Living Dolls. The Return of Sexis 
                                      
                                    Turner. Madrid (2010). 384 págs.  
                                    Traducción: María Álvarez Rilla.  
                                    Doce años después de proclamar el  logro de la igualdad entre hombre y mujer con El nuevo feminismo, la periodista, escritora y activista londinense  Natasha Walter regresa para reconocer su error. “Antes creía que solo teníamos  que establecer las condiciones necesarias para la igualdad, y entonces el  sexismo desaparecería de nuestra cultura. Hoy estoy dispuesta a admitir que  estaba completamente equivocada. No me imaginaba que acabaríamos así”. 
                                    Muñecas vivientes, la nueva obra de Walter, está integrada por dos  ensayos periodísticos: “El nuevo sexismo” y “El nuevo determinismo”, dispuestos  como premisas de una conclusión. El primero de ellos revela los efectos de la  hipersexualización actual que conduce a las chicas, desde el estante rosa de  las jugueterías repletas de barbies y bratzs, hasta el sórdido mundo del  glamour modelling -posados en topless en discotecas y revistas-, la  promiscuidad y la pornografía, consumida y ejercida, en Internet y en vivo. 
                                    La periodista se ha entrevistado  con multitud de jóvenes, empresarios y trabajadores del sector del porno soft y  ha visto lo que ocurre cada noche en determinados locales de Londres que pasan  por simples discotecas. Allí muchas chicas, no siempre de estratos económicos y  culturales desfavorecidos, prueban fortuna como “modelos”, convencidas de que  la exposición de su cuerpo como objeto sexual es el máximo ideal feminista.  
                                    Natasha Walter se lamenta:  “Hombres y mujeres siguen sin encontrarse en igualdad de condiciones en la vida  pública. Y la normalización de la industria del sexo refleja esa desigualdad.  Son las mujeres las que hacen dietas draconianas y someten sus cuerpos a la  cirugía, son las mujeres las que se desnudan en las discotecas mientras los  hombres las jalean y aplauden; son las mujeres, y no los hombres, quienes  piensan que su capacidad para acceder a la fama y al éxito depende de lo bien  que respondan a una única y reducida imagen de la sexualidad. Si esta es la  nueva liberación sexual, se parece demasiado al viejo sexismo como para  convencernos de que se trata de la libertad a la que aspirábamos” 
                                    La autora feminista no ahorra al  reproducir el lenguaje obsceno de las revistas, locales y páginas web de este  tipo. Resulta muy incómodo, aunque no cabe negar que será aleccionador para  padres de adolescentes, profesores y autoridades públicas responsables de la  apertura de estos establecimientos de “ocio”. 
                                    En el segundo ensayo, “El nuevo  determinismo”, Walter critica el éxito que tienen en la opinión pública las  tesis del determinismo biológico, como califica al hallazgo científico de  diferencias entre hombres y mujeres a nivel hormonal y cerebral. Dedica la  mayor parte del capítulo a tachar de inconsistente la base de esos estudios y a  proclamar el rigor de las tesis que lo rechazan. 
                                    Y ahora viene la conclusión. Para  Walter, el determinismo biológico es el responsable de la relación temprana  entre feminidad y búsqueda del atractivo sexual. Que la neurobiología encuentre  datos que avalan las distintas formas de ser humano y que eso oriente las  tendencias y la conducta desemboca en que la industria invierta en productos  que discriminan a la mujer. “No es ninguna novedad que las mujeres quieran ser  sexualmente atractivas, pero sí lo es que hasta los juguetes infantiles tengan  que resultar sexy”. 
                                    Salvando algunas reflexiones y  análisis acertados, lo curioso es que tan pretendido celo por el rigor  científico se desarrolla en un libro de carácter divulgativo, descompensado en  su factura y falto de lógica en la relación entre premisas y conclusión. Un  libro en el que se echa en falta una mínima crítica hacia el feminismo. “Las  feministas han conseguido ya crear una revolución pacífica en Occidente que ha  abierto a las mujeres multitud de puertas, ampliando sus oportunidades e  insistiendo en su derecho a la educación, al empleo y la libre elección  reproductiva”, dice Walter. 
                                    Sería sano plantearse si la  revolución, con millones de abortos a cuestas, ha sido tan pacífica y si no es  más lógico que esta hipersexualización que se vuelve hoy contra las mujeres sea  la excrecencia e incluso la metástasis de aquel amor libre, sin compromisos,  sin tabúes, sin frenos 
                                    Cristina Abad Cadenas 
Aceprensa, 1-XII-2010  |