Fuente: Le Monde
Fecha: 21 Octubre 2009 (Aceprensa)
Redeker observa que “el nuevo cuerpo fue un mito político prometeico del siglo XX”. “Los cuerpos de los atletas de los Juegos Olímpicos de Berlín, tal como los exhibía Leni Riefenstahl en Los dioses del estadio, o el cuerpo de los desfiles en la Plaza Roja de Moscú, eran cuerpos ideológicos”. Era la forma antropológica visible de “una ideología hecha carne, hecha músculo, hecha energía corporal”.
Si ese cuerpo exhibía el triunfo de la voluntad política, el nuevo cuerpo contemporáneo no tiene nada que ver con “el cuerpo inoxidable de los fascistas, de los nazis, de los estalinistas”. Para Redeker, los dictados actuales sobre el cuerpo no provienen de la Iglesia, ni de la ideología política, sino de la publicidad, en el sentido más amplio: “todo lo que se exhibe ante un público en un espacio colectivo abierto (deporte, televisión, show business, erotismo comercial, cine)”.
Esta transformación del cuerpo humano se explica, dice Redeker, por el declive de la religión en Europa. Para el cristianismo, en el cuerpo la carne estaba mezclada con el pecado después de la Caída, pero a la vez la religión veía el cuerpo como “una realidad intangible, con su parte de sacralidad enraizada en la noción de encarnación”. Desde la segunda mitad del siglo XX, los cuerpos se han escapado de la tutela de la religión para pasar a la guarda cada vez más pesada de la medicina.
La singularidad de nuestra época radica en que “el cuerpo se ha convertido en ego”, de modo que “yo soy mi cuerpo”. “Los adictos a los sitios de encuentro en Internet, las estrellas del fútbol y los exhibicionistas de ‘Secret Story’ identifican su yo y su cuerpo”.
Esto hubiera sido impensable en los siglos pasados. En el siglo XVII, el cogito de Descartes, el “pienso luego existo”, asimilaba el pensamiento al yo, identificado con el alma, como algo distinto del cuerpo.
“La reciente identificación del yo y del cuerpo, fenómeno de masa, constituye un cambio de importancia histórica. Desde sus orígenes la humanidad se había caracterizado por la disociación entre el yo (ya fuera una instancia psicológica o, más allá, una entidad espiritual) y el cuerpo. En cambio, el cuerpo nuevo es el cuerpo de la confusión del alma y del cuerpo, del yo y del cuerpo, del pensamiento y del cuerpo. El cuerpo nuevo es ante todo el cuerpo que ha absorbido al yo”. |