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                                                                  Desde 1996 hasta el 2000, la autora  de este libro sobre la violencia escolar fue Secretaria de Estado del  Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Pero antes, Amalia Gómez, licenciada  en Filosofía y Letras, fue profesora de Historia en un instituto de Sevilla. Su  experiencia política y su experiencia docente marcan el tono de este  interesante estudio que analiza las causas de la violencia escolar, su negativa  influencia en el ambiente de los centros educativos y el papel que desempeña la  sociedad en un problema que conviene no minimizar. 
                                                                  La autora intenta plantear el  problema desde una perspectiva integradora y educativa, sin caer en la visión  apocalíptica, que tanto gusta a determinados estudiosos y medios de  comunicación. Para Amalia Gómez, la violencia escolar es un fenómeno que  muestra las grietas de nuestra sociedad y también de nuestro sistema educativo.  En este sentido, resulta interesante el apéndice en el que hace un apretado resumen  de la historia reciente de la educación española, destacando aquellas medidas  que contribuyeron a mejorar el sistema educativo y criticando abiertamente  otras propuestas contemporáneas que han sumergido a la educación española en un  permanente estado de crisis.  
                                                                  Y es verdad. La violencia que se  vive en las aulas es un fiel reflejo de la violencia social. Los alumnos no  viven en una burbuja de cristal; lo que viven y ven en la calle, en la familia,  en los medios de comunicación, en Internet..., se traslada después al centro  educativo, contagiando las relaciones humanas y los intereses educativos. Pero  también es cierto que un sistema educativo fofo, blando, mediocre influye de  manera muy negativa en el rendimiento y en el estado de ánimo de los centros y  de los alumnos. Para Amalia Gómez, “no se erradicará la violencia mientras no  se establezca un modelo educativo más serio en su concepción, más ambicioso en  sus objetivos, más generoso en sus medios y, sobre todo, más comprometido con  la calidad de la enseñanza”.  
                                                                  En los primeros capítulos analiza  la dura realidad educativa y social que se vive en no pocos centros, con un  notable incremento de víctimas y agresores y, lo que es casi peor, los  condescendientes cómplices de la violencia. La situación ha desbordado a los  docentes, a los que “no se puede pedir que sean al mismo tiempo docentes,  psicólogos, pedagogos, trabajadores sociales y policías en su centro escolar”.  Ante este panorama, muchos profesores, y también el Personal de Administración  y Servicios, sólo se plantean sobrevivir. Este ambiente y sus consecuencias  influyen en el ánimo de los docentes, que contemplan cómo han perdido autoridad  sin que nadie haya hecho absolutamente nada por evitarlo.  
                                                                  También dedica una especial  atención a otras formas de violencia, más sinuosas pero cada vez más  peligrosas, como el ciberbullyng, que airean y multiplican las  conductas antisociales. Otros temas que aborda son la importancia de actuar  también en el entorno social de los alumnos, el papel de los tutores y de los  Departamentos de Orientación, la compleja situación en la que se encuentran las  familias, etc.  
                                                                  Para la autora, los centros  educativos deben intentar actuar de una manera más global, para atajar los  problemas no sólo cuando se manifiestan en los centros educativos sino antes.  Esto la lleva a hablar de las diversiones, del fenómeno del botellón, del ocio  juvenil, etc. Pero una y otra vez vuelve a uno de los hilos conductores del  libro: el sistema educativo tiene graves fisuras que agravan situaciones  críticas, como el absentismo, el fracaso y el abandono escolar, con sus  perniciosas consecuencias sociales. Amalia Gómez es clara: “no habrá calidad  sin normalidad en las aulas”. 
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