Se han producido cambios tan vertiginosos en la sociedad y en la manera de educar a los hijos que los padres han de estar constantemente reajustándose; pero muchos de ellos carecen de criterios educativos, y por eso se ha pasado del padre castigador al que todo lo concede. Este libro trata sobre la agresividad en la infancia, entendida como expresión inadecuada de la ira, describe los aspectos positivos y negativos de esta pasión y orienta a los padres para que puedan ayudar a sus hijos a identificarla y canalizarla, lo que requiere, por parte de los progenitores, saber canalizar sus propias emociones y una coherencia ejemplar en su comportamiento. La autora sugiere modos de educar en este aspecto a través del juego y detalla cómo suele manifestarse la agresividad infantil en las distintas edades y cómo intervenir en las rabietas, pues no se debe dejar que el hijo se salga con la suya a través de la agresividad: surge el problema cuando el niño actúa desde sus sentimientos y no desde lo que debe hacer. Se aconseja mantener los criterios educativos con reglas adecuadas a cada edad y enseñar a los niños a aceptar un "no". La educación en el control de las emociones pasa por el respeto a los demás, el cuidado de no avasallarles y el fomento de la reflexión. El exceso de actividades extraescolares de carácter cognitivo va en detrimento de otras que son necesarias también para el niño, como las deportivas o las que desarrollan su curiosidad. Se sugieren lecturas, juegos, ejercicios de relajación, que pueden ser muy adecuados para conseguir estos objetivos.