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Le Patriarche
Patricia Montelongo

Fuerza para escapar de la drogadicción

Venidos de otra parte, prisioneros de las pastillas y las jeringas, miles de jóvenes de todo el mundo se acercan a Le Patriarche y vuelven a encontrar el equilibrio con la ley de la naturaleza y con su persona.

Muchos de nosotros los hemos visto quizá hemos hablado con ellos o escuchado sus palabras impactantes un domingo en alguna iglesia o a la salida de un supermercado. “Me llamo Sofía, empecé a drogarme cuando tenía once años, mi familia hizo hasta lo imposible por ayudarme pero no lo logro; seguí drogándome hasta los dieciocho años y destrozando lentamente mi vida hasta que por una casualidad conocí a otros jóvenes que habían pasado por lo mismo y me brindaron su apoyo…
Ahora trabajo para ayudar a más personas a escapar de esa esclavitud”

En medio de todos los vicios y errores de nuestra época, surgen, como oasis de vida, iniciativas como ésta que mueven a mucha gente, especialmente jóvenes, a brindar todo a cambio de nada. Al escuchar como funciona Le Patriarche, me viene a la mente otras asociaciones, también recientes, nacidas para contrarrestar problemas específicos de la época que vivimos. Muchas están logrando que personas que parecían sin remedio, costales de miseria y vicios, vuelvan a ser humanas, e incluso, mejores personas que no hubiesen pasado por ese calvario. Todas estas asociaciones, aunque en distintas dosis, recurren a tres elementos esenciales: comprensión, una reserva inagotable de calor humano y fe en Dios y en el hombre.

Revivir y ayudar a otros

Le Patriarche nació en 1972 con un primer centro cerca de París llamado “La Boere”. Lucien Engelmajer, fundador y alma de la asociación, llevaba varios años trabajando con jóvenes de distintas nacionalidades, drogadictos, “junkies” mariguanos, desechos humanos a los que acogió a su lado. Poco a poco nació una mística un modo de trabajar. Después de unos años de convivencia en “La Boere” y cuando Engelmajer comprobó que sí había una nueva vida para estos jóvenes, empezaron a abrirse nuevos centros de distintos países a donde los chicos que quieren rehabilitarse llegan a veces solos o con sus familiares; de la calle, del hospital o hasta de la prisión.
Ahora, casi veinte años después, miles de extoxicómanos de Europa y America se ocupan en alma y cuerpo en rehabilitarse a otros extoxicómanos.

Una cura radical

Cuando un joven ingresa en un centro de Le Patriarche es recibido por otros jóvenes que, antes que nada le explican que ellos fueron también presos de la droga y con esfuerzo y ayuda se han curado. La terapia es notable por su método de desintoxicación original, natural y válido para todos los tóxicos actualmente utilizados.
Le llaman “sevrage bloc” e implica un paro total e inmediato de todos los productos tóxicos, sin sucedáneos. No es una prueba fácil pero la victoria sobre sí mismos será después una gran ayuda psicológica.

Durante muchos años se creyó que un corte radical para toxicómanos avanzados podía llevar a la muerte. La Asociación ha probado lo contrario; millares de jóvenes se han rehabilitado de esta forma. El proceso se apoya con terapias naturales como tés, infusiones de distintas hierbas bebidas constantemente, baños, masajes, deporte y ocupación. Todo esto ayuda a sobrellevar el duro síndrome de la abstinencia.
Este tipo de terapias obligan al cuerpo a producir endorfinas y anticuerpos y a reaccionar con sus propios recursos al terrible malestar.

La diferencia entre la farmacología química y la medicina natural, como la que usa Le Patriarche, es que la primera ofrece un alivio temporal actuando sobre el dolor, y la segunda, estimula un equilibrio del organismo que, una vez instaurado, conduce a una disminución de síntomas de malestar, es decir de enfermedades. Intenta restablecer la armonía entre lo físico y lo mental, lo que significa igualmente respetar los ritmos biológicos de cada quien.

Durante esta primera etapa, los chicos no están solos ni un minuto del día o la noche, siempre los acompañan dos o más jóvenes que los alientan asegurándoles que los comprenden porque ellos han pasado antes por lo mismo; este es uno de los mayores apoyos para salir del enviciamiento al que lleva la droga.

Trabajo y responsabilidades concretas

Alrededor de los quince días de ingreso a un centro, empieza la rehabilitación y reinserción social de los jóvenes, que se logra por medio de la responsabilidad de un trabajo concreto en el seno del grupo.

Cuando una persona se ha drogado un tiempo más o menos largo, va perdiendo conciencia de los demás, sólo son proveedores o compañeros de vicio; pierden también noción del tiempo, casi hasta el día y la noche, y su cuerpo se llena de problemas y enfermedades generalmente relacionadas con la droga.
Poco a poco van recuperando el ser personas y los ayuda mucho ocuparse de sacar adelante todas las tareas necesarias de un centro donde viven varias decenas de jóvenes que ingresan después que ellos. El contacto con la naturaleza es muy importante, por eso los centros de rehabilitación son, normalmente, granjas o casas de campo, donde atienden cultivos y animales domésticos.

S considera que dieciocho meses es el periodo normal para la recuperación, los jóvenes salen del centro poco a poco para volver a la sociedad; algunas veces recaen, pero como ya han comprobado por sí mismos lo que es vivir rodeados de gente que los quiere y se preocupa por ellos y saben que otros incluso los necesitan, no es fácil que se adapten de nuevo a la soledad y abandono que implica vivir en el mundo de la droga.

Todo en manos de extoxicomanos

Actualmente hay en el mundo 125 centros de gran capacidad, esto quiere decir que tiene de 50 a 200 plazas cada uno. El vivir en comunidad facilita la diversidad de intereses. En los centros europeos se organizan un sinfín de actividades deportivas y culturales e incluso, se enseñan oficios-artes graficas, mecánica, artesanías- para los que quieren prepararse. En México no se ha alcanzado todavía ese desarrollo, pero es el camino trazado.
En estas actividades colaboran, sobre todo como maestros, muchas personas de la comunidad que no han sido toxicómanos; pero en lo que se refiere a la rehabilitación, el manejo de los centros, las finanzas y hasta la dirección internacional, todo es labor de los mismos exadictos.

Además de los centros de mayor capacidad, hay entre otros medios, de 20 ó 25 plazas para quienes prefieren un ambiente más reducido y departamentos o casas en plenas zonas urbanas que sirven de paso intermedio antes que los jóvenes regresen a una vida independiente; allí pueden vivir mientras se adaptan a algún trabajo o vuelven a sus estudios y, a la vez, son puntos de seguimiento de los jóvenes reinsertados.
Los que quieren- que son la mayoría- dedican meses o años de su vida a difundir la asociación, a captar ayudas económicas o de otro tipo y a luchar sin descanso contra la droga.

Se le achacan a Le Patriarche muchas cosas infundadas y otras que si son ciertas- dice uno de los miembros- entré estas últimas que crea entre los jóvenes fuerte dependencia de la asociación. En muchos casos es cierto, pero, ellos responden: ¿Qué será mejor, depender de la droga que lleva irremediablemente al aniquilamiento, o depender de una causa que les ha salvado la vida y se la sigue salvando a muchos? Por supuesto, también hay muchos casos en que los jóvenes vuelven como un ciudadano más.

Le patriarche en el mundo

Para 1990, dieciocho años después de su apertura, en los centros de Le Patriarche se habían rehabilitado 38,000 personas, actualmente existen 125 centros,
90 antenas urbanas y más de cinco mil jóvenes están en proceso de rehabilitación.
En America están en cinco países: Estado Unidos, Canadá, Nicaragua, Belice y México. Los centros, lógicamente no están tan desarrollados como en Europa, Las necesidades superan con mucho a los recursos, pero paso a paso logran darse a conocer para que la gente acuda a ellos.

Le patriarche en México

Los primeros miembros de la asociación llegaron a nuestro país en 1987, procedentes de Nicaragua. Son originarios de distintos países y dedican parte de su vida a difundir la asociación y ayudar a la rehabilitación de otros jóvenes.
Actualmente funcionan dos centros en Veracruz, Soledad de Doblado con 45 jóvenes en proceso de rehabilitación y Tlacotalpan con otras 45 plazas Además tienen departamentos o casas en Irapuato, Morelia, Veracruz (teléfono 86-06-57), México (teléfono 594-20-16). Tijuana (teléfono 81-04-42) y Mexicali (teléfono 65-61-81).
En México han recibido un apoyo decidido de la Iglesia Católica aunque la asociación es laica; en los centros de rehabilitación y en las casas no se enseña ni se practica, en forma general ninguna religión, pero por supuesto cada quien es libre de creer y practicar.
Calculan que en nuestro país se han rehabilitado aproximadamente 600 jóvenes.

Las dos armas más nocivas

En relación a la toxicomanía, el hombre ha olvidado su fuerza de reflexión y ha hecho uso de las dos armas más nocivas que existen en el mundo: la indiferencia y la ignoracia.
Estos dos fenómenos permitieron que la droga invadiera y encadenara al mundo, con todas sus secuelas, totalmente previsibles, si se hubiese tomado la gente la molestia de reflexionar sobre ellas.

Familia y Vida N°6