Editorial: Temas de hoy
ISBN: 9788484605676
Año edición: 2007
Plaza de edición: Barcelona
260 págs
La crisis de la pareja constituye un rasgo característico de la sociedad actual. Se trata de un fenómeno que crece día a día en la mayoría de los países y que da lugar, entre otros aspectos, a los llamados niños ping-pong.
Desde su experiencia médica y humana, Enrique Rojas, uno de psiquiatras más reconocidos de nuestro país, analiza este problema a partir de las raíces del mismo: la correcta o incorrecta elección amorosa y la esencia del enamoramiento. Tras examinar los ingredientes del amor conyugal, así como las claves y dificultades que se van planteando en la convivencia, se adentra en el complejo mundo de las rupturas amorosas y nos ofrece una serie de remedios para el desamor.
Un libro imprescindible para afrontar y superar las crisis afectivas y construir unas relaciones más sólidas y duraderas.
Un profundo recorrido por hechos como la conquista amorosa, la esencia del enamoramiento, los ingredientes del amor conyugal, las dificultades de la convivencia, las rupturas, las crisis inherentes a cualquier tipo de separación por más deseada que sea y, finalmente, algunos remedios esperanzadores para el desamor.
Enrique Rojas. Nació en Granada en 1949. Catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid y director del Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas. Pertenece a la generación de médicos humanistas que tanta tradición ha te nido en España y en el resto de Europa. Premio Conde de Cartagena de la Real Academia de Medicina de Madrid por sus trabajos sobre la depresión, y Médico Humanista del Año en España (1995), su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, ruso, portugués, polaco, alemán y turco. Sus trabajos de investigación se han centrado en tres temas: las depresiones, la ansiedad y los trastornos de la personalidad. En cuanto al ensayo, ha abordado sobre todo tres vertientes: el amor y el desamor, la sexualidad y la voluntad.
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Enrique Rojas: “En Occidente existe una epidemia contagiosa llamada ruptura conyugal”
El experto se refirió a los remedios para el desamor y a las estrategias para alcanzar una pareja estable. Asimismo, comentó que vivimos en una sociedad especialmente hedonista, consumista, permisiva, relativista e inmadura.
18-VII-2013
“Remedios para el desamor” fue el nombre de la conferencia en la que Enrique Rojas, Director del Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas de Madrid, entregó diversos consejos para mantener un matrimonio estable.
Según el psiquiatra, en Occidente existe una epidemia contagiosa llamada ruptura conyugal, marcada por una sociedad especialmente hedonista, consumista, permisiva, relativista e inmadura.
Explicó que para mantener una convivencia sana en el matrimonio, hay que evitar las discusiones innecesarias, mejorar el diálogo entre las parejas, trabajar la voluntad, cuidando todos los detalles pequeños y nunca hablar de separación.
Finalmente, agregó que es fundamental alejarse de la rutina, ya que entra sigilosamente al matrimonio y lo destruye. “El amor se trabaja día a día. La vida nos enseña mucho más que los libros. Es la gran maestra”.
Enrique Rojas fue invitado a Duoc UC en el marco del seminario “El amor: la gran oportunidad”, organizado por la Dirección de Pastoral, Dirección de Personas y Programa de Ética.
Fuente: duoc.cl
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El amor inteligente
Enrique rojas
Editorial: TEMAS DE HOY
ISBN: 9788499981376
Año edición: 2012
Plaza de edición: Barcelona
256 págs.
Un análisis psicológico profundo que se adentra en el «cuarto de máquinas» de la conducta y se va abriendo paso entre ideas y conceptos, guiado por un principio fundamental: «para estar con alguien es preciso estar primero con uno mismo».
El amor inteligente tiene tres notas básicas en su sinfonía: corazón, cabeza y espiritualidad, sin olvidar que lo cotidiano nunca es banal ni insignificante. El mejor amor se echa a perder si no se cuida a base de pequeños detalles. Un libro que nos ayuda a educar la inteligencia y la afectividad y superar los contratiempos en la relación de pareja.
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El amor inteligente
Enrique Rojas
Itsmo, 240
Escrito en mayo de 1997, el libro El amor inteligente cumplió, en mayo del 98, su vigésima edición en España. El doctor Enrique Rojas vino a México, invitado por la Editorial Planeta, para hablarnos de ese amor inteligente que todos, en el fondo, siempre buscamos. Se trata de conocer los entresijos afectivos para cuidarlos con la cabeza, con miras a lograr ese entramado que es arte y ciencia: el amor humano.
¿Cómo fue la génesis de ‘El amor inteligente’? ¿Qué le llevó a escribirlo?
El libro es la conclusión de mi actividad médica. Dirijo en España el Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas, con tres actividades fundamentales: docente, de investigación y clínica. Escribí una especie de manual aclarando los principales aspectos de lo que es la vida conyugal, porque veo mucha gente perdida en lo fundamental de las relaciones conyugales. Me pareció interesante utilizar la palabra inteligente porque hay muchos amores hechos con materiales de guerrilla, sin cabeza, que nacen rotos, sin solidez en su estructura… es una nueva epidemia que atravesamos. Las tres principales epidemias contemporáneas son: el SIDA en la población media, la droga sobre todo en la gente joven y las roturas conyugales.
La epidemia de divorcios asola buena parte del mundo. En algunos países de Europa es raro encontrar parejas de segunda vez, ya son de tercera o cuarta; dan lugar a lo que he llamado «amores eólicos». En la mitología griega, Eolo es el dios del viento y hace una travesía con Ulises por los mares jónicos y por el norte de Sicilia; Zeus destapa los sobres donde van encerrados los vientos que producen grandes tempestades y catástrofes. Los amores eólicos son la combinación curiosa y novelesca de encuentros insospechados de unas parejas con otras que van y vienen y producen grandes desastres: desorden afectivo, parejas rotas, hijos que van de un lado a otro… Esta tremenda realidad la tenemos a nuestro alrededor. Hoy existe un gran miedo al compromiso, hay pánico ante la epidemia de rupturas conyugales. En Europa la gente de 25 a 30 años no quiere casarse y por eso aparecen las parejas de hecho, no hay compromiso: todo está preparado para la ruptura y si se rompe no pasa nada, porque eso es lo normal.
¿Es válido un termómetro social basado en la madurez o inmadurez sentimental de las personas?
Creo que sí, la madurez es un tema importante y una de las grandes aspiraciones del ser humano. Madurez es criterio, conocer la prioridad de las cosas, poner los medios adecuados para que eso tenga un destino positivo.
El mundo actual es un planeta pequeño, McLuhan le llama «la aldea global». Hay una gran red de información que provoca grandes cosas positivas, como la cercanía y proximidad de la noticia; y por otra parte, mucha gente perdida, desorientada, porque se ha producido un fenómeno de información minuciosa que no es formativa. Lluvia de noticias en cualquier momento que no educan al hombre para que sea más maduro, equilibrado y mejor. Al contrario, lo dejan desalentado porque casi todo lo que es noticia es negativo.
En un artículo reciente escribía sobre la socialización de la inmadurez; es decir, masas enteras de gente inmadura, personas que pueden ser profesionales, que trabajan en lo suyo perfectamente, pero que no tienen madurez.
Estamos acostumbrados a escuchar alabanzas sobre la afectividad pero no sobre la importancia de la inteligencia en la afectividad….
El amor inteligente es una creación personal donde se combinan tres grandes ingredientes: corazón, cabeza y cultura, es decir, en el tablero del ajedrez de la vida juegan una partida los sentimientos y las razones, arbitra la espiritualidad. El amor inteligente se ensambla según ciencia y arte; el amor es ciencia y el amor es arte. Ésa es la gracia de apostar por un amor sólido.
Me explico. En primer lugar, los sentimientos: conocer qué son, en qué consisten, qué características tienen, cómo se potencian. Los sentimientos son perfectibles y defectibles, van a más o a menos, se cuidan o se descuidan, conocerlos es conocer una de las parcelas más privadas de nuestra vida personal. Existe un gran analfabetismo sentimental en el hombre occidental, no sabe nada de los sentimientos. Esto lleva a una enfermedad llamada alexitimia.
En segundo lugar, la inteligencia: capacidad de razonar, de distinguir lo accesorio de lo fundamental, de captar la realidad en su complejidad. En el amor inteligente lo que hace uno es colocar un soporte en donde se apoyan los sentimientos. Hay muchos tipos de inteligencia, en el libro me refiero a una decena: inteligencia teórica, práctica, social, analítica, sintética, discursiva, creativa, matemática e instrumental (a esta última le dediqué un libro: La conquista de la voluntad).
El amor inteligente es aquel que se fija y toma nota del comportamiento del otro para procurar conseguir un mejor acoplamiento.
En tercer lugar, la cultura que es libertad y hace que el hombre sea independiente, tenga criterio, sepa entretenerse y sea capaz de ir contracorriente. Al hombre inteligente no le importa ir contracorriente. El hombre que va a favor de la corriente en general es demagogo, dice lo que la gente quiere escuchar. Yo no quiero hacer eso, quiero decir lo que creo que es la verdad sobre la condición humana. Lógicamente, esa labor es costosa cuando una corriente bastante fuerte va en alguna dirección y algunos venimos en la contraria afirmando mensajes distintos.
¿Qué sugiere para formar a los hijos en la búsqueda por construir un “amor inteligente”?
Lo primero es educar, y la primera educación es seducir por ejemplaridad. No pretender que nuestros hijos vivan cosas que nosotros no practicamos. La coherencia es una pretensión, no se puede decir: «bueno, ya soy coherente, aquí me quedo instalado», sino que es una lucha permanente por compaginar bien la teoría y la práctica. Si entre lo que digo y lo que hago hay una buena relación, ésa es la coherencia.
Una idea subyace a lo largo del libro, y es que, para estar con alguien, primero hay que estar bien con uno mismo. Es decir, para llevarse bien con otra persona, hace falta un cierto equilibrio personal, no perfecto y absoluto, sino una cierta buena composición de la personalidad.
Después, enseñarles la educación sexual. Explicarles con naturalidad, pero sin reducir la educación sexual a la anatomía. Es algo bueno, limpio, pero hay que orientarlo.
La sexualidad es un vehículo, una forma de expresión del amor. La desconexión entre la sexualidad y el amor o la afectividad, engendra grandes desviaciones sexuales y trastornos de la personalidad. ¿Dónde está la sexualidad? Debe estar en la geografía del mundo afectivo y al mismo tiempo tener un componente ético.
La ética no es represión ni es un corsé. Es el arte de vivir con dignidad, el arte de usar de forma correcta la libertad, y es distinta de la moral. La palabra moral viene del latín mor moris que significa costumbre. La moda es un concepto estadístico, si está de moda la droga porque lo hace mucha gente, no por eso la droga es buena. Es decir, existen la norma estadística y la norma ética. La norma estadística es la norma de frecuencia, la ética responde a la verdad del hombre.
Educar es acompañar a alguien para convertirlo en persona libre e independiente; es seducir con argumentos positivos, cautivar con ejemplaridad. Por eso el educador tiene una función fundamental. Hoy hay muchos profesores y pocos maestros.
El profesor enseña una asignatura: matemáticas, física, psiquiatría, y se queda ahí. El maestro sirve de modelo de identidad; al alumno le gustaría parecerse a su maestro porque anuncia muchas cosas, es coherente, tiene un sentido trascendente de la vida, es positivo, se preocupa por los demás… La educación es decisiva, la persona educada tiene una solidez en su ser, no le importa ir contracorriente.
Enseñarles que la belleza más importante no es la física. Es fundamental que una persona sepa descubrir no la belleza exterior, primer anzuelo que tira de uno, sino la auténtica: la belleza interior. El hombre inteligente baja al sótano de la personalidad del otro y descubre lo que lleva, y ahí está la belleza interior que es: categoría, calidad, valores, buen carácter, sentido del humor, cultura, tantas cosas… también está lo negativo.
Por tanto, se va explicando a los hijos el tema, con la propia conducta, sentándose con ellos, adelantándose a dialogar y abriéndoles las páginas fundamentales de la existencia humana, es decir, hablándoles de la verdad del hombre. Es una tarea laboriosa, lenta, gradual, progresiva: pulir, tallar, limar, corregir. Qué gran tarea es la educación.
A veces las madres aplican el amor menos inteligente hacia los hijos, el amor excesivo…
Esto pasa como todo en la vida. ¿Es bueno el orden?, creo que sí. ¿Es buena una persona enfermiza del orden? No. Un maniático del orden sufre porque las cosas no están perfectamente; eso no es la vida.
La sociedad europea, la que mejor conozco, se muere de bienestar. Muchas madres hiperprotectoras dan todo a sus hijos. Un hijo que lo tiene casi todo no va a crecer casi nada. La educación de los hijos posee una vertiente: la sobriedad. La sobriedad es la elegancia de estar por encima de las cosas materiales que uno tiene, y esto hay que enseñarlo.
Luego, en la educación hay un sistema muy importante que es premio y castigo. ¿Qué hace la sociedad? Nos premia y nos castiga. El castigo no de una forma estentórea, llamativa, perdiendo el control; el castigo se hace con seriedad y en cosas concretas, del día a día, o bien se premia con una palabra amable, un elogio.
En una sociedad bombardeada de éxito material, ¿qué elementos tomar en cuenta para saber quién puede ser la persona con la cual llevar a cabo un proyecto de vida?
Lo más importante para la gente joven es acertar en la elección, cuando la equivoca empieza mal la trayectoria personal.
Acertar en la elección significa tener los ojos bien abiertos para captar y fijarse en la persona más adecuada, sabiendo que, inevitablemente, cualquier compromiso a la larga es costoso por el cansancio de la vida.
Normalmente, uno elige pareja a los 17, 18, 19 años; se emborracha de unos ojos bonitos, de un buen tipo. Esto nos ha pasado a todos, es normal; ahí entra el que uno mismo necesita formarse y entra la tarea de los padres, es importante que sean ecuánimes. En muchos casos, la presión negativa ante una novia que no gusta consigue el efecto contrario de lo que pretende: no hay nada tan atractivo como un amor imposible.
Es importante el modelo de persona que uno se fija, se barajan muchos aspectos. Me parece esencial educar a los hijos a que sepan valorar, explorar y conocer los entresijos del campo afectivo.
Cuando un hombre le dice a otro: «te presento a mi novia» o « a mi mujer», está diciendo mucho. Uno elige un modelo físico, psicológico, social, de cabeza; en donde más se retrata el ser humano es en la elección amorosa, queda muy claro lo que uno pretendía.
El corazón tiene razones que la razón desconoce. ¿Hasta dónde debe la inteligencia guiar al amor?
Éste es el reto, la clave: conjugar. En España, antiguamente, cuando los médicos elaboraban recetas, escribían prescripciones al farmacéutico y se indicaba: «Mézclese según arte».
El amor es ciencia y es arte. Cada uno va haciendo con su amor lo mejor que puede combinando estos dos elementos y, por tanto, puede haber y los hay en las diferentes etapas de la vida, momentos muy apasionados. Ocurre en los primeros períodos de la vida conyugal, la pasión está más en primer plano. Pero generalmente, la travesía de la vida afectiva, conyugal, de pareja, suele seguir el siguiente trayecto: del corazón hacia la cabeza. A medida que los amores maduran, se hacen más, no diría intelectuales, pero sí más racionales y aparece la amistad. Amistad es donación y confidencia, un plato fuerte en la vida. Decía Platón en El banquete que el amor es un dios poderoso que mueve al ser humano a lo mejor.
En una sociedad tan escéptica, ¿no resulta ingenuo hablar de que un amor trabajado puede hacernos «felices para siempre»? Al contrario, creo que indica realismo. Es decir, ante lo que uno está viendo se defiende. Es una medida de prudencia. La prudencia es una virtud que los griegos llamaban sinéiresis: estar en la realidad.
Las virtudes morales son cuatro: prudencia, justicia, fortaleza y templanza; se dice que la prudencia es la cochera donde se guardan las otras tres. Lo importante es ser prudente, lo cual no quiere decir que uno no sea vital, dinámico, abierto… La prudencia tampoco es contraria a una cierta osadía o valentía. En una sociedad como ésta, la gente necesita la prudencia, no hay peor carencia que no saber a qué atenerse.
¿Qué nos dice sobre dos pinceladas del amor: ternura y humor?
La ternura es una forma delicada de expresar los sentimientos, saber colocar al servicio de una causa el mundo sentimental la finura, la delicadeza, que se traduce en los modales, y son importantes.
Dice un refrán español: «En la mesa y en el juego se conoce a la gente educada»… y en las relaciones íntimas también, cuando falta la ternura aquello es un ejercicio de gimnasia, un desahogo físico que no dura nada.
Un buen vino no se abre de pronto y se lo bebe uno de golpe, sino que se deja abierto para que se oxide y se toma en una copa especialmente buena. Exactamente igual se hace con la ternura. No sólo en la sexualidad, la ternura se expresa día a día; por ejemplo, un hombre inteligente sabe romper con su mujer el ritmo tedioso de una semana llevándola a cenar, al cine… La capacidad para sorprender positivamente al otro: una palabra amable, una sonrisa, un pasar por alto una dificultad en la comunicación; eso es ternura, evitar discusiones innecesarias. En las parejas mal avenidas la discusión está a la vuelta de la esquina.
Y luego, una persona inteligente utiliza el sentido del humor, la capacidad para reírse de sí mismo. En el fondo eso se llama desdramatizar; el sentido del humor enfría los acontecimientos, los desdibuja, les hace perder la gravedad, uno empieza a reírse de las cosas.
La inteligencia es esa capacidad para distinguir lo importante de lo anecdótico… eso del buen humor tiene también su sitio y primera fila en el amor inteligente.
Llama la atención una frase de su libro: “algunos amores suelen ser bastantes ciegos cuando llegan y demasiado lúcidos cuando se van”…
Eso responde a un viejo principio de la filosofía clásica que afirma: «para ver las cosas claras antes hay que haberlas visto muy oscuras». Yo lo diría con otra frase: «para llegar a donde quieres, tienes que ir por donde no quieres». Es decir, para alcanzar cimas y cotas personales importantes hay que negarse muchas cosas. En ocasiones, cuando el amor es epidérmico, frívolo, light, no tiene futuro ni fondo, no va a ningún lado. Entonces, ¡cuánto enseñan los fracasos! El fracaso enseña lo que el éxito oculta; me emociona ver a una persona con un par de fracasos serios en su vida que empieza de nuevo: llegará un momento en que será una persona recia, consistente, nada la derribará. A eso me refiero con esa frase.
¿Un amor con voluntad puede llegar más lejos que un amor inteligente?
Sí. Una de las grandes carencias o errores conceptuales es que la gente dice: «me he cansado de esta persona». Es el amor inmaduro de los adolescentes de las películas, de la gente que no sabe nada, un amor sin voluntad.
El amor recio de personas maduras, compactas, consistentes, está hecho, tejido, hilvanado y vertebrado de voluntad: la voluntad es la joya de la corona.
La voluntad significa capacidad para fijarme metas concretas en la relación con mi marido o mi mujer. No es luchar, como don Quijote, contra molinos de viento; luchamos para corregir algo concreto: formas de reaccionar, fallas, defectos, imprecisiones, etcétera. El hombre concreto es capaz de ponerse un objetivo, el disperso se diluye.
Uno puede cansarse de su pareja, qué duda cabe. Pero ese cansancio hay que recuperarlo igual que cuando uno está cansado de sí mismo. Mucha gente usa la frase: «Estoy a punto de tirar la toalla, ya no aguanto más, no me aguanto». Entonces, ¿cómo no se va a cansar uno de la persona de enfrente? Se trata de ver, qué pasa y poner orden en la situación. Por eso es tan importante el diálogo, dialogar es un arte. No significa decir al otro las verdades puras y duras, eso no es diálogo. Dice una expresión latina muy clásica: fortiter in re, suaviter in modo. Todo se puede decir, pero depende del cómo, del modo; la manera de corregir a alguien indica elegancia, señorío, estilo.
En la pareja debe existir un diálogo en el que se expongan los temas con claridad, y al mismo tiempo, sin herir al otro. Es un arte y también, como casi todo, necesita aprendizaje.
¿Por qué existe tanta infidelidad? ¿Cómo evitarla?
La fidelidad sigue siendo un valor enorme. No creo en la fidelidad absoluta, sino en el esfuerzo por ser fiel a una persona día a día. La fidelidad no se la juega uno a una carta en una partida especial, es un concepto y una actitud. La palabra actitud, en castellano, significa una forma de estar frente a algo, o sea, la actitud fiel es la correspondencia de cabeza y de hechos hacia otra persona.
Entonces, ¿por qué se da tanta infidelidad? Existen influencias, como las revistas del corazón, que permanentemente traen a colación historias de gente «famosa» que se «sale de pista», que no lleva una vida equilibrada emocionalmente.
Por otra parte, yendo al argumento contrario, la infidelidad no es de las peores cosas que pueden ocurrir en una pareja, porque se puede perdonar. Uno de los actos más grandes que existen es el perdón. Es algo repleto de amor y tiene dos caras: cuando se recibe y cuando se da. Al darlo hay dos pasos: «te perdono» y un segundo paso que es luchar por olvidar. Cuando alguien dice: «yo perdono pero no olvido», no es nada, eso es papel mojado.
El perdón lleva aparejada una operación lenta y gradual de pasar la página. Lo diré de otra manera: la felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria; la persona que pasa las páginas negativas tiene la cabeza bien puesta. Es otra habilidad de la comunicación conyugal. Las personas poco hábiles para la vida conyugal sacan permanentemente la lista de cosas negativas del pasado… La lista de agravios, se lleva por delante lo mejor, y esto es negativo.
¿Por qué el hilo que une a la pareja se ha ido adelgazando? ¿Qué factores influyen para ello?
Existen muchos: hedonismo (entronización del placer; consumismo (lo importante es tener, no ser; permisividad (todo vale; relativismo (nada es verdad ni mentira perdida de un sentido trascendente en la vida; epidemia de rupturas conyugales que, paradójicamente, se constituye en moda; pérdida del sentido del sacrificio, de la renuncia en la vida en general… Son muchos los ingredientes, un mosaico de factores.
Una de las grandes alegrías de la vida es tener una familia unida. Hoy, eso es consecuencia de un esfuerzo grande, en donde uno pone lo mejor que tiene a disposición de esa tarea |