  
                                    Hace un par de años triunfo en España la etiqueta “Generación X”,  término tomado de la novela homónima del canadiense Douglas Coupland con el que  se quería definir a los apesadumbrados integrantes de toda una generación. El  termino corrió como la pólvora y se impuso en muchos pises occidentales, aunque  en España tuvo que competir con JASP, conocido y engominado eslogan de una  marca comercial. 
                                    Pero el final de siglo acelera  los cambios sociales y culturales y la “Generación X” es ya una tribu histórica.  En Estados Unidos esta de moda el nombre de “Generación Y”, nueva sigla con la  que algunos sociólogos definen a los sucesores de la cuarteada y envejecida  generación “X”. Las nuevas generaciones de jóvenes entre trece y dicienueve  años poco tienen que ver con los caducos ideales que conformaban la  desilusionada generación anterior. 
                                    Generación sin padres 
                                    En su reciente libro El planeta americano, Vicente Verdu, último premio Anagrama  de Ensayo, describe los ingredientes de una generación que el llama sin padres. Sus Conclusiones coinciden  con el análisis de la juventud americana de la prestigiosa fundación  norteamericana Garneggie realizo el pasado año y que tuvo tanta resonancia en  los medios de comunicación. 
                                    Para la fundación Garneggie y  para Verdu, las problemáticas  situaciones familiares son la causa de los muchos desequilibrios afectivos y  emocionales de estos jóvenes, sobre todo el divorcio y sus imprevisibles  consecuencias. Más de la mitad de estos adolescentes han pasado gran parte de  sus vidas en familiar mono-parentales, donde el padre y la madre-apenas tienen  tiempo para atender a los hijos por sus obligaciones profesionales. Es una  realidad que los padres apenas dedican tiempo a sus hijos. La atención familiar  ha sido sustituida por la televisión, que continua actuando de estimulante para  los comportamientos negativos. La pérdida de autoridad, consecuencia de esta  situación, se aprecia de manera evidente en el ámbito familiar: los divorcios  han multiplicado los dramas familiares y suele ser la madre la que se hace  cargo de los hijos. La indisciplina crece también en el mundo académico y  profesional. 
                                    Aumenta la delincuencia 
                                    Los datos del informe que se  refieren a la violencia y delincuencia son fuertes. De 1985 a 1992 se ha  duplicado el índice de homicidios entre los diez y catorce años. En 1992,  apunta Vicente Verdú, fueron  arrestados 104,137 delincuentes juveniles, un 57% más que diez años antes. En  los años noventa, el número de hechos delictivos protagonizados por jóvenes ha  aumentado en un 55%. Y añade: “En las zonas residenciales de clase media, uno  de cada ocho jóvenes lleva un arma encima por  protección. Pero en los barrios más degradados la proporción es de dos  jóvenes con armas de fuego de cada cinco, según un sondeo de enero de 1996”. 
                                      La violencia escolar es para  echarse a temblar, aunque no suponga un fenómeno exclusivo de los Estados  Unidos. En España se están multiplicando los casos de acciones violentas  protagonizadas por jóvenes dentro y fuera de las aulas, con la creciente  participación de las chicas en estas movidas. Algunos colegios han sido  calificados de “alerta roja” y no solo por elevados índices de fracaso escolar.  En Francia y el Reino Unido la situación es todavía mas critica. Los datos  sobre la violencia escolar en el Reino Unido son, una vez más, preocupantes y  sintomáticos de la situación que vive la juventud en un país que parece haber  arrinconado la educación moral: uno de cada cuatro alumnos entre uno y  dieciséis años porta armas en las escuelas. En Francia, el ministro de  Educación ha lanzado una serie de propuestas para mejorar la seguridad en los  colegios que incluye la presencia de vigilantes y el control casi policial de  los edificios. 
                                    Alcoholismo Internacional 
                                    En Estado Unidos llama la  atención el aumento de los suicidios entre los jóvenes de la “generación Y,”  fenómeno al que no se encuentra una explicación convincente y un antídoto  eficaz, y que se esta extendiendo hacia otros países. Y este panorama se  oscurece cuando aparecen estadísticas sobre alcoholismo y drogadicción. La  tercera parte de los niños de trece años ha consumido drogas. Muchos tienen  serios problemas con el alcohol, fenómeno que ya en España esta provocando  alarma social: una reciente estadística cifraba en un 95% de los adolescentes  de quince años que ingieren con asiduidad bebidas alcohólicas, una proporción  muy superior a la de otros países occidentales. Y más de cien millones de  jóvenes consumen alcohol o algún tipo de drogas en todo el mundo, con un mas  que notable incremento de las drogas de diseño, según un reciente informe de la  organización Mundial de la Salud (OMS) Por si fuera poco, y para completar el patético  fresco de esta generación, un tercio de los jóvenes norteamericanos ha tenido  relaciones sexuales antes de los quince años, con el consiguiente aumento del  índice de embarazos adolescentes y de abortos. 
                                    ¿Educación en valores? 
                                    Esta situación tan poco halagüeña  ha propiciado un encendido debate sobre los valores y contenidos morales que  deben enseñarse en los centros educativos. Una muestra de esta preocupación es  el éxito del volumen El libro de las  virtudes (Javier Vergara Editor), selección de textos de la literatura  universal con una gran carga moral, a cargo de William Bennett, ex-secretario de Educación de EE:UU. Y presidente  de la Fundación Nacional para las humanidades. Solo en Estados Unidos se han  vendido dos millones y medio de ejemplares. Y en otros muchos países, entre los  que destaca el Reino Unido y Francia, también se debate sobre que tipo de  educación reciben los jóvenes. En España, al menos en teoría, se habla mucho de  educación en valores, aunque habría que comprobar cómo se come esto en esas  escuelas. Sin embargo, este debate se está centrando casi exclusivamente en la  responsabilidad de las escuelas y los profesores, sin implicar a otros  organismos y estamentos en una culpa que es de todos. La solución a este  extendido problema no esta en la escuela sino en toda la sociedad. 
                                    La “Generación Y” 
                                    Vicente Verdú apunta más señas de identidad de la “Generación Y”:  son mucho más activos y realistas que sus predecesores; su inconformismo vital  no adopta matices rebeldes ni idealistas; rechazan las posturas “políticamente  correctas” por una cuestión de hastió y de imagen (sin buscar profundidades  existenciales); como ha quedado confirmado más arriba, son bastante violentos y  peligrosamente agresivos. Además, estos jóvenes no se identifican con los  antiguos anuncios de Coca-Cola o las omnipresentes series americanas tipo Sensación de vivir, divulgadoras de una  felicidad plastificada. Su mundo no es tierno ni almibarado; han crecido  rodeados de violencia, de experiencias familiares frustrantes, han tenido que  asimilar la plaga del sida y los salvajes efectos de todo tipo de drogas. Y  para su desgracia no han encontrado asideros ni en la familia ni en la escuela.  Con sus padres apenas si hay relación (ni los controlan ni los comprenden) y  con los profesores mantienen una relación distante. 
                                    La familia tradicional no tiene  sentido para ellos. Curiosamente, la mayoría vive en sus hogares, pero  manteniendo su independencia y autonomía. En casa, los padres ven la televisión  mientras los hijos, en su cuarto, también la ven o están conectados de manera  autista a Internet. Los jóvenes buscan un aislamiento que puede envolverse en  su contra en momentos de crisis afectiva. Por eso la tentación del suicidio  entre los adolescentes es una peligrosa realidad. La independencia se nota  también en el aspecto económico: bastantes trabajan para satisfacer sus  caprichos y sus necesidades, lo que les convierte en excelentes consumidores,  tendencia que no ha pasado por alto el mundo publicitario. 
                                    Poseen una cultura limitada por  la tecnología y la modernidad. Se han educado enchufados a la música, la  televisión y el video y asombrados por el futuro, los nuevos laberintos que  proporcionan las autopistas de la comunicación y la realidad virtual. Sus  resortes culturales están aferrados a la cultura pop, a las enseñas de  identidad de sus cantantes favoritos y a las referencias estéticas de los  videojuegos la informática, Internet, etc. 
                                    El termino “Generación Y”, al  igual que los anteriores “manda in USA volverá a extenderse como la pólvora  solo es cuestión de tiempo. 
                                    Nuestro Tiempo N° 509                                      |