Cuando en Estados Unidos un asesino dispara a lo loco y causa una matanza, surge un debate sobre la influencia de los espectáculos violentos, el acceso fácil a las armas y la incapacidad de escuelas y familias para advertir los signos de alarma en el agresor. Para no dejarse llevar de fáciles impresiones, The New York Times ha hecho un estudio sobre los casos del último medio siglo, cuyos resultados comenta en un editorial (13 abril 2000).
Un equipo de reporteros e investigadores del New York Times ha examinado la naturaleza de esos ataques y el tipo de los agresores, hasta reunir una detallada base de datos con 100 casos de los últimos 50 años. (...) Este tipo de asesinatos representan solo una décima parte del 1% del total de homicidios, pero el público tiene la impresión de que van en aumento. También se descubre que los agresores tienen una serie de rasgos comunes. La mayoría han recibido más educación que la media de los autores de asesinatos, es más probable que hayan recibido instrucción militar y mucho más probable que acaben suicidándose.
Las influencias culturales, como los espectáculos violentos, parecen tener poca repercusión en este grupo [según el estudio, en solo 6 de los 100 casos los autores habían mostrado interés por los videojuegos violentos, y en otros 7, por los films violentos]. En cambio, el factor más común es el de padecer graves problemas mentales. Cerca de la mitad son personas a las que había sido diagnosticada alguna enfermedad mental, esquizofrenia en muchos casos. Más de la mitad habían realizado amenazas, y la tercera parte tenían antecedentes de conducta violenta. Muchos no habían recibido nunca tratamiento para sus problemas mentales o no habían sido seguidos para que tomaran su medicación. La mayoría de las matanzas no fueron fruto de un acto súbito e impulsivo, sino la culminación de años de agresividad, depresión y enfermedad mental. A menudo la incapacidad de los familiares, colegas de trabajo e incluso terapeutas para advertir los signos de alarma tuvo catastróficas consecuencias. (...)
El otro factor crucial en las matanzas -la disponibilidad de armas- puede ser modificado por la legislación. Aunque la ley federal prohíbe vender armas a quienes hayan sido internados en una institución psiquiátrica, muchos Estados no comprueban los antecedentes psiquiátricos del comprador. (...)
Tales precauciones no solucionan todo. Por eso, Estados Unidos necesita una ley más estricta de control de armas para todos. (...) El hecho de que el país esté inundado de armas ha sido un factor clave en que hayan sido posibles esas matanzas.
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