar el valor de la vida humana desde la primera premisa, ya que más bien, su base de apoyo, es la segunda opción, la posibilidad de contar con una presencia significativa.

La misma argumentación se sigue para las definiciones funcionalistas, las que, sí conceden, bajo sus propios parámetros, la cualidad de personas a quién posea ciertas cualidades epibiológicas, otorgándoles a la vez la cualidad moral. El fondo de la argumentación funcionalista basada en características tan variables como sensibilidad, expresión, relación del embrión, es la empatía emocional del adulto hacia el embrión. Para esta forma de pensamiento, no hay relación sentimental con seres que no nos motivan a la consideración de dolor, sufrimiento, alegría, comunicación, etc. Esto es, a la compasión, cuidado, protección, comprensión. O sea, no hay identificación si faltan fenómenos comunes.

¿Tiene entonces, el embrión humano un valor intrínseco?

Quizás una parte de la respuesta pueda apreciarse desde la consideración moral del aborto.

Para la intuición humana, en la sociedad, existe diferencia moral entre un embrión humano y otro de cualquier especie, y aunque compartieran el mismo desarrollo ontogénico, por ejemplo, desarrollo de sensibilidad al dolor, no posee la misma carga moral, abortar el embrión de una vaca, que el de un humano. Históricamente el aborto humano ha sido, y es, siempre una decisión moralmente problemática. El carácter moral hacia el embrión humano rebasa por tanto, las teorías funcionalistas, aunque quizás no las de precariedad del ser. Esto es, se valora la posibilidad de ser en actualización e identificación con el adulto.

Una variante a esta idea esta postulada por Ronald Dworkin , quien argumenta que, todos los que participan en la discusión sobre moralidad de la manipulación embrionaria, comparten la idea de que la vida humana es valiosa intrínsecamente. La valoración intrínseca es dada culturalmente a diversas entidades; lo importante es que se reconoce el valor per se de una cosa independientemente de la utilidad y preferencias personales. De esta manera, los valores históricamente universales, el arte, la naturaleza, es valorada por su mera existencia, pensamos que son dignas de consideración respeto y consideramos un antivalor su destrucción. Ese tipo de valoración se otorga tanto a lo naturalmente creado, como a lo producido por el hombre. La inversión creativa, tiene un valor, y su destrucción, frustra la posibilidad de enriquecer al mundo con su presencia. Dicha convicción no tiene necesariamente bases teológicas, y por tanto, puede ser compartida en una sociedad plural. En este sentido, la existencia de la especia humana es intrínsecamente valiosa y esto es aplicable a cada una de las vidas que la componen. En la vida humana intervienen factores naturales y de creación social y personal, es similar a la creación artística. La creación de la vida personal es valiosa por que es resultado de dos fuentes creativas.

Este argumento considera entonces, diversos grados de esfuerzo creativo, por tanto, concede diversas categorías de valor. Pero también, me parece que, puede ser interpretado en el sentido de la concatenación de más de dos inversiones creativas, y así, a cada etapa de la vida le correspondería una carga diferente de tres inversiones aportadas por: la naturaleza, el individuo, la sociedad. En todas las etapas de la vida, pueden apreciarse estas tres aportaciones, aunque en diferentes proporciones.

En la vida adulta, la carga mayor de inversión sería personal, (desarrollo por ejemplo de secundum naturam), en las etapas de niñez, la social (formación de hábitos operativos, por ejemplo), y en las tempranas, como en el caso del embrión, la ejercida por la naturaleza (organización y desarrollo biológico). El embrión en este momento, no poseería, quizás hasta el cuarto o quinto mes de embarazo, una participación de creación personal, puesto que el desarrollo de esbozos de estados emotivos (influenciados hormonalmente por la madre), desarrollo límbico con capacidad de periodos de sueño y vigilia, interrelación sensitiva con la madre, a través de movimientos y sensaciones/emociones es lo que empieza a conformar un tipo de reacción individual al medio que puede ser traspolado a un incipiente estado de formación de carácter (ya que el temperamento es genéticamente determinado). En esta etapa, la participación social si tiene lugar y se manifiesta desde el momento en que la madre o terceras personas, conocen de la existencia del embarazo. Deseado o no, protegido o destinado al aborto, las acciones se realizan precisamente por la convicción de que el ser gestado, es humano. Si hubiera alguna duda de ello, no se recurriría al aborto del primer trimestre. La fuerza de esta convicción es tan poderosa que por ello existen diversas leyes de protección al embarazo (que precisamente protegen a la madre, en función de proteger al embrión) y las interrupciones del desarrollo embrionario en las dos primeras semanas de gestación son preferibles, desde la perspectiva pragmática, por su costo bio-psico- social, a los de etapas posteriores. El reconocimiento de valor intrínseco y referencia a la correspondencia de respeto se evidencia en el cuidado o en dolor moral ante su pérdida, sea ésta provocada o no. La carga social se manifiesta en el hecho de que cualquier vida humana gestada, tiene un lugar diacrónico y sincrónico en el mundo, una historia, un pasado familiar , un presente y un futuro, que, aunque en casos breve, no deja de tener huella en la conciencia de quienes lo advirtieron. Pero quizás un punto interesante sea el hecho, de que aunque el embarazo no fuera advertido, hay huella en la biología materna, pues esta comprobado que la estimulación del sistema inmune por un embarazo en las tres primeras semanas de desarrollo, deja huellas biológicas en el organismo materno, que pueden ir, desde la sensibilización antigénica, como es el caso de la sensibilización a factores sanguíneos, en específico al factor D (anti RhD), hasta la formación de quimerismo celular. La madre y los embarazos, comparten elementos genómicos, que son integrados al organismo materno y fetal de por vida. El organismo de la madre, nunca es el mismo antes y después de cualquier embarazo, existe de ello una huella biológica. Si el embrión es reconocido, por medio de un diagnóstico médico clínico, de laboratorio o gabinete (por ejemplo, ultrasonido) o si hay percepción de movimientos fetales, la participación social crece, aunque la carga creativa natural o personal continúen en el mismo nivel.

El embrión humano, deja huella en el mundo, sea o no reconocido moralmente, es o fue una existencia con peso per se. Ese peso podrá evidenciarse en algunas patologías, o por ejemplo, en las posibilidades de efectividad de los trasplantes heterólogos.

Alasdair MacIntyre en su libro, Animales Racionales y Dependientes señala un carácter propio de nuestra naturaleza común: el carácter relacional del ser. Somos seres siempre, dependientes de otro ser humano. Nacemos gracias a otra persona, de tal manera que la alteridad nos precede ontológicamente. Es posible afirmar que, dada su condición vulnerable, la historia de un ser humano no es sólo el relato de un individuo particular, sino también la historia de otros individuos cuya presencia o ausencia, cuya intervención o falta de intervención, tiene una importancia fundamental no sólo para mantenerse en vida y obtener los recursos necesarios para tal efecto, sino además para descubrir las oportunidades que se tienen delante, y en muchas ocasiones, para asistirnos en los momentos de mayor vulnerabilidad, en definitiva, que el otro es la condición de posibilidad ontológica del yo. Pero eso no es todo, el ser humano percibe una comunidad con los demás, pasando por alto las diversidades.

Aunque la ciencia esta aportando datos de interacción materno/fetal en etapas muy tempranas, también es interesante constatar que, el paso de ese ser en el mundo, ante la conciencia personal y social, no requiere de pruebas científicas, por que se trata de un conocimiento intuitivo que otorga valor intrínseco a ese ser, y por ello se desea, la protección del hijo, o la destrucción del producto...en ambos casos, por la certeza de que ese embarazo es humano, el reconocimiento de que merece un respeto intrínseco, se aprecia en el acto del aborto, que siempre se acompaña de dolor moral, el aborto no es un acto éticamente indiferente, además de que el desear al aborto es prueba de que a ese tipo de seres se les debe una serie de cuidados especiales, que no se está en posibilidad o deseo de aceptar y por eso se rechaza su existencia, que recordaría y obligaría a la persona a otorgárselos.

La ciencia proporciona una visión micro, individual, pero existe una forma macro, otra forma de reconocimiento actual del valor de la vida humana, desde la sociedad, y es la conservación del medio ambiente como derecho de generaciones futuras, así se postula por UNESCO. Desde esta perspectiva el ser humano es diacrónico, la sociedad es un sujeto que merece protección. Se trata entonces de reconocer el valor de los humanos pensados, más que cuantificados, y en ellos, la cualidad de generación de humanidad.

Me parece que crucial que en el tema embrionario, el enfoque sea multidisciplinario, de lo contrario, la postura se vuelve reduccionista.

Para los últimos argumentos, la disociación entre la idea de ser humano y persona, contradice el comportamiento práctico. Efectivamente, cada persona posee diferente valoración subjetiva del acto creativo, pero eso no puede llevar a considerar que todas las opciones pueden tener el mismo peso moral, pues tal razonamiento nos llevaría a aceptar como norma el relativismo ético y perderíamos la posibilidad de encontrar algún punto común de razonamiento fundamental.

Por último, las premisas de la sociedad moderna liberal, predominante en la cultura occidental, recogen en forma ecléctica las teorías analizadas anteriormente y aducen que, el valor de la autonomía de las personas con capacidad mental, jurídica y social, posee mayor jerarquía en quien las posee, que en quienes tienen estas capacidades potenciales o disminuidas. Estas teorías combinan las definiciones funcionalistas, con las emotivistas o relacionales y las de jerarquía de valor intrínseco. De esta forma se justifica la manipulación embrionaria, el aborto, la eutanasia y la descalificación de personas con capacidades disminuidas. La combinación en la práctica, es una mezcla de valoración mayor a las actualizaciones que de las potencias, apoyadas en la idea de autonomía del adulto, interpretada como auto nomos, con toques emotivos que varían desde el estado de ánimo y de las preferencias, creencias o deseos que en ese momento se presenten en el adulto, mezcladas con una buena dosis de pragmatismo y utilitarismo. Tal modelo hace comprensible el hecho aparentemente incongruente de otorgar diferente categoría a un mismo ser, en el mismo momento y circunstancias.

B. El contexto de la procreación humana.

Esta reflexión constituye también una de las claves decisivas sobre las técnicas de reproducción humana. La reproducción humana y animal no difieren única y esencialmente en la biología, sino en el significado personal y social que enmarca la sexualidad humana. La función de la sexualidad humana, no solamente es la reproducción para asegurar la sobrevivencia de la especie, como en el caso animal. En el ser humano, tiene un significado personal, que rebasa los fines de la especie, esto es, la especie humana es excepción, por que los derechos del individuo, van sobre los de la especie, en vez, de las de todas las demás categorías, dónde la especie es superior al individuo.

Las técnicas de reproducción asistida (TRA), incluyendo en ellas la clonación reproductiva, inciden sobre la construcción biológica, psicológica y social de la forma de procreación humana. En las variantes multiparentales, se proyecta una forma nueva de familia y de sociedad. Esta eventualidad confrontaría los lazos de paternidad/maternidad y filiación.

El acto procreativo tiene históricamente considerado, un valor axiológico específico, con cargas objetivas y subjetivas complejas. Por tanto, no es posible desenmarcar el acto de filiación/paternidad/maternidad/sociedad.

Las TRA inciden y cambian las formas de asociación reproductiva en aspectos impensables hace pocos años, y conforme se implementen técnicas, se darán más variantes en las formas reproductivas. Más allá del aspecto biológico las técnicas implican una construcción social, filosófica y simbólica diferente sobre los fines de la sexualidad humana

Algunos de esos cambios son:


a) Permiten la separación de los cuerpos del proceso reproductivo. Son actos reproductivos acoitales. Posibilita el embarazo en núbiles.

b) Permite la separación de los cuerpos en las primeras etapas entre embrión y madre.

c) Modifican el estatuto sobre ser humano y persona

d) Substituyen procesos biológicos clave. Sexo, capacitación espermática, maduración espermática u ovular a través de manipulación de gametos y sus precursores (espermatogonias, inyección citoplasmática de óvulo joven a viejo, cambio de núcleo ovular envejecido), fecundación y desarrollo temprano fetal sin intervención materna.

e) Modifica los tiempos reproductivos. Modifica la edad fértil, ya que pueden concebir desde adultos/as mayores, hasta utilizarse embriones donadores, que a la vez serán madres, aunque no hayan nacido.

f) Cambia el número de participantes biológicos de la reproducción. Desde uno (clonación, partenogénesis) hasta tres (maternidad sustituta)

g) Difiere a voluntad los tiempos de embarazo, ya que puede haber espaciamiento indefinido (años) entre implantaciones.

h) Modifica el sexo y los participantes de la reproducción. En el caso de transferencia citoplasmática de óvulo fértil a infértil, se posibilita la unión de mujer-mujer-hombre. Se forma una cooperación reproductiva interfemenina. En clonación puede darse combinación: mujer sola ó mujer-mujer, u hombre-mujer, más posibilidad de donadora de útero.

i) Se posibilitan quimeras genéticas. Como es el caso de la transferencia citoplasmática con todas los riesgos que ello conlleva.

j) Modifica la definición, hasta ahora vigente, de fecundación: unión de óvulo y espermatozoide. Con las implicaciones legales y morales que representa.

k) Descalifica la justificación biológica tradicional de la existencia de los gametos en la reproducción sexuada. Existe la posibilidad de activar en embrión, cualquier célula somática.

l) Descalifica al espermatozoide como necesario en la reproducción.

m) A corto plazo, se descalifica al óvulo como necesario para la reproducción. Ya se están realizando cultivos de líneas celulares ovulares.

n) Cambia las relaciones de parentesco y obligaciones padres/hijos, ya sea por interacciones durante fertilización y gestación, como también por la posibilidad de “abandono” de hijos sin penalidad jurídica, así como de utilización de los mismos para fines ajenos al bien del menor, como sería su utilización para experimentación, hasta la autorización de los padres de eliminarlos. Por tanto, inciden en la percepción de responsabilidad de la paternidad/maternidad respecto a todos los hijos concebidos, nacidos y no nacidos;

o) La percepción enfermedad y subsidariedad en sociedad puede cambiar a través de la posibilidad eugenésica. Refuerza acciones de intolerancia a las diferencias.

p) Confronta valores personales como el de confidencialidad contra el derecho de toda persona a conocer su origen biológico.

q) Modofica el significado moral del embarazo y la implantación.

r) Cambia la construcción de género, que actualmente se basa en la posibilidad reproductiva.

s) Modifica las responsabilidades éticas de los profesionales de salud respecto a todos sus pacientes pre y postnatales, especialmente en los profesionales dedicados a las áreas de salud reproductiva, genética, neonatología, gineco-obstetricia.

¿Cuál será la repercusión social a mediano plazo de éste cambio de paradigma y de valores propios de la sexualidad humana?

El marco de valores que debe salvaguardarse en los actos procreativos humanos debe abarcar una visión humanista y trascendente, pues la cantidad y calidad de los hijos, son la base de las generaciones futuras. Un mundo humano, solamente puede hacerse sobre un marco de valores humanos.
La sexualidad humana difiere con mucho de la animal, ya que las acciones en sexualidad:

1) afectan invariablemente a más de una persona, la familia, la comunidad

2) las decisiones individuales están, insertas en un contexto social

Después de varias décadas de práctica de las TRA, muchas personas están concibiendo diferencias entre embriones producidos in vitro y aquellos concebidos por relación sexual, y esto en base a dos razonamientos.

Primero, la posibilidad de embarazo de las técnicas de TRA y los embriones clonados requieren de asistencia humana, de procedimientos médicos de transferencia al útero o de sostén tecnológico. No hay posibilidad de que estos embriones produzcan niños en el medio in vitro.

Segundo: Los embriones concebidos por unión sexual tiene una conexión física con la mujer que los engendra, a diferencia del de TRA o clonado, que la tiene sólo si es implantado. Es así que la implantación significa un paso moral y cualitiativo.

Tercero: La actitud frente al embrión puede cambiar a través de las TRA. Cuando se obtiene algo que se considera un bien otorgado fuera de los merecimientos personales, se acepta con agradecimiento y como tal. Los productos de nuestros deseos en cambio, deben asemejarse a ellos. La procreación como un bien otorgado, nos acerca a la aceptación incondicional, siendo lo contrario para la idea de manufactura, ingeniería o manipulación. La idea de bien otorgado, nos invita a la aceptación de limites para con la siguiente generación. Nos invita a pensar que nuestro hijo no es propiedad, y que no existe solamente para llenar los requerimientos de los padres.

La identidad social, como la individual, es una medida significativa que une los hechos biológicos. Las sociedades de todo el mundo se han estructurado socialmente y con responsabilidades económicas bajo la relación de generaciones establecidas a través de la reproducción sexual, y han desarrollado modelos de crianza, responsabilidades familiares y conductas de ayuda relacionadas con estos hechos.

Lo importante es que en las culturas, la procreación tiene un impacto profundo, que afecta la vida humana y la conforma en familias y comunidades.

La justicia nos lleva a la consideración de nuestra responsabilidad para con las generaciones futuras, como bien se postuló por UNESCO, proporcionando a través de nuestras acciones presentes un mundo de valores humanos que permita una vida de más y mejor calidad a aquellos que fueron convocados a la vida por nuestras decisiones.

El hijo concebido no es producto de selección. En ocasiones, en caso de la fertilización asistida (FIVET), es difícil ver esto, pero siendo una reproducción sexual, estos niños, comienzan con cierta independencia genética de sus padres. Este hecho recuerda los padres, que los hijos no son su propiedad o replica, sino seres independientes y diferentes de ellos.

Cuando algo se considera un don, se acepta como tal. Los productos de nuestros deseos en cambio, deben asemejarse a ellos. La procreación como un don, nos acerca a la aceptación incondicional, siendo lo contrario para la idea de manufactura, ingenieria o manipulación. La idea de don nos invita a la aceptación de limites para con la siguiente generación. Nos invita a pensar que nuestro hijo no es propiedad, que no existe solamente para llenar los requerimientos de los padres.

Aunque los padres eduquen a sus hijos, esta educación estará basada en la individualidad de cada hijo, y en el respeto a sus propias características. Ello inculca un lenguaje e igualdad y diversidad. No son cosas que hacemos a nuestra semejanza, productos de nuestros deseos y de nuestra determinación. Son hijos que vienen al mundo con igual dignidad y humanidad con la que vinieron sus padres.

El carácter sexual de la procreación marca la vida de los niños y sus padres. Al emerger como nuevos individuos, la reproducción sexual imbuye a los humanos con un sentido de identidad y de ocupar en el mundo un lugar que nunca ha pertenecido a otra persona. Nuestra individualidad genética simboliza el carácter irrepetible de cada vida humana. Por la emergencia de la unión de dos individuos, concebidos y generados como nosotros, nos sitúa inmediatamente en una relación de afecto natural.

La identidad social, como la individual, es una medida significativa que une los hechos biológicos.

Las sociedades de todo el mundo se han estructurado socialmente y con responsabilidades económicas bajo la relación de generaciones establecidas a través de la reproducción sexual, y han desarrollado modelos de crianza, responsabilidades familiares y conductas de ayuda relacionadas con estos hechos.

Lo importante es que en las culturas, la procreación tiene un impacto profundo, que afecta la vida humana y la conforma en familias y comunidades. El entendimiento de esta visión, es indispensable para la comprensión de las implicaciones de la clonación en humanos.


2. MARCO REFERENCIAL CIENTÍFICO.
1.El problema de la seguridad.


En los actos médicos y de investigación, la seguridad debe ofrecerse a todos los involucrados en el proceso, en este caso: el embrión clonado, la donadora del óvulo y la madre gestante.

a) Seguridad para con el embrión clonado.

En base a la experiencia animal en mamíferos, puede concluirse que en este momento el riesgo de la técnica es demasiado elevado. En experimentos animales, solamente una muy baja proporción de clones implantados dan como resultado sujetos vivos y una proporción importante sufren de complicaciones fatales. Entre ellos se encuentran defectos congénitos, como macrosomias, especialmente selectivas, así como, defectos esplácnicos diversos entre otras patologías. Existe la duda por algunos investigadores sobre la edad biológica de los clones, con base al acortamiento mitótico de telómeros, pues podría existir una acumulación genética de mutaciones que predispondrían al nuevo individuo a presentar patología oncológica, enfermedades autoinmunes y degenerativas. Por tanto, las consecuencias a largo plazo de esta técnica, se desconocen, por contar con una breve historia natural de los clones.Es así que, los avances actuales de la tecnología en clonación no garantizan los postulados éticos y científicos para su aplicación a humanos. Los articulados de Helsinki VI que sustentan la investigación biomédica, señalan que además del consentimiento bajo información previa, se garantice un adecuado riesgo/beneficio en los participantes, tratándose de embriones, la justificación experimental solamente es positiva en investigación terapéutica. La misma declaración postula la obligatoriedad de que las técnicas aplicadas en humanos, previamente hayan sido satisfactorias en animales. Ninguna de estas premisas se encuentran actualmente garantizadas, por tanto la aplicación de técnicas de clonación en humanos no tendrían aval en estos campos.

b) Riesgo para la donadora del óvulo y la madre gestante.

Existen riesgos para la mujer donadora del óvulo, consistentes en trastornos de la vida reproductiva posterior a la administración hormonal y tratamientos que se requieren para producir superovulación.

Estudios animales también sugieren riesgos para la madre gestante. La presentación de abortos espontáneos son más frecuentes en los embarazos de clones que en los naturales. Estos abortos aumentarían en los humanos la tasa de mortalidad y morbilidad.

En estudios animales los embarazos clonares presentan serias complicaciones, incluyendo toxemia y polihidramnios, todo ello, aumenta el riesgo obstétrico en la gestante.

Respecto a los riesgos de las madres gestantes de niños clónicos, la Academia Nacional concluyo:

Con base en estudios sobre clonación en animales podemos suponer que existe similitud de riesgos tanto para la madre como para el niño, asociados a riesgo psicológico como consecuencia a aborto espontáneo o al nacimiento de niños con severos problemas de salud.

Repercusión ética.

Considerando éstos riesgos, por ahora, las técnicas constituirían una experimentación antiética en humanos.

Podría pensarse que la antieticidad se referiría solamente a la seguridad de la técnica, lo cual podría ser solventado en el futuro, pero esto es un error, por que aunque las técnicas fueran más seguras los experimentos para desarrollar nuevas tecnologías reproductivas serían necesariamente intergeneracionales e involucrarían riesgo para el embrión humano, que es el sujeto más vulnerable de la investigación. Exponerlo a riesgo en su desarrollo embrionario va en contra de la experimentación ética . Los riesgos a los que se podría llevar a un embrión clonado, no podrían superar, los de un embarazo natural y es muy difícil que éste parámetro pueda ser alcanzado para garantizar la premisa de riesgo/beneficio.

La idea de éxito no es solamente la de conseguir un parto viabl e, sino la de garantizar que el producto podrá ser sano.

El hecho de que hubiera éxito en la clonación animal, no reivindicaría, moralmente, la técnica en humanos. El éxito en animales, no garantizaría el éxito en humanos por la reprogramación epigenética y el imprinting del donador de DNA, por tanto, el realizar experimentación humana, aún bajo el requisito de exitosa experimentación animal, no es suficiente para garantizar el riesgo/beneficio.

La técnica de clonación enfrenta los mismos argumentos en contra que las técnicas de reproducción asistida, especialmente el hecho de considerarse una técnica asexual, por tanto, antinatural. El componente antinatural no se refiere solamente a la recombinación genética entre espermatozoide y oocito, por medio de un acto asexual, sino a la falta de la misma recombinación, ya que las mutaciones somáticas del donador pasarán al nuevo producto y por tanto se volverían mutaciones de carácter intergeneracional, produciendo un riesgo interespecie, riesgo difícil de justificar bajo el principio de beneficiencia y no-maleficencia. Tal expectativa contraría directamente a las normas éticas de investigación.

Por éstas razones, es improbable que pudiera garantizarse seguridad en la aplicación de la técnica a humanos, lo cual haría la clonación con fines reproductivos, científica y éticamente reprobable.

3. El problema del consentimiento.

Actualmente, uno de los más importantes logros éticos de la investigación biomédica ha sido la obligatoriedad del consentimiento bajo información. Es obvio que el consentimiento del embrión es imposible de obtener, pero no por ello puede argumentarse impunidad ante el embrión humano, ya que su posible nacimiento patológico, desde la perspectiva bio, psico o social es demasiado importante para no considerar algún tipo de consentimiento informado de terceros en tutela de los intereses del embrión.

Las normas en éste caso, haciendo paralelismo con un paciente incompetente, es el de pedir el consentimiento del padre o tutor, el cual solamente podrá otorgarlo en caso de beneficio del tutelado, siendo que en éste caso, por las razones antes enunciadas, no puede garantizar. La ética por tanto, la Ley General de Salud Mexicana, estaría en contra de que ese sujeto entrara en la investigación.

Si se viola éste principio, nos encontraremos en un retroceso de este esencial logro de la investigación biomédica, el cual pretende la protección del vulnerable.

4. Problemas sobre la donadora de oocitos.

Las técnicas actuales requieren una gran cantidad de óvulos, en el caso de los modelos animales mamíferos (Dolly), varios cientos de ellos. Los óvulos, dada la reglamentación actual sobre disposición del cuerpo humano, que obliga a la gratuidad, deben ser donados. Para obtener una cantidad adecuada de oocitos, se requiere la aplicación de técnicas hormonales que induzcan superovulación.

Es de suponerse que algunas personas podrían ilegalmente “donar” óvulos, mediante un donativo económico. Esta eventualidad repercutiría en población vulnerable y constituiría una desigualdad genérica más.

Conclusión.

Por las razones antes expuestas, considero que la clonación reproductiva es éticamente inaceptable, y por ello me uno a las numerosas declaraciones al respecto. Desde la perspectiva ética científica, la manipulación embrionaria no cumple con las Declaraciones sobre investigación, como son los postulados de Helsinki , las Normas de Buena Práctica Clínica de la FDA , el Convenio para la protección de los Derechos Humanos y la dignidad del ser humano con respecto a las aplicaciones de la Biología y la Medicina. Convenio sobre los Derechos Humanos y la Biomedicina que a continuación cito:

Artículo 2. Primacía del ser humano.

1. El interés y el bienestar del ser humano deberán prevalecer sobre el interés exclusivo de la sociedad o de la ciencia.

Artículo 18. Experimentación con embriones in vitro.


1. Cuando la experimentación con embriones in vitro esté admitida por la ley, ésta deberá garantizar una protección adecuada del embrión.

2. Se prohíbe la constitución de embriones humanos con fines de experimentación.

Es así que, acorde a éste respeto para el embrión humano, me uno a la declaración de la Real Academia de Medicina Española, que señala: "la vida es vida en sí misma y es tan importante la vida de los embriones incipientes como la de los sujetos que recibirán estas células después del sacrificio de aquellos, con la duda -todavía sin resolver- de si estas células pueden prender con absoluta eficacia en el organismo receptor o por el contrario no se adaptarán".

En México, el Código de Conducta para el Personal de Salud señala refiriéndose al médico:

Defenderá la vida, la salud, la economía, los intereses y la dignidad de la persona, vedando las maniobras u operaciones y tratamientos innecesarios, controvertidos o experimentales no autorizados, o que contravengan la práctica médica aceptada, o bien sus propios valores personales o de conciencia, en cuyo caso lo deberá hacer del conocimiento de sus superiores.

En México, la protección de todo embrión está reconocida por sentencia de la Suprema Corte de Justicia de México del 14 febrero 2002: “El ser humano tiene vida desde el momento de la concepción y/o fecundación, por tanto es una persona con derechos”

La fundamentación filosófica de estas propuestas se refieren a Emmanuel Kant, quien señala:

“Obra de tal modo que uses a la humanidad tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio.”

La utilización y muerte de embriones para beneficio de terceros, constituye por tanto, un acto antiético.

También considero que los riesgos técnicos no podrán ser afrontados a largo plazo para garantizar riesgo/ beneficio, ya que en el momento en que se quiera aplicar en humanos, precisamente se hará sobre terreno desconocido, y los posibles riesgos no podrán ser previstos. Pero, hay que considerar también, que no es solamente el hecho de que las técnicas sean en el momento inseguras, lo cual podría dar pié a justificar más experimentación para aumentar la efectividad, sino que la prohibición es de fondo y no solamente de forma.

El daño de la técnica no se refiere solamente a la parte biológica, con daño directo al embrión y en contra de su derecho de autonomía, sino que se trata de un experimento sobre la forma de procreación humana, sustituyendo la reproducción sexual por la asexual y haciendo al nacido un producto y no un don de la naturaleza. Se realiza también un experimento de diseño genético y un experimento en una forma nueva de familia y de sociedad. Esta eventualidad confrontaría los lazos de paternidad/maternidad y filiación en forma grave y causarían una línea de descendencia sanguínea uniparental.

Tal experimento se convierte en uno social, por que, aunque fuera en forma minoritaria, confrontaría a la sociedad entera a un nuevo tipo de familia.

Existen además daños no corporales en la aplicación de estos experimentos. Hay que señalar que no toda la importancia puede reducirse a evaluar daños y beneficios, las personas pueden ser tratadas injustamente cuando desconocen algunas de los posibles daños, y muchos bienes para la humanidad pueden perderse sin haber estado catalogados como daños. Nuestra propuesta bioética no esta basada en el utilitarismo.

Las pautas que se toman en referencia para la experimentación humana tienen como objetivo proteger a los sujetos de experimentación, especialmente a aquellos vulnerables, de las acciones de poder. Pero debe existir otro marco de referencia para valorar las acciones que se refieren a innovaciones que puedan afectar a la humanidad, esto es, a todos nosotros, vulnerables o no.

CONCLUSIÓN

La clonación reproductiva representa una carrera que puede repercutir en la alteración de una gran cantidad de capacidades genéticas humanas. No hay duda, de que muchas terapias inciden en el pool genético humano, como sucede con el uso de insulina recombinante, pero existen diferentes reponsabilidades, cuando los cambios se planean en forma prospectiva, directa y deliberadamente. Hacerlo sin considerar los posibles cambios de insospechadas consecuencias sería un acto irresponsable.

Damos por ello enorme importancia al “principio precautorio”, pues no se trata solamente de cambios biológicos, sino de cambios en un sistema bio-social.

Al reconocer nuestra ignorancia en la repercusión de estos actos, se convoca a la prudencia, marcando límites que remarquen el carácter de la procreación humana y la vida humana.

Pero tampoco se trata solamente de prudencia, La producción de niños clónicos son un injusticia para con el niño, debido a la imposición de cromosomas de otra persona, de la privación voluntaria del vínculo de paternidad biológica, y del posible daño corpo o psicológico. Este daño, que no solamente va en el campo biológico hace imprescindible la intervención gubernamental. De desarrollo de políticas, que prevengan la injusticia. Pero ante todo, el aspecto ético señala que la clonación reproductiva es no solamente una técnica insegura, sino moralmente inaceptable.

CLONACIÓN PARA FINES DE INVESTIGACIÓN.

El problema de la clonación con fines de investigación médica nos lleva a la consideración de los beneficios que estas técnicas podrían representar en el conocimiento del desarrollo embrionario y de las acciones génicas, especialmente en el caso de las interacciones patológicas.

También esta la perspectiva de que esa investigación contribuiría a la obtención de trasplantes de celulares con posibilidad terapéutica sobre enfermedades como la de Parkinson, Alzheimer, diabetes juvenil y lesiones espinales.

Por otra parte, existen hechos moralmente relevantes que indican que en esta investigación se involucran la producción deliberada, uso y destrucción de embriones humanos clonados, y que los embriones producidos para fines de investigación, no difieren de aquellos producidos para uso reproductivo. Finalmente, existe el peligro de crear falsas expectativas entre los pacientes, y el riesgo de justificar moralmente los medios para obtener fines, como es el caso de la posible curación de enfermedades.

La fidelidad a los más altos estandares morales de la ciencia y la medicina, requieren la consideración, no solamente de por qué y cómo proceder con relación a las nuevas líneas de investigación, sino también de las razones para realizar o no, ciertos límites.

3. Consistencia con los principios de la bioética.

METODOLOGÍA DE LAS DECISIONES EN BIOÉTICA.


Después de analizar el marco contextual del problema, la Bioética nos invita a reflexionar sobre estas preguntas para la toma de decisiones:

¿Cuáles son los valores que se encuentran en conflicto en éste problema específico?

Después de considerar los puntos antes expuestos podríamos resumir entonces que, un primer problema, en el caso de la clonación reproductiva, se trata sobre un conflicto entre el principio de autonomía de la o los padres sobre el principio de no maleficencia del hijo.

Un segundo problema se aprecia, entre el principio de justicia, por la repercusión social del procedimiento, en especial sobre el significado de la procreación y la idea de dignidad del embrión humano, sobre el de autonomía de los padres e investigadores a conseguir fines propios.

Para el modelo principialista, en versión práctica del Dr. Diego Gracia, los principios de justicia y no maleficencia, son superiores al proponer normas o leyes, que los de beneficencia y autonomía.

¿Qué alternativas posibilitan la conservación o el desarrollo de valores propios de la vida humana, esto es, apoyan el proceso de humanización?
Siguiendo el razonamiento anterior, habrían de apoyarse acciones que conserven los valores fundamentales en la sociedad, como son:

a. Los valores de justicia:

a.1. el valor de la vida humana
a.2. dignidad de la persona
a.3. el significado humano de la procreación, familia y sociedad.

b. Los valores de no maleficencia sobre todos los que intervienen en el acto biomédico:

b.1 padres
b.2.embriones.

c. Salvaguardados estos valores, podrán ser atendidos los subsecuentes como son:

c. Los de autonomía:
c.1. Derechos reproductivos
c.2. Derecho de los investigadores al conocimiento.

REFLEXIÓN FINAL:
La evaluación a distancia de las técnicas de reproducción nos permiten tomarlas como un ejemplo de las consecuencias que la falta de valoración a mediano y largo plazo de una técnica aplicada al ser humano puede ocasionar.

No fué suficiente para evitar estos problemas solamente la intención del logro de un fin valioso, como sería la posibilidad de logro de descendencia o de importantes conocimientos, si no se contaban con medios suficientemente evaluados, ni del punto de vista científico, ni moral.

Es por ello que la Bioética propone como medida de seguridad en la evaluación de todo problema biotecnológico, tomar en cuenta el principio precautorio y la ética de la responsabilidad.

Es un hecho reconocer que no es posible poder prever todas y cada una de las consecuencias de la tecnología, por ello, al considerar nuestras limitaciones en la repercusión de estos actos, se convoca a la actuación en prudencia, marcando límites que conserven los bienes y valores más propios del proceso de humanización.