El 80% de los matrimonios que acuden a los centros de la Iglesia especializados en desavenencias matrimoniales logran salir adelante. María Álvarez de las Asturias, Defensora del Vínculo en el Tribunal Eclesiástico de Madrid, y el sacerdote Javier Mairata, de la Delegación de Familia de la diócesis de Getafe, dialogan sobre cómo prevenir las rupturas matrimoniales.
Enrique Calier
Revista Palabra N°.570
(2011)
María Álvarez de las Asturias colabora con la Fundación COF Getafe (que agrupa los Centros de Orientación Familiar de la diócesis de Getafe), dedicada a la prevención de las dificultades matrimoniales y familiares. Allí aporta su experiencia recogida en el Tribunal Eclesiástico de Madrid, como explicó en Palabra n° 569 (enero 2011). Actualmente, la Fundación COF cuenta con siete sedes en distintos puntos de la diócesis de Geetafe, y atiende más de 1.200 consultas de orientación familiar al año. Su consiliario es Javier Mairata.
María Álvarez de las Asturias y Javier Mairata. Afirman que el 80% de los matrimonios que acuden a centros de la Iglesia especializados en desavenencias matrimoniales consigue evitar la ruptura. El dato resulta elocuente por sí solo y pone de relieve la calidad de los profesionales que trabajan en estos centros. Demuestra, además, que la red de consultorios familiares de la Iglesia constituye hoy por hoy la mejor respuesta al fenómeno- por desgracia demasiado frecuente- de las rupturas matrimoniales.
Cabe recordar, en este sentido, los últimos datos del instituto Nacional de Estadísticas. En 2009 se registraron en España 7.680 separaciones (un 12,3% menos que en 2008) y 98.359 divorcios (un 10,6% menos que el año anterior); y hubo 127 nulidades (10,6% menos que en 2008).
María Álvarez de las Asturias (MAA) y Javier Mairata (JM) colaboran en distintos proyectos encaminados a aprovechar la experiencia de los tribunales, delegaciones de familia y COF en la mejora de la atención a matrimonios con dificultades. A continuación dialogan sobre estas iniciativas.
(JM) Hoy en día se están empezando a conocer los COF, aunque su andadura se remonta a hace más de 30 años. Su principal objetivo es orientar a las personas para que logren una vida matrimonial y familiar equilibrada y armónica. Un aspecto fundamental de los COF es la atención integral de la persona y la familia. A la vez, desarrollan una función de prevención, orientación y asesoramiento, que lleva a cabo un equipo multidisciplinar formado por orientadores familiares, psicólogos, médicos, abogados y sacerdotes.
Crisis más frecuentes
(MAA) Una de las causas principales en las crisis matrimoniales es la falta de un adecuado conocimiento mutuo en el noviazgo. En los procesos de nulidad se constata que en muchos casos se ha accedido al matrimonio careciendo de un proyecto común: los contrayentes no se conocían lo suficiente, no habían hablado de cómo iban a enfocar su vida conyugal, y de qué querían para su matrimonio. La boda aparece más como una meta que como el punto de partida de un proyecto de vida. Es sorprendente cómo en muchas ocasiones los novios… ¡ni siquiera hablaron de tener hijos o no!, cuando es algo fundamental, independientemente de su repercusión sobre la validez del matrimonio.
Otro punto de dificultades es el llamativo número de personas con una seria inmadurez afectiva. La errónea comprensión del amor, entendido como solo sentimiento, y el “derecho a ser feliz”, que ahora se plantea como exigencia, llevan a una idea también muy arraigada hoy: que la felicidad es algo debido. De ahí que se tolere poco cualquier renuncia en la vida matrimonial. Y lo que se considera necesario y bueno por un hijo, un hermano o un amigo, aunque comporte esfuerzo, sin embargo no se soporta cuando se trata del cónyuge.
(JM) En muchas parejas que acuden a las parroquias con deseo de casarse se observa también una formación muy deficiente con respecto al sacramento del matrimonio y una escasa preparación humana y espiritual para poder afrontar las exigencias de la vida matrimonial. Además, la existencia legal del divorcio está detrás de muchas crisis matrimoniales: conduce a que las personas contraigan matrimonios sin estar convencidos al ciento por ciento de que es un compromiso definitivo. Subyace la impresión, aunque sea difusa, de que se puede romper si no funciona. Es algo, además, asumido por no pocas familias, que no apoyan a los cónyuges cuando llegan las dificultades.
(MAA) hay que precisar que, muchas veces, más que dificultades extraordinarias o motivos de nulidad, lo que se produce es una acumulación de circunstancias que desbordan al matrimonio: no es fácil compaginar la vida familiar y la marcha de la casa con la actividad laboral, resulta complicado tener un tiempo en el que estar juntos los dos solos… Y esto, unido a la necesidad de adaptarse a las nuevas circunstancias en las distintas etapas de la convivencia: la necesaria atención a los hijos, los problemas de salud, la relación con las familias de origen ambos cónyuges… Todo eso produce un desgaste y un cansancio que lleva a una falta de comunicación y a un posible distanciamiento entre ellos dos. Aquí es esencial dejar claro que, salvo situaciones excepcionales, “dificultad” no es sinónimo de “motivo de ruptura”; los problemas, generalmente, pueden solucionarse con la ayuda adecuada. Pero hay que pedir ayuda cuando se presentan, con intención de superarlos: no cuando ya se está pensando en la separación.
(JM) El gran problema que vemos en el COF es que los esposos dejan pasar mucho tiempo antes de buscar una ayuda eficaz para la dificultad que están viviendo.
Por un lado, desconocen que estas ayudas existen; y por otro, piensan que lo que está sucediendo no es tan grave y que el tiempo lo solucionará. De este modo, cuando acuden al COF los problemas son ya muy graves.
(MAA) Para explicarlo gráficamente, el esquema de comportamiento suele ser el siguiente: surge una dificultad que es experimentada como tal al menos por uno de los cónyuges; pero no sabe cómo abordarla, opta por esperar a que el paso del tiempo la resuelva. O bien se lo plantea al otro cónyuge, y este no lo considera un problema. De este modo la dificultad sigue latente. Como no se habla de ella abiertamente, tampoco se plantea la necesidad de buscar ayuda para solucionarla. Se produce entonces una grieta en la relación, que se va agravando por la dificultad de retomar la comunicación. En ocasiones, uno de los dos acude a una consulta (con el médico, el psicólogo o el sacerdote). Pero en general no se solicita una entrevista con un especialista hasta que la situación se hace insostenible y unos de los dos ya no ve más solución que la separación.
(JM) Esta es otra cuestión clave: en muchas ocasiones sólo es uno de los cónyuges el que pide ayuda. Pero conviene tomar conciencia de que una dificultad en el matrimonio constituye un problema de ambos. Una dificultad vivida como tal por uno de los cónyuges es un problema que afecta a toda la familia. De hecho, en muchas ocasiones al acudir en busca de consejo sobre una dificultad personal o de relación con los hijos, poco a poco van aflorando en las sesiones conflictos que afectan al matrimonio.
Por ejemplo, unos padres que acuden a la consulta por la conducta conflictiva de su hijo Adolescente.
Luego, en las sesiones se detecta que esos comportamientos responden al conflicto conyugal que se está viviendo en la familia. Por eso los COF tratan a la familia de forma integral.
El arte de prevenir
(MAA) Hay que profundizar en una adecuada preparación para el matrimonio, que no puede limitarse a los cursos prematrimoniales. Parece exagerado, pero a la vista del ambiente social que nos rodea, es fundamental explicar la doctrina de la Iglesia sobre el amor humano desde la infancia, e ir profundizando en ella con los jóvenes, los novios y los esposos. Es necesario enseñar a querer bien.
La propuesta de la Iglesia sobre la sexualidad y los afectos disipa muchos de los prejuicios con que las personas se acercan a la doctrina católica en materia matrimonial. Ayuda a comprender el fundamento de las propiedades y elementos esenciales del matrimonio, como consecuencia de la propia naturaleza del amor matrimonial y no como una supuesta imposición de la Iglesia.
Y como sólo en Cristo puede vivirse el matrimonio en plenitud, hay que invitar y acompañar a los novios y a los esposos para que puedan descubrir esta realidad.
(JM) La experiencia de estos años con los cursos de Educación Afectiva y de Conocimiento de la Fertilidad indica que éste es un camino de gran valor para entender cómo las enseñanzas de la iglesia, lejos de ser un límite, abren un horizonte muy amplio para vivir el amor matrimonial y acercarse a Dios. En este punto, estamos a la espera del Vademécum, sobre la preparación al matrimonio anunciado por la Santa Sede, que nos permitirá revisar cómo realizar esta tarea de un modo mucho más eficaz.
(MAA) Es muy importante profundizar en la formación de la afectividad y la sexualidad, porque en los procesos canónicos se observa que los problemas en la vida sexual son frecuentes. Es unos de los aspectos en los que a los esposos les resulta más difícil pedir ayuda.
Sorprende el número y la duración de los matrimonios no consumados. Esa no consumación puede llegar hasta los cinco o más años después de casados, debido a la imposibilidad que sienten los cónyuges de abordar esta cuestión.
También surgen problemas por una incorrecta comprensión de la paternidad responsable: bien porque se vive al margen de la Iglesia- y esto es fuente de conflictos si uno de los cónyuges quiere ser fiel al Magisterio-; bien por una mala comprensión de la doctrina, que lleva a pensar que hay que tener los hijos que sea, cueste lo que cueste, y no como fruto de una decisión responsable; o bien al suprimir las relaciones sexuales una vez que deciden no tener más hijos, lo que es fuente de serias dificultades y produce un alejamiento entre los cónyuges.
(JM) En este aspecto de la paternidad responsable se ven enormes carencias formativas. Es muy necesario educar a los novios y a los matrimonios, en lo que esto significa y en el conocimiento de la fertilidad, pero no como si fuera un método más, sino desde la verdad antropológica que expresa, que les permite vivir la paternidad y la maternidad como don y tarea. Hay muchos que creen que los métodos naturales de Conocimiento de la Fertilidad son “la anticoncepción lícita en la Iglesia” y no es así. Conocer la fertilidad de la pareja les permite a los esposos ejercer la paternidad responsable distanciando los embarazos, cuando ven en conciencia que es necesario, pero también ayuda, en muchos casos, a los matrimonios con dificultades a tener hijos, a lograr el deseado embarazo. Además de ayudar a los esposos en otros muchos aspectos de la vida conyugal.
Colaboración
(JM) Otro punto importante es la colaboración entre los tribunales eclesiásticos y los COF. Los cursos que hemos realizado en nuestra diócesis sobre orientación familiar en el contexto de la formación Permanente para sacerdotes han dado mucho fruto. Estos cursos de introducción a la orientación familiar han servido para que los sacerdotes sepan identificar adecuadamente las situaciones matrimoniales y deriven a un especialista los casos que van más allá del acompañamiento espiritual y requieren una ayuda específica. En Getafe se han abordado estas cuestiones de un modo eminentemente práctico, a través de intervenciones de la doctora Marta Pedraz, orientadora familiar; de María Álvarez de las Asturias, para transmitir la experiencia de los Tribunales; y de miembros de la Delegación de familia.
(MAA) En este ámbito, los miembros de tribunales colaboran de distinta forma: con intervenciones en escuelas de padres y en cursos prematrimoniales; atendiendo las consultas que reciben de sacerdotes, profesores y conocidos referidas a matrimonios con dificultades; y también colaborando con los COF. Conviene aclarar que es posible colaborar en esta tarea de formación y atender las consultas, pero teniendo en cuenta que podría plantearse un conflicto de intereses: no se puede asesorar en un caso concreto y luego intervenir en el proceso como juez o defensor del vínculo.
Por las consultas que recibimos, se observa que entre los sacerdotes hay un gran desconocimiento acerca del funcionamiento del tribunal y, en general, del proceso de nulidad. Generalmente, consultan sobre los pasos a seguir para iniciar un proceso; por tanto, habría que hacer un esfuerzo para reforzar y dar a conocer los servicios de asesoría que existen en los tribunales. Además, entre los miembros de los tribunales hay un claro deseo de colaborar de forma más activa en la preparación de los seminaristas y en la formación permanente del clero.
A modo de conclusión
Al final del dialogo, María Álvarez de las Asturias y Javier Mairata concluyen que es muy importante: explicar a novios y matrimonios (y a quienes les forman y acompañan) las dificultades que pueden ser más frecuentes; aclarar que no necesariamente se van a encontrar con esas dificultades; concretar cómo se pueden superar y qué ayudas tienen a su disposición si surgen, y distinguirlas de las dificultades extraordinarias, que ocasionan daños mucho más graves y difíciles de sanar en una relación. Esto ayuda a comprender que generalmente “dificultad no es sinónimo de #motivo de separación”.
Subrayan que el número de matrimonios que llegan a un tribunal eclesiástico es muy pequeño con relación a los matrimonios que se celebran, y que el 80% de las personas que acuden al COF encuentran la ayuda que necesitan para renovar y fortalecer su vida conyugal y familiar.
Y sobre todo, resaltan la importancia de anunciar la verdad del matrimonio, aunque el mensaje se reciba con escepticismo.
Porque la verdad acaba por imponerse y el anuncio de que se puede vivir un auténtico amor matrimonial hace que muchos sientan el deseo de vivir así, aunque les parezca difícil. Y, además del anuncio9, hacer un mayor esfuerzo en el acompañamiento de la vida matrimonial y en la coordinación de todos los ámbitos de la pastoral familiar. |