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La generacion "Y "contra la generación" X"
Adolfo Torrecilla 

Hace un par de años triunfo en España la etiqueta “Generación X”, término tomado de la novela homónima del canadiense Douglas Coupland con el que se quería definir a los apesadumbrados integrantes de toda una generación. El termino corrió como la pólvora y se impuso en muchos pises occidentales, aunque en España tuvo que competir con JASP, conocido y engominado eslogan de una marca comercial.

Pero el final de siglo acelera los cambios sociales y culturales y la “Generación X” es ya una tribu histórica. En Estados Unidos esta de moda el nombre de “Generación Y”, nueva sigla con la que algunos sociólogos definen a los sucesores de la cuarteada y envejecida generación “X”. Las nuevas generaciones de jóvenes entre trece y dicienueve años poco tienen que ver con los caducos ideales que conformaban la desilusionada generación anterior.

Generación sin padres

En su reciente libro El planeta americano, Vicente Verdu, último premio Anagrama de Ensayo, describe los ingredientes de una generación que el llama sin padres. Sus Conclusiones coinciden con el análisis de la juventud americana de la prestigiosa fundación norteamericana Garneggie realizo el pasado año y que tuvo tanta resonancia en los medios de comunicación.

Para la fundación Garneggie y para Verdu, las problemáticas situaciones familiares son la causa de los muchos desequilibrios afectivos y emocionales de estos jóvenes, sobre todo el divorcio y sus imprevisibles consecuencias. Más de la mitad de estos adolescentes han pasado gran parte de sus vidas en familiar mono-parentales, donde el padre y la madre-apenas tienen tiempo para atender a los hijos por sus obligaciones profesionales. Es una realidad que los padres apenas dedican tiempo a sus hijos. La atención familiar ha sido sustituida por la televisión, que continua actuando de estimulante para los comportamientos negativos. La pérdida de autoridad, consecuencia de esta situación, se aprecia de manera evidente en el ámbito familiar: los divorcios han multiplicado los dramas familiares y suele ser la madre la que se hace cargo de los hijos. La indisciplina crece también en el mundo académico y profesional.

Aumenta la delincuencia

Los datos del informe que se refieren a la violencia y delincuencia son fuertes. De 1985 a 1992 se ha duplicado el índice de homicidios entre los diez y catorce años. En 1992, apunta Vicente Verdú, fueron arrestados 104,137 delincuentes juveniles, un 57% más que diez años antes. En los años noventa, el número de hechos delictivos protagonizados por jóvenes ha aumentado en un 55%. Y añade: “En las zonas residenciales de clase media, uno de cada ocho jóvenes lleva un arma encima por protección. Pero en los barrios más degradados la proporción es de dos jóvenes con armas de fuego de cada cinco, según un sondeo de enero de 1996”.
La violencia escolar es para echarse a temblar, aunque no suponga un fenómeno exclusivo de los Estados Unidos. En España se están multiplicando los casos de acciones violentas protagonizadas por jóvenes dentro y fuera de las aulas, con la creciente participación de las chicas en estas movidas. Algunos colegios han sido calificados de “alerta roja” y no solo por elevados índices de fracaso escolar. En Francia y el Reino Unido la situación es todavía mas critica. Los datos sobre la violencia escolar en el Reino Unido son, una vez más, preocupantes y sintomáticos de la situación que vive la juventud en un país que parece haber arrinconado la educación moral: uno de cada cuatro alumnos entre uno y dieciséis años porta armas en las escuelas. En Francia, el ministro de Educación ha lanzado una serie de propuestas para mejorar la seguridad en los colegios que incluye la presencia de vigilantes y el control casi policial de los edificios.

Alcoholismo Internacional

En Estado Unidos llama la atención el aumento de los suicidios entre los jóvenes de la “generación Y,” fenómeno al que no se encuentra una explicación convincente y un antídoto eficaz, y que se esta extendiendo hacia otros países. Y este panorama se oscurece cuando aparecen estadísticas sobre alcoholismo y drogadicción. La tercera parte de los niños de trece años ha consumido drogas. Muchos tienen serios problemas con el alcohol, fenómeno que ya en España esta provocando alarma social: una reciente estadística cifraba en un 95% de los adolescentes de quince años que ingieren con asiduidad bebidas alcohólicas, una proporción muy superior a la de otros países occidentales. Y más de cien millones de jóvenes consumen alcohol o algún tipo de drogas en todo el mundo, con un mas que notable incremento de las drogas de diseño, según un reciente informe de la organización Mundial de la Salud (OMS) Por si fuera poco, y para completar el patético fresco de esta generación, un tercio de los jóvenes norteamericanos ha tenido relaciones sexuales antes de los quince años, con el consiguiente aumento del índice de embarazos adolescentes y de abortos.

¿Educación en valores?

Esta situación tan poco halagüeña ha propiciado un encendido debate sobre los valores y contenidos morales que deben enseñarse en los centros educativos. Una muestra de esta preocupación es el éxito del volumen El libro de las virtudes (Javier Vergara Editor), selección de textos de la literatura universal con una gran carga moral, a cargo de William Bennett, ex-secretario de Educación de EE:UU. Y presidente de la Fundación Nacional para las humanidades. Solo en Estados Unidos se han vendido dos millones y medio de ejemplares. Y en otros muchos países, entre los que destaca el Reino Unido y Francia, también se debate sobre que tipo de educación reciben los jóvenes. En España, al menos en teoría, se habla mucho de educación en valores, aunque habría que comprobar cómo se come esto en esas escuelas. Sin embargo, este debate se está centrando casi exclusivamente en la responsabilidad de las escuelas y los profesores, sin implicar a otros organismos y estamentos en una culpa que es de todos. La solución a este extendido problema no esta en la escuela sino en toda la sociedad.

La “Generación Y”

Vicente Verdú apunta más señas de identidad de la “Generación Y”: son mucho más activos y realistas que sus predecesores; su inconformismo vital no adopta matices rebeldes ni idealistas; rechazan las posturas “políticamente correctas” por una cuestión de hastió y de imagen (sin buscar profundidades existenciales); como ha quedado confirmado más arriba, son bastante violentos y peligrosamente agresivos. Además, estos jóvenes no se identifican con los antiguos anuncios de Coca-Cola o las omnipresentes series americanas tipo Sensación de vivir, divulgadoras de una felicidad plastificada. Su mundo no es tierno ni almibarado; han crecido rodeados de violencia, de experiencias familiares frustrantes, han tenido que asimilar la plaga del sida y los salvajes efectos de todo tipo de drogas. Y para su desgracia no han encontrado asideros ni en la familia ni en la escuela. Con sus padres apenas si hay relación (ni los controlan ni los comprenden) y con los profesores mantienen una relación distante.

La familia tradicional no tiene sentido para ellos. Curiosamente, la mayoría vive en sus hogares, pero manteniendo su independencia y autonomía. En casa, los padres ven la televisión mientras los hijos, en su cuarto, también la ven o están conectados de manera autista a Internet. Los jóvenes buscan un aislamiento que puede envolverse en su contra en momentos de crisis afectiva. Por eso la tentación del suicidio entre los adolescentes es una peligrosa realidad. La independencia se nota también en el aspecto económico: bastantes trabajan para satisfacer sus caprichos y sus necesidades, lo que les convierte en excelentes consumidores, tendencia que no ha pasado por alto el mundo publicitario.

Poseen una cultura limitada por la tecnología y la modernidad. Se han educado enchufados a la música, la televisión y el video y asombrados por el futuro, los nuevos laberintos que proporcionan las autopistas de la comunicación y la realidad virtual. Sus resortes culturales están aferrados a la cultura pop, a las enseñas de identidad de sus cantantes favoritos y a las referencias estéticas de los videojuegos la informática, Internet, etc.

El termino “Generación Y”, al igual que los anteriores “manda in USA volverá a extenderse como la pólvora solo es cuestión de tiempo.

Nuestro Tiempo N° 509