Editorial: Palabra.
ISBN: 978-84-9840-534-7
Plaza de edición: Madrid
Fecha de publicación: 2011.
240 págs.
Sinopsis:
Para comprender el matrimonio debe descubrirse la verdad del amor en que se basa; no basta cualquier sentimiento para amarse ni es suficiente cualquier relación para unirse. ¿Qué hace una institución en medio de una historia de amor? ¿Es posible que el amor sea proclamado en una ceremonia, que sea objeto de un contrato y que un papel lo certifique? ¿Acaso es un sistema legal lo más apropiado para organizar el amor?
El autor trata de dar respuesta a estas preguntas a partir de la necesidad humana del amor y de la débil capacidad humana para amar, para concluir que el derecho opera donde tiene sentido que lo haga, es decir, allí donde las relaciones de justicia pueden vulnerarse.
Esta escasa capacidad del ser humano para el amor adecuado tiene su paradigma histórico en la revolución sexual de la segunda mitad del siglo XX. Descubierta la posibilidad de vivir la sexualidad de un modo insospechado hasta entonces, se acusó al matrimonio de ser una institución que no sirve para organizar el amor. Desde entonces la institución matrimonial ha sufrido una profunda revisión con el propósito de ofrecer a las sociedades modernas algo mejor que una unión basada en una deuda de amor.
El transcurso de dos generaciones desde aquella revolución sexual ha bastado para poner de relieve que el ensayo de lo que se llamó amor libre es un verdadero fracaso social. Si un mayor número de opciones sexuales no se traduce en un mayor índice de felicidad humana, significa que algo hay en el amor humano que reclama otra forma de entenderlo y otra forma de vivirlo.
No es posible comprender el matrimonio si antes no se descubre la verdad sobre el amor en el que se basa. Ni basta cualquier sentimiento para amarse ni es suficiente cualquier relación para unirse. Entre personas capaces y libres, el modelo de unión natural viene determinado por el modelo apropiado de amor natural: aquel que responde a lo que es la persona, el amor auténtico. Comprender, vivir y proclamar la verdad del amor auténtico fue el deseo frustrado de la revolución sexual y es hoy uno de los más importantes retos culturales del siglo XXI.
José Jaime Rico Iribarne (Granada, 1963) es abogado especialista en materias de familia y empresa. Licenciado en Derecho por la Universidad de Navarra y Diplomado por el Instituto de Estudios Europeos de la Universidad Libre de Bruselas, ha sido profesor de la Escuela de Práctica Jurídica del Colegio de Abogados de Lleida.
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(Reseña)
Comprometerse con el amor auténtico. Las claves del matrimonio
Carlos Goñi
Aceprensa, 27-VII-2011
¿Qué hace una institución en medio de una historia de amor? Ésta es la pregunta que se plantea José-Jaime Rico, abogado especialista en familia y empresa, en esta su primera publicación. Para responderla cabalmente, el autor, armado de razones y argumentos “fuertes”, se sumerge en la antropología, rastrea la ética, la sociología y la jurisprudencia, para, finalmente, elevarse a la teología. La condición humana reclama un amor definitivo y exclusivo, que encuentra su lugar natural en el matrimonio, como una forma de traducirlo al lenguaje de la cultura y de las leyes.
Del laboratorio ideológico del siglo surgió el “amor protésico”, un sucedáneo del auténtico que, entre otras cosas, logró fracturar amor, sexualidad, procreación y matrimonio, e introdujo el divorcio como derecho irrenunciable de los cónyuges. Sin embargo, aunque la criticó duramente, no encontró una institución mejor que la del matrimonio para gestionar los amores alternativos. De modo que, en vez de inventar nuevas formas jurídicas, desfiguró la que ya había para dar cabida a todo, porque, como bien afirma Rico, “cuando el ser humano rechaza la naturaleza es para suplirla, no para exterminarla”. La clave consistió en disolver la indisolubilidad, en construir una contradicción in terminis: un matrimonio disoluble.
Dada la dictadura del modelo divorcista, el autor reclama un matrimonio legal para quienes desean un matrimonio natural, en el que poder obligarse al amor auténtico, a un amor no contaminado por esa ideología de la desvinculación que ha penetrado ya muy profundamente en nuestras conciencias. No nos damos cuenta, pero, cuando uno se casa, dice Rico, “está más casado con el divorcio que con su propio cónyuge. Ésta es la libertad del amor en las democracias occidentales”.
A pesar de las dificultades, el autor está convencido de que el matrimonio es la “denominación de origen” del amor a la que acuden, según sus propias palabras, “amores originarios, derivados e incluso desviados”. Casarse es obligarse al amor auténtico, quererse amar para siempre. José-Jaime Rico lo defiende a capa y espada con argumentos profundos y ejemplos sencillos, como sólo lo puede hacer quien vive lo que escribe. |