  
                                    I. Realidad y  abstracción de la familia 
                                        A. La Tarea:  búsqueda de un fundamento 
                                      La  familia no es una abstracción, sino una realidad. Una realidad de un carácter  único, que exige un tratamiento científico especial. 
                                      Hay  un modo de acercarse a la familia que consiste en considerarla como un objeto  de estudio puramente cuantitativo y experimental, como una cosa entre las demás  cosas del mundo. 
                                      Y  desde luego, la familia es una cosa; pero no como las demás cosas. En ella se  articulan seres humanos, vidas, afanes, decepciones y alegrías. Si uno se  acercara como frío investigador  a la  familia, y comenzara a diseccionarla para ver   su anatomía interna, sólo obtendría el esquema limitado de la visión  cuantitativa que ha echado sobre ella. 
                                     
                                      Diría,  por ejemplo, cómo se ha extendido la familia hasta el momento por el mundo, qué  tipos han existido, cómo se ha extendido la familia hasta el momento por el  mundo, qué tipos han extendido, cómo se articulan sus relaciones con el todo social.  Incluso con ayuda de ordenadores electrónicos podría hacer un estudio, iniciado  ya por Meyer Fortes, que simulara la experiencia de una comunidad de familias  durante un largo periodo. Se construir   primero un modelo estructural de familia y se le irían aplicando luego  elementos variables, como índices de natalidad y de mortalidad, duración de las  uniones, incidencias socioeconómicas, etc. con ellos se determinarían  variedades de familia que podrían aparecer en diversas circunstancias. 
                                      Parece  que estos casos sofisticados pueden incluso quedarse cortos a la hora de  determinar la variedad de esos grupos domésticos. Porque el carácter  indefinido  o plástico del hombre es  capaz de ocasionar muchas más variaciones, imprevistas para el programador de  un ingenio electrónico. 
                                      Y  lo que es más importante, el ordenador electrónico diría cómo ha sido la  familia hasta el momento y cómo puede ser mañana; pero no diría nada acerca de  lo que  debe ser la familia. 
                                     
                                      El  científico se atiene al aspecto cuantitativo y anatómico de la familia, habría  perdido su sentido vital, su fisiología, el significado que se incrusta en cada  elemento  que la compone.  
                                      El  factor cualitativo, unificador y fundamentante de la familia es el amor. Y no  está fuera de lugar, al comenzar un estudio sobre las formas de familia, hacer  mención del amor. Porque no hay otra salida "científica" para  explicarlas. O mejor dicho, con otra salida sería escamoteado y aplazado  indefinidamente el sentido unitario y total de la familia, por relación al cual  quedan "entendidas" sus distintas formas. 
                                      Este  escamoteo es frecuente encontrarlo incluso en la Antropología social. En verdad  dicha disciplina se interesa por la familia desde un punto de vista externo o  social. Ve las modalidades que la familia adopta, las maneras que tiene de  funcionar, observa sus corruptelas, el engarce que mantiene con la ciudad o el  Estado, etc. Pero queda fuera de su mirada lo que da sentido a todo eso, lo que  hace de la familia un todo viviente: el amor y su finalidad.  
                                     
                                      No  ve el todo. Y esto metódicamente está   bien o es correcto. Pero a veces da un paso más y sacrifica el todo por  la parte, diciendo que lo que ve por los cristales cuantitativos de su método  experimental es la cualidad  y esencia  misma de la familia. Por ejemplo, cuando encuentra que es muy elevado el número  de familias desavenidas o desarregladas tiende en seguida a pensar que el  número hace ley, concluyendo que la familia del futuro ya no puede estar ligada  por vínculos permanentes, porque estadísticamente la humanidad tiende a formas  débiles de unión. Pasa del plano del ser de los hechos empíricos al plano del  deber  ser. 
                                      No  atiende al fundamento de la familia, al amor, que podría indicarle cómo debería  ser la familia si el amor se cumpliera con todas sus exigencias. Del  "ser" de la familia, de su "identidad" (ser comunidad de  vida y amor) brota su operatividad, su "deber ser", su  "misión": el cometido que ella "está  llamada a desempeñar en la historia brota de  su mismo ser y representa su desarrollo dinámico y existencial. Toda familia  descubre y encuentra en sí misma la llamada imborrable, que define a la vez su  dignidad y su responsabilidad: ¡Familia, sé lo que ‘eres’!". 
                                      
                                    B. Los límites  de entendimiento 
                                        1.  El límite estructural: parentesco y roles 
                                      A  través de dos ejemplos  se podrá  comprender el alcance de estas afirmaciones.  El primero se refiere a la realidad de la familia; el segundo a su  universalidad. 
                                    a)  En la actualidad, cualquier libro de Antropología social define a la familia  por los lazos de parentesco: "es una agrupación social cuyos miembros se  hallan unidos por lazos de parentesco", dice Beal.  
                                      Esos  lazos se reducen a tres relaciones básicas: la primera tiene un polo masculino  y otro femenino y es llamada relación conyugal, reconocida como matrimonio por  lo demás miembros de una sociedad;  la  segunda se da entre el complejo conyugal y los hijos, y es llamada relación  paterno-filial. La tercera tiene lugar entre los hermanos y es llamada relación  fraternal. 
                                      El  conjunto más elemental de estás relaciones es llamado "familia  nuclear", porque desde ella se desarrollan otros grupos familiares más  complejos, como la familia conjunta, en la que bajo la autoridad de los padres  maduros viven los hijos con sus esposas y nietos.  
                                      Definida  la familia por simples lazos de parentesco, el antropólogo considera superfluo  identificarla por los lazos biológicos. La familia biológica debe entonces ser  explicada por los lazos de parentesco, y no al revés. Dice Durkheim: "La  familia no es el grupo natural de padres y de hijos que la unión de sexos  engendra, sino una institución social, producida por causas sociales". 
                                      Incluso  se puede aducir algún caso que otro de pueblos que no reconocen la vinculación  biológica que el parentesco puede tener. Los nueré, un pueblo de África  oriental, tienen una curiosa costumbre: si un hombre muere en la batalla antes  de casarse, un pariente suyo puede casarse "en su nombre" con una  muchacha. Pagado el precio de la esposa, los hijos que ésta tenga, aunque sean  de un amante de todos conocido, serán considerados como del esposo muerto; e  incluso le heredarán. He aquí un ejemplo -se dice- de cómo el vínculo de  parentesco se superpone externamente al lazo biológico. 
                                     
                                      Sin  embargo, no se debe exagerar está desvinculación. Normalmente la relación de  parentesco se desarrolla socialmente montada sobre la relación biológica, la  cual sería su fundamento último y daría lugar al analogado principal de las demás  relaciones de parentesco; a saber, daría lugar a la familia biológica. La  comunión conyugal constituye el fundamento sobre el cual se va edificando la  más amplia comunión de la familia, de los padres y de los hijos, de los  hermanos y de las hermanas entre sí, de los parientes y demás familiares. 
                                     
                                      Está  comunión radica en los vínculos naturales de la carne y de la sangre y se  desarrolla encontrando su perfeccionamiento propiamente humano en el  instaurarse y madurar de vínculos todavía más profundos y ricos del espíritu:  el amor que anima las relaciones interpersonales de los diversos miembros de la  familia, constituye la fuerza interior que plasma y vivifica la comunión y la  comunidad familiar. 
                                      La  familia es unidad social porque es unidad biológica. La unidad meramente social  tiene mucho de artificial, puesto que los lazos de parentesco son entendidos  por cada cultura de muy diversa manera.  
                                     
                                      Pero  la Antropología social se ha contentado con aceptar los sistemas de parentesco  como clave total para definir la familia. Ha hecho de la parte un todo.  
                                      Mas  no se debe olvidar que el todo es antes que la parte. Y antes que el parentesco  está la familia biológica formada por el padre, la madre y los hijos. 
                                      El  estudio del parentesco explica las diversas modalidades de atribución del  nombre de padre, madre, tío, primo, etc., e indica los derechos y deberes que  tienen los sujetos nombrados con ese título. A la colección de términos  relacionados se le aplica la etiqueta "familia", que muchas veces,  claro está, no coincidir  con la familia  biológica.  
                                      Si  encontrásemos un  ámbito cultural en el  que los parentescos no respondiesen a los nuestros, sólo  hallaríamos de nuevo la distribución distinta  de derechos y deberes, pero no por ello los padres dejarían de ser padres. La transformación  del orden del parentesco en nada afecta a la vinculación real de la madre con  el hijo, por ejemplo. A su vez, el vínculo biológico necesita un orden fundante  (el del amor) para constituir la familia en sentido propio. 
                                    b)  El segundo ejemplo viene suscitado por la pregunta siguiente:  
                                      Es  universal la familia nuclear? ¨se da siempre en todas partes? 
                                      Los  antropólogos no ponen en duda  la  universalidad de la familia nuclear. G.P Murdock indica que la familia nuclear  es universal, porque cumple siempre funciones vitales, sexuales, económicas  reproductivas y educativas. Es universal   bien de manera aislada, o de manera conjunta. Del mismo modo, Parson  hace observar que la familia es necesaria para la socialización sin una  reglamentación de las relaciones sexuales y sin una atención a los niños dentro  de grupos pequeños. 
                                      En  este punto los antropólogos afinan el planteamiento y dicen como Levy y  Fallers, que una cosa es la familia nuclear como grupo concreto, o sea, como  agrupación real de individuos, y otra el conjunto de relaciones de la familia  nuclear, o sea el sistema de roles que en ella hay. La familia nuclear debería  definirse precisamente por el sistema de roles o relaciones, que son:  esposo-esposa, padres-hijos, hermanos-hermanos. Pues bien, estos roles podrían  distribuirse entre sujetos que no constituyen un grupo. La universalidad de la  familia nuclear no estaría en la "universalidad concreta", sino en la  "universalidad abstracta" de los roles. 
                                     
                                      De  hecho los antropólogos aducen ejemplos en los que parece apoyarse esa  hipótesis. El gran antropólogo Malinowski describió las costumbres de los  habitantes de las islas Trobriand. Para estos hombres, la mujer concebía cuando  entraba en su cuerpo un espíritu. Las relaciones sexuales  no tenían en sí mismas un significado  reproductivo. Pese a ello, los hombres mantenían relaciones sociales con los  hijos de las esposas, aunque normalmente el rol del padre era asumido por el  hermano de la madre. Los roles básicos de la familia nuclear se mantenían aquí  también, pero desempeñados por personas que a veces ni siquiera estaban  vinculadas por lazos de sangre. 
                                      Levy  y Fallers no consideran, por tanto, correcto decir que existe universalmente la  familia nuclear; porque es más exacto decir que   existe universalmente  el complejo  de relaciones de la familia nuclear. Así se explicaría el hecho de que un niño  a quien le falta uno de los padres pueda ser educado dentro de un complejo de  roles, cumplidos por personas distantes en el parentesco y que sustituyen  concretamente al núcleo biológico de la familia. 
                                     
                                      Levy  y Fallers llegan incluso  a decir que las  funciones biológicas que darían lugar al nacimiento del hijo sean referidas a  ese conjunto de roles  no a individuos  concretos; o sea, que lo concreto tiene que   ser explicado por lo abstracto. El padre y la madre reales podrían ser  sustituidos por cualquier individuo apto para procrear (incluso por una máquina  que en un futuro lejano pudiese sintetizar sustancias genéticas), siempre que  hubiese una institución nodriza que garantizase el complejo de roles propio de  la familia. Obviamente se acaba por reducir el sujeto a objeto, la persona a  cosa. 
                                      Como  contrapartida, el estudio que el psicoanalista R. A. Spitz ha hecho sobre los  orígenes de la comunicación humana es concluyente. El lactante, además de  exigir  la satisfacción de sus  necesidades fisiológicas, tiene necesidad de un afecto especialísimo por parte  de los padres. La alta moralidad inútil en los hospicios es buena prueba  (negativa) de ello. Ni siquiera las  instituciones más científicamente organizadas pueden sustituir a la madre.  Existe un trastorno en el desarrollo del niño que se conoce con el nombre de  "hospitalismo", que no se presenta en el seno de las familias. El  hospitalismo psíquico  prueba que el niño  no puede vivir sin amor, aunque exista una persona que cumpla el rol mecánico  de alimentarlo. Exige desde el principio la compenetración con la madre, con la  persona que le brinda el amor 
                                     
                                      Si  comprendiésemos a la familia como un conjunto de roles definidos o como un  grupo de parentesco, se nos habría escapado lo que la familia es y el ideal de  perfección al que se orienta. Quien se contente con definir a la familia por  los roles que en ésta se cumplen se parece al crítico que juzga el valor  poético de un verso por la disposición concertada de las sílabas. El poema,  como la familia, tiene un sentido profundo. El de la familia está marcado por  el amor. 
                                    2. El limite  evolutivo 
                                        a) Exigencias  del evolucionismo. 
                                      Las  limitaciones que acompañan al antropólogo cuando estudia  estructuralmente a la familia vuelven a  surgir cuando las preguntas pasan de las coordenadas estáticas o estructurales  a la coordenada evolutiva o genética. 
                                      La  Antropología social acentúa que la familia no es una forma inmutable o una  esencia eterna, sino que en su existencia y constitución depende de las fuerzas  y condiciones empíricas que se entrecruzan en la historia. La familia no sería  principio, sino resultado, o sea, resultante de factores económicos, políticos,  ecológicos y tecnológicos. 
                                     
                                      Nada  tiene de extraño, pues, que el antropólogo se pregunte si hay algún nexo de  dependencia genética de unas formas de familia respecto de otras. ¨Habrá  una evolución temporal de formas de familia  desdibujadas y tanteantes a formas de familia más desarrolladas y perfectas?  Estás preguntas apasionan a los evolucionistas se refieren al desarrollo y  conexión que la configuración familiar ha tenido en el tiempo. 
                                      Los  evolucionistas han respondido afirmativamente a esta pregunta. La familia  actual monogámicamente -han dicho- deriva evolutivamente  de un estado de promiscuidad primitiva,  pasando por fases intermedias, como el matriarcado. Está postura hizo furor en  la segunda mitad del siglo pasado y en la primeras décadas del presente. Se ha  corregido de muchas maneras, pero el sentido general de la tesis se ha  mantenido. Por eso no ser ocioso, sino instructivo, acechar está tesis en el  mismo momento de su nacimiento: en el siglo pasado 
                                     
                                      Pero  antes de ponernos a examinar está tesis, conviene advertir que en el fondo de ella  previamente comparten los evolucionistas tanto antiguos como modernos una  solución al problema de saber si la familia es un principio en la historia o es  un resultado de la evolución; a saber: han respondido que la familia no es un  hecho de naturaleza, sino que es creación de la historia y de la sociedad. 
                                     
                                      Como  es resultado o producto, está claro que podremos encontrarnos más adelante con  otras formas de unión que no sean precisamente la familia monogámica. La  evolución hace y deshace entidades. Ella lo justifica todo; como el surgimiento  de las comunidades israelíes o Kibuts, en las que se disuelve la solidaridad  familiar en favor de la lealtad a otros grupos. 
                                      El  evolucionismo considera que el desarrollo de la humanidad se da como un  continuo progreso en el que lo superior diferenciado -como la libertad  la moralidad- se ha derivado de lo anterior  indiferenciado o impersonal. En este proceso de despliegue, cada etapa  subsiguiente es superior a las anteriores y se halla más cerca de la verdad,  siguiendo una línea ascendente. La humanidad, por tanto, inicia su despliegue  social partiendo de una fase en que faltan leyes éticas y religiosas,  desprovistas incluso de fenómenos culturales. 
                                      Como  desde el punto de vista filosófico se aprecia que hay un hiato ontológico  irreductible entre lo impersonal y lo personal, los evolucionistas cuidan mucho  de apoyar sus tesis con gran profusión de datos empíricos.  
                                      No  es momento oportuno para discutir la tesis filosófica central del evolucionismo  -el paso de lo impersonal a lo personal-, por eso vamos a recalar en su  argumentación atendiendo a los hechos empíricos que aducen. 
                                      En  el esquema evolucionista que sirvió de modelo a las actuales posturas, la humanidad  pasó de la agamia o estado de promiscuidad absoluta a la monogamia o estado de  unidad perfecta entre dos cónyuges solamente. Entre el más y el menos habría  una serie de escalones que la humanidad debería haber pasado antes de llegar a  la monogamia. 
                                     
                                      Los  datos empíricos que el evolucionismo maneja han sido tomados de pueblos  culturalmente diversos. Incluso algunas fases han sido propuestas sin tener una  base documental seria. Pero esas fases tenían que ser admitidas porque eran  necesarias para unir los anillos de la cadena evolutiva. 
                                    b)  Construcción evolucionista de las formas de  familia. 
                                      Un  evolucionista  cuya mente fuese guiada  por ese esquema simple, construiría las fases de aparición de la familia del  siguiente modo: 
                                      *)  Agamia 
                                      En  el punto de partida de la evolución pondría la fase de agamia o de promiscuidad  absoluta. Este estado carecería de toda norma que regulara las relaciones entre  los sexos. Todos los hombres  -se  afirmaría- tenían acceso a todas las mujeres, incluso bajo la relación incestuosa. 
                                     
                                      Está  tesis es compartida por el iniciador de la teoría evolutiva sobre la familia:  Bachofen, quien hace cien años afirmó que los hombres recién salidos de la  animalidad vivían en pequeños grupos; pues si querían llenar las necesidades  naturales, no tenían más remedio que vivir unidos. A continuación, varios  grupos sentirían la necesidad de unirse para defenderse, constituyendo entre sí  hordas, las cuales serían semejantes a rebaños de animales. Con facilidad se  unirían y se separarían, No tendrían normas de convivencia permanente ni  regulaciones  sociales o morales de su  vida sexual. Sólo exigencias externas a esas uniones, como los factores  económicos y defensivos, harían que de la primitiva promiscuidad surgieran  formas estables de unión. 
                                      La  teoría de la promiscuidad sexual ya ha sido abandonada por muchos antropólogos.  Y ello porque en ninguna población primitiva se encuentran trazas que autoricen  a suponer la existencia de esta fase. No se pueden dar pues, pruebas positivas  con hechos. Los estudios que se han realizado sobre los no civilizados que  todavía existen, tipos que representan la civilización más antigua de la  humanidad, como los pigmeos, atestiguan todo lo contrario, a saber: que la  familia primitiva era parecida a nuestra familia individual y monogámica. 
                                      Los  pueblos primitivos de culturas de repliegue, estudiados por Schmidt, tienen  normas rigurosas que protegen el matrimonio monógamo y prohíben las relaciones  prematrimoniales y el adulterio, como los negritos de Filipinas, los  bosquimanos de Africa del Sur, los senoi de Malaca, los kubu de Sumatra, etc.  En estos pueblos, las corruptelas y las modalidades de unión que son lesivas de  la familia viven siempre a expensas de la familia y no se conciben sin una  relación a ella. 
                                     
                                      También  entre los pueblos cazadores y recolectores que todavía perviven se da la  protección del matrimonio monogámico, como  los  capaya del Ecuador, los bubi de  Fernando Poo, los bhils de la India, etc. Aunque entre ellos aparecen también  algunas corruptelas, éstas sólo son inteligibles por referencia a la familia.  Por ejemplo, algunos de estos pueblos toleran el adulterio; pero la persona  adúltera sigue perteneciendo a la familia legítimamente constituida. 
                                      Asimismo,  se da el caso de la promiscuidad entre jóvenes: pero es preciso observar que  ello tiene lugar justo inmediatamente antes o después de los ritos de la  pubertad, que son una preparación para el matrimonio. "La falta absoluta  de contención -dice Dawson-, que se creyó erróneamente ser un aspecto  característico de la vida salvaje, no es más que un mito romántico. En todas  las sociedades primitivas se regulan las relaciones sexuales mediante un  complejo concienzudo de restricciones, cuya infracción no significa meramente  una violación de la ley tribal, sino también una acción moralmente censurable.  Esas normas tienen su origen en el temor al incesto, crimen fundamental contra  la familia, puesto que conduce a la desorganización de los instintos  familiares  a la destrucción de la autoridad  familiar. 
                                     
                                      Si  los datos empíricos en este caso no ofrecen pruebas para deducir  la existencia   del régimen de promiscuidad primitiva, tampoco una leve reflexión sobre  la constitución biopsíquica del hombre permite concluir semejante estado  primitivo. ¨Podría haberse formado la humanidad como tal en el régimen de  promiscuidad? 
                                      En  las especies animales, cuando las crías necesitan de cuidados especiales, la  naturaleza procura que se dé una relación más o menos permanente entre los  hijos y los progenitores, Los mismos primates son monógamos o polígamos sus  asociaciones son tan duraderas que,  como  dice humorísticamente Ralph Linton, serían consideradas en Hollywood como un  record impresionante. 
                                      En  la especie humana  esto es más radical  aún. Como han indicado los estudios de Adolf Portmann , las crías humanas  tienen un desarrollo lento, desde el punto de vista físico mental, y su  debilidad física se prolonga hasta pasada la pubertad; ello exige la protección  continua y prolongada  de una célula de  acogimiento y perfeccionamiento: la familia. 
                                      Si  a esto se añade que hay una diferencia enorme entre el ciclo humano  reproductivo y el periodo de dependencia de la prole, se hace insostenible la  teoría de la promiscuidad. En efecto, "en condiciones naturales -dice  Linton- las mujeres tienden a generar a intervalos de 18 meses, como media,  mientras que el periodo de dependencia del niño respecto del adulto, para  sobrevivir físicamente, puede ser fijado en 10 años. Es difícil prever cómo una  especie en la que existen tales desarmonías pudiese sobrevivir faltando  uniones  permanentes que aseguraran a la  mujer la asistencia del macho en la cura de la prole. 
                                    *)  La familia colectiva  
                                      Si  se ha seguido con atención lo dicho sobre el estado de promiscuidad, se  comprender  que por pura lógica evolutiva  el estado siguiente sería el de la familia colectiva, en la que los hijos no  reconocerían ni al padre ni a la madre, sino al grupo o sociedad en que todos  se integran. 
                                      El  evolucionista distinguiría, en esta familia colectiva, dos fases lógicas: la  primera, en que sólo se prohibieran las uniones entre padres e hijos, mas no  entre hermanos y hermanas; la segunda, más avanzada, en la cual se prohibirían  también las uniones entre hermanos. 
                                      Pues  bien, Lewis H. Morgan, que tuvo decisiva influencia en los posteriores teóricos  del evolucionismo familiar, como Marx y Engels, adoptó esa secuencia. 
                                     
                                      1.  En primer lugar, dice Morgan, se dio la fase de la familia consanguínea, en la  que sólo se prohiben las uniones entre padres e hijos. La familia consanguínea  se caracteriza por el matrimonio entre hermanas y hermanos, excluyendo a  quienes pertenezcan a generaciones diversas. 
                                      Morgan  ve un resto de familia consanguínea en el sistema de parentesco de los Punalua,  pueblo del archipiélago de Hawai (Polinesia). Los Punalua tienen un sólo nombre  para indicar todos los parientes de una generación, sin distinguir el grado de  su mayor o menor consanguinidad. Así, makua designa al padre, a la madre, a los  tíos y las tías. A juicio de Morgan estos son restáis que indican que en la  base hubo una familia consanguínea fundada en la unión de hermanos hermanas. Y  el padre es llamado con el mismo nombre que el tío materno, porque en una fase  anterior los dos se casaban con sus hermanas. Al faltar reglas de relaciones  sexuales, todo padre era desconocido: el verdadero padre no era distinto de sus  compañeros de tribu. Padre y tío materno eran, pues, padres. 
                                      Como  se puede apreciar, el procedimiento de Morgan es bien sencillo. Supone primero  que todo evoluciona; sigue suponiendo después que las formas de lo que se llama  "pueblos primitivos" son apéndices de fases anteriores. Con los  fenómenos observados en estos apéndices pretende reforzar la suposición  primera. Pero pocos antropólogos estarían dispuestos a aceptar que los pueblos  que hoy se llaman primitivos pueden parangonarse con fases humanas alejadas en  el tiempo por miles de años. 
                                      De  hecho se ha visto que los sistemas de parentesco de los Punalua, mediante los  cuales se quiere probar un estado anterior de matrimonio por grupos, no  responden a la parentela de sangre, sino que indican diversos grados de edad y  jerarquía. La jerarquía social se funda en la edad; de manera que  "padre" no significa "padre real", sino "señor". 
                                     
                                      Del  mismo modo, el matrimonio entre hermanos y hermanas, que era común en las  grandes civilizaciones del Perú y Egipto, y que se ha participado  en algunas   poblaciones de Polinesia y África oriental, no responde necesariamente a  un arcaísmo evolutivo: expresa sobre todo una forma de orgullo de casta o de  sangre y se limita casi siempre al rey o a la aristocracia, cuyas castas no  quieren degradarse uniéndose con ciertas clases más bajas. Este orgullo  dinástico puede llegar incluso a prohibir que las hermanas del rey se casen,  como ocurre en un sector del Sudán. Está prohibición lleva implícita la  aceptación de que la única persona digna de unirse a la hermana del rey es el  rey mismo. Cuando este ya ha contraído matrimonio con otra hermana, las  estantes no pueden casarse, pero pueden tener amantes. Este fenómeno de ninguna  manera es un primitivismo; responde a un elenco cultural muy complicado, como  es el de la formación de la aristocracia. 
                                     
                                      2.  La forma que lógicamente segura a la de la familia consanguínea es la del  matrimonio por grupos, en el que está   presente la prohibición de desposarse los hijos con los padres y los  hermanos entre sí. En este caso, todos los hombres de un grupo se casan  conjuntamente o en bloque con todas las mujeres de otro grupo; y viceversa. 
                                      Todos  los hombres del primer grupo tendrían acceso a todas las mujeres del segundo,  sin el requerimiento de asignaciones individuales. 
                                      Morgan  acepta también está tesis. Y aunque ve que la existencia del matrimonio por  grupos no puede ser descubierta en parte alguna, piensa que  se deduce de hipotéticas reminiscencias que  sólo pueden ser consideradas como tales si previamente se acepta la doctrina  evolutiva. Esas posibles reminiscencias serían, de una parte, la costumbre que  algunos pueblos tienen de poner a disposición del huésped la hija o la esposa,  y de otra parte, las excursiones amorosas colectivas  que practican los jóvenes de ciertas tribus  hacia los jóvenes de otra tribu. 
                                      Pero  en verdad difícilmente podría aceptarse que éstas son reminiscencias  Especialmente por que coexisten con la organización familiar y sólo tienen  sentido respecto de ella. Cuando el jefe de familia pone la mujer a disposición  del huésped lo hace por un motivo psicológico: el de quedar ambos unificados  afectivamente dentro de una misma personalidad. Por otra parte, el hecho de las  excursiones amorosas se asocia a los ritos de la pubertad, encaminados a la  preparación de los jóvenes para el matrimonio. 
                                      La  familia consanguínea y del matrimonio por grupos son manifestaciones graduales  de la familia colectiva. Después de ésta tenía que surgir, por lógica  consecuencia evolutiva, la familia individual, en cuyas primeras fases sería  poligámica. 
                                    *)  La familia individual 
                                      Está  comienza cuando uno de los cónyuges puede ser reconocido como progenitor por  parte de los hijos. 
                                      1.  El primer grado de familia individual, dentro del esquema evolutivo, sería el  matriarcado. El primer progenitor conocido, por natural observación de los  hechos, sería la madre, que era quien los daba a luz. Los miembros de la  familia, no alejados todavía de la promiscuidad primitiva, se agruparían en  torno a la madre, determinado desde ésta el parentesco y la transmisión de la  herencia. O sea la existencia del matriarcado se explicaría por la persistencia  del estado de promiscuidad, en el cual era imposible saber con certeza cuál era  el verdadero padre. Si el padre era incierto, sólo la madre podía funcionar  como centro de la familia: De aquí surgiría la ginecocracia: la madre favorecía  sólo a los que se sometían a su influencia. El primer estado matriarcal fue  entonces poliándrico: una mujer tendría varios maridos.  
                                     
                                      Morgan  acepta el matriarcado como una fase intermedia, necesaria dentro de la  evolución. Quienes le siguen se esfuerzan en encontrar fenómenos no muy remotos  que puedan ser considerados como reminiscencias de aquel estado. Por ejemplo,  en ciertos indígenas australianos modernos pueden encontrarse aspectos que  apuntan a un régimen de matriarcado. Se citan también las observaciones que  Heródoto hizo acerca de las costumbres de los habitantes de Likia, costumbres  que considera excepcionales dentro de las desarrolladas por sus contemporáneos. 
"Los  Likios tienen costumbres tomadas unas de los cetenses, otras de los crios. Hay,  sin embargo, entre ellos una que  les es  propia y que no se halla en ningún otro pueblo. Llámense con el nombre de su  madre y no con el de su padre. Si alguien pregunta a su vecino quién es, éste  se identifica por su madre y nombrar las madres de su madre. Si una mujer  libre se casa con un esclavo, sus hijos son  considerados como libres. Si un hombre libre, aunque sea el primero entre  ellos, tiene una mujer extranjera o esclava, los niños nacen en la misma  condición degradada" (Heródoto, I,173). 
                                     
                                      La  fase más perfecta que sigue al matriarcado, desde el punto de vistas de la  lógica evolutiva, es el patriarcado. Ahora padre y madre son ya conocidos; los  hijos viven con la mujer, sometidos al padre o al hermano mayor. 
                                      La  primera forma de patriarcado sería la poligámica, en donde los hijos casados  seguirían viviendo bajo la autoridad del padre.  
                                      La  segunda forma de patriarcado sería la monogámica, con sólo dos cónyuges, que es  el actual régimen de hecho en los pueblos civilizados. La familia monogámica es  individual. 
                                      Sin  embargo, los antropólogos actuales critican la relación cronológica que se  establece en el paso del matriarcado al patriarcado. 
                                      En  primer lugar, matriarcado y patriarcado son conceptos muy borrosos y de hecho  la Antropología social los usa con grandes prevenciones. Son conceptos  sacados  del posible dominio de un sexo  sobre el otro. Este predominio puede ser de muy diversa índole, basado bien en  el aspecto económico, bien en el numérico, bien en el genealógico, o en  cualquier otro. La antropología social se encuentra con pueblos en que cada  sexo predomina en uno o varios aspectos, pero no en todos. Así es difícil  hablar de matriarcado o patriarcado. Son meros conceptos-límite, hacia los  cuales puede aproximarse una cultura, pero no responden a la constitución efectiva  de ésta. 
                                    *)  Levirato y sororato. 
                                      Por  último, los evolucionistas afirman que la fase perfecta que sigue al  matriarcado, desde el punto de vista evolutivo, es el patriarcado. Pero piensan  que entre el matriarcado y el patriarcado deben incluirse unas formas intermedias  que no llegan al patriarcado deben incluirse unas formas intermedias que no  llegan al patriarcado perfecto y que responden a ciertos hechos observados, a  saber: el levirato y el sororato, tipo de unión matrimonial polarizados por la  mujer. 
                                      El  levirato es una institución que obliga al hermano de un difunto a casarse con  la viuda. El sororato, en cambio es una institución que obliga al viudo a  casarse con la hermana de la difunta mujer. Levirato y sororato serían pues,  costumbres de sustitución, entre gentes que acaban de salir del estado materno. 
                                      Los  antropólogos actuales piensan, en cambio, que el levirato y el sororato son  formas relativamente tardías, surgidas de particulares condiciones sociales y  económicas. Y casi todos admiten que se derivan de la institución monogámica.  Hay  ámbitos de formas monogámicas en  donde el matrimonio es vínculo permanente que no puede disolverse ni siquiera  con la muerte de un cónyuge. En la duración del vínculo se ve comprometida  entonces la familia entera, la cual conserva un derecho indisoluble sobre el  cónyuge. 
                                      Desde  luego las formas de levirato y sororato son comprensibles en las familias  matrilocales, porque garantizan la asistencia continua  de los varones. El varón tiene en una familia  matrilocal un valor económico indiscutible. Sólo cuando el varón es un vago es  repudiado por las hembras de la fallecida; suele no encontrar pareja, como  ocurre entre los indios chiricahuas. 
                                    c)  El fundamento. La familia como unidad de amor 
                                      El  amor es el fundamento mismo de la familia. ¨Qué es el amor y cuál es su  alcance? Está pregunta tiene pleno sentido: porque‚ no todos entienden de igual  manera la naturaleza del amor. Brevemente podemos tipificar tres modos de amor:  el individualista, el colectivista y el personalista. 
                                    1.  El amor en el individualismo (La familia individualista). 
                                      El  individualismo afirma que esa red de relaciones que llamamos matrimonio y  familia no es más que una  ficción. Si  exponemos está postura en términos filosóficos, podemos decir que en la realidad  de un lado, sustancias, y de otro lado, relaciones entre sustancias. Lo  sustancia es el individuo que descansa en sí mismo y no tiene necesidad de  otro  para existir; lo relativo es lo  que necesita de otro, lo que se vierte as  otro. En la realidad sólo hay individuos sustanciales, lo que se llama  "relación" entre esos individuos es algo ideal, una mera ficción  creada por los individuos mediante pacto, consenso o acuerdo. Así el matrimonio  y la familia, como red de relaciones, es una pura creación humana, sin  dimensiones reales que obliguen a respetar las lecciones normativas que  pudieran partir de ella. 
                                     
                                      Lo  real es el individuo; lo fingido es la familia. En está postura se concibe la  esencia de  cada individuo como algo  singular: la esencia humana se identifica con la existencia particular de cada  hombre: cada individuo singular, la esencia humana no es realmente  universal. El individuo es, como su nombre  indica, in-divisum, cerrado y  enquistado en sí mismo, sin poros por los que se comunique con los demás. No  hay posibilidad de afirmar la comunicación ontológica y normativa entre los  individuos. La unidad relacional del matrimonio y de la familia es simple  ficción. La esencia humana se identifica con la existencia particular de cada  hombre: cada individuo singular tiene su esencia particular de cada hombre:  cada individuo singular tiene su esencia particular. La "esencia  humana" es una mera flatulencia verbal, un nombre impuesto por el decir  humano, sin repercusión real. 
                                     
                                      El  individualismo resume la actitud del tigre. ¨Pues quién visto un tigre, en  condiciones normales, cazar y vivir en manada? El tigre es solitario. Se  abastece contando con sus propias fuerzas. Para él los demás animales,  incluidos los otros tigres, son los rivales, la competencia. Si partiendo de la  vida del tigre se quisiera construir una teoría de la familia habría que  afirmar que el individuo es lo primero y radical; éste se constituye en  solitario desde sus más propias   necesidades, cuyos requerimientos deben ser cumplidos en franca  competencia. Si partiendo de la vida del tigre    se quisiera construir  una teoría  de la familia habría que afirmar que el individuo es lo primero y radical; éste  constituye en solitario desde sus más propias necesidades, cuyos requerimientos  deben ser cumplidos en franca competencia con los demás individuos. 
                                      El  modelo de familia construido se rige entonces   por la dinámica del personal y arbitrario hacer, de la zancadilla al  menor descuido. La familia, para ésta teoría, sería una relación postiza,  sobreañadida al sustancia individuo: primero es el  singular, con todos sus derechos; después  viene la familia, sin ningún  derecho, o  por lo menos con derechos reformables, achicables o agradables, como globos de  juego, según la hora y el punto de la confluencia de intereses. El individuo,  como cada tigre, defiende su propio territorio. Un hombre en la familia apenas  es un hombre. 
                                     
                                      Parte  el individuo de un optimismo exagerado, piensa que el hombre es bueno por  naturaleza, de modo que en la soledad de su autonomía, en su constitución  auténtica, sin vínculos que obliguen, hace la vida perfecta: por lo que le  molesta la comunidad básica de la familia. Está tiene así un sentido meramente  utilitario, pues expresa el interés propio: se constituye y se disuelve por  convención, pacto o consenso.  
                                      Hay,  pues, dos tesis capitales que el individualismo aplica al caso del amor.  Primera: que todos los hombres son libres e iguales por naturaleza, teniendo  por ello derecho todos a la felicidad y, en particular, a esa forma de felicidad  que se llama amor, buscada libremente. A esta tesis parece que nada podría  objetarse. Segunda: que, en virtud de la bondad natural del hombre, las  tendencias amorosas están en nosotros para que las sigamos, sin considerar sus  consecuencias o sus repercusiones en el hijo, en el cónyuge, en la sociedad  entera; en tal caso uno es moralmente virtuoso sólo cuando es sincero con esas  propias tendencias y las deja ir de suyo. Por esta segunda tesis -en contra de  la cual se acumulan varias objeciones- el amor se bastaría a sí mismo; sería  incluso "inmoral" subordinarlo a algo. 
                                     
                                      Con  buscar el bien propio o personal queda satisfecho y realizado el amor. El  propio instinto sexual sólo se ordena el placer individual y no se subordina a  otra cosa. En el acto amoroso cada uno guarda su libertad. Cualquier vínculo de  felicidad, de obediencia o de asistencia entorpece la naturalidad de la  satisfacción y la autarquía del individuo. El amor es autónomo incluso frente a  toda ley moral: carece de una finalidad objetiva distinta del incremento de la  individualidad. Sólo el individuo es competente para juzgar el triunfo o la  bancarrota del amor, el carácter permanente o efímero  de su desarrollo. Cualquier intento de  organizar o fijar desde fuera el amor ser   calificado de "inmoral".  
                                      Por  ese derecho que se atribuye al individuo sobre la existencia y el sentido del  amor, se puede aceptar el divorcio, la limitación de nacimientos, el aborto  provocado, etc., ¨Por qué‚? Porque la paternidad o la maternidad figurarán  siempre para el individualista como obstáculos para la libertad del amor. El  otro es un estorbo, sea hijo, sea marido, sea quien sea. "En la base de  estos fenómenos negativos está  muchas  veces una corrupción de la idea y de la experiencia de la libertad, concebida  no, como la capacidad de realizar la verdad del proyecto de Dios sobre el  matrimonio y la familia, sino como una fuerza autónoma de autoafirmación, no  raramente contra los demás, en orden al propio bienestar egoísta. 
                                      De  aquí surge una curiosa paradoja: el individualista, a fuerza de recabar para sí  la libertad privada sin limitaciones, acaba por reconocer que quien únicamente  debe cuidar de un estorbo individual es el Estado. El hijo sólo es útil para el  Estado: luego el Estado debe educarlo y acogerlo. 
                                    2.  El amor en el colectivismo (La familia colectivista). 
                                      Pero  si exageramos la unidad entre los hombres y la concebimos como un universal  real que engloba a los singulares, estaremos en el polo opuesto del  individualismo, a saber, en el colectivismo. En este caso, la sociedad es algo  real, definible incluso como sustancia. La unidad relacional deja de ser  ficción para convertirse  en un terrible  Saturno que devora a sus hijos. Aquí se sigue admitiendo que sólo las  sustancias son reales: pero las sustancias existentes  es la sociedad. Los individuos aislados son  puras abstracciones, entes fingidos. En la sociedad sólo hay una cosa: el todo;  los individuos son partes del todo  y de  la sustancia, nunca esencias plenas, como no lo son las partes de nuestro  organismo: manos, pies, etc. Si la sociedad es el todo, el individuo queda  convertido en simple función dentro de ese todo. El individuo es menos real que  la sociedad.  
                                     
  "Lo  verdadero es el todo" decía Hegel. Y el individuo, ¨qué es? Un mero  componente dialéctico de la sociedad. El hombre sólo tiene derechos en la  sociedad, por la sociedad y para la sociedad, es un mero medio o instrumento de  ésta. Como se ve el colectivismo es una  filosofía de la colmena. Y ¿quién ha observado  una abeja, o una hormiga, trabajando para sí misma? En sus vuelos, en sus idas  y venidas, en sus acarreos del néctar, sólo tiene una finalidad: el  aprovisionamiento de la colmena. La abeja solitaria -esa abeja Maia de  programas televisivos- es pura ficción literaria. La abeja como singular, sólo  tiene sentido para el todo. Fuera de este colectivo, para ella sólo hay la  extinción inmediata. 
                                      Si  partiendo de la vida de las abejas se pretendiese establecer una  teoría de la familia, se podría sostener que  lo primario es la colmena, el todo, el colectivo, por quien dan su vida y sus  intereses los individuos. Estos carecen ya de sustancialidad propia. No existe  primero el sujeto y después la relación social advenediza. Primero es el todo  social, la relación sistemática, la estructura unitaria. Después viene, como  apéndice recambiable, el individuo. Lo sustancia es el todo. La totalidad es la  que tiene exigencias y requerimientos, vida propia y aspiraciones, a cuyas  voces debe plegarse el singular, si no quiere   dejar de ser hombre. 
                                     
                                      Pero  a su vez, por encima de la familia, aglutinándola, está esa macro familia  llamada Estado colectivista, que termina en el socialismo uniformador, que  aglutina vorazmente las individualidades, que las anula, donde ser persona  equivale a ser funcionario, ser empleado. 
                                      En  la futura sociedad colectivista, esbozada por el marxismo, todas las relaciones  amorosas del hombre estarán proyectadas desde la esfera del colectivo social.  Para ser manipuladas a discreción, precisan perder su carácter de  indisolubilidad. Todos los marxistas se aprestan a sostener el carácter  revocable de la unión matrimonial, en lo que concuerdan sospechosamente  con el liberalismo e individualismo que  combaten. El amor tiene que ser variable, a plazos,  justo porque tiene que quedar disponible para  tareas "más altas" socialmente. 
                                      El  amor tiene que entrar como un "elemento más"  en la edificación de la sociedad. En cuanto  parte integrante de ella, podría ser hoy invitado a ser antimalthusiano -porque  el -índice de natalidad sea estimado como "elevado" por el colectivo  dirigente-, pero mañana podrá  ser urgido  a la esterilización forzosa -por razones inversas-. Un amor es verdaderamente "amor",  en el colectivismo, en la medida en que está   comprometido en la lucha liberadora de la humanidad; y esto equivale a  decir: cuando está  subordinado al todo  absoluto, a la objetividad pura y vasta de la ciudad socialista. A ésta hay que  ofrecer el hijo para ser controlado y educado. (Tesis compartida por el  liberalismo o individualismo más extremo). 
                                     
                                      Tanto  el individualismo como el colectivismo provocan una situación límite para la  familia, enérgicamente denunciada por el Papa: "Instituciones y leyes  desconocen injustamente los derechos inviolables  de la familia y de la misma persona humana, y  la sociedad, en vez de ponerse al servicio de la familia, la ataca con  violencia en sus valores y en sus exigencias fundamentales. De este modo la  familia, que, según los planes de Dios, es célula básica de la sociedad, sujeto  de derechos y deberes antes que el Estado y cualquier otra comunidad, es  víctima de la sociedad, de los retrasos y lentitudes de sus intervenciones y  más aún de sus injusticias notorias. 
                                    3.  El amor en el personalismo (La familia personalista). 
                                      El  personalismo afirma que tanto las sustancias individuales como las relaciones  familiares tienen realidad, pero según un orden jerárquico. Porque realidad en  sí y por sí sólo la sustancia, el individuo; en cambio, realidad respectiva,  referencial es sólo la relación familiar, porque precisamente descansa en los  individuos. 
                                      Unidad  absoluta  y sustancia es, por lo tanto,  el individuo; pero existe además la unidad relativa y accidental de la sociedad  y de la familia: unidad relativa o de orden que abraza la multiplicidad  absoluta de los individuos integrantes. Pero que sea accidental quiere decir  sencillamente, frente al colectivismo, que no es un todo o una sustancia que  absorba  y devore a sus elementos. Sin  embargo, no es tan "accidental" que quede reducida a mera ficción o a  pura irrealidad, anulable por pacto como quiere el individualismo. Está unidad  es "necesaria" y no simplemente adventicia. Sin pertenecer a la  esencia del individuo, puede ser causada por los principios esenciales de la especie  humana. En la familia - al igual que en el todo social- los hombres son  previamente personas y nunca se pueden subordinar como medios al fin de la  comunidad familiar (o social, en sentido más vasto). Si la unión de personas  fuese como un todo estricto, los sujetos humanos se constituirían como personas  sólo en la medida en que figurasen  como  partes de un todo que los asumiera y dirigiera totalmente. 
                                     
                                      Salvada  la realidad de las sustancias individuales, hay que salvar también la realidad  de las relaciones en que se encuentran. Tan real es la persona como el orden  social (familiar) que la engloba. Lo social   no se identifica con la simple acumulación o adición externa de lo  individual; y esta posición de individuos no hace la sociedad. La sociedad es,  más bien, la unión moral de personas que realizan un fin conocido y querido por  todos; ese fin es justo su bien común. En la sociedad auténtica hay, pues,  unidad de fin (que es conocido y querido por todos) y unidad de voluntades (que  realizan el bien común). Por eso, las relaciones entre los miembros de una  sociedad no son puramente individuales, pues está n determinadas por el bien  común, o sea, por la unión de fin. Aquí se cumple el adagio: el todo es más que  la simple suma de sus partes; pero ese "más" no es sustancia, sino  relación.  
                                    Cualquier  acto o hecho individual adquiere entonces significación social cuando surge en  él una relación a la causa final, al bien común que, siendo indudablemente un  fin del individuo, es una instancia superior a lo meramente individual: por  referencia a esta causa final quedan los actos humanos especificados como  sociales. 
                                     
                                      Frente  al individualismo y al colectivismo se puede pretender ver el personalismo como  “término mediador”: unas veces como un punto   central equidistante de los extremos, otras, como una extraña mezcla o  amalgama  de aquellos modelos. Algo así  como uno de esos personajes de fábula, mitad humanos y mitad animales, con que  la fantasía puebla los mitos. 
                                      Más  el personalismo no es ni término medio, ni sincrética mezcla. Porque afirma la  radicalidad del individuo como persona, como sustancia, pero también su  profunda insuficiencia. Sostiene también que lo social no es algo advenedizo y  tangente a lo personal: la relación social penetra en el interior del hombre, es  necesaria al individuo; sin ella, éste no se cumplirá como hombre. De la  sustancia individualidad brota la original aportación del singular al grupo;  pero el individuo no se agota en esa relación social: en la medida en que  saliendo al encuentro del otro ofrece su contribución desinteresada, queda para  sí mismo, se dispone a ser más personal e individual. 
                                    El  personalismo el algo original, esencial, y como tal, fuente de novedad  permanente, cuyas exageraciones son precisamente el individualismo y el colectivismo,  los modos de ser del tigre y de la colmena. 
                                     
                                      Como  aplicación particular del personalismo al tema de la familia conviene aclarar  que la familia es una relación; dicho de otra manera: la unidad familiar es una  unidad de orden o relación .sólo cuando varios (dos) individuos cooperan  ordenadamente a un fin común, se puede decir que hay comunidad o sociedad  familiar  ¿Y cuál es el fin de la  familia, el bien común por el que se constituye como comunidad básica? Sencillamente  el marcado por la esencia del amor. Decía Saint Exupéry que el amor no consiste  tanto en mirarse el uno al otro, como en mirar los dos juntos en una dirección.  Por amor realizan dos en una misma obra, una idea, un proyecto de vida. Ese  proyecto de vía no es arbitrario, sino que está fundado en la constitución  humana de la que brota el amor. 
                                    Nosotros  no nos hemos hecho sexualmente complementarios; y por ser ya sexualmente  complementarios, podemos libremente proyectar una comunidad conyugal de ayuda  mutua; éste es un integrante de ese proyecto de vida. Además nosotros no nos  hemos hecho físicamente aptos para procrear; por eso asumimos el proyecto que  la naturales dibuja de fecundidad en los hijos. Ésta comunión conyugal hunde  sus raíces en el complemento natural que existe entre el  hombre y la mujer y se alimenta mediante la  voluntad personal de los esposos de compartir todo su proyecto de vida, lo que  tienen y lo que son; por esto tal comunión es el fruto y el signo de una  exigencia profundamente humana. 
                                     
                                      El  matrimonio es una idea organizada por un amor libre y fundado en la  constitución humana. 
                                      Está  situación distingue profundamente el amor individualista del amor personalista.  El individualismo dice en el matrimonio basta que dos seres humanos se pongan  de acuerdo, sin subordinarse a un bien común; los contrayentes se comportan  como contratantes, como  comprador y  vendedor de un producto. En el personalismo, en cambio, las dos personas se  subordinan a un bien común, a una idea que se pretende realizar. En el  individualismo, los contrayentes desean compensar el bien de cada uno en una  tensión: te doy para que me des, te doy algo para que me des más; está tensión  entre rivales, entre dos contratantes.  
                                      En  el personalismo no hay tensión entre rivales, entre dos negocios, queda  equilibrada justo mediante un plazo jurídico entre los contratantes. En el  personalismo no hay tensión de rivalidad: no es el caso de que uno juegue a la  baja y otro a la alza, no hay dos rivales ni dos seres que hagan cada uno su  negocio; porque los dos hacen juntos un mismo asunto: hay un consorcio de vida,  una comunidad de destino, en donde lo primario no es el acuerdo de voluntades,  sino el fin común por el que se unen. “la institución matrimonial no es una  injerencia indebida de la sociedad o de la autoridad ni la imposición  intrínseca de una forma, sino exigencia interior del pacto de amor conyugal que  se confirma públicamente como único y exclusivo. 
                                      Profundicemos  un poco más en la esencia del amor: 
                                    El  amor es, en primer lugar, personal. No se dirige a una cosa a unas cualidades o  propiedades de un sujeto, sino  al ser  mismo de ese sujeto. En ello se distingue del simple enamoramiento, que  permanece prendido en las cualidades (rostro, figura, gracia) del otro. Amamos  también las cualidades del otro, pero pasando por su persona. Deseamos que  tenga cualidades, en el caso de que no las posea, y en la medida en que las  puede tener. Amar es así afirmar el valor absoluto de un sujeto. Está  afirmación personal del amor conyugal debe ser subrayada frente a la mentalidad  que considera al ser humano no como persona, sino como cosa, como objeto de  compraventa, al servicio del interés egoísta y del solo placer; la primera  víctima de tal mentalidad es la mujer. 
                                     
                                      Como  valor absoluto, el otro es, para el amante, insustituible: nadie puede  suplantarlo,. Afirmarlo como valor absoluto, significa darlo por bueno, pues es  bueno que exista. Para el amante, el mundo sería inimaginable sin la existencia  del otro. 
                                      El  amor es, en segundo lugar libre. Solamente ama quien es dueño de sí mismo;  quien no está como sujeto, dominado por un objeto, dominado por un objeto, ni  siquiera por el ámbito objetivo de sus propios instintos. Solo puede afirmar a  un sujeto otro sujeto que se autoposea. Auposeerse es condición de dar: sólo el  que se posee libremente ama, porque es plenamente sujeto. El amor fracasa  cuando no es libre, cuando por ejemplo, se deja vencer por el sexo. “La  persona” es reducida a “cosa” en “el contexto de una cultura que deforma  gravemente o incluso pierde el    verdadero significado de la sexualidad humana, porque la desarraiga de  su referencia a la persona” 
                                      En  este caso, el otro es mirado como objeto de placer, queda cosificado,  despersonalizado. Es entonces cuando el amor se hace intolerable, vacío y  frustrante. 
                                      El  amor es, en tercer lugar, esponsalicio. El tono erótico es integrado en el amor  desinteresado. Entre dos personas del sexo opuesto hay está característica  especial: su constitución sexuada tiene una finalidad objetiva que el amante no  puede ni eliminar angélicamente ni subvertir bestialmente. La entrega del amor  es entrega esponsalicia.  
                                      Porque  el amor humano dirigido a la persona del otro sexo no es ni puramente  espiritual ni puramente biológico. En consecuencia, la sexualidad mediante la  cual el hombre y la mujer se dan uno a otro con los actos propios y exclusivos  de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo  íntimo de la persona humana en cuanto tal. 
                                    Ella  se realiza de modo verbalmente humano, solamente cuando es parte integral del  amor con que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la  muerte.  
                                    La donación física total sería un engaño si no fuese signo y fruto de  una donación en la que está presente toda la persona, incluso en su dimensión  temporal; si la persona se reservase algo o la posibilidad de decidir de otra  manera en orden al futuro, ya no se donaría totalmente. 
                                      Este  amor es expresión de la unidad de cuerpo y espíritu: “en cuanto espíritu  encarnado, es decir, alma que se expresa en el cuerpo informado por un espíritu:  “En cuanto espíritu encarnado, es decir, alma que se expresa en el cuerpo  informado por un espíritu inmortal, el hombre está llamado al amor en está su  totalidad unificada. El amor abarca también el cuerpo humano y el cuerpo se  hace partícipe del amor espiritual”. Es entrega a un ser, a un sujeto pero a un  sujeto sexuado. 
                                      El  amor, es en cuarto lugar, total. No es un acceso cuantitativo a otro, no va al  otro poco a poco, escalando por cada una de sus propiedades. Es un acceso  cualitativo y ontológico a un tú, es afirmación absoluta del sujeto; es una  entrada inmediata en el sujeto, o se da o no se da. Esto exige que el valor  absoluto del propio ser personal. Absoluto, quiere decir, no repartido,  exclusivo. Así lo exige el ser personal de amor: uno con una. El amor o es uno  o no es amor. La poligamia, que reparte el amor con varias personas, trata  al sujeto como objeto, lo cosifica, lo  cuantifica, dando sólo una parte allí donde se reclama un todo. 
                                      El  amor es quinto lugar, incondicional. 
                                    Precisamente  porque no se dirige a un objeto, a una cosa, sino a un sujeto, no puede estar  sometido a condiciones cosificantes, como, por ejemplo, los límites temporales.  El sujeto es eterno por su espíritu. Su entrega exige duración,  indisolubilidad. De ahí que el divorcio sea la subordinación de la persona a la  cosa, a las cualidades o propiedades que se tienen, pero no al ser que se es.  Por eso muchas veces la actual "cuestión del divorcio" se ha enfocado  mal por unos y por otros.  
                                     
                                      En  esta cuestión sólo se debate un tema: si el hombre es persona espiritual o si  es un simple primate evolucionado. Si es un sujeto espiritual o si es un objeto  refinado. Si es capaz de amor y de entrega incondicional o si está condicionado  completamente por sus instintos. Brevemente, si es hombre o no.  Refutar el divorcio sólo por razones  utilitarias - con el argumento de que  el  divorcio es un trastorno para la sociedad o que crea dificultades para la  educación de los hijos - es caer en una trampa: porque estamos perdiendo el  todo por la parte. La indisolubilidad se debe a razones suprautilitarias, a  motivos ontológicos, o sea se debe a la naturaleza de la comunión de amor. 
Únicamente  entonces comprendemos que las dificultades que amenazan la convivencia  conyugal, por fuertes que sean, sólo pueden ser motivos de separación temporal,  nunca de divorcio, o sea, de resquebrajamiento del vínculo. Nunca pueden ser  causa de destrucción del hombre como persona. 
El  arbitrio, aparte de ser primordialmente una testificación de  Dios, es una testificación complementaria de  la dignidad del hombre frente a la bestia. Hoy al hombre se le pide esa actitud  de martirio. 
                                     
                                      El  amor es, en sexto lugar, leal. Precisamente porque el amor no brota de una cosa  cuantitativa o de un objeto férreamente construido, no perdura por simple  inercia: hay estados espontáneos que lo pueden hacer peligrar, desde el punto  de vista subjetivo, y condiciones externas que lo pueden asfixiar, desde el  punto de vista objetivo y social. La voluntad debe conducirlo, ratificándolo  públicamente expresándolo en un contrato. De este modo, subjetivamente la  sociedad responde a ese amor con una voluntad de protección, ofreciendo las  condiciones para que los esposos puedan volver reiteradamente al amor y  fomentarlo. Una legislación social que no incluyera la protección y defensa de  contrato matrimonial indisoluble, estaría hecha para seres todavía no  humanizados. Para años hombres sería irracional. 
                                      El  amor es, en séptimo lugar, creador. Creador porque colabora en el sentido  esponsalicio de la entrega,  cuya  finalidad objetiva  está en el hijo.  Creador también porque colabora  en el  descubrimiento progresivo del otro. “En su realidad más profunda  el amor es esencialmente don y el amor  conyugal, a la vez  que conduce a los  esposos al recíproco “conocimiento” que les hace “una sola carne”, no se agota  dentro de la pareja, ya que los hace capaces de la máxima donación posible, por  la cual se convierten en cooperadores de Dios en el don de la vida a una nueva  persona humana. De este modo los cónyuges,   a la vez que se dan entre sí, dan más allá de sí mismos la realidad del  hijo, reflejo viviente de su amor, signo permanente de la unidad conyugal y  síntesis viva e inseparable del padre y de la madre”. 
                                     
                                      El  amor mismo no varía; o se da o no se da: sólo varía el descubrimiento  progresivo del otro. 
                                      Con  esta larga explicación del amor se pone un contrapunto a la consideración  meramente objetiva de la familia, definida por meros roles y grados de  parentesco. La familia cobra entonces sentido pleno. Sentido que se da solamente  “en el amor conyugal y familiar - vivido en su extraordinaria riqueza de  valores y exigencias de totalidad, unicidad, fidelidad y fecundidad”. 
                                      Y  sólo ahora estamos capacitados para comprender el grado de “saturación”  ontológica que las distintas formas de familia pueden  tener de amor. 
                                    II.  Estructura de las formas de familia 
                                      Los  antropólogos utilizan tres criterios principales para diferenciar las formas de  familia: el de filiación o vínculo con los antepasados, el de la residencia de  los cónyuges y el del número de estos. 
                                    1. Familia  matrilineal y patrilineal 
                                      a)  Siguiendo el vínculo de los antepasados, o la filiación, la pertenencia a una  familia es testimoniada por el uso de un nombre, común a todos los miembros de  ella.  
                                      Ese  nombre, transmitido sólo a través del vínculo marido-esposa y del vínculo  padres-hijos puede ser tomado de uno de los cónyuges,  de manera que el otro lo pierda. Tenemos  entonces dos casos: si se  toma del  cónyuge masculino, surge el patrilinealismo. Si se toma del cónyuge femenino,  aparece el matrilinealismo. No se debe confundir lo matriarcal con lo  matrilineal. 
                                      b)  Atendiendo al lugar de residencia de los cónyuges, cuando  la pareja casada establece su propio hogar,  surge la familia conyugal. Pero si cada pareja va a domiciliarse en un lugar  preexistente, justamente en el hogar ocupado durante la soltería, tenemos la  familia consanguínea. Si se establece en el hogar del varón, surge el fenómeno  del patrilocalismo; la esposa va a convivir con su marido, entre los parientes  inmediatos de éste. En caso de que la pareja resida en el hogar  de la mujer, aparece el fenómeno del  matrilocalismo: el marido vive con la esposa, entre los parientes de ésta. 
                                     
                                      El  matrilocalismo y el patrilocalismo tienen razones económicas en su base. Se  deben la mayoría de los casos al hecho de que la esposa es comprada por un  varón y vendida por sus padres. Si es comprada mediante la donación del trabajo  del varón, surge el matrilocalismo. Si es comprada mediante dinero, aparece el  patrilocalismo. Tanto en un caso como en otro, se trata de un m‚todo económico  para adquirir esposa. 
                                      No  se debe  confundir lo matrilocal con lo  matrilineal, ni lo patrilocal con lo patrilineal. De hecho hay familias  patrilocales que son matrilineales; y familias matrilocales que son  patrilineales. 
                                    2.  Familia matrilocal y patrilocal. Matriarcado  y patriarcado 
                                      a)  El matrilocalismo es, pues, un método para adquirir esposa: el varón ofrece su  servicio personal en casa de los padres de ella para compensarles por la  pérdida de una hija. 
                                      La  estructura de la familia matrilocal es muy simple: 
                                      Sólo  las hijas se quedan en casa al casarse; los hijos en cambio la abandonan al  contraer matrimonio. De este modo queda el hogar configurado así: 
                                      anciana   __________________   marido 
                                      hijas   ________________   hijos solteros 
                                      nietas     ________________   maridos 
                                      biznietos solteros 
                                    Todos  los miembros femeninos están unidos entre sí por vínculo de sangre. En cambio,  los miembros masculinos que funcionan como esposos proceden de lugares  distintos. 
                                      La  cohesión de las mujeres restringe la autoridad de los varones dentro del hogar.  Estos se consideran extraños entre sí  y  siguen ligados a su tribu de origen. De este modo, la tribu o el clan en que  ahora residen resulta ser política y militarmente débil. 
                                      Un  caso típico de patrilocalismo lo ofrecen los apaches chiricahuas en el sudoeste  de los Estados Unidos). Se trata de un pueblo nómada que vive de la caza y  recogida de alimentos. A efectos de caza y recogida de alimentos. A efectos de  caza y recolección las familias se unen esporádicamente en bandas que  fácilmente se disuelven. Veamos cómo se articula la vida de los sexos en el  matrilocalismo. 
                                      Los  hombres se alejan con frecuencia del campamento, para realizar sus misiones. En  cambio, las mujeres ejercen labores domésticas: preparación dela comida,  confección de vestidos y recolección de plantas silvestres. 
                                      Los  hombres se ocupan de la caza y de la guerra; las mujeres en cambio, realizan  las faenas de aseo y conservación del hogar, construcción  y reparación de viviendas, cuidado de los  niños, cerca del campamento 
                                      Los  hombres cazan en solitario o en grupos pequeños; forman las bandas guerreras  con pocos hombres que fácilmente se desvinculan. Las mujeres, en cambio,  trabajan asociadas con otros de la misma familia. 
                                      Los  muchachos salen frecuentemente del hogar y van perdiendo la identificación con  la familia en que nacen y se educan. Las muchachas, en cambio, permanecen en el  hogar, supervisadas por sus parientes femeninos. Conforme crecen se identifican  cada vez más con la familia donde han nacido. 
                                      Los  hombres cooperan muy poco en las actividades económicas de la familia. En  cambio, la economía se salva gracias a la unión de las mujeres. La armonía  entre las mujeres y su peso económico inclina hacia la residencia matrilocal. 
                                     
                                      Los  varones hermanos y primos del mismo sexo viven juntos y consolidan sus lazos  durante toda su vida. También las hembras, hermanas y primas, viven juntas y se  preparan para la vida doméstica. Pero entre hermanos o primos del sexo opuesto  las relaciones son muy formales y restringidas, esquivándose mutuamente; se  tratan con gravedad y nunca a solas. Entre ellos tienen prohibido el trato  sexual, por lo que los varones tienen que buscar cónyuge fuera del hogar. 
                                      b)  También el patrilocalismo es un método para adquirir esposa: la residencia  patrilocal es establece preferentemente en los pueblos donde la adquisición de  esposa se hace mediante la compra en dinero o en especie. 
                                      La  estructura de la familia patrilocal es similar a matrilocal, sólo que  invertida: 
                                      Todos  los hijos se quedan en casa al casarse, de ahí resulta: 
                                      anciano _________________ esposa 
                                      hijas solteras 
                                      hijos ______________ esposas 
                                      nietas solteras 
                                      nietos  ____________  esposas 
                                      biznietas solteras 
                                      Todos  los miembros masculinos están unidos entre sí por vínculos de sangre; las  mujeres son  de procedencia muy diversa. 
                                      La  cohesión de los varones incrementa la autoridad y la fuerza de la tribu. 
                                      Un  caso típico de patrilocalismo es la familia tanala de Madagascar. 
                                      Los  tanalas se dedican a la horticultura, junto a una densa selva y cerca de las  montañas. Cultivan arroz. Las tierras tienen por ello que dejarse en barbecho  cinco años. Además deben talar bosque para conseguir nuevas tierras. 
                                      El  cabeza de familia organiza y dirige las actividades de sus miembros, reteniendo  todos los beneficios del suelo, aunque   procura el sostenimiento de todos ellos. Es heredado por el hijo mayor. 
                                      La  familia es autosuficiente económicamente, pues produce los artículos que los  miembros necesitan. 
                                      El  trabajo se halla repartido según la edad y el sexo: la tala y el  cultivo son realizados por los varones; está  faena es tanto más eficaz cuantos más hombres hay. Por eso acostumbran a vivir  juntos.  
                                      La  defensa de las tierras, alejadas del poblado, exige también fuerzas mayores y  unidas. Así pues, el éxito y la riqueza aparecen en las familias que cuentan  con un gran número grande de varones bien avenidos entre sí. 
                                     
                                      Tanto  el patrilocalismo como el matrilocalismo, arraigados en un m‚todo económico  para conseguir cónyuge, no llevan en sí mismos una saturación ontológica del  amor. La venta de la esposa (o del esposo) objetiva y cosifica  a la persona; de manera que la familia que de  ahí surge arrastra taras psicológicas inadmisibles. Sin embargo, a veces  la  costumbre dulcifica en parte las  relaciones humanas, llegando incluso a vencer el amor sobre la economía. Es lo  que sucede en la familia foral navarra, de corte patrilocal. 
                                      Cuando  un pueblo  es patrilineal y patrilocal a  la vez se dice que está  organizado  patriarcalmente. Y está  organizado  matriarcalmente cuando es matrilineal y matrilocal. Pero ocurre que los dos  factores son difíciles de encontrar. 
                                      La  tesis evolucionista  que afirma que hay  un paso del matriarcado al patriarcado no puede ser probado. A lo sumo puede  decirse que estructuralmente -no temporalmente- la tendencia al patriarcado es  característica de los pueblos pastores; mientras que la tendencia  al matriarcado se acentúa en los pueblos  agrícolas. Y está no en todos los casos. La familia tanasla, que es agrícola,  es patrilocal. La familia chiricahua, que es cazadora, es matrilocal.  Matriarcado y patriarcado son conceptos-límite que no se realizan en ninguna  parte. Y pueden ser explicados por referencia al sistema  ecológico, técnico y económico de una  agrupación social, sin necesidad de recurrir a la hipótesis evolucionista. 
                                      Pero  el esquema de Morgan, precedido por el de Bachofen, ha sobrevivido como dogma  evolutivo a pesar de haber sido criticado desde diversos  ángulos. 
                                     
                                      Ya  Carlos Marx anotó profusamente la obra de Morgan; y Engels la comentó  con el título Origen de la familia, la  propiedad privada y el Estado. La tesis general del marxismo es que la familia  patriarcal mmonogámica, como sistema estable, ha sido dominada por la autoridad  del varón, quien ha procurado que la ley le proteja, con el fin de perpetuar la  propiedad privada. La mujer figura en esa familia como objeto de propiedad. Una  vez desaparecida la propiedad privada en el régimen comunista, el vínculo  familiar será completamente privado, basado en el amor mutuo y rescindible  "sin la inútil suciedad de un proceso de divorcio". Los hijos serán  entonces sustentados y  educados por el  Estado; de este modo se facilitaría el divorcio, sin trabas de hijos. Sólo así  queda la mujer enmancipada sexual y socialmente, igualada al varón en todos los  derechos. 
                                      O  sea, la última fase de la   evolución,  la familia patriarcal  monogámica, ha venido a ser como el producto de la evolución de la propiedad  privada, régimen de explotación en que el obrero es esclavizado por el patrón y  la mujer por el marido. 
                                      A  esta conclusión se puede llegar sólo cuando no es comprendido el sentido del  amor que articula la vida familiar. No es que se niegue  que pueda haber casos de matrimonios en que  las consideraciones relativas a la propiedad entren en juego; y que el yugo de  la propiedad vincule permanentemente a los cónyuges aunque no se amen e incluso  aunque cometan adulterio. 
                                     
                                      Pero  la consideración económica es, como la consideración sociológica, externa al  aspecto esencial de la familia. Es el amor el que reclama la posición del padre  como autoridad en la familia. Porque  la  autoridad no es ejercicio de poder o imposición coactiva, sino esencialmente  servicio a la familia; el aspecto de poder es secundario respecto del carácter  de asistencia. Los hijos, mientras son pequeños, ocupan un lugar subordinado, y  reclaman con su posición indigente una ayuda. Este servicio, por parte del  padre, nunca puede ser movido por una remuneración que el hijo jamás podría  darle. Sólo puede ser movido por el amor. Sólo el amor hace posible  que esa prestación se constituya naturalmente  como jerarquía, como autoridad. La familia es naturalmente jerárquica. El  ejercicio de la autoridad es siempre proceso de aumento cualitativo y de  promoción. A su vez los subordinados no pueden recibir ese servicio bajo el  prisma de la propiedad,  no pueden  responder remunerando, sino amando. 
                                      Sólo  cuando no hay amor, ni en el acto de dar ni en el acto de recibir, la autoridad  se deteriora en la familia. Y el ejercicio del padre, una vez perdida la  autoridad se deteriora en la familia.  Y  el ejercicio del padre,  una vez perdida  la autoridad, puede degenerar en dos extremos: o en la rígida imposición del  poder, o en la blanda licencia del padre que elude totalmente las dificultades  del servicio: "La ausencia del padre   provoca desequilibrios psicológicos y morales, además de dificultades  notables en las relaciones familiares, como también, en circunstancias  opuestas, la presencia opresiva del padre, especialmente donde todavía rige el  fenómeno del "machismo", o sea, la superioridad  abusiva de las prerrogativas masculinas que  humillan a la mujer e inhiben el desarrollo de sanas relaciones familiares. 
                                     
                                      Nuevamente  es el amor el factor que da sentido al complejo jerárquico de la familia. 
                                      Sin  embargo, el prejuicio evolucionista sigue operando entre nuestros  contemporáneos. El esquema de Bachofen ha sido retomado, con ciertas  modificaciones, por Erich Fromm y M.J. Sherfey. 
                                      Hemos  visto que el carácter matrilocal o patrilocal de la familia puede ser explicado  por factores económicos. Pero la familia en sí misma, con su jerarquía interna  es irreductible a esa explicación. No debe ser confundida la esencia de la  familia con una de sus formas más o menos perfecta, unida a un proceso  evolutivo indemostrable. 
                                    3. Familia  poliándrica y familia poligámica 
                                      Una  de las afirmaciones inherentes al postulado  evolucionista es que la poligamia precedió a la monogamia; y en aquella, la  poliandria a la poliginia. 
                                      La  antropología moderna, ofrece datos suficientes para explicar el fenómeno de la  poligamia, sin necesidad de postular  el  evolucionismo. 
                                      En  primer lugar hay que decir que las poligamia no cumple las exigencias del amor.  Entre el hombre y la mujer que se aman hay exigencias del amor. Entre el hombre  y la mujer que se aman hay  igualdad  en  dignidad y valor. La virilidad y la  feminidad son valores complementarios e iguales en dignidad. El varón se  completa realmente en la relación conyugal con la esposa;  y viceversa. Como además son iguales en valor  y dignidad, la exigencia del uno hacia el otro se cumple en la unidad del  matrimonio. Esa unidad es la  que realiza  la igualdad exigida por cada uno. Cualquier tipo de relación que incline hacia  un lado o hacia otro el fiel de esa balanza rompe la igualdad: introduce la  desigualdad y la injusticia. En la unión poliándrica la mujer recibe totalmente  a cada uno de los varones, pero el varón no recibe totalmente a cada de los  varones, pero el varón no recibe totalmente a la mujer. Lo mismo ocurre con la  poligamia, en la que un varón recibe totalmente a varias mujeres, pero estás no  reciben totalmente al varón. 
                                     
                                      Este  desequilibrio, en cierto modo ontológico, que la poligamia arrastra, repercute  en la esfera  psicológica inexorablemente  y la perturba, haciéndose prácticamente imposible el perfeccionamiento moral, y  espiritual de los esposos. En éste régimen no es posible que la mujer participe  estrechamente en la vida física y moral del marido, y viceversa. Con cierto  humor ha dicho el antropólogo Ralph Linton que " el matrimonio de tipo  poliándrico no es patentemente   ventajoso  para el hombre. Aunque  pueda permitir una mayor una mayor escapatoria para satisfacer los errabundos  intereses  sexuales  del macho, el hombre que  lleva a casa una mujer, a despecho de la  mujer reconocida, debe poseer un coraje de león. Cualquiera que sea el tipo de  la vida de familia,  el privado parece  ser más o menos el mismo en todas las sociedades: casi todas las mujeres saben  cómo reducir a sumisión al marido. El   marido de muchas mujeres se encuentra inevitablemente prendido en los  extremos del dilema: o sus mujeres no pueden estar de acuerdo,  o están de acuerdo muy bien. En el primer  caso, está  sujeto a múltiples y contrarias  presiones que no le dan paz; en el segundo, las mujeres y los hijos tienden a  formar un grupo cerrado del que está él ampliamente excluido.  
                                      Una  vez vista la distorsión sustancia que la poligamia introduce en la familia,  pueden señalarse dos factores que explicarían este fenómeno, factores que  manifiestan su carácter anómalo. Uno es el factor demográfico; otro el factor  económico. 
                                    a)  Estadísticamente se comprueba que en cualquier comunidad humana el número de  personas de sexo femenino no llega a exceder en más de 5 al 10% a las del sexo  masculino, y viceversa. 
                                      La  naturaleza misma establece esa proporción y conspira a la constitución de las  familias monógamas dentro de cada generación. Los  pueblos más primitivos que se conocen, en los  cuales es legítimo suponer que la familia se mantiene en su organización  inicial, son fuertemente monógamos. 
                                      Si  en una sociedad con el mismo  número de  varones que de hembras hubiese una preponderancia de matrimonios poligámicos,  entonces un considerable  número de varones  o de hembras quedarían solteros. Esa sociedad no podría mantenerse: las  tensiones emocionales acabarían con ella. Por último, si esa sociedad  permitiera la poligamia, ésta se daría en pocos casos. 
                                      Y  en los casos que se diera, puede decirse que, en igualdad de condiciones  naturales, la poliginia sería más frecuente que la poliandria. 
                                      Si  el número de casos de poligamia fuese muy alto, tendríamos que pensar que la  proporción de sexos está  rota y que un  sexo supera numéricamente al otro.  
                                     
                                      Pero  ¨a qué podría ser debido este desequilibrio demográfico? 
                                      Casi  siempre a un factor de muerte violenta. Hay pueblos que, movidos por  convicciones míticas o mágicas, sacrifican a los recién nacidos. En casos de  que sean exterminados los varones, surgir   el fenómeno de la poliginia; si estos pueblos son guerreros, se añade el  fenómenos de la poliginia; si estos pueblos son guerreros, se añade además  el  hecho de que muchos jóvenes pierdan  la vida en las batallas; la escasez de varones incrementa la poliginia. 
                                      Un  pueblo  poligínico es el de los  bagandas, en Uganda (África oriental). Entre  los bagandas varones hay un elevado índice de mortalidad. Con frecuencia,  movidos por creencias mágicas, sacrifican los varones al nacer. Además muchos  varones mueren en las batallas anuales que los bagandas mantienen con sus  vecinos. Cuando salen victoriosos, retornan con mujeres capturadas como botín.  Las mujeres sobrepasan a los varones en la proporción de 3 a 1. El rey tiene  centenares de mujeres. Después le siguen los funcionarios gubernamentales con  unas 10 mujeres por varón. Finalmente, en la clase campesina, los varones, cuyo  índice económico es muy bajo, sólo tienen una mujer, y excepcionalmente dos. 
                                      Pero  si son sacrificadas las hembras, se dará el caso de la poliandria. Es lo que ocurre  con los Todas, pueblo del sur de la India.   La desproporción demográfica es notable: en 800 personas hay 350 hembras  y 50 varones. El frecuente infanticidio femenino se extiende a los mellizos;  éstos, si son de distinto sexo, sufren el sacrificio de la hembra; si son  hembras, son eliminadas las dos.  
                                     
                                      Lo  más frecuente en este caso es la poliandria fraterna: cuando una mujer se casa  con un hombre se convierte en la esposa de todos  sus hermanos. Cuando uno de ellos está  con la mujer, coloca su mano y su báculo  fuera de la cabaña como una señal de aviso para que los demás no entren. Lo mismo  ocurre entre los Wahima del África oriental; el varón es ayudado por sus  hermanos a comprar la esposa, adquiriendo sobre ella los mismos derechos que el  marido. Si la mujer queda embarazada, pierden todos esos derechos y ella  pertenece sólo al marido. 
                                      También  se da la poliandria no fraternal; en este caso, los varones pertenecen a clanes  diferentes, por lo que la mujer debe pasar un mes con cada uno. 
                                    b)  En desigualdad de condiciones   económicas, la poligonia es más frecuente en pueblo donde la adquisición  de esposa se hace mediante compra. Un varón   que tenga medios económicos y se encuentre en las altas esferas sociales  podrá  tener muchas esposas. La  acumulación de mujeres es también un signo de  nivel social. Pero la poliginia es infrecuente o su práctica está  limitada en pueblos cuyos varones  tienen dificultades económicas. Por ejemplo,  los kirguis (que son mahometanos y que, por tanto, no se ven impedidos por su  religión a la poligamia), se contentan con una sola esposa, porque sus medios  económicos son muy escasos. 
                                      Debido  a razones económicas y demográficas se practica la poliandria en las Islas  Marquesas. Allí se lleva a cabo el infanticidio femenino, hecho que  inclina  a la poliandria. Pero el factor  económico es decisivo. El marido principal es tanto más rico cuanto más mano de  obra varonil tiene, unida a él mediante la relación que los varones agregados  mantienen con la esposa única. De manera que una familia  rica tiene una sola mujer con muchos maridos.  Y una familia pobre tiene una sola mujer con un solo marido. Ningún otro varón  se atreve a formar parte de ese hogar pobre. Por eso, ya desde su juventud son  estimuladas las mujeres a tener varios amantes, para aumentar así las  posibilidades económicas. 
                                     
                                      En  fin, el recuento de formas de familia nos lleva a la conclusión de que la  naturaleza misma conspira a la familia monógama. Está  constatación, empero, sólo adquiere valor  pleno cuando introducimos la realidad de la familia en la corriente misma del  amor que espera ser principio de institución. La institución de la familia no  se desarrolla por grados a partir de cero. O existe del todo o no existe  en  absoluto. Ella es la base de la  sociedad política, anterior a ésta con una procedencia ontológica, no temporal.  De manera que el origen mismo de la humanidad se identifica con el origen de la  familia. Fundado ese origen está  el  amor. 
                                      
                                    Notas 
                                      -Meyer  Fortes, Introducción a TheDevelopmental Cycle in Domestica Grupos, de. Por Jaca  R. Goda, “Cambridge Papers in Social Anthropology”, núm. 1, 1958, 1-14. 
                                    -En  la Familiaris Consortio, Juan Pablo II no niega que se “puede recurrir también  a la investigación sociológica y estadística, cuando se revela útil para captar  el contexto histórico dentro del cual la acción pastoral debe desarrollarse y  para conocer mejor la verdad; no obstante tal investigación por sí sola no debe  considerarse, sin más, expresión del sentido de la fe” (Familiaris Consortio,  Exhortación apostólica  de Juan Pablo II,  22-XI-1981; se citará con las siglas FC indicando a continuación el número  correspondiente . FC. 5) Sobre la insuficiencia antropológica del mero enfoque  socio-jurídico, cfr. E. de lestapis, Amor e institución familiar Desclée de  Brounwer, 1967, pp. 11-25 
                                     
                                      -El  “ser”  de la familia es el amor: “La  familia fundada y vivificada por el amor, es una comunidad de personas: del  hombre y de la mujer esposos, de los padres y de los hijos, de los parientes.  Su primer cometido es el de vivir fielmente la realidad de la comunión con el  empeño constante de desarrollar una auténtica comunidad de personas. El  principio interior, la fuerza permanente y la meta última de tal cometido es el  amor: así como sin amor la familia no es una comunidad de personas, así también  sin el amor la familia no puede vivir, crecer y perfeccionarse como comunidad  de personas” (FC, 18). 
                                      -  “En una perspectiva que además llega a las  raíces mismas de la realidad, hay que decir que la esencia y el contenido de la  familia son definidos en última instancia por el amor. Por  esto la familia recibe la misión de  custodiar, revelar y comunicar el amor” (FC, 17). 
                                      -R.  L., Beals y H. Hoijer, Introducción a la Antropología, Aguilar, Madrid, 1974,  p. 475. De igual modo es definida, en el sector estructuralista por Cl.  Levi-Strauss en Antropología estructural, Eudeba, Buenos Aires, 1968, p. 35  ss.   FC, 21. 
                                      -  Sobre la universalidad, véase G.P. Murdock,  Social Structure, New York, MacMillan, 1949, p. 3. Asimismo T. Parsons y F.  Robert, Family Socialization and   Interaction Process, Glence, III, Free Press, 1955. M. Levy y L. A.  Fallers expresan su teoría en The Family: Some Comparative Considerations,  American Anthropologist”, New Series, 61, 1959, pp. 647-651 
                                      -  B. Malinowski, Sex and represion  in savage society; Londres (1927), 1953.  Asimismo, The sexual life of savages in N.W. Melanesia, Londres, 1931 
                                      -  R.A. Spitz, No y Sí . Sobre la génesis de la  comunicación humana, Paidós, Buenos Aires, 1966, pp. 28-31-  A. Portmann, Significado antropológico del  período de desarrollo humano, “Folia Humanística”, VII, 94 (1970) 785-796 
                                      -  B. Russell: “El amor puede florecer sólo si  es libre y espontáneo; la idea de que se relacione con un deber puede matarlo.  Decir: tú debes amar a aquel individuo, es la manera más segura para inducir a  una persona a que deteste a otra. El matrimonio, como una combinación de amor y  de legalidad, lleva al fracaso de las dos cosas” (Matrimonio e morale,  Longanesi, Milán, 1966, p. 109). Cfr. E. de Lestapis, op. Cit. pp. 71-78 
                                      -  J. Lecrlerc, La  familia, Herder, Barcelona, 1962, pp. 17-29 
                                      -  El testimonio de los esposos ha de ser dado  no solamente ante “una” ideología que niegue la unión permanente del lazo  matrimonial; ha de referirse ampliamente a una forma más aplastante y densa, a  una “cultura” implantada en el cauce de muchas ideologías, pues hay toda una  “cultura” implantada en el cauce de muchas ideologías, pues hay toda una  “cultura que rechaza la indisolubilidad matrimonial y que se mofa abiertamente  del compromiso de los esposos a la fidelidad” (FC, 20) 
                                      -  M.E. Opler, An Outline of Chricahua Apache  Social Organization, en Social Anthropology of North American Tribes, edit. Fred. Eggan,  Chicago, 1937. 
                                      -  Por eso, la edificiación de una familia  “auténticamente humana” se puede realizar si los padres “ejercen su autoridad  irrenunciable como un verdadero y propio ministerio, esto es, como un servicio  ordenado al bien humano y cristiano de los hijos y ordenado en particular a  hacerlas adquirir una libertad verdaderamente responsable, y también si los  padres mantienen viva la conciencia del “don” que continuamente reciben de los  hijos” (FC, 21). 
                                      -  El no ver que la autoridad es servicio y amor  es grave error de muchos planteamientos “antiautoritarios” de la familia Cfr  J.K, Folson, The Family and democratic Society, New York , 1945. P. 350. La  llamada “Escuela de Frankfurt” (Horheimer, Marcuse, entre otros) insiste en el  carácter “antiautoritario” de la futura familia. Cfr. una visión general de  esta escuela, en lo concerniente a la familia, en L’evoluzione dell’idea di  fimiglia nelle attuali scienze dell’uomo, de Leonardo Verga, dentro del volumen  conjunto que lleva por título La famiglia   nella società secolarizata (Settimana di problemi familiari: Università  Cattolica del sacro  Cuore), milano,  Ancora, 1973. 
                                      -  R. L. Beals, o.c., p. 495. 503-505 
                                      -  W. H. Rivers, The Todas, Londres, 1906. Para el caso de  los esquimales, véase: E.A. Hoebel, Eskimo Infanticide and Polyandry, “The  Scientific Monthly”, vol. 64, 1947, p. 535. 
                                      -  A.A. Kardiner, The Individual and Society,  New York, 1939 
                                    Fuente:  Persona y Derecho N°12                                     
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